miércoles, 25 de junio de 2014

Capítulo 24: ¿Todo acabó? (parte dos)


"Yo... una vez fui muy feliz con alguien. Había un oppa que me gustaba mucho, y en un programa de televisión él dio a entender que también me quería, así que comenzamos a salir. Pero, por alguna razón que aun no entiendo, el destino puso en mi camino a Calvin Chen.
No recuerdo muy bien como lo conocí, fue por pura casualidad. Pero si recuerdo que a mi oppa no le agradaba. Lo quería en verdad, no miento, realmente me gustaba mucho y mi mente no consigue entender aun como es que desvié mis ojos... No voy a negar que Calvin es guapo, alto y atractivo en su pose de seductor. Además, en ese entonces era tan amable que me hacía sentir una especie de princesa. Yo comencé a pensar que me gustaba...
Sé que a mi oppa le molestaban cada vez más los avasallantes acercamientos de Calvin Chen, así que intente poner distancia, pero... él me invitó a cenar, como amigos. Realmente le creí, y como solo faltaban unos días para que se fuera de viaje a Taiwan otra vez, acepta con tanta ingenuidad... todavía con puedo aceptar lo que pasó entonces. Calvin me propuso muchos brindis esa noche... yo bebí demasiado. Y no recuerdo nada más. Al día siguiente desperté... en una cama, en un cuarto de hotel. Lo peor de todo, es que… él estaba a mi lado… y yo casi no tenía ropa… Esa situación fue muy espantosa para mí, porque además oppa se enteró de esa cena y decidió llamarme… Y yo estaba dormida, así que Calvin Chen contestó en mi lugar.
Hasta el día de hoy, oppa no me perdonó por lo que pasó esa vez. Aunque logramos tener un diálogo cordial, en el fondo sé que aún siente rencor. Ya no me mira a los ojos, y cuando lo hace, siento que me duele el corazón…
Ahjussi, no te cuento todo esto porque sí, sino para que te des cuenta de lo que pasó. Así es Calvin… Obtiene lo que quiere de las mujeres por las buenas o… usando esa clase de tretas. Si la mujer con la que está encaprichado tiene pareja y quiere serle fiel, él termina rompiéndola. Por eso… Aki-san, el amor que se tienen ustedes dos es más fuerte, tiene que poder resistir… me enteré de que pasaron por situaciones peores que esta. No creo que quieras… que Charotte termine como yo: lamentando haber perdido a la persona que ama.”
Akihide: (meditando) Yo… Lamento mucho lo que te pasó, pero… Tu historia y mi situación son muy diferentes. Hay modos… actitudes de Charotte que no puedo aceptar.
Hammie: ¿Te referís a su forma de vestir? Pues... GyuRi unnie dijo algo así en la fiesta de Shinpei-san, pero a Hara onni se le ocurrió la idea de buscar imágenes de Latinoamericanas y... Charotte es muy decente. (Ante la expresión de duda de Akihide) Si no lo crees, podes buscarlo por tus propios medios.
Akihide: (no estaba muy seguro, pero decidió probar buscando las imágenes que SeungYeon le había sugerido, y quedo absolutamente azorado con lo que encontró) Es cierto... ¿Cómo puede una mujer ir vestida por ahí? Comparadas con ellas, Charotte, Meggara y Se-chan parecen monjas.
En realidad no es tan así, Akihide, pero si cualquiera de ustedes busca Mujeres Latinoamericanas, aparecen de inmediato un montón de fotografías de mujeres provocativas, con ropa corta o rota (o sin ropa), cuyas figuras tan... voluptuosas, por decirlo de una forma más elegante, consiguen que las vestiduras les queden de una forma mucho más descarada en comparación a las asiáticas normales. El tímido protagonista se llevó una tremenda e incomparable sorpresa, algo tan parecido a un shock que volvió a acomodarle las ideas, porque se estaba olvidando de que Charlotte venía de otro lugar, con cultura, ideología y costumbres tan diferentes a las suyas. Porque… en Japón una mujer se vestiría como lo hacía la pelirroja en esas ocasiones especiales para llamar la atención de los demás. Si tenía en cuenta la catarata de imágenes, no resultaba necesario  ser demasiado listo como para darse cuenta de que en el país de origen de la llamativa extranjera, tal como eran diferentes los saludos y los tratos, la forma de llevar la vestimenta presentaba abismales desemejanzas.
Akihide: (abandona la búsqueda y deja el teléfono a un lado) Ahora entiendo…Antes siempre me recordaba a mí mismo que Charotte es extranjera… y parece que lo olvidé. Han SeungYeon, no sé cuáles son tus intenciones al venir hasta acá fingiendo ser un mensajero, pero te lo agradezco.
Hammie: (leve sonrisa de alivio) Es muy simple. Ver que otra persona está por sufrir lo mismo que yo padecí… es algo que no puedo hacer. Sé que eso no resuelve lo que me pasó, pero… es un alivio. No sé cómo explicarlo.
Akihide: Es porque sos una buena chica. (Se vuelve hacia la aun inconsciente Charlotte) Me sorprende que aún no despierte. Creo que traeré alcohol para reanimarla. (Abandona la silla y sale de la habitación)
SeungYeon, mientras tanto, tantea un poco el rostro de Charlotte, en un inexperto intento por hacer que reaccionara y que extrañamente funcionó, pues la pelirroja comenzaba a abrir los ojos con mucha lentitud. Por la sorpresa, a la vocalista coreana se le olvida el nombre de la pelirroja, así que comienza a llamarla ahgassi.
Hammie: (aliviada) Ahgassi… ¿Estás bien?
Charlotte: (con voz pastosa) ¿Dónde estoy?
Hammie: En la habitación de Aki–san. Él regresará en un momento.
Charlotte: (la mira con desconfianza) ¿Y vos que haces en la habitación de mi Akihide? (intimidante) Ah, pero ya me habían advertido sobre las chicas que parecen buenas y puras, pero en verdad son unas víboras. Te advierto que si queres quitarme a Akihide, tendrás que conseguirme el número de Kim JaeJoong a cambio.
Hammie: (desconcertada) ¿De qué estás hablando? Yo no quiero quedarme con Aki–san… así que no te conseguiré el número de JaeJoong oppa.
Charlotte: ¿Entonces qué haces aquí?
Hammie: Vine a hablar con Aki–san, pero no como una competencia para vos, mis intenciones son las opuestas.
Charlotte: ¿Y supones que voy a creerte?
