(Si, sé que al principio esta era la foto del capítulo 17, pero la cambié por una mejor... Veanla! Esta foto es más para este episodio)
Relato narrado por Anna:
Hace aproximadamente cuatro años yo entre a
trabajar a ZR. Después de pasar por muchas escuelas de teatro, baile y canto,
sentí que estaba suficientemente lista como para probar suerte en la gran
ciudad, así que entre casting y casting, accedí a trabajar medio tiempo como
asistente de mi tío, Kei Obatta. Me manejaba muy bien con la costura, pude
ayudar muy bien a mi tío. Y… pude conocer a Daigo… Jamás creí que llegaría a
amarlo tanto cuando lo ví, pero así fue. Él me llamaba mucho la atención no
solo por su cara, sino por su carisma, era magnético. Yo lo miraba sin darme
cuenta, como esas adolescentes… pero también tuve que ver a esa mujer, a la que
estaba con él antes que yo. Dese que la conocí, jamás me inspiró confianza, y
tenía mucha razón. Era una persona sumamente desconsiderada. Su romance… no
demoró mucho en terminar.
Pasaron dos meses desde la ruptura, y se
acercaba el cumpleaños de Daigo-sama. Yo ya me había enamorado perdidamente, y
sabía que él estaba solo así que… pensé que esa era mi oportunidad. Me arreglé
mucho para ese día, por surte Ichiyo-san me ayudo. Y por fin, después de haber
esperado y aguantado en silencio ver como otra era desconsiderada con él, yo…
me atreví a acercarme. Fue como si Daigo-sama me hubiese estado esperando. Creo
que en el fondo, el conocía mis sentimientos. Recuerdo que fuimos a un lugar
algo apartado y privado, donde me besó por primera vez. Creo… no, estoy segura
de que nunca lo olvidaré. Yo no podía estar más feliz. Pero a veces, para
algunas personas, ser feliz es un pecado.
Estábamos atravesando el sexto mes de nuestra
relación cuando decidí salir de la casa de mi tío y vivir con Daigo-sama en
Shibuya. Allí no solo fue el nacimiento de nuestro hogar sino… el lugar de las
primeras cartas de amenaza. Comenzaron a llegar junto a los primeros rumores, y
todas pertenecían a la misma persona. Cada una más horrible que la anterior. No
había límites a la hora de mortificar a alguien.
En ese momento, yo empezaba a llamar la atención
de los medios por trabajos en papeles menores y porque me fotografiaron de la
mano con Daigo-sama. Después de eso, recibí una propuesta para un personaje
co-protagónico en un dorama. Nunca creí que aquella foto me beneficiaría, pues
siempre pensé que el efecto sería el contrario. Comenzamos la filmación de
algunos episodios antes de la entrevista en vivo en un programa de televisión
al que nunca pude asistir. Alguien rompió la ventanilla del taxi en el que yo
estaba yendo… y me provocó una horrible cicatriz desde la frente hasta el
mentón.
Me avergüenza admitir que para mí todo terminó
en ese momento. Me costó mucho admitir que mi gran pecado… era amar a Daigo–Sama.
Hubo una persona que nunca me lo perdonó, y que, aún después de haberme hecho
tanto daño, seguía sedienta de mi dolor. Mi accidente fue un intento fallido
para matarme. Alguien que estaba fuera de las cuatro paredes de mi hogar,
quería acabar con mi vida solo porque yo
vivía con Daigo-sama. Desde entonces tuve un miedo terrible que no puedo
explicar. Todos los días una carta nueva, más espantosa que la anterior, que
tenía el mismo contenido con palabras que se hacían más hirientes: “Ahora sos
un monstruo, y Daigo-sama sigue siendo una persona hermosa.” “¿Por qué no dejas
de darle lastima?” “¿Por qué te escondes si en algún momento ocurrirá lo
inevitable?” “No necesito tocarte siquiera para terminar con tu asquerosa vida,
ama” Todos los días, una tras otra… Yo ya no podía vivir en paz. Comenzaba a
enfermarme, estaba cada vez más desesperada… Y pensé que podía solucionar esto
de una sola forma.
Un buen día, antes de dormir, le pregunté a Daigo-sama
que hubiese hecho si yo moría en aquel accidente, y me respondió que el mundo
sería un lugar espantoso e insoportable para él si no estaba a su lado. Siempre
temí que, si me suicidaba, Daigo-sama sufriría con mi muerte, pero que saldría
adelante, pero cuando me dijo esto, tomé una decisión drástica: Iba a morir a
su lado.
Él me anunció que al día siguiente que iríamos a
ver a un médico porque durante algunos días estuve mal de salud, así que corrí
a cortar los frenos del vehículo. Lo medité varias veces, porque una voz
adentro mío me pedía que no lo haga, pero mi cobardía fue más fuerte que la
pequeña voz de mi bebé. Lo hice de todas formas. Y no hay día en el que no me
arrepienta de eso. Provoqué un accidente en el cual quedé completamente
desfigurada y en peligro de muerte, en el que Daigo–sama salió muy mal herido…
y en el que mate a mi bebé apenas supe de su existencia.
Después del accidente, estuve cuatro meses en
coma, y tuvieron que reanimarme tres veces para que siguiera con vida. En la última,
ya me dieron por muerta. Incluso se lo comunicaron a mi tío y a mi familia allí
presentes. Pero el médico que me atendió no quería que muriese, así que siguió
realizando la reanimación, aunque los demás le dijeron que no había nada que
hacer… y logró devolverme a la vida. Estuve casi un año en rehabilitación
cuando desperté. No recuerdo muy bien que pasó durante esa etapa, tengo vagas imágenes
que me vienen a la mente. Lo único que sé con seguridad es que mi familia me
propuso que vaya a Kankoku [Corea del Sur] con unos parientes para poder
operarme y reconstruir mi rostro. En total pasaron dos años desde el accidente…
Y hace muy poco tiempo me enteré de que Daigo-sama piensa que estoy muerta.
No puedo decirle la verdad. Va a odiarme si lo
hago. Yo… maté a nuestro bebé. Y merezco su odio… Por eso creo que es mejor que
sea feliz con otra persona.
Selenia: (sujetando la mano de Anna con firmeza)
Puedo tocarte... Puedo hacerlo... Vos estas viva...
Anna intenta zafarse de Selenia, pero esta no la
suelta. No importaba cuanto lo intente, cuanto insista, aquella mano continuaba
aferrando la suya. La muchacha ya comenzaba a desesperarse, no sabía cómo salir
de una situación semejante... ¿Qué podía hacer para que nuestra protagonista la suelte de una
vez? Su semblante, que se tornaba cada vez más afligido y suplicante, sin
necesidad de palabras le pedía que la deje ir. Esa expresión hubiese conmovido
a cualquiera, era muy similar a la de un perrito abandonado que solo necesita
amor... Pero Selenia no podía conmoverse de alguien que casi la mata de susto.
Con su mano libre, sujeta el hombro de Daigo para zamarrearlo y provocar que se
enterase de la misma verdad que ella estaba constatando con sus propios ojos.
Daigo: (todavía dormido) Deja de hacer eso, Ushi
pervertida.
Las dos se quedan pasmadas, entre sorpresa y una
pizca de vergüenza, después de escuchar eso...
Selenia: (extrañada e indignada) Che, ¿qué
carajo estás soñando? (Lo sacude con más fuerza) Hey, Despertate y explicame
ese sueño raro.
Aprovechando su sorpresa, indignación y
distracción, Anna zafó su mano y huyó de la escena rápidamente, dejando allí
unos instrumentos de limpieza. Incrédula de esto, pero viéndolo, Selenia
comenzó a lanzar maldiciones mientras aún sacudía a Daigo, quien ya estaba
despertando.
Daigo: (zafándose de su agarre) ¿Qué haces?
Después de estar dos días inconsciente, ¿lo primero que haces es ponerte
violenta?
Selenia: Es que por tu culpa... Un momento,
¿dijiste dos días inconsciente? ¿Por qué?
Daigo: ¿Cómo que por qué? No quiero faltar a mi
promesa, pero... ¡Estúpida buscapleitos! (jala del cabello de Selenia)
Selenia: (quejándose) ¡Hey! ¿Tan preocupado
estas o qué?
Daigo: (con sarcasmo) No, resulta que me divertí
mucho trayéndote al hospital en semejante estado.
Selenia: ¿En qué estado? (recordando rápidamente
lo que paso) ¿Oh, Charlotte! ¿Cómo está Charlotte?
Daigo: (cerrando los ojos) No... No pude hacer
nada por ella. (Los abre lentamente, notando que Selenia está al borde le las
lágrimas) Fue Akihide el que se encargó de tu amiga.
Selenia: Otra de esas y voy a matarte. Lo juro
por Dios que me ve.