Akihide: (entra con la botella de alcohol etílico en la mano) Ah… Veo que ya despertaste.
Hammie: (se pone de pie) Bien, ustedes deben tener mucho de qué hablar, así que los dejaré solos. (a Charlotte) Yo puedo devolverle las llaves a Daigo–sama.
Charlotte, no demasiado segura, se le entrega el llavero del vocalista. Esta situación se tornaba cada vez más extraña.
Akihide: Te acompañaré hasta la puerta.
Los dos salen durante un momento, en el cual, la pelirroja, más confundida que nunca, se pregunta qué es lo que estaba sucediendo. ¿Cuánto tiempo pasó inconsciente? ¿De qué hablaron SeungYeon y el guitarrista durante ese lapso, cuya duración le era completamente desconocida? Y lo más importante… ¿De qué tenían que hablar ella y Akihide?
Akihide: (regresa, pero se queda cerca de la puerta, observando a Charlotte) ¿Estás bien? ¿Querés un té o algo de tomar?
Charlotte: No, gracias. Ahora que lo recuerdo, yo iba a irme. (Intenta levantarse, pero se marea y vuelve a sentarse en la cama) Tal vez si necesito un té. (Ve que Akihide la observa con una preocupación que ella cree reproche) No estoy embarazada, ¿ok? A estas alturas, tengo menos sexo que Heidi. (Nota a los lectores: no me salgan con el abuelo o son pervertidos >///<)
Akihide: No estoy pensando eso. No te hubiesen dejado viajar embarazada desde Argentina y aquí no hiciste… nada que pueda producir un embarazo por ahora (sale)
Charlotte: ¿Que fue ese por ahora? ¡Ahh! Esto debe ser un sueño, uno de esos sueños calientes que a veces tengo… (ve que le guitarrista regresa sin ninguna taza) Ah, sí es un sueño… Si es un sueño… ahora es cuando mi ropa debería cambiar por algo más sexy, y vos deberías venir a mí con expresión seductora.
Akihide: (la mira con evidente impresión, como se dice en México, “ojos de huevo frito”, y se acerca de a poco, hasta estar a centímetros de ella, para tocarle la cabeza) No sé qué clase de sueños tenés… pero esto es la realidad. ¿Quién es Kim JaeJoong?
Charlotte: ¿Escuchaste lo que dije y esperaste para aparecer?
Akihide: Solo desde la parte en la que dijiste que SeungYeon, tenía que darte el número de ese tal Kim a cambio de…
Charlotte: Eso era sarcasmo. Yo no… Tengo ningún derecho a decir que sos mío ni nada de parecido…
Akihide: (interrumpiéndola) Ya está el agua para el té (sale nuevamente)
Charlotte: (dándose un pequeño golpe en la cabeza) Tarada, tarada… Ahora sabe qué clase de sueños tengo. Será mejor que me vaya… (Se levanta lentamente, sintiéndose más aliviada, pero vuelve a sentarse rápidamente, pues Akihide regresa con el té en la mano)
Akihide: (dejando la taza en la mesa de noche) La tenia que tiene el té verde te hará sentir mejor.
Se genera un silencio incómodo, en el cual ni Charlotte ni Akihide se dirigen la mirada. La pelirroja solo observa la taza de té, sintiendo que la tensión de aquella charla antes de su desmayo había desaparecido. ¿Eso era resultado de la charla que sostuvo el guitarrista con Han SeungYeon? ¿De verdad ella se convirtió en su aliada? ¿Por qué? Acaso… lo que dijo Nocchi esa vez… “A mí... no me hiciste daño, pero yo sé bien a quien sí lastimaste” Perfume y Kara, según lo que Selenia le dijo, se mostraban muy unidas… No resultaría extraño que sean amigas.
Akihide: Gomennasai… (capta la repentina atención de  Charlotte) Fui muy estúpido al juzgarte por tu forma de vestir… Realmente no sabía que allá… bueno, se visten de forma más provocativa.
Charlotte: (extrañada y conmovida) ¿De qué estás hablando?
Akihide: Busque imágenes de latinoamericanas en internet… y lo que fue… impresionante.
Charlotte: Y eso que no viste un video de Reaggeton… Pero no es… (piensa) “Momento… si le digo que no es así… Volverá a pensar que soy una descarada” (a él) Si, así andan por la calle incluso… Aunque esas imágenes son un poco exageradas.
Akihide: Lo supuse, pero aun así… Quiero pedirte disculpas. Fui muy brusco con lo que dije y hable sin saber. Logré que te sintieras mal y te hice llorar. Vos tenés razón, es mi inseguridad la que me hace pensar así. También es mi culpa que siempre pase esto… desconfío de vos, me alejo, te lastimo… una relación no tiene que tener esta clase de círculo vicioso.
Charlotte: (siente que va a llorar nuevamente) Yo también desconfío de vos. Siempre me preguntaba si te acercabas a mí por verdadero afecto o porque resultaría fácil… Nosotros no podemos seguir lastimándonos mutuamente.
Akihide: (se sienta a su lado) Entonces… Lo mejor sería que cada uno tome su propio camino.
Charlotte: (comienza a llorar  y se cubre el rostro) No quiero… no quiero llorar, pero tampoco podemos seguir así…
Lentamente, Akihide rodea a Charlotte entre sus brazos como un inútil intento por contenerla. ¿Realmente estaba pasando? ¿En verdad darían fin a su historia? Ya no habría más citas, ni más recorridos en museos, no más charlas de arte, no más cenas, no más besos a escondidas, nunca más compartirían un abrigo, no caminarían juntos… ¿Nunca más? (si, no es lo único, pero no me quiero poner a revisar) ¿Entonces… nunca más?
Akihide: (aparta momentáneamente a Charlotte e intenta secar sus copiosas lágrimas) Charotte… No puedo hacerlo… nosotros, como pareja… hay tantas cosas que no hicimos. Nunca te regale flores, ni cocinamos juntos, aunque no soy muy bueno en eso… tampoco dimos un paseo por la playa, nunca vimos un atardecer, no paseamos en bote, no cenamos a la luz de las velas… no hicimos un viaje solos, no despertamos juntos… Nunca hicimos el amor… Parece que todo se centra en las desdichas y no en los momentos que todavía podemos vivir.
Charlotte: Por qué… ¿Por qué estás diciendo esto justamente ahora?
Akihide: (sin dar más vueltas, nuevamente la rodea con los brazos y une sus labios con los de Charlotte de forma apasionada y suave al mismo tiempo) No sé si es tarde, no sé en cuanto tiempo te iras... Solo... Solo sé... que te amo.