Daigo: (agarra las sabanas que cubren a la joven
y las retira con mucha rapidez, para que ella pueda ver su tobillo) Aquí está
el resultado de tu pelea. (Mientras ella se muestra incrédula) Fuiste
operada... otra vez. Por andar a las corridas con un tobillo tan débil, te
luxaste... y como ya tenías unos tornillos de operaciones anteriores, se
rompieron dentro de la articulación (tratando de recordar si era tal como lo
estaba diciendo) Sí... y entraste a cirugía.
Selenia: (apenada, mira su tobillo) Y... ¿Por
qué estuve inconsciente dos días?
Daigo: Pensamos que pudo ser el golpe en la
cabeza, pero... francamente, no lo sé.
Selenia: (pensativa) Entonces... ¿Ya saben la
verdad?
Daigo: ¿Qué verdad? ¿Que la causa de tu
"esterilidad" era tu tobillo? (Selenia permanece en silencio) ¿Por
qué no lo dijiste desde el principio? Realmente me sorprendí de ver que tus
propias amigas sentían que no sabían nada de vos... Y yo me siento igual que
ellas... Esta chica que siempre vemos tan alegre, simpática y bromista... ¿Qué
clase de persona sos en realidad?
Selenia: Tsk... No hagas un drama de esto. Sufrí
un asalto y me dispararon en el tobillo. Punto.
Daigo: ¿Y tu brillante futuro como deportista?
Selenia: Eso... Un momento... ¿De dónde sacaste
eso...? (Recuerda) Un momento... ¿qué día es hoy?
Daigo: Lunes. (Observa su reloj) exactamente,
las 8 de la mañana. Él ya llego, y Charlotte fue a buscarlo con Akihide.
Selenia: (Apenada) Ay, yo le prometí ir a
buscarlo...
La puerta de la habitación es abierta por Diego,
impecablemente vestido con el uniforme del hospital, quien entra a la
habitación y se acerca a nuestra protagonista, saludando con un gesto de la
cabeza a Daigo allí presente.
Diego: (en japonés, por consideración a Daigo)
Selenia, me alegra que por fin hayas despertado. ¿Te duele algo?
Selenia: Un poco la cabeza y... la espalda. Me
extraña que no me duele el tobillo. ¿Qué paso?
Diego: Te operamos. Sufriste una luxación...
supongo que ya sabes lo que es eso, ¿no?
Selenia: ¿Se me desacomodó el hueso del lugar?
Diego: ¿Por qué no usabas una tobillera? Sabés
que la necesitás. Como tu articulación contaba con dos tornillos para dejarla
fija, al dislocarte estuvieron a punto de perforar...
Selenia: Ay, no. Ya no sigas... solo tengo dos
preguntitas: ¿en qué consistió la operación y... por qué siento que huelo mal?
Diego: Acomodamos los huesos y... colocamos
un... es complicado explicarlo, pero... ya no necesitas los tornillos.
Daigo: En cuanto a lo del olor... ayer no te
bañaste... porque nos dijeron que incluso si te ayudaban tus amigas, ibas a
sentir que abusaron de vos.
Selenia: Todo tiene sentido...
Diego: Daigo-sama... tengo que revisar el
tobillo de Selenia y... después de eso, seguramente los que están llegando a la
sala de espera querrán pasar. Deberías ir a tu casa y descansar mejor ahí.
Daigo: Entiendo... (Intenta ponerse de pie, pero
no siente las piernas, ya que están entumecidas por dormir sentado. Vuelve a la
silla) Dame cinco minutos.
Diego y Selenia no pueden evitar reírse de lo
que vieron hace un momento, al pobre Daigo tambaleándose por intentar ponerse
de pie. Mientras este masajeaba sus piernas, el muchacho de tonada
centroamericana revisaba el tobillo de nuestra protagonista. A ella le extrañó
que alrededor de la cicatriz estuviese morado, pero luego recordó los golpes
con la barra de metal. Revisó sus antebrazos, en los cuales estaban presentes
las mismas marcas... Eso debía ser lo que le molestaba en la espalda.
Diego: Todavía está un poco inflamada. Esperemos
que cicatrice bien.
Selenia: ¿Y cuándo me puedo ir?
Diego: El sábado.
Se genera un silencio incómodo, en el cual
nuestra protagonista lo mira con ojos de perro regañado... ¿se quedaría allí
seis días más? ¿Qué pasaría con la universidad y el trabajo, teniendo tan cerca
el Sprig Fest? No podían dejarla internada tanto tiempo, si ella estaba bien,
se sentía de maravilla... Bueno, estaba adolorida, tenía los músculos
resentidos por levantar y arrojar a los pandilleros, le dolían aun los hematomas
en los antebrazos, la cabeza y la espalda, pero... con reposo podía reponerse
en casa.
Selenia: (luego de que Diego volvió a vendar su
tobillo) Yo no me puedo quedar toda una semana. Tengo muchas obligaciones, así
que me iré.
Diego: ¿En serio? Intenta ponerte de pie e irte
sola. Yo no te daré el alta.
Selenia: Perfecto (intenta levantase de la cama,
pero... como ya he explicado, sus músculos se resintieron. Simplemente su
fuerza no era suficiente como para salir de allí. No le quedaba más opción que
tragar su orgullo y quedarse). Tsk, está bien... me quedaré...
Daigo: Baka... Lo más importante es tu salud,
deja de fingirte la mujer maravilla.
Diego: Daigo-sama tiene razón, Selenia. Si te
portás bien, te dejo salir el viernes, ¿entendido?
Selenia: Si me porto muy muy bien... ¿podés
darme el alta el jueves?
Diego: No, pero hace de cuenta que sí. (Ríe al
ver el puchero de Selenia. Luego habla a Daigo) Es hora de que nos vayamos. Los
demás deben querer entrar. (Daigo asiente y él se va)
Selenia: Daigo-sama. Necesito que me ayudes.
Quiero bañarme antes de recibir otras visitas.
Daigo: (extrañado) ¿Querés que te lave la
espalda?
Selenia: (ofendida, se cubre el torso con los
brazos) No, anda a bañar a otra. Quiero que llames a una enfermera para que me
ayude. Deja de pensar cochinadas. Ikimashoo (Daigo continua mirándola de mala
manera) ¿Qué te detiene? Ikimashoo.
Daigo: Hey, no me trates como a un sirviente.
(Sale del cuarto)
Selenia: (suspiro) Ah... lo último que me
faltaba es que se ofenda y se enoje... ¿Qué estoy haciendo? (apenas un momento
después, alguien abre la puerta e ingresa a la habitación. Le parece extraño y
cree que es la enfermera) ¿Tan rápido? (Ve que se trata de... la no muerta. Su
impresión al verla acercarse es enorme, e incrementa aún más cuando la muchacha
sujeta su mano, deslizando algo en ella, realiza una breve reverencia y se
retira en un santiamén, llevando los objetos de limpieza que dejó anteriormente.
Selenia revisa su mano, encontrando en ella un papel doblado) ¿Eh? (Comienza a
desdoblarlo) Una nota... (Lee) "Sé
que debés querer hablar con Daigo-sama, pero... no lo hagas, por favor. Dame
tiempo hasta esta noche, cuando terminen las visitas. Iré a tu cuarto y te lo
contaré todo" (aparta la vista del papel) ¿Todo?
Se ve obligada a guardar el papel rápidamente
cuando ve entrar a dos enfermeras, quienes, con mucho cuidado, la trasladan a
una silla de ruedas. Retiran los vendajes que llevaba y pasan al cuarto de
baño. No voy a decirles que paso ahí. Solo sepan que nuestra terca protagonista
estaba que se moría de la vergüenza, soportándolo todo solo porque sola no
podía mover ni un dedo. Unos treinta minutos después, ya alrededor de las nueve
de la mañana, tal vez un poco más, Selenia ya estaba sobre la cama, sin poder recostase
hasta que la pomada que aplicaron en su espalda seque. Ya comenzaban a entrar
las visitas, en primer lugar... Charlotte y... él. Jamás esperó que volvieran a
verse tan pronto, y su primera visión de ella sea... tan maltratada y en un
hospital. Por su parte, él no se sorprendió: la conocía a la perfección...
Charlotte: (sin esconder su preocupación)
Selenia... ¿Cómo te sentís? ¿Estás bien? (Va acercándose a ella)
Selenia: Si... Me duele todo, pero voy a estar
bien. Solo tengo que quedarme encerrada aquí hasta el sábado. O viernes si
ocurre el milagro y me porto bien.
Charlotte: (al borde de las lágrimas) Selenia...
Perdoname. Esto es mi culpa. Megg... y yo siempre contamos con vos para que nos
protejas... (Poco a poco, el llanto se apodera de ella) pero no podemos hacer
nada para ayudarte... Lo siento.
Selenia: (abraza a Charlotte) No llores. Esto no
es culpa tuya... sino de esa perra maldita. (Aparta a su amiga y la mira
fijamente) Pero cuando salga de aquí, esa se va a arrepentir hasta de haber
nacido.
Charlotte: (secándose las lágrimas rápidamente)
Ya no pensés en meterte en problemas. No importa cuánto se lo merezca esa
bruja. (Recuerda de golpe que no entró sola) Ah, perdón. No voy a acaparar a
Selenia.
Andrés (hermano mellizo de Selenia): Está bien.
Si tenías que decirlo, no hay problema. (Mira a su hermana) Solo que, después
de tres meses, ¿tengo que verte en una cama, hecha pedazos por andar peleando
con pandilleros? Ni siquiera me fuiste a buscar al aeropuerto... y resulta que
nadie sabía sobre mi llegada.
Selenia: Hola, hermanito. ¿Cómo estás? ¿Cómo están
mis papás? ¿Y cómo están Barbi y July?
Andrés: Dejá de ignorarme. Nuestros padres están
bien, nuestra hermana también. Y tu perra se volverá obesa si sigue al cuidado
de mamá. Y yo estoy bien... (Sonríe burlonamente) mejor que vos.
Selenia: (entrecerrando los ojos) ¿Alguien te
dijo que fue lo que paso? ¡¿Eh?!
Charlotte: Yo le conté lo que sé... (En japonés,
un poco bajo a su amiga) Él ya conoció a Daigo, pero no sabe quién es.
Andrés: Hablo y entiendo japonés mejor que vos,
Charlotte. Daigo no es el tipo de... ese que tiene cara de princesa.
Selenia: Ese es Akihide...
Charlotte: Akihide no tiene cara de princesa.
Andrés: Bueno, qué importa quién es quién. Ya me
contaron lo que pasó y punto. El tal Daigo dijo que te encontró tirada, sin un
zapato, alrededor de varios pandilleros. Llamó a la ambulancia y te trasladaron
aquí. Es todo lo que sé.
Selenia: Wakarimasu... (A su hermano) En fin, ¿cuánto tiempo te
quedas?
Andrés: Hasta que aprueben el proyecto y
comience la construcción.
Charlotte: Wow, que importante. Apenas te recibís
de arquitecto, ya comenzás a trabajar en otro país.
Andrés: En el barrio hice buenos contactos. Selenia: Que modesto... En la universidad
tuviste uno de los mejores promedios, no te hagas. Oigan... creo que ya se secó
la pomada. ¿Pueden verme la espalda? No sé bien qué herida tengo ahí.
Al mismo tiempo, Charlotte y Andrés se acercan a
Selenia para revisar su espalda, y se encuentran con una herida bastante
importante, casi una úlcera, de unos diez centímetros de largo. Se trataba de
una grieta inflamada rodeada de color morado. Ante semejante visión, la
pelirroja sufre una baja de presión y casi se desmaya. Hubiese caído al piso de
no ser porque el recién llegado de occidente no la hubiese sujetado. Por
semejante reacción, la morocha protagonista supone, muy correctamente que… se
trataba de algo más grave de lo que creyó al principio. Para que su amiga casi
pierda el conocimiento, debía tratarse de una visión perturbadora… (Que
magníficas esperanzas… glups)
Andrés: Voy a llamar a una enfermera para que te
coloque un vendaje. Esta herida es… rara.
Mientras él se retira, y regresa después con una
enfermera, Selenia observa el petrificado rostro de Charlotte, quien todavía
retiene en su mente aquella imagen… que le hace doler el corazón. No le
resultaba para nada agradable que su morocha amiga haya pasado por eso, o que
Megg estuviese a punto de ser violada por el tipo que la drogó… Y el común
denominador… El maldito común denominador de ambos ataques fue esa bruja
desgraciada. Decirle perra era un insulto para los pobres animales… esa… Ese
monstruo amenazaba cada vez más con destruir su vida, y tal vez la de sus
amigas. ¿Cómo podía detenerla? Se sentía acorralada e inútil ante los
despiadados planes de Ximena, pues la pelirroja podía hacer ciertas travesuras
o ser un poco cruel sin quererlo, pero… no poseía la maldad de Ximena, ni el
carácter suficiente para enfrentarla. En el fondo, la situación no solo la
superaba, sino que además, la llenaba de angustia e impotencia.
Charlotte: (vencida por los sollozos, cubre su
rostro para que Selenia no la vea llorar otra vez) No sé qué hacer… ¿Por qué
soy tan inútil?
Selenia siente un inmenso dolor en el pecho al
escucharla y verla en tal estado. ¿Por qué Ximena la hacía sufrir tanto? ¿Por
qué no se daba por vencida y los dejaba en paz? ¿Qué pretendía, traumatizar a
Charlotte? Un momento… Un momento… ¿Traumatizar? ¿Sería esa la solución? De
pronto, observa la nota que le dejó Anna, quien para muchos, estaba muerta… Por
las fechas que le habían dicho, calculó que seguramente la no muerta y Ximena
se conocieron. Quizás la morena sabía sobre su “muerte"… Pero resultaría
mejor el plan que ya estaba maquinando en su mente… “Perra, perra, perra”
pensó, “voy a hacer que te cagues encima”. Ahora tenía un motivo más para
reunirse con Anna en la noche.
Andrés regresó con la enfermera para que esta
vendase a su hermana. La herida tenía un aspecto demasiado desagradable como
para no estar cubierto.
Charlotte: Un momento... ¿No estaría mejor si la
herida respira?
Andrés: ¿Acaso no conoces a Selenia? Si la ven,
de inmediato sentirán lastima por ella. Mi hermana jamás permitiría algo así.
Charlotte: Tenés razón...
Después de unos minutos de animada conversación
sobre temas diversos, como el viaje de Andrés, los contactos en Argentina que
lo llevaron hasta allí, el proyecto en el que trabajó, etc, ambos salieron del
cuarto, permitiendo la entrada de otras dos visitas: la nueva parejita feliz de
Shinpei y Megg. Esta última recibió varios retos de su amiga, quien le exigía
que tanto ella como Charlotte corran hasta la universidad para no levantar
sospechas, pero la clase ya había terminado. No tenía sentido ir. Luego
comenzaron a contar, a pedido de la paciente su salida del sábado, aguantando
la rubia todas las bromas que se le ocurrían a Selenia, a las que Shinpei
seguía el juego. Su rostro pasó por casi todos los colores antes de que le llegue
la resignación. Mientras nuestra morocha protagonista ría y se muestre de buen
humor, después de todo lo que había sucedido su amiga de cabello dorado podía
soportar sus bromas.
Terminó el turno de estos dos y llegó el
almuerzo, pero antes de que se vayan, Selenia les dejó una nota para Tsugumi.
Por los apretados horarios del resto, tal vez las visitas acabaron durante ese
día.
El ZR, Obatta se enteró de la noticia,
mostrándose levemente apenado por lo que sucedió con su asistente, en
apariencia, comienza a renegar de su actitud de patotera y le echa la culpa de
lo que sucedió. Evidentemente, Obatta no estaba bien informado acerca de lo que
aconteció.
Akihide: No es culpa de Se-chan, Oba-san. Es por
los patoteros...
Obatta: Si la buscan para pelear, será por
alguna razón, ¿no te parece? Digan lo que digan, ella debería comportarse como
una dama.
Los tres de Breakerz comparten una mirada
graciosa antes de estallar en carcajadas. ¿Una dama? Obatta sí que decía
disparates. Parecía no pasar mucho tiempo con su asistente.
Shinpei: (a las carcajadas) Daigo podría
convencerla, ¿verdad...?
Daigo: (habla discretamente con Shinpei)
Estúpido. Oba-san no lo sabe...
Shinpei: ¿Querés mantenerlo en secreto? Mal ahí.
Se-chan va a creer que te avergonzás de ella.
Daigo: Ella me pidió que no se lo diga a
Oba-san. Parece que él la amenazó con despedirla si entablaba una relación con
alguien de ZR.
Shinpei: Que malo... ¿por qué hace esas cosas?
Akihide: (a ambos, discretamente) Oba-san los
está mirando feo...
Daigo: Claro, antes hablábamos con él. (Alto)
Shinpei, deja de decir tonterías. Vamos a la sala de ensayos, que ya toca
nuestro turno.
Los tres se marchan de la oficina hacia la sala
de ensayos, en la cual ya un grupo se encontraba ensayando una coreografía.
Había cinco chicas en el lugar, bailando con mucha energía, una más que otra.
Una vez que terminaron, notaron recién la
presencia de la banda, y se disculparon por el retraso de forma muy respetuosa,
como podía esperarse de un grupo de muchachas bien educadas. Aunque no les
resultó agradable la rara manera que tenían para llamarlos... ¿Qué era eso de
Ahjussi? "Cosas de coreanos", se dijeron.
Daigo: No tiene que disculparse, solo demoraron
un par de minutos. Ahora vayan a su hotel a descansar.