Una vez más, se dirige había su boca y, movida por esta súbita pasión, la pelirroja corresponde a su beso, envolviéndolo en un abrazo posesivo. Sin embargo, pese a que ella deseaba que esto sucediera, se arrepiente y pretende echarse hacia atrás, por lo que, como Akihide la rodeaba entre sus brazos, ambos caen sobre la blanda superficie de la cama. Qué movimiento más oportuno, ¿quién lo diría? Esto ya era cosa del destino, por eso se desmayó, por eso Hammie llegó hasta allí como caída del cielo, por eso no pudo levantarse... ¡Era cosa del destino!
Akihide: (intentando apartarse) Lo siento, lo...
Charlotte: (sujetándolo por brazo, apoya su mano libre en el rostro del guitarrista para acercarlo a ella) Yo también... Te amo. (Lo besa y envuelve entre sus brazos férreamente el torso de Akihide)
El guitarrista se aparta de ella solo un poco para que ambos puedan acomodarse mejor, y de inmediato volvieron a rendirse ante los besos y las caricias que compartían. Charlotte siempre creyó que, en una situación semejante, conseguiría llevar las riendas todo el tiempo, pero Akihide, desde el principio, marcó que esa era su cama y que ella sería suya. No lo hizo con brusquedad, sino con una bien dosificada suavidad que lograba que nuestra protagonista pierda la cabeza, pues prestó atención a cada rincón de su cuerpo. Charlotte no podía pensar ni aunque así lo deseara, tenía la mente en blanco absoluto mientras sucumbía por las llamas que trepaban velozmente desde su vientre hasta su abdomen, su pecho, su garganta y salían de lo más profundo de su ser en forma de leves gritos.
Muy diferente a esta era la situación en ZR, pues allí una gran parte de los empleados, casi todos, no sé si ya lo conté, ignoraban adrede la presencia del encargado de vestuario. Casi todos a excepción de Selenia, quien siguió trabajando a tope bajo sus estrictas órdenes. Solo pudo relajar los músculos de los brazos durante un momento, tiempo que aprovechó para buscar a Daigo, quien se encontraba en la sala de ensayos.
Selenia: (se le acerca de repente) ¡Doomo!
Daigo: (extrañado) ¿Doshite? [1]
Selenia: Por darle tus llaves a Charlotte. Aunque siempre estés haciéndote el cool [2], yo sé perfectamente lo bueno que sos.
Daigo: No lo hice por ella, sino por Akihide. Ya me tiene harto…
Selenia: Mentira… yo sé que lo hiciste porque aprecias a Aki–san, y también por mí, porque sabés que si mis amigas son infelices, estaré triste como perro abandonado. Ah, te olvidaste de esto (le entrega el toro de peluche, cuya imagen les dejé en el fin del capítulo 23)
Daigo: (agarra el peluche) ¿Por qué me das esto?
Selenia: Honno kimochi desu [3]
Daigo: ¿Es para mí, entonces? (ve que ella asiente) Está bien… Por cierto, estuve pensando en lo que hablamos anoche… y decidí hacerlo.
Selenia: ¿Vas a… hablar con Anna? A eso te referís, ¿no?
Daigo: Exactamente. Me enteré de que trabaja en el hospital donde estuviste internada, así que allí la buscaré.
Selenia: Me… me parece bien. ¿Cómo te enteraste… de eso?
Daigo: No importa cómo, simplemente lo sé.
Selenia: (bajando un poco la vista. La verdad estaba a punto de saberse y no podían quedar cabos sueltos) Wakarimasu... [4]. Emm... Mientras vos vas a hablar con ella... Yo necesito reunirme con Naito-sama.
Daigo: ¿Por qué querés hablar con ella?
Selenia: No veo el problema. Si se entera de la reunión de ustedes por otro lado podría impedirla. Además... tengo algo que hablar con ella.
Daigo: Esta bien... (Reflexiona un poco) ¿Quieres que yo te lleve?
Selenia: No... Prefiero que me arregles una reunión con ella, si no te molesta.
Daigo: (impresionado) Estas demasiado respetuosa...
La puerta es abierta repentinamente por SeungYeon, quien saludó a Selenia y Daigo con una respetuosa reverencia.
Hammie: Unnie, Ahjussi... lamento interrumpirlos, pero... (Entrega un llavero a Daigo) Charlotte onni me permitió entregarte esto.
Selenia: ¿Vos fuiste hasta el departamento?
Hammie: Si... Escuche anoche, antes de la actuación, que Aki-san estaba hablando con alguien, no sé con quién, pero le dijo que... Ya no seguiría con Charotte onni. Yo tenía algo que decirle, así que apenas supe que ella fue a buscarlo, decidí hacer una visita sorpresa también.
Selenia: ¿Y qué tenías que decirle?
Hammie: (sorprendida) Unnie... eso es algo entre ellos y yo.
Daigo: (a Selenia) Estas muy rara últimamente. Mientras sea por el bien de ese par, que diga lo que quiera.
Hammie: Gracias, Ahjussi. Bueno, yo los dejo solos. Sayonara (sale).
Casi de inmediato, Obatta vuelve a llamar a Selenia con urgencia, pero no para que siga trabajando sino para avisarle que él había decidido no participar en la gira que realizarían los artistas invitados por algunas ciudades vecinas durante diez días, y la productora eligió a nuestra protagonista para que los acompañé y se ocupe del vestuario. ¿Cuándo comenzaría el viaje? Ni más ni menos que el mismo día en que su hermano tomaría un vuelo de regreso a Argentina.
Obatta: Eso es todo lo que tengo para decirte. Podes retirarte.
Selenia: (no se mueve ni un centímetro) ¿Por qué me eligió para viajar, si antes dijo que quería mantenerme lejos de las tentaciones de los asiáticos?
Obatta: ¿Vas a serle infiel a Daigo? No parece tu estilo.
Selenia: Eso no contesta mi pregunta, pero olvídelo. Hagamos lo que usted quiera, Oba–sensee. (Saca su celular, lo programa para grabar y lo deja boca abajo frente al director de vestuario) Solo respóndame un pequeño asunto. Como es que su familia consiguió pagar los gastos médicos de Anna, su sobrina. Porque la internación, la rehabilitación, las cirugías reconstructivas… más el hecho de que haya pasado desapercibida… Debe ser una suma muy importante.
Obatta: (levemente alterado, intenta disimular) Eso no te importa, es un asunto familiar.