Las cinco sonríen y se quedan mirándolo, sin
saber bien quien de ellas tendría el valor suficiente para proponer lo que se
les acababa de ocurrir al mismo tiempo.
SeungYeon (Hammie): (decide tomar la palabra
primero) ¿Podemos quedarnos y ver a nuestros Ahjussis ensayar? Estamos un poco
aburridas de ir de aquí al hotel y la inversa.
Akihide: Pero... ¿no preferirían descansar? Además,
estamos esperando a los miembros de soporte.
Nicole: No importa. Es un honor para nosotras
ver a los Ahjussis trabajar duro. (Levanta un puño) Fighting.
HaRa: Podemos charlar y entretenerlos mientras
esperan.
Shinpei: Bueno, nunca está de más socializar un
poco. ¿Cuál de ustedes es la mayór? Todas parecen de la misma edad.
GyuRi: Soy yo. (Echa su largo cabello lacio
hacia atrás) Además, soy la líder del grupo, y la más popular de todas.
Nicole: ¿En serio? Yo escuche que Hammie unnie
tuvo mucho éxito con su single.
Hammie: Pero Gyuri unnie protagonizó un dorama,
ella es más popular.
Akihide: Daigo también estuvo en un dorama.
GyuRi: Lo vi por mis lecciones de japonés, pero
al final me distraje con los personajes.
Daigo: Suele suceder.
HaRa: Por cierto... Espero no ser imprudente,
pero apenas llegamos nos enteramos de un montón de chismes que andan circulando
por aquí y al menos yo quiero saber si son verdad.
GyuRi: No hables tanto, vas a volver loca a la
gente. (Se vuelve hacia ellos) ¿Daigo Ahjussi está saliendo con la modelo Saori
unnie o con una chica común y corriente?
Nicole: A mí me da más curiosidad si
Shinpei oppa tiene una relación con una rubia extranjera.
Shinpei: Eso es cierto. ¿Qué sería de mí sin mi
Meggu-chan? (saca del bolsillo el móvil y les muestra una fotografía) ¿Verdad
que es una belleza?
Hammie: Que ojos más grandes...
Nicole: Que pelo tan largo...
JiYoung: Que piel tan blanca...
Hara: Que delgada...
GyuRi: Ahjussi, ¿qué le viste?
Las demás: (como un reto) ¡Unnie!
Shinpei: (sin abandonar su sonrisa) Meggu-chan
es dulce y delicada como un pétalo de flor... como podría no gustarm...?
Daigo: Ella se le hizo difícil bastante tiempo.
Eso le vio.
Akihide: No seas malo. Meggara es una buena
persona, y quiere mucho a Shinpei. Eso es lo que importa.
Shinpei: Vos si me entendés...
Gyuri: Pero Shinpei oppa tiene una buena posición
y es un gran candidato. Debería buscar una chica más atractiva.
Hammie: Tal vez ella tiene buenos genes, unnie.
Gyuri: (sin ganas de que la contradigan otra
vez) ¿Y lo de Daigo Ahjussi es cierto?
Daigo: No... Saori y yo solo somos buenos
amigos.
Shinpei: Saori no puede ser tan desafortunada.
Daigo: ¿Qué estás diciendo?
Shinpei: Las mujeres no soportan a un ex mujeriego,
aceptalo. Solo un carácter especial podría aguantarlo, como el de Se... (De pronto le prestan mucha atención) Ciertas
chicas... que andan por ahí (ríe).
Hara: ¿Y es cierto que Akihide Ahjussi tiene una relación
extraña con una modelo? Nos llegó el rumor de que hubo un pleito con Calvin-san
por ella.
Akihide: ¿Qu...? Eso no es cierto... Los
muchachos están tardando mucho, ¿verdad?
Daigo: No puedo creer todo lo que se dice a
nuestras espaldas. Gracias por comentarlo con nosotros. Estaremos al pendiente.
Shinpei: En mi caso, todo es cierto, así que no
me preocupo.
Akihide: (a las muchachas) ¿Puedo preguntarles
algo? (Ellas miran atentamente) Denme su sincera opinión de mujeres: si tuviesen que escoger entre un hombre que las atrae por su interior, y otro que
les gusta por el exterior, ¿a cuál elegirían?
Kara: (después de meditar, responden al unísono)
Al guapo.
Gyuri: Entre un tipo bueno y uno guapo, elijo al
guapo.
Nicole: Él garantiza buenos genes.
Hammie: (meditativa) ¿En esa historia, Akihide Ahjussi sería el bueno o el guapo?
Akihide: El bueno.
Hara: (extrañada) ¿Por qué no el guapo?
Nicole: Es cierto... Akihide no parece un
Ahjussi, sino un oppa.
Hara: (le pellizca levemente un cachete) Y tiene
buena piel.
Nicole: (tocándole el pelo) ¿Con que lavas tu
cabello, Ahjussi?
Gyuri: Pero si el guapo es Calvin Chen, yo sigo
escogiendo al guapo.
Hammie: Cambio de opinión: escogería al bueno.
No porque se trate de Akihide Ahjussi, sino... porque el guapo es un mujeriego, un
hombre que se pasa la vida de mujer en mujer, mintiendo y engañando si es
necesario, para cumplir su cometido. No importa que tan halagador y bonito
suene lo que está diciendo, esas palabras no son reales... Y un hombre bueno no
merece ser despreciado por alguien así.
Daigo: (entrometido) ¿Aunque ese hombre bueno
sea lento y tímido?
Shinpei: ¿O tenga una loca detrás?
Hammie: No importa si es tímido, hay que darle ánimos
hasta el final. Nada bueno puede salir de las cosas precipitadas.
Akihide: (pensativo) Agradezco a todas su
sinceridad.
Hara: Ánimo, Ahjussi. ¡Nosotras podemos arreglarte
para que te conviertas en el guapo!
Antes de que él pueda responder a la amable pero
extraña propuesta de Hara (¿esta chica está sana de mente?), ya llegaban a la
sala de ensayos los miembros de soporte, a quienes no molestó la presencia de
Kara en el ensayo. Y mientras allí sucedía esto, en los camarines Fahrenheit y
Arashi compartían el mismo lugar. Extráñense ustedes o no, ninguna de las
bandas estaba incómoda con esto, es más, solo unos minutos después de reunirse
ya estaban charlando y rompiendo en carcajadas. El centro de atención era Jiro
Wang, impresionando a todos con... cada disparate. Ni Aaron, tan serio, podía
evitar reírse de sus ocurrencias.
Jiro: (alerta) Alguien llama a la puerta (va a
averiguar de quien se trata, y encuentra fuera del camarín a nuestra pelirroja
protagonista. Ella intenta saludarlo, pero Jiro apenas la ve, decide llamar a
su amigo) Calvin, aquí te buscan.
Charlotte: No. No estoy buscando a Calvin Chen.
Calvin: (ya aparece, ve a Charlotte y le lanza
una sonrisa seductora que ella no puede eludir) Konnichiwa. (Está a punto de
salir para cerrar la puerta tras él, pero ella se lo impide)
Charlotte: Calvin-san... gomennasai, pero no te
estaba buscando, sino a Kazunari Ninomiya.
Antes de que Calvin pudiese reaccionar de
cualquier forma, Jiro llama a Ninomiya, quien se encontraba dando instrucciones
sobre un videojuego a Jun Matsumoto, ambos observados por Sakurai Shoo. El idol
abandonó el sillón y se dirigió a la puerta, bastante extrañado. Una vez que
vio a la pelirroja, hizo lo que Calvin había intentado: salió al pasillo y cerró
la puerta detrás suyo.
Charlotte: (inclina un poco la cabeza, como
respondiendo a su saludo) Hai. Necesito pedirte un favor. No sé si tendrás
tiempo, pero... ¿podrías visitar a una amiga mía que está en el hospital?
Ninomiya: (extrañado) ¿visitar... en el
hospital? ¿Tiene alguna enfermedad grave?
Charlotte: No... Exactamente. No sé si recordás,
pero... se trata de la chica que te saludó en Yokohama. La que detuvo a un
pervertido...
Ninomiya: (recuerda de inmediato) Hai... Hai, la
recuerdo. ¿Ella es tu amiga?
Charlotte: Si. Fue internada de urgencia... después
de... Bueno, de defenderme de unos pandilleros que... luego la atacaron. Y ella
es tu fan, así que... como agradecimiento por lo que hizo, quería pedirte este
favor.
Ninomiya: (ciertamente conmovido, piensa)
Bueno... en un rato nos llamará Obatta-san para realizar las pruebas de
vestuario. Y después no tengo nada que hacer...
Jun: (abre de repente) ¿Nos vas a dejar solos?
Nosotros también queremos conocer a la heroína de Yokohama.
Satoshi: (líder de Arashi) Si. Nos quedamos con
la curiosidad después de aquel programa con Saori-san.