Selenia: ¿Y por qué le depositaban dinero desde una cuenta a nombre de Daigo Naito? (ve que Obatta la mira muy impresionado, pero no se atreve a responder) ¿Qué me puede decir al respecto? Usted aceptaba sobornos de la familia de Daigo–sama.
Obatta: No eran sobornos. Nosotros necesitábamos ese dinero o Anna moriría… y de pronto apareció esa mujer… Ryoko Naito, y nos prometió pagar las cuentas a cambio de que alejemos a mi sobrina de su hijo. El seguro podía cubrir el tratamiento, pero sin lugar a dudas, Anna iría presa por intento de homicidio…Así que aceptamos el trato de esa mujer, su dinero y su silencio a cambio de desaparecer a Anna. La idea era que las cirugías debían cambiar por completo su apariencia, así lograría pasar inadvertida, pero mi cuñada no quiso hacerlo.
Selenia: (dudosa) Es un trato que los beneficiaba demasiado. Anna solo pasaría unos años en prisión y se vería horrible, mientras que Naito–sama lograría alejarla de su hijo y ahorrarse millones de yenes.
Obatta: Yo ya te dije lo que sé. Si quieres saber porqué pregúntaselo a tu suegra.
Selenia: (recogiendo su celular) Eso haré mañana, pero todavía no me creo que usted acepte todo resignadamente, Oba–sensee. No parece su estilo. (Sale de la oficina)
Ya estaba terminando la jornada, por lo que nuestra morocha protagonista, sin más tareas que hacer, decidió retirarse con anticipación, mientras repasaba la grabación que obtuvo de Obatta, en la cual Ryoko Naito aparecía como una figura demasiado misteriosa y ciertamente oscura. Pero no le tenía miedo, al contrario: lo que había escuchado del director de vestuario le generaba tantas dudas que era muy capaz de encontrarse inmediatamente con la madre de Daigo.
Durante su caminata de regreso se encontró con Megg, y esta le preguntó que sabía de Charlotte, pues no contestó las llamadas en toda la tarde. Ambas decidieron quedarse esperando en el edificio de señoritas a su amiga, quien apareció aproximadamente una hora después, con una sonrisa de oreja a oreja y un aparente estado de hipnosis. Ignorando a todo mundo, la pelirroja subió al cuarto, seguida de cerca por las otras dos extranjeras y las tres muchachas japonesas.
Charlotte: (después de cerrar la puerta, lanza un grito de emoción) Si el mundo se acaba mañana, no me importa.
Megg: Eso significa que te fue bien, me alegro.
Charlotte: Me fue más que bien.
Atsuko: Para que estés tan emocionada, seguramente te dijo algo muy bueno.
Charlotte: Dijo que quería terminar conmigo (las cinco se sorprende de sobremanera, pero ella no les presta mucha atención), aunque luego se retractó, me pidió disculpas… (suspira, mientras se palpa las ruborizadas mejillas) y luego hicimos el amor…
Afortunadamente ninguna de las presentes estaba comiendo o bebiendo algo, porque se hubiesen atragantado de solo escucharlo. Aunque más impresionante que la reacción de sorpresa fue lo rápido que comenzó una entrevista por parte de Maya y Selenia a una Charlotte aparentemente ansiosa por compartir su maravillosa anécdota. Por lo menos, como única consideración, se limitaron a usar preguntas clave, como si descendió a los suburbios, si hubo golpe de karate, cuanto duró el jaleo o si hubo mucho jaleo. Las tres en su mundo se entendían, y a las demás parecía que estaban hablando de una película de acción más que de una condicionada. Tanto Megg como Tsugumi y Atsuko, al sentirse dejadas de lado, intentaron armar una conversación propia, pero el mismo tema se interponía y surgía casi con naturalidad, de una forma mucho más pudorosa, por supuesto. Sinceramente el motivo que desvinculaba a la muchacha más alta no era la vergüenza, sino que no deseaba escuchar una anécdota de semejante temática en la que el protagonista era Akihide.
Una vez que se dieron cuenta de la avanzada hora, decidieron acompañar a Selenia, quien como siempre se negaba a recibir compañía, hasta el edificio de Nakano, pues temían algún ataque en plena noche. Cuando llegaron a la entrada del lugar, se despidieron de la morocha y regresaron al edificio mientras esta primera entraba con la llave… sintiendo una presencia tras ella… vio una sombre aguardando a sus espaldas… ¿La loca se atrevió a llegar hasta allí? Un momento, la silueta era bastante delgada, demasiado alta para ser una mujer… y de ella provenía una fragancia que le resultaba conocida.
Selenia: (después de olfatear un poco) ¿Daigo–sama?
Daigo: ¿Cómo me reconociste? Estaba pensando en darte un buen susto.
Selenia: Es difícil no saber que sos vos, por el perfume y por la figura de lombriz. (con evidente sarcasmo) Y gracias por querer asustarme cuando tengo a una loca pisándome los talones. Qué lindo de tu parte.
Daigo: Es cierto… lo lamento… Un momento, ¿qué es eso de figura de lombriz?
Selenia: Supongo que queres subir, ¿no? (no espera respuesta y entra, invitándolo a pasar con ella. Una vez que llegaron hasta el piso, intenta esquivar lo que ella supone que son sus intenciones) Si querés hablar de algo, te pido que seas breve, porque tengo sueño.
Daigo: (enseñándole una bolsa de restaurante) Qué lástima, porque traje un ramen delicioso para cenar.
Selenia: (con brillo en los ojos) Ah… Ya se me fue el sueño. Yo pensé que venías con otras intenciones, pero la comida siempre es bienvenida.
Una vez que calienta el ramen, lo sirve en dos tazones y ambos se sientan a la mesa para comenzar a comer.
Daigo: ¿Cuáles pensaste que eran mis intenciones al venir aquí?
Selenia: Pensé que querías sexo.
Daigo: Sos demasiado esquiva con esas cuestiones… En fin, me comunique con mi madre, y estará encantada de reunirse con vos. ¿Ahora si vas a decirme por que queres verla?
Selenia: Primero que nada, arigatoo. Y... te lo voy a decir cuando termine de hablar con ella.
Daigo: (extrañado de tanto misterio) ¿Se trata de mí o es algo entre ustedes?
Selenia: Tengo una duda respecto a ella, pero si te lo digo ahora, podría estar acusándola injustamente. ¿Ya sabes lo que vas a decirle a Anna?
Daigo: Si. Muy calmadamente le diré que quiero escuchar su versión de la historia. El resto se lo dejare a ella. Voy a estar parado a unos dos metros de distancia para que te quedes tranquila.
Selenia: Es más importante para mí la conversación... ¿Puedo hacerte una pregunta muy muy directa?
Daigo: Es muy raro que pidas permiso, si siempre fuiste muy directa sin más. Desde que llegó Andoresu [adaptación silábica y fonética de Andrés] estás muy rara.
Selenia: (conserva su seriedad) Tomaré eso como un sí. ¿Todavía sentís algo por Anna?
Daigo: (entre sorpresa y cierta indignación) Creí que quedó claro que esa historia se murió. ¿Por qué salís con eso de repente?
Selenia: Quiero saber que va a pasar mañana, si todavía amas a Anna y existe la posibilidad de que vuelvas con ella.
Daigo: (parece un poco aliviado) Pero nada de eso va a suceder. No amo a Anna, estoy más cerca de odiarla que de compadecerme por ella.
Selenia: (reflexiva) No la amas... No sé porqué no puedo creerlo. Pero voy a cambiar la pregunta. ¿A mí sí?
Daigo: (extrañado) ¿Es aquí a donde querías llegar? ¿A saber si estoy enamorado de vos o no? Pues bien... Lamentablemente mi respuesta es negativa. Si me hubieses preguntado hace una semana, estaría pensándolo un buen tiempo... pero desde que saliste del hospital estas comportándote de una forma muy diferente, casi como si fueses otra persona. ¿Dónde está la Serenia que no pensaba tanto las cosas, que hacía lo que le daba la gana sin importar cualquier opinión, que hablaba sin frenos ni prejuicios, haciendo chistes y bromas?
Selenia: (levemente irritada) Cuanto tengas una loca intentando matarte, una persona que te agradaba y que ahora habla en tu contra, una ex de tu actual que te dice que la loca es peligrosa, y otra ex… que no es solo una ex, sino que fue la persona más importante… y encima tengas que hacer dieta o tu operación de tobillo se va a la mierda… Cuando te pase todo eso tendrás la respuesta a tu pregunta, ¿ok?
Daigo: (se tranquiliza y, pensándolo mejor, decide que Selenia tiene razón) Es cierto… olvidé todas las cosas que estás aguantando por mi culpa.
Selenia: (también se calma) Nadie puede reírse con un cuchillo cerca de la garganta. Yo trato de parecer positiva… Ok, todo está bien… Pero… yo sí lo hago (capta la atención de Daigo por completo). Vos contestaste que no… pero yo sí lo hago. Esa es la peor mierda de todo esto.


Martes: (si no meto un pie al acelerador, no termino más)
Desde la ventana del restaurante en el que Daigo la noche anterior le indicó en una nota que la iban a estar esperando, Selenia ya podía ver a Ryoko Naito, ojeando el menú. Nuestra protagonista comenzó a acercarse lentamente, pensando y repensando lo que hablaría con la madre de Daigo, y alegrándose en el fondo de haber elegido un vestuario algo más sobrio que los que solía vestir habitualmente.
Selenia: Naito–sama… (corre la silla y se sienta frente a la mujer) Muchas gracias por acceder a hablar conmigo tan de repente.
Ryoko: Hija, eso no es molestia para mí. Escogiste un buen día, no tengo mucho que hacer hoy. Espero que no te moleste que haya elegido por vos, pero en este lugar la comida es estupenda, y me aseguraré de que pruebes lo mejor.
La morocha prefirió esperar a que terminaran la comida antes de hablar de ese tema tan delicado, la participación de Ryoko en la falsa muerte de Anna, así que comenzó una conversación más amena sobre temas medianamente relevantes. Naito–sama se mostraba bastante sorprendida al notar lo diferente del comportamiento que mostraba Selenia, mucho más prudente y reservada, sin esa soltura casi natural que antes la caracterizaba. Pero sabemos que no es la única sorprendida por eso, y hay conductas que simplemente no se pueden evitar… Nuestra protagonista pensaba más que nada en la charla importante, no apartaba los ojos de la meta, y, sinceramente, le estaba costando mostrarse agradable con la madre de Daigo después de escuchar la confesión de Obatta. Pensar que la mujer que tenía en frente, quien además la llamaba hija y apoyaba su relación con el vocalista, hacía dos años boicoteó a Anna y arregló todo lo necesario para fingir su muerte.
Selenia: (una vez que terminaron la comida) Gochizoosama, estaba delicioso. Naito–sama.
Ryoko: (complacida) Me alegra que te haya gustado, podemos volver cuando quieras.
Selenia: (adopta una pose más seria) Naito–sama, hay un tema importante que me gustaría hablar con usted. Anna está viva, ¿lo sabía?
Ryoko: (desconcertada) ¿Qué está viva? ¿Pero qué estás diciendo? Ella murió hace dos años.
Selenia: (comienza a reproducir la grabación que hizo con el celular y se la enseña a Ryoko. Una vez que esta termina) ¿Qué tiene que decirme al respecto?
Ryoko: (alterada) No puede ser… Con todo el dinero que les di, ¿cómo pudo ese hombre delatarme con tanta cobardía? ¿Y cómo es que obtuviste esos datos bancarios?
Selenia: Creo que no está usted en posición de hacerme preguntas, sino de contestarlas. ¿Por qué usted pagó a los Obatta para que finjan la muerte de Anna? ¿Para alejarla de Daigo? ¿Por qué?
Ryoko: Esa mujercita casi mata a mi hijo, creo que tu pregunta está demás. Pensar que Daigo podía llegar a perdonarla… después de todo lo que le hizo. Yo tenía que proteger a mí hijo. Como soy una mujer de buen corazón, no mande a que acabaran con su vida. Es más, con el dinero que di a los Obatta, ellos pudieron mejorar su calidad de vida. ¿Y qué pedí a cambio? Que se alejara de mi hijo. Pero esa gente no me cumplió… y ahora tendrán que pagar el precio.
Selenia: (extrañada) ¿A qué se refiere?
Ryoko: (sonríe con mucha confianza) Los Obatta tienen un gran secreto, que no sabe ni su retoñito Anna, si es que así se le puede llamar.
Selenia: Anna ni siquiera sabía que estaba muerta para los demás, como va a saber los otros secretos de su familia.
Ryoko: Anna Obatta está muerta… La verdadera Anna, claro.