Sakurai: Llevamos, Nino.
Los cuatro miembros restantes comienzan a
mirarlo como si fuesen perritos que piden comida, de una forma tan conmovedora
que... por muy raro que parezca en un grupo de chicos, Kazunari no pudo evitar
acceder y permitirles acompañarlo a... cumplir con el extraño pedido de
Charlotte. ¿Qué lo esperaba en esa visita?
Después de resolver como se acomodarían los
cinco en la visita, pues sólo dejaban entran dos personas a la habitación, y
como las actividades del día habían terminado y sólo estaban dedicándose a
perder un poco el tiempo, o intentar otro turno para los ensayos del Spring
fest. Charlotte ya había avisado que se retiraría
temprano para visitar a una amiga en el hospital, así que en ese preciso
momento decidieron ir al hospital para visitar a Selenia, quien ya se había
aburrido de tanta quietud. No poder salir de la cama sin autorización ya le
parecía demasiado. Sin olvidar lo inquieta que se volvía a esas horas. La
internación se estaba volviendo peor que el dolor... Cuando se había resignado a
leer en silencio y calma la bibliografía para el último capítulo de la tesis,
siente deseos de ir al baño. Mira hacia dónde quedó la silla de ruedas,
pensando que quizás con ella podría llegar al sanitario. Cuando la encuentra, extiende la mano lo más que puede, pero sólo consigue empujarla más lejos de
ella. Al intentar estirarse un poco más, sólo un poco, resbala del pequeño
barandal de la cama y cae al suelo, lanzando un grito que se escuchó en media
ala de hospital.
De repente entraron dos personas a ayudarla. Por
la voz, dedujo que una de ellas era Charlotte, pero la otra, perteneciente a un
hombre, no le resultaba familiar, pero sí conocida. A esta presencia masculina
en el cuarto, se sumó otra, con quien rápidamente la primera pudo regresar a
nuestra protagonista a la cama de hospital. La pelirroja se acercó a su amiga
de inmediato, mientras esta estaba adolorida y hecha una bolita sobre la cama,
para preguntarle si estaba bien, pero era evidente que no, así que corrió a
llamar a la enfermera. Los dos desconocidos se quedaron allí con nuestra
morocha protagonista, ambos impresionados por los hematomas de los antebrazos y
la venda en la espalda. La joven poco a poco siente que el dolor se alivianaba,
levando un poco la cabeza para poder mirar a quienes la ayudaron y... encontró
a dos rostros conocidos...
Selenia: (con voz temblorosa, no cabe en si del
asombro los va mirando mientras los nombra) Ninomiya Kazunari... Jun Matsumoto...
¿Son ustedes de verdad?
Ninomiya: Hai. Missu Charotte me pidió que venga
y... (Ve hacia la puerta, notando que las cabecitas de los demás miembros de
Arashi comienzan a asomarse) Ellos insistieron en venir.
Los miembros de Arashi que estaban afuera
saludan a Selenia con una mano, desde donde quedaron parados. Se encuentran
bastante impresionados con los enormes hematomas en los brazos de la muchacha,
pero aún le muestran simpatía y cordialidad. En el medio en el cual ellos
trabajaban no solían encontrar esta clase de chicas.
Jun: ¿Estás bien? Esa caída debió doler.
Selenia: Ah, no demasiado. El dolor del tobillo
fue peor. Todo está bien.
Ninomiya: ¿Y qué pasó?
Selenia: Quise alcanzar la silla de ruedas para
poder ir al baño, pero me resbale. Arigatoo gozaimashita [1] (inclina un poco
la cabeza hacia los muchachos).
Ninomiya: ¿Podemos ayudarte? (Acerca la silla de
ruedas)
Jun: (sostiene a Selenia para poder trasladarla
a la silla) Sos un poco pesada, heroína de Yokohama.
Selenia: (una vez que está en la silla) Gomen
nasai... Y pueden decirme Se-chan. En ZR todos me llaman así.
Ninomiya empuja la silla de Selenia hasta cerca
del baño y allí la deja seguir sola. Luego él y Matsumoto se acercan a los demás
miembros del grupo, comentando con ellos lo que habían visto. Los golpazos y caídas
en los ensayos parecían nada en comparación a las tremendas marcas y enormes
moretones verdosos que tenía Selenia. Aunque no se tratara de una chica delgada
o delicada, ver esa clase de golpes en una chica les resultaron perturbadores.
Ninomiya: (apenado) No sé bien que hacer... no
tiene sentido que nos quedemos, pero no me atrevo a ser descortés con una chica
tan valiente.
Jun: Yo tampoco (los demás asienten). Pero no
veo que más podemos hacer...
Shoo: ¿Y si le cantamos para animarla?
Jun: (entusiasmado) Pero que buena idea.
Selenia: (en la silla de ruedas, tras ellos) No
es necesario. (Los muchachos voltean a verla) Ustedes vinieron hasta aquí y me
ayudaron. Estoy más que agradecida. Todos son muy buenas personas, no es
necesario que se queden si no tienen ganas. La semana próxima estaré de regreso
en ZR.
La pelirroja regresa por fin, después de haber
encontrado a dos enfermeras disponibles, quienes ayudaron a Selenia a regresar
a la cama. Entre Charlotte y Diego, que también llegó alarmado, tuvieron que
explicarle la situación: para que Kishimoto no supiera lo de la pelea con los
pandilleros, Daigo cubrió los gastos de la operación y la internación, pues si
el seguro médico pagaba esto, Obatta se vería obligado a hablar sinceramente
con el preceptor... y lo más seguro es que este expulse a las muchachas. Eso debía
ser evitado de cualquier forma, sin importar el método. ¿Les cuento algo más?
Charlotte y Megg pudieron hablar con el profesor de la materia para contarle lo
que sucedió y sumar su apoyo, el cual les fue concedido.
Una vez que Charlotte y los miembros de Arashi,
bastante contentos por la simpatía de Selenia, terminaron la visita, salieron
del hospital y fueron derechito a la productora, donde la pelirroja se encontró
con Calvin Chen, quien no esperó ni cinco segundos y se le acercó para
preguntarle si había visto a sus compañeros de grupo, pues él los vio salir
tras ella y los demás, pero hasta ahora no los encontraba. Pronto tendrían que
regresar al hotel.
Calvin: ¿En verdad no los has visto en el
hospital? (Al ver que ella niega con la cabeza) Rayos... ¿a dónde habrán ido? Creí
que intentaban curiosear por ahí.
Charlotte: Lamento no ser de ayuda, pero no los
he visto, lo siento. (Quiere irse, pero él la detiene)
Calvin: (desliza sus dedos por unos mechones de
cabellos de la pelirroja) Missu Charlotte, tenés algo en el pelo (retira un
pequeño pedazo de papel atascado en sus rulos, y de paso, roza su rostro) Ya está...
(Con conforme con esto, acaricia un poco la cara de nuestra protagonista) Wow, tenés
una piel muy suave.
Charlotte: (apartando la mano de Calvin, muestra
el menor interés posible) Gracias, pero me incomoda que hagan eso.
Calvin: (insiste en esta actitud) Es tan solo un
halago, no tenés que estar tan a la defensiva. (La mira de forma inquietante y
fija) Además, es raro que no te guste que te hagan cosas que vos haces...
Charlotte: (lo mira de manera cortante) Si te réferis
a Akihide, te advierto que no es lo mismo.
Calvin: (astutamente, quiere llevar a Charlotte
justo a su trampa) Ya veo... Entonces es cierto que ustedes tienen una
relación.
Charlotte: (autosuficientemente) Veo que los
rumores han sido muy rápidos...
Calvin: Sooka... En verdad, no me imagino a ese
tipo proponiendo un noviazgo o algo así, lo siento...
Charlotte: (confundida por lo que acaba de
escuchar... y por el hecho de que eso no había ocurrido. Los sentimientos de
Akihide, la propuesta de una relación... Nada de eso había ocurrido aun) ¿Que estás
diciendo?
Voz de mujer que aparece de repente: (apunta a
Calvin) ¿Qué crees que estás haciendo?
Ambos voltean hacia un lado para ver a una
hermosa joven japonesa de estatura media y cabello negro corto peinado hacia un
lado, que observaba al líder de Fahrenheit con una mezcla de molestia y
sorpresa. Tras ella se acercaban dos muchachas de pelo largo, una con flequillo
recto y prolijamente peinado, y la otra con un semi recogido. Estas intentaban
apartan a la primera de ellas, pero no conseguían lograrlo.
Kashiyuka: Nocchi... no te metas en asuntos que
no te corresponden.
A-chan: Calvin Chen no te ha hecho nada, ¿por
qué lo atacas?
Calvin: (despectivamente) A-chan tiene razón. Ya
deja de actuar como una demente.