Antes de que Selenia pudiese preguntar a Ryoko de qué estaba hablando y que era eso de la verdadera Anna, recibió una llamada de Ichiyo desde ZR, en la cual la recepcionista le contaba que Daigo y Obatta antes de que el vocalista se marchara de allí. La preocupación de la muchacha era demasiado evidente, y potenciada se contagió a nuestra protagonista, quien temía por la charla que él había prometido entablar con Anna… Una vez había intentado ahorcarla, y no pudo lograrlo porque ella lo impidió. Pero ahora, en el estado de alteración que le habían descrito… ¿qué era capaz de hacer? Tenía que detenerlo… o ayudarle a esconder el cadáver.
Selenia: (se pone de pie y recoge su cartera y el abrigo rápidamente) Lamento cortar la conversación, pero se me presentó una urgencia.
Ryoko: (anota rápidamente algo en una tarjeta y se la entrega a Selenia) Toma. Después de hablar con esta persona, podrás descubrir quién te ha estado haciendo la vida imposible. Cuidate mucho, hija.
Selenia saluda a Ryoko inclinando la cabeza y sale del restaurante lo más rápido que puede. Daigo le había dicho que hablaría con Anna en el hospital, así que esa sería su primera parada. Muy en contra de su espíritu austero, tuvo que apresurarse en un taxi, y durante todo el trayecto se mezclaban las ideas sobre la charla con Naito–sama y lo que podía suceder con el vocalista. “Ojala no pase nada” repetía hacia sus adentros, “Ojala no empeoren las cosas… porque ahí sí que no podré seguir callándome la verdad.”
Una vez que llegó, buscó apresuradamente por los pasillos, los baños, cualquier lugar en el que pudiese encontrarlos, y los halló cerca del área de descanso. Apenas los vio durante un segundo, notó que sus temores eran completamente infundados… Estaban hablando pacíficamente… Hasta los escuchó reírse… el alivió que sintió resultaba indescriptible. Aunque no podía verlos claramente, pues se había ocultado un poco, la pareció de Daigo no estaba tenso. Tampoco podía escuchar lo que decían más allá de simples murmullos, pero vio que Anna se acercó un poco al vocalista y estiro débilmente su abrigo, lo miró y de inmediato bajó la vista. Aparentemente, le estaba pidiendo la oportunidad de abrazarlo, y él, con cierto dejo de duda, no se la negó, aunque se mostraba un poco frío. La muchacha no desaprovecho la oportunidad de rodearlo con los brazos…
Bien, el reencuentro no accidentado marchaba bien, casi a pedir de boca. Hasta ese momento Selenia estaba moderadamente tranquila, pues en el fondo, ese abrazo la incomodaba, aunque no representaba una amenaza real…Pero todo cambio cuando, antes de retirarse,  vio que… Anna, rápidamente, levantó la cabeza para poder ver a Daigo, y no solo eso, sino que estiró el cuello… ¡Y lo besó! Si, lo besó en la boca. Él permaneció como una piedra, no la rechazaba… No se mostraba indiferente siquiera, incluso vio que apoyó una mano en el hombro derecho de la muchacha. ¿Estaba de acuerdo, entonces? Antes de que se dieran cuenta de que estaba allí, decidió retirarse con la misma rapidez con la que había llegado, regresando al taxi que la había esperado.
Dentro del vehículo, pidió que la llevaran hasta el edificio de señoritas sin darse cuenta, pues no era adonde quería ir en realidad. Las imágenes de ese beso, como si fueran gifs que se repetían una y otra vez, llenaban su mente. ¿Cómo podía estar pasando eso, se Daigo le había dicho que ya no amaba a Anna, que el pasado que compartieron estaba completamente muerto? Lo negó con tanta seguridad que ella casi le creía… pero una parte de ella no confiaba en esa negación… ¡y qué bien hizo! Selenia trató de hacer que pensara en esa posibilidad, y él no lo hizo. ¿Cuál fue el resultado? La traicionaba… ¡La traicionaban los dos! Si, Anna también, pues le había jurado que ya no estaba interesada en el vocalista, que había conocido a otra persona… Además de a ella, estaban traicionando a Jonathan.
Cuando las muchachas del edificio la vieron entrar, suponían que llegó a buscar a Megg y Charlotte como todos los días, más temprano que de costumbre, pero no les pareció raro. Tampoco extrañó a sus amigas que entrara al cuarto sin decir una sola palabra… eso sí, al ver que elegía prendas del ropero, no les resultó muy normal que digamos.
Charlotte: Selenia… ¿Qué haces?
Selenia: (sin mirarla, tiene un nudo en la garganta) Elijo ropa… tendré que hacer un viaje como personal para la pequeña gira del Spring Fest.
Megg: Shinpei no me contó que te hayan elegido para ir… (se le acerca un poco, preocupada) Pero me contó lo de la ex de Daigo… (apoya una mano sobre el hombro de Selenia) ¿Cómo te sentís al respecto? Debe ser muy difícil para vos saber que la tipa que casi tiene un hijo con Daigo y a la que todos creían muerta esté viva en realidad… Y que los haya engañado todos…
Selenia: (fría y cortante, intentando que no se le quiebre la voz) No quiero hablar de eso, no es asunto mío.
Megg: ¿Cómo qué no? Si yo fuera vos, estaría muerta de los nervios. ¿Mira si apareció para recuperarlo?
Charlotte: Claro, podría ser una perra como Ximena, pero me compadeceré de ella y de la paliza que le podes dar si se acerca a Daigo. (Las dos ríen) Aunque no te veo diciendo “Aléjate de mi hombre, perra”.
Selenia: (se levanta de repente, luego de meter varias prendas es una mochila) Ya dejen de hablar mierda. (Intenta salir de la habitación, pero sus amigas se lo impiden) ¿Qué quieren ahora?
Megg: Che, si estás de mal humor no es culpa nuestra.
Charlotte: No te la agarres con nosotras.
Selenia: ¿Ya terminaron? (ninguna de las dos agrega algo mas) Perfecto. (Las esquiva y sale del cuarto)
Megg: (saliendo del cuarto) Hey, no te vayas todavía que no estamos listas. 
Desoyendo a la rubia, Selenia abandona el edificio en dirección al piso de Nakano. Las otras dos podían ir sin ella, pues no pensaba ir a trabajar en el estado en que se encontraba. Imagen tras imagen, ese beso se repetía constantemente en su cabeza… Daigo y Anna estaban juntos ahora, haciendo a un lado todo lo que le dijeron. Nuestra protagonista sabía que esto podía suceder, lo creía totalmente posible, intentó metérselo en la mente, adaptarse a las idea… pero era muy claro que no lo logró… ¿Cómo se quitaría esa puñalada de en medio del pecho? ¿Anna la había utilizado para volver con Daigo? Si bien él le dijo que no la amaba, ¿La quería tan poco como para echar por tierra todo lo que le había dicho? Y lo peor de todo es que ella no podía decirse una víctima inocente cuando acepto involucrarse en esa red de mentiras que ahora la dejaba afuera. 