Nocchi: A mí... no me hiciste daño. Pero yo sé
bien a quien si lastimaste. (A Charlotte) Y vos... ¿por qué estás perdiendo el
tiempo con él? Esta clase de hombre solo te va a hacer llorar.
Calvin: ¿Que estás diciendo? Deja de imaginar
cosas. Ya parece que estás celosa.
Nocchi: ¿Acaso soy una cerebro de aire para
fijarme en vos?
Charlotte: (para sí) ¿Qué intentó decir? (a
ellos) Dejen de discutir. Yo solo tenía algo en el pelo, y Calvin-san me lo
quito. Punto. No necesito que personas que no me conocen intenten preocuparse
por mí. (Se va)
Calvin: (enfadado por ver que Charlotte se va sin
haber caído en su trampa, según él creía, habla a Nocchi) Estarás contenta, ¿verdad?
Ya deja de meterte en los asuntos de los demás y compórtate como una mujer
decente. (También se va, pero en dirección a los camarines).
Mientras tanto, en el hospital, se acercaba poco
a poco la hora de reunirse con Anna, pero un problemilla complicaba aquel
encuentro secreto de Selenia: Daigo estaba allí, y aparentemente no pensaba
dormir en su suave colchón en el departamento en Shibuya, sino que... otra vez
quería pasar la noche con ella, cuidándola (¿o quién sabe para qué?). Por más
interesante que fuese la entrega de buenos deseos que enviaban sus compañeros de
trabajo, la charla posterior con el líder de la banda, en la que ella creía
detectar una posible intención de arrumaco.
Andrés: (entra al cuarto de repente) Lamento
interrumpir esta cita hospitalaria, pero vengo a relegar a Daigo Naito. Yo me
quedaré con mi hermana esta noche.
Daigo: Pero... estás recién llegado y yo no
tengo problema en quedarme.
Andrés: Si por esas cosas de la vida te hacen
una lobotomía para extraerte el razonamiento y te casas con mi hermana, ella
pasará a ser tu responsabilidad. Pero, como representante de la familia,
Selenia está a cargo mío, lo siento.
Daigo: ¿Estas insinuando que yo en algún momento
podría casarme con ella? ¿Qué te pasa?
Selenia: Ni que fuese una desgracia...
Daigo: (ignorándola) Bueno, está bien. Los
dejaré para que hablen.
Andrés: (antes de que Daigo se levante)
Enseguida regreso (Sale).
Selenia: (a Daigo, malhumorada) ¿Quién se quiere
casar con vos? Baka.
Daigo: Solo lo dije para seguirle la corriente a
tu hermano. Además, es mejor que no te ilusiones.
Selenia: ¿Quién se va a ilusionar? No digas
tonterías.
Daigo: (se pone de pie) No me digas... En fin,
ya debo irme. (Se acerca y le desacomoda el cabello) No te metas en problemas.
Selenia: (acomodándose el pelo) Hey, ¿qué haces?
Yo sé cuidarme sola.
Daigo: (sonríe mientras avanza hacia la salida)
Si, lo que digas. (Abre la puerta) Jaa matasahita (sale).
Aunque lo último que dijo Daigo le picaba en la
parte del razonamiento que a veces no usaba, pues ella sabía que él podía
hablar en lenguaje cifrado, era en parte mejor que el vocalista se vaya. Apenas
unos minutos después Andrés volvió a entrar al cuarto, donde se enteró que
pronto tendría una visita que esperaba desde que le fue anunciada. Por fin
llegaba, el picaporte redondo giró un poco y la puerta fue abierta por aquella
mujer cuya presencia producía en nuestra protagonista una mezcla de intriga y
rabia. Ya estaba Anna en la habitación lista para contarle la verdad, y
sorprendida por la presencia de Andrés.
Anna: (apunta a Andrés con duda) Él...
Selenia: Es mi hermano, así que podés hablar
delante suyo con toda confianza.
Anna: Sooka... (Toma asiento) Daigo no ha venido a buscarme, así que imagino que guardaste mi secreto. (Inclina un poco la
cabeza) Arigatoo gozaimashita.
Selenia: No creas que no vaya a pedirte algo a
cambio. Pero adelante. Decime exactamente qué fue lo qué pasó, y cómo es que
terminaste "muerta".
Anna se aclaró la garganta antes de comenzar su
relato. Aunque estaba sentada frente a la mujer que ahora era pareja de su
amado Daigo, y que tenía el lugar por el cual ella lo daría todo, desde el
momento en que los encontró en el departamento de Shibuya, ella sabía que la
verdad tarde o temprano saldría a la luz, no importaba cuanto se esforzara
Obatta por ocultarla bajo las siete llaves. ¿Quién no se equivoca, quien no
comente un error? Era muy tirado de los pelos que Selenia, en la posición en la
que se encontraba, se dispusiera a escucharla en vez de ser más fiel a Daigo,
salvo que ella no sepa exactamente que estaba sucediendo. Pero, no era lógico
que Selenia no sepa lo que sucedía y de repente quiera pedir algo a cambio.
¿Usaría ese secreto en beneficio propio? ¿Qué clase de mujer era? No, Anna
definitivamente, no era la persona más indicada para juzgar las acciones de
nuestra protagonista.
Cuando terminó el relato, Anna sintió que unas
lágrimas brotaban de sus ojos sin que pudiera controlarlas. Pero trató de que
ese llanto no la dominara, repeliéndolo rápidamente. Agarró un pañuelo
descartable que llevaba en el bolsillo de su uniforme, ayudándose con él, mientras
esperaba alguna reacción de la morocha protagonista, quien se mantenía callada
y pensativa. Esa historia... Daigo no le había dicho como sucedieron las cosas,
aunque ella no se lo preguntó, pues no tenía deseos de saberlo y ahora entendía
por qué.
Selenia: Wakarimasu... pero antes no me
importaba si Daigo se enteraba de todo o no. Ahora creo que debería saberlo.
Aunque yo no voy a contárselo. Vos lo vas a hacer.
Anna: No puedo hacerlo. Va a odiarme.
Selenia: Ese hombre… no ha vivido un solo día de
su vida sin dolerse de tu muerte.
Andrés: (por primera vez siente que tiene que
entrometerse) ¿Y qué va a pasar con vos si ella le dice la verdad?
Selenia: Eso es lo que tengo que averiguar
cuando lo sepa. En esta historia yo soy la que más tiene para perder. (A Anna)
Te odie o te ame, de cualquiera de las dos maneras, esta extraña relación va a
terminar.
Anna: No lo creo. Deberías tenerte más
confianza. Si Daigo-sama te eligió para tener una relación después de dos
años... debe ser porque sos especial para él. (Recuerda algo) Ah... yo...
lamento el susto de aquel día. Gomen nasai. Estaba tras la pista de esa
acosadora que... vive persiguiendo a Daigo-sama. Aunque yo también entré al departamento
sin permiso, sé que ella ha estado dando vueltas por allí.
Selenia: ¿En serio? ¿Y no tenés miedo de que
intente hacerte daño?
Anna: No, porque cree que estoy muerta, así que
voy de negro para darle un buen susto. Cuando te vi ahí pensé que eras vos,
pero como llamaste a Daigo-sama... me di cuenta de lo que estaba pasando.
Andrés: Entonces, ¿no tenés problemas en hacerte
pasar por un fantasma para asustar a alguien, ¿verdad?
Anna: Después de todo, soy actriz.
Selenia: tengo que preguntarte algo: ¿Conocés a
Ximena, una ex novia de Aki-san?
Anna: ¿Ex novia? Cuando ocurrió el accidente,
ellos todavía estaban juntos. Si la conozco, pero me parece una mujer de lo más
desagradable.
Selenia: Para mi también es desagradable. Por su
culpa estoy en este hospital... Y si ella cree que estás muerta, mejor para mí.
Anna: ¿Eso es lo que me querías pedir a cambio?
Selenia: Así es. Ximena ha intentado atacarnos
muchas veces. Está loca. Y un empujoncito al loquero no le vendría mal.
La muchacha de largo cabello negro no comprendía
que es lo que pasaba por la mente de nuestra protagonista, pero a medida que
ella le contaba sobre su plan de venganza, comenzó a gustarle la idea. Hasta
llego a parecerle divertida. Pero el relato no consistió solo en eso, sino en
la narración de lo que les había hecho la mujer morena. Pensar que era capaz de
atacar a quien fuese con tal de dañar la nueva relación de Akihide, Anna temía
pensar que en algún momento podía llegar a perjudicar a Daigo. Esa idea fue el
motivo principal por el cual accedió a colaborar. Entre los tres arreglaron lo
que sería el plan de venganza contra Ximena, plan que comenzarían a llevar a
cabo a partir del día siguiente.
Según las averiguaciones que realizó Andrés para
Selenia, la venganza podía llevarse a cabo el jueves, pues él recién consiguió
para entonces los materiales que necesitaba y la carnada. Ante su hermana y la
nueva cómplice de esta, reveló el martes por la noche, en la segunda reunión
secreta, que los preparativos estaban casi listos y repasaron el plan, un poco más
arreglado, para que no hubiese falla alguna. El maquillaje estaba listo, la
pequeña cooperación de Akihide también, la reservación en el hotel y la
invitación ya completamente preparadas. Solo tenía él que enviar la tarjeta a
Ximena, y eligió hacerlo el jueves por la mañana en persona. Así, además,
tendría la oportunidad de conocer a la mujer morena que tantos problemas ocasionaba
a Selenia y sus amigas por tu terrible obsesión con el guitarrista de cabello
largo.
¿Qué les parece si vamos a ese momentito? Yo sé
que ustedes quieren saber en qué consiste la venganza, si es que no lo han
imaginado ya por los datos que les he dejado (que buena soy). Pero antes les rellenaré un poco lo que ha sucedido en los últimos dos días. Como ya he
contado, Selenia, Andrés y Anna se han estado encontrando en secreto cuando
terminaban los turnos de visita para completar el misterioso plan de venganza
contra Ximena. La morocha protagonista continuó recibiendo a sus amigos y
conocidos como el primer día, sin poder evitar preocuparse por algunos de
ellos, a quienes no veía buen semblante… y me refiero a dos personitas en
particular: Atsuko y Hernán, de quienes me ocuparé más adelante, pues con todo
lo que ha sucedido, no me queda mucho espacio para comentarles debidamente qué
pasó en el campamento de fin de semana. Además, con la llegada del hermano de
la simpática extranjera, las muchachas lograron justificar que fue lo que
sucedió “exactamente” para el preceptor Kishimoto, pues el recién llegado enseñó
a este una copia de la historia clínica de Selenia, en la que figuraba el
accidente de cuando tenía 17, las dos operaciones posteriores y las múltiples
visitas al médico por dolores en el tobillo. Al severo sensee no le quedó más
que admitir que era muy posible una luxación por un “accidente doméstico” teniendo
semejantes antecedentes. Lo dejó pasar.
Ahora que lo recuerdo, también volvieron los
muchachos de Arashi para cumplir lo que Sakurai había propuesto en la primera
visita. Cantaron una simpática canción de su repertorio y luego Selenia les
enseñó cómo era el hospital. Cuando ella les contó esto a sus amigas, ambas se
mostraron muy sorprendidas por la amabilidad y entusiasmo de los idols, pero la
morocha protagonista, en base a sus experiencias dentro de ZR ya sabía que los
famosos, tengan o no ínfulas, eran personas comunes y corrientes.
Por fin, luego de este súper breve recorrido por
lo días pasados, que espero les haya ilustrado un poco el panorama, vamos al
jueves por la noche, cerca de las nueve. Ya había terminado el horario de
visitas, pero Anna y Andrés no estaban preocupados por eso, ya que regresarían
al día siguiente. Daigo estaba con nuestra protagonista esa noche, lo que
representaba la perfecta oportunidad para averiguar que sucedería con ella si
la verdad de Anna salía a la luz.
Selenia: Daigo-sama, ¿puedo preguntarte algo?
Daigo: Eso ya es una pregunta. Y de una vez,
deja de decirme Daigo-sama.
Selenia: Quiero hacer otra pregunta. Tal vez no
lo sabés, pero me gustan las historias. Escribiría una si tuviese esa clase de
talento.
Daigo: Deberías intentarlo, ¿no? Estudiaste una
carrera relacionada con eso, ¿verdad?
Selenia: Si, digamos que sí. Tal vez lo haga. La
pregunta es... ¿si Anna estuviera viva, qué sentirías?
Daigo: ¿Qué historia estás imaginando?
Selenia: Solo me surgió una especie de idea
extraña. Pero contéstame bien: Si Anna apareciera ante tus ojos viva, ¿qué creés
que sentirías?
Daigo: En tu extraña fantasía, ¿ella tuvo al
bebe o no?
Selenia: ¿Eso cambia algo? No, lo perdió en el
accidente.
Daigo: Bueno, de ser así, creo que me sentiría
enojado con ella. Yo no iba a dejarla, la hubiese protegido de cualquier forma,
pero ella eligió hacer algo tan absurdo. Ni hablar, estaría muy enojado con
ella.
Selenia: Pero... ¿hay alguna posibilidad de que
hables con ella y la perdones?
Daigo: (susceptible) ¿Qué es lo que querés que
te conteste? ¿Que sí?
Selenia: No le busques la quinta pata al gato
con lo que digo. Quiero que me digas la verdad. Una persona no puede vivir
enojada toda la vida, ¿o sí?
Daigo: (reflexivo) Supongo que sí. Pero sería
algo muy difícil.
Selenia: (quería preguntarle otra cosa, pero ya sería
demasiado sospechoso) Bueno, ahora dejemos de lado la fantasía para hablar de algo más serio:
Cómo te voy a pagar los costos de la internación. (Hace un juego de manos que
parece bailecito y canta un poco, cosa que provoca la risa de Daigo) ¡Asunto
serio, asunto serio! (Vuelve a una postura convencional) Quiero saber cuánto
costo todo esto, así diseño un plan de pagos.
Daigo: (con sarcasmo) ¿Sabés hacer eso?
Selenia: Pos supuesto. (Agarra una libreta que tenía
en la mesa y una birome) Así que, decime.
Daigo: ¿La operación solamente o todo junto?
Selenia: (preparada para anotar) Todo.
Daigo: (sin tratar de recordar) Un millón de
yenes. [2]
Selenia: (al borde del colapso) ¡Un millón! ¡Tendría
que quedarme cuatro meses más para pagar todo eso! ¿Cómo voy a pagarlo?
Daigo: No es necesario que lo pagues. No lo hice
para que devuelvas el dinero después. Ni siquiera lo pensé.
Selenia: (ni le prestó atención) Ya se, ya se...
puedo hacer horas extra! Como limpiar el departamento los fines de semana…
Daigo: Akihide limpia. Pero tenemos problemas
con la ropa para lavar.
Selenia: Yo la lavo. Espera... (Piensa) ¿Eso
incluye los calzoncillos? Bueno, ¿quién querría lavarlos?
Daigo: (molesto por eso) En las lavanderías me
han desaparecido varios.
Selenia: (Sorprendida) ¿Sucios o limpios?
Daigo: ¿Vos que crees? (Se divierte viendo su
cara de sorpresa) No pensés que el robo de ropa interior es solo cosa de
hombres.
Entra Diego a la habitación, bastante contento, anunciando
que, como Selenia pudo mantener un comportamiento moderado, le daría el alta al
día siguiente por la mañana, así que arribó hasta allí para pedir al vocalista
que lo acompañe a firmar unos papeles y dejar todo en regla. Selenia, sin más preámbulos,
insistió en que Daigo fuese lo más rápido posible, como si esto fuese a
acelerar el tiempo.
Daigo: (cerca de la puerta, a Selenia) Me
pregunto… ¿Cómo supiste que Anna falleció en un accidente, si yo no te lo conté?
Selenia: ¿Cómo creés que pude enterarme? Hay
chismes que andan por todas partes.
Conforme con esta respuesta, se marchó… pero
algo en su interior le decía que lo que Selenia contestó no era del todo una
respuesta. ¿Aunque cual sería la verdad si no era esa? No debía desconfiar… (Bueno,
en realidad, si debía)
Y ya que estamos en la confianza o desconfianza,
vamos hasta el hotel en el cual fue citada Ximena, bastante confiada en que
tendría un encuentro con Akihide, sin suponer que clase de trampa le fue
tendida. Por la mañana, un muchacho acercó a su oficina la invitación a una
“reunión” privada con el guitarrista con el propósito de “discutir” lo que
sucedió con Charlotte, aunque tenía más pinta de cita que otra cosa. Con la
firma de nuestro tímido protagonista y el astuto engaño de Andrés, no fue
difícil convencerla de que todo era verdad. Akihide ya vio los resultados de su
pasión por él, así que dejó de negarse a sus deseos, y estaba dispuesto a
acceder a ellos esa misma noche.
Y ya que estamos en la confianza o desconfianza,
vamos hasta el hotel en el cual fue citada Ximena, bastante confiada en que
tendría un encuentro con Akihide, sin suponer qué clase de trampa le fue
tendida. Por la mañana, un muchacho acercó a su oficina la invitación a una
“reunión” privada con el guitarrista, cuyo propósito era “discutir” lo que
sucedió con Charlotte, aunque tenía más pinta de cita que otra cosa. Con la
firma de nuestro tímido protagonista y el astuto engaño de Andrés, no fue
difícil convencerla de que todo era verdad. Akihide ya vio los resultados de su
pasión por él, así que dejó de negarse a sus deseos, y estaba dispuesto a
acceder a ellos esa misma noche.