Cuando se acercó a la puerta de entrada del edificio, se acercó a ella su hermano, quien la estaba esperando, sorprendiéndose al ver sus ojos enrojecidos y una lagrima que salía de ellos, y que Selenia intentó secar rápidamente solo para que otra haga lo mismo.
Andrés: (preocupado) Selenia… ¿Qué te pasa?
Selenia: Daigo–sama y Anna… ya se reunieron.
Andrés: Acaso… ¿ellos decidieron volver?
Selenia: Yo los vi... Él la abrazó... y ella lo besó... (Comienza a llorar) ¡Ellos están juntos ahora!
Andrés: (estrechando a su hermana entre sus brazos) Tranquilizate, Selenia. Esto podía pasar, lo sabíamos desde el principio.
Selenia: Pero… ellos dijeron que no pasaría. Se llenaron la boca diciendo que no pasaría y aun así lo hicieron.
Sin saber qué hacer para que su hermana se alivie, Andrés solo pudo abrazarla y dejar que se desahogue sobre su hombro. Una vez que entraron al piso, le preparó un té relajante para que pueda calmarse y dormir un poco antes de tomar alguna de todas las decisiones que, movida por la rabia, planeaba ejecutar desde ese mismo momento si era necesario. Apenas pudo comentarle un poco lo que sucedió en la su almuerzo con Ryoko Naito, y entregarle la tarjeta, pues la identidad de la acosadora le interesaba más a él que a ella… Selenia solo quería tenerla en frente para romperle los huesos, fuese quien fuese. Después de eso, se quedó dormida, mientras el muchacho argentino observaba lo que habían escrito en ese pequeño pedazo de papel… El dato de aquella mujer llegó un poco tarde, pero le demostraba que la conversación que sostuvo con el taxista que lo llevó a Nakano y la información que recibió del mismo era totalmente verídica.
Pues verán, después de una reunión improvisada reunión con Hernán y Diego, en la cual planearon estratégicamente como preparar a Jonathan para todo lo que podría avecinarse respecto a su nueva relación con Yuki, Andrés tomó un taxi para ir a ver a Selenia antes de que ella vaya al edificio a encontrarse con Charlotte y Megg. Durante el trayecto, el muchacho golpeó accidentalmente su cabeza contra la ventana del vehículo, y el sonido fue tal que el conductor pensó que lo rompería.
Taxista: No sería la primera vez que un golpe en la cabeza o la cara de alguien me cuesta un vidrió del vehículo.
Andrés: ¿Ya hubo un tipo al que le pasó en verdad?
Taxista: Un hombre no, una chica. Una actriz de televisión. Ese golpe le habrá arruinado la carrera, porque desapareció del drama en el que iba a participar.
Andrés: (extrañado y entusiasmado al mismo tiempo) ¿Una actriz? ¿No será que… se refiere a una chica llamada Anna Obatta?
Taxista: Si, creo que así se llamaba. Cabello negro, ojos grandes, bastante guapa. ¿La conoce?
Andrés: Sé de ella. Entonces... ¿Usted llevó a Anna Obatta el día en que la atacaron?
Taxista: Ese día jamás podrá borrarse de mi mente.
Andrés: ¿Y usted vio a la persona que la atacó?
Taxista: (lo mira fijamente) A esa chica no la atacaron... Nadie la hirió. (se vuelve hacia el camino) Ella misma estrelló su cabeza contra el vidrio.
Andrés: ¿Qué dice?
Taxista: Lo que escucha. Esa chica tenía una fuerte jaqueca, y de repente observó el espejo. Su expresión cambió por completo, parecía una persona agresiva… Se agarró del cabello, como si no fuese ella misma, y estrelló su cara contra el vidrio. Nunca en la vida vi semejante locura.

Las palabras del taxista no salían de su mente, y la tarjeta que firmó Ryoko Naito abalaba todo lo que había escuchado… Anna era la acosadora, tenía trastorno de personalidad disociada. Por eso no recordaba una parte de su rehabilitación… porque en esos momentos aparecía la otra, la demente… Anna era su propio verdugo, y ahora constituía una verdadera amenaza para la vida de Selenia. Pero algo bueno podía sacar de lo que había sucedido con su hermana: Tenía que convencerla de que Daigo y Anna la traicionaron para que se aleje de ellos y así este fuera de peligro. Él sabía que nuestra protagonista, si se sabía engañada, podía llegar a vengarse o en el mejor de los casos, a romper todo contacto absolutamente adrede.

Miércoles:
(Por la mañana)
Hacía ya casi una hora que Andrés estaba despachando su equipaje en el aeropuerto, en un día en el que había muchísima gente allí. Otra vez nuestras protagonistas pisaban ese lugar, cada vez más cerca de ser ella quienes aborden un vuelo. La visita del hermano de la morocha parecía tan corta, pero a la vez ha colaborado bastante y no deja mucho (si, a mí y a ustedes). Para despedirlo habían ido, como ya dije, Selenia, Charlotte y Megg, sus amigas japonesas, Diego y Hernán, con quienes se llevaba muy bien. Jonathan tenía una clase, así que no pudo ir, pero le dejaba muchos saludos y buenos deseos en su viaje.
Andrés: (Revisando el pasaje) Ya se acerca la hora, y veo que hay una larga fila. (agarra su bolso de mano y se lo cuelga al hombro) Bien, ya es hora de partir.
Atsuko: Que tengas buen viaje, Andoresu–san.
Tsugumi: Es una lástima que ya tengas que irte, no pudimos mostrarte bien la ciudad ni los alrededores.
Andrés: Porque vine a hacer un trabajo y casi no tenía tiempo. Pero todo lo que vi fue fabuloso. Creo que regresaré algún día, con más tiempo.
Maya: Hubiesen avisado antes que te ibas, así hacíamos una fiesta de despedida.
Andrés: A mí también me avisaron sobre el pasaje con poco tiempo, no se preocupen. Pero ya quiero estar en casa y comer un buen asado.
Hernán: Hey, deja de presumir.
Andrés: (a modo de broma) Asado de vaca… y con pan.
Diego: (después de que todos rieron por la broma) Ninguna barbacoa superará al asado, sin dudas. No nos pondremos tristes porque te vas, allá vas a comer bien.
Andrés: Así será. Comeré toda la carne que pueda por ustedes. (saluda con la mano a Hernán y Diego) Adiós muchachos, fue un gusto conocerlos. (al joven más alto) Recordá lo que me prometiste. (a las chicas japonesas) Adiós, señoritas. (a Atsuko, apuntando al muchacho de amplia sonrisa) Cuidame a este bobo. (se vuelve hacia Selenia) ¡Hermanita! Recordá lo que hablamos, ¿sí? Pronto las veré allá, así que solo te recordaré que te cuides y nada de peleas con pandilleros.
Selenia: Eso ni me lo recuerdes… Cuarenta días… en cuarenta días nos vemos, hermanito. (lo abraza) Saluda a nuestros padres, a Barbi… Y no dejes que sobrealimenten a July.
Andrés: Enviaré tus saludos, y con July haré lo que pueda. (deshacen el abrazo)
Charlotte: (acercándose un poco) Que tengas buen viaje, Andrés. Envía también saludos a mis padres.
Megg: (hace lo mismo) Y a los míos, si es que podes.
Andrés: Siempre que pueda, lo haré. (apoya cada mano en uno de los hombros de las muchachas, y les habla con cierta confidencialidad) Yo sé que es difícil, pero quiero pedirles que dejen sus egocentrismos de lado y comprendan un poco por Selenia. Con los acosos de esa loca, mas este asunto Daigo–Anna, la operación del tobillo y las irregularidades en el trabajo, ella no ha estado muy bien que digamos. Puede que no lo parezca, pero mi hermana necesita que, como tantas veces ella las ayudó y apoyó, ustedes hagan lo mismo. Son sus amigas, ¿no?
Charlotte: Tenés razón…
Megg: Es cierto… como ella siempre se las arregla sola, a veces nos olvidamos de que también puede necesitarnos.
Charlotte: Selenia siempre nos ayuda, tenemos que ser un poco más agradecidas con ella.
Andrés: Yo sé que ustedes aprecian a Selenia, aunque casi nunca se lo demuestren. Espero que en mi ausencia todo siga marchando bien. (a todos) Bien, ya es hora. (Eleva una mano, antes de dar media vuelta para dirigirse a la fila) ¡Sayonara!
Las muchachas y sus amigos saludan también a Andrés y lo ven despedirse hasta que su figura se les pierde entre la multitud. Nuestras protagonistas se despiden de los chicos y junto a las jóvenes japonesas regresan al edificio, donde almuerzan junto a las demás habitantes de la residencia. No faltaba mucho para que Selenia también tenga que partir con el Staff de ZR en una pequeña gira que abarcaría una semana. Sin que nadie lo notara, deshabitó el piso de Nakano. Con el viaje, planeaba relajarse y recuperar fuerzas, comenzar una nueva etapa cuyos cambios comenzarían desde esa misma tarde.
Aproximadamente a las tres de la tarde, Selenia ya estaba junto al bus que la llevaría, tanto a ella como al resto del staff y a los artistas invitados. Se había despedido de sus amigas en el edificio, y mientras los demás subían al vehículo, acomodaban sus cosas y se sentaban esperando el viaje, luego de ser saludados por los empleados que se quedaban y los representados por la productora. Nuestra protagonista aún estaba afuera, cerca de la puerta, no se unía a los demás, sino que aguardaba a que Daigo saliera… Antes de irse, hablaría rápidamente con él.
Ichiyo: Se–chan, que tengan un buen viaje. Gamarimasu [5] (apoya esta palabra haciendo un gesto con los puños).
Selenia: (levantando un puño cerrado) Gambarimasu. (Saca un sobre de su bolsillo y se lo entrega) Ichiyo–san, ¿podes darle esto a Oba–sensee?
Ichiyo: (agarra el sobre) Claro, no hay problema (inclina un poco la cabeza para despedirse, y apenas se va, llega Daigo).
Daigo: ¿Cómo es eso que de que vas con el Staff? Acaba de contármelo Obatta.
Selenia: Me pidió que vaya y yo acepte, no tenés nada que reclamarle.
Daigo: ¿Por qué no me lo dijiste?
Selenia: Iba a decírtelo después de que hablaras con Anna, pero te vi tan ocupado besándola que preferí no interrumpir y luego preferí no hacerlo, por razones obvias
Daigo: ¿Fuiste hasta el hospital?
Selenia: Si… El hospital… el lugar donde Saori–san me vio reunirme con Anna a mí también. (ante a expresión de sorpresa en el semblante de Daigo) Es cierto que ella nos escuchó, es cierto lo que dijo, yo lo sabía.
Daigo: (comienza a ponerse rojo de ira) ¿Lo sabías y continuaste mintiéndome?
Selenia: Hice lo mismo que hicieron todos porque tu madre también lo sabía. Ella pagó a los Obatta para fingir la muerte de tu mujer. Si querés más detalles, preguntáselos a ella. Y por mi presencia no te preocupes, que me corro de todo esto. Decile a Anna que le regreso lo que era suyo, su trabajo y su hombre. (Antes de que la llamen desde el bus, entra y cierra la puerta del vehículo que ya estaba listo para partir)

Aclaraciones:

1 ¿Por qué?
2 Cool tiene un sentido diferente allá, se usa para calificar a alguien altivo y ciertamente indiferente o intimidante. Aquí lo usamos como sinónimo de copado o buena onda.
3 Esta es una pequeña muestra de mi corazón. Frase que se dice al entregar un obsequio.
4 Wakarimasu: Entender en modo presente formal.
5 Gambarimasu: Esfuérzate en presente formal

En el próximo episodio:
Daigo: ¿Por qué... Por qué ocultaste que Anna estaba viva?
Selenia: (traga saliva) Pensé en decirte la verdad, pero cuando escuche su historia... No pude delatarla.
[...]Daigo: Serenia Gonsaresu está muerta para mí a partir de ahora.

Charlotte: (entre risas) Es hora de que esos dos cupiditos reciban una cucharada de su propia medicina.
Akihide: ¿En qué estas pensando?
Charlotte: Los dejaremos abanondados en Hakodate.

Ryoko: Anna Obatta está muerta, yo puedo llevarte a donde la enterraron.
Daigo: Dejá de mentir. Vos encubriste la falsa muerte de Anna, no me tomes por idiota.
Ryoko: Me refiero a la verdadera Anna Obatta.