Como lo ameritaba el encuentro, decidió usar un
vestido muy provocativo, junto a su fragancia más sensual. Estaba totalmente
dispuesta a atraer a Akihide hacia su lado, sin importarle que en realidad eso jamás
sucedería. Ella no podía siquiera imaginar el gran desprecio que despertaba en
el guitarrista, su enorme vanidad la cegaba ante esos evidentes hechos dignos
de rabia y cólera... y tal vanidad fue aprovechada por Andrés para engañarla.
"Que mujer más estúpida", pensó él antes de retirarse de la oficina,
"ignora todas las cosas horribles por las que es despreciada con unos
halagos monos". Le daba pena.
La mujer llegó puntualmente al hall de entrada,
donde el recepcionista le entregó la llave magnética para abrir la puerta de la
habitación, y luego tomó el primer ascensor vacío que vio. Cuando ya estaba en
el piso, abrió la puerta con la llave y entró en la habitación. Recorrió el
lugar primero con los ojos, y estos se toparon rápidamente con la visión de una
cama, de las cortinas largas, una de las cuales oscilaba levemente. Ella pensó
que la ventana estaba abierta, y se acercó a cerrarla, pero al apartar el largo corte de tela... encontró una espantosa visión: Anna, con todas las cicatrices que le
dejó el accidente, estiraba su mano para tocarla. El rostro pálido y la expresión
inanimada de aquel rostro marcado sembraron caos en sus nervios, de tal forma
que elevó un alarido y retrocedió varios pasos, sin poder articular las
palabras. ¿Qué hacía ella ahí, si estaba muerta? La misma Ximena acompañó a
Akihide cuando tuvo que darle la durísima noticia a Daigo. ¿Por qué estaba
parada frente a ella? ¿Por qué avanzaba, como si quisiera perseguirla?
Anna: (con voz tenue, mientras se acercaba a una
Ximena casi paralizada de miedo) ¿Por qué intentas dañar a mis seres queridos?
Ximena salió corriendo de la habitación, y
gritaba como una loca. Cuando se acercó al ascensor, el reflejo de Anna sobre
la superficie metálica la espantó, así que dio media vuelta e intentó bajar por
las escaleras hasta no toparse otra vez con su imagen... pero entre la corrida,
tropezó... y rodo hacia abajo, quedando inconsciente en el piso. Los demás huéspedes del hotel salieron al
pasillo para quejarse de todo el griterío, y se encontraron con una mujer
morena callada, serena y en sincope. Llamaron de inmediato al hospital para
pedir una ambulancia y también al primer contacto que estaba registrado en el teléfono,
casualmente, el de Akihide. Él se mostró muy sorprendido, porque no conocía ese
número, y por la noticia que le estaban dando. A su vez, llamó a Daigo para que
avise a Diego, muy amigo de Ximena, y también a Charlotte, a quien encontró
despierta aún. La muchacha agradeció el aviso y, al despedirse, se puso en
contacto con Tanaka, para comunicarle sobre el accidente de su empleada.
¿Que podía hacer Tanaka al respecto? Sabía sobre
la responsabilidad de Ximena en los sucesos desagradables alrededor de
Charlotte, pero ninguno de ellos perjudicaba a la marca, ni siquiera llegaron a
hacerse públicos. En semejantes circunstancias, parecía que él no podía mover
un solo dedo para ayudar a la pelirroja. Tenía que encontrar una solución. En
el fondo, Tanaka sabía que solo necesitaba una excusa.
Ginzo: (justo estaba utilizando su notebook,
cierra el trabajo que estaba haciendo y accede a internet para iniciar su sesión.
El nombre que buscaba parecía salta a su vista sin que tuviese que realizar
mayor esfuerzo. Decidió contactarla sin preámbulos, en video llamada) Hello,
Agatha-san.
Agatha: (alegremente, en inglés) Ginzo. ¿Cómo
has estado?
Ginzo: (sonríe) Bien. En este momento, tengo que
salir al hospital, pero decidí hablar con vos primero sobre algo importante.
Agatha: (extrañada) Algo importante? No me
asustes. ¿Le pasó algo a mi hermanita?
Ginzo: Sí y no. Charotte fue atacada por unos
pandilleros por pedido de otra persona... Por suerte llegó su amiga morocha a
ayudarla, pero... ella salió malherida del pleito y ahora está en el hospital.
Agatha: (no cabe en si del asombro) Pero qué
carajo... Lo que me estás diciendo es terrible. ¿No me digas que se trata de la
perra esa que trabaja con vos?
Ginzo: Mucho temo que así es. Ximena... está
obsesionada con tu hermana. Pero nada de lo que ha hecho perjudica a la marca, así
que no puedo despedirla.
Agatha: (llena de impotencia) Me encantaría
estar allí para arrancarle los pelos a esa desgraciada, entre otras tantas
cosas.
Ginzo: Realmente lamento mucho todo esto,
pero... no sé qué hacer para ayudar a Charotte.
Agatha: Ximena si puede perjudicar a la marca...
Está atacando a una de las caras visibles, actúa como una criminal. ¿No puede
ser que no hagas algo? Ginzo, se trata de mi hermanita. Aunque no lo aparente,
ella aún no sabe cuidarse sola. Yo tengo que cuidarla, pero no puedo hacerlo porque
no estoy ahí. ¿Tiene que matarla para que puedas hacer algo por ella?
Ginzo: (por primera vez piensa en esa
posibilidad, horrible de cualquier forma, pero, por cómo se estaban dando las
cosas, tal vez en algún momento la mujer morena querría... ¿sería en verdad
capaz de asesinar a Charlotte?) No... Hay algo que puedo hacer. Hay una
forma... de alejar a Ximena.
Agatha: Espero que así sea. No me gustaría que
le ocurra algo malo a mi hermanita. (Seria) Ginzo, quiero que la protejas como
si fueras yo.
Ginzo: (extrañado) ¿Como si fuera su hermano
mayor?
Agatha: Alguien tiene que asegurarme que
Charlotte va a estar bien, confió en vos para eso.
Ginzo: Entiendo... Voy a procurar el bienestar
de Charotte. Lo prometo.
Agatha: (se relaja) Bueno, ya no estés tan
serio. Anda al compromiso que tenías.
Ginzo: Está bien. Solo quiero decirte antes de
irme que... Durante este tiempo, me ha molestado tu ausencia.
Agatha: (en tono divertido) A mi también. ¿Podes
creer que me olvide de cómo se usan los hashi?
Los dos ríen agradablemente antes de terminar la
conversación. Esa clase de respuesta tan fresca y agradable, como lo era la última
frase de Agatha, siempre le habían resultado graciosas y bastante difíciles de
encontrar. De alguna forma, él ya estaba tranquilo: Sabía exactamente qué
hacer, y lo llevaría a cabo a partir de mañana.
Ya llegamos al viernes, el punto fuerte de
nuestra historia (nah, de este capítulo, XDD), día en el que darían el alta a
Selenia. Ella ya estaba ansiosa por abandonar la habitación y la cama en la que
tuvo que soportar esa postración durante tantos días. Por su bien pudo
conservar la calma para poder salir
aunque fuese solo un día antes. Pero no podía marcharse sin ver la filmación
que habían hecho Anna y Andrés de la venganza. Sabía que iba a reírse de aquella
perra viéndola huir, pero la caída fue muy oportuna. No era por maldad o algo parecido,
sino que realmente le causaba mucha gracias ver que, quien hizo tanto mal a
ella y a sus amigas, esté en tales apuros. Como pagar un precio por sus
fechorías. Aunque no le parecía suficiente, solo era un vago escarmiento.
Ximena merecía cosas peores, y a Selenia no le importaba lo que tuviese que
hacer. ¡Esa desgraciada no saldría ilesa!
Una vez que regresó al edificio, y fue bien
recibida por las muchachas que vivían alli, tal como por la cocinera y la
portera, se acomodó en la habitación y estuvo sola con sus dos amigas, les
enseño el video de Ximena. Tanto ella como Charlotte no podía evitar las
carcajadas al verla salir corriendo y rodar por las escaleras, incluso la
pelirroja lo repitió varias veces. Megg prefirió apartarse un poco de ellas,
pues no entendía como podían disfrutar de ver a alguien sufrir así.
Charlotte: (a Selenia, casi atragantada de risa)
¡Grita como una loca!
Selenia: (apunta una parte del video) Parece que
se le ve la tanga (ríe).
Charlotte: Eso le pasa por turra. Quería seducir
a mi Akihide, estúpida. Ponelo de nuevo
Megg: ¡Ya basta! (salta de la cama) Estoy cansada
de escuchar los gritos de Ximena una y otra vez. Apaguen esa cosa. Toda esa
venganza me parece una estupidez.
Selenia: (se quita los lentes de repente y con
ellos apunta a su rubia amiga) Si no soportas el griterío, andate. Yo sí quiero
reírme a carcajadas de la infeliz por la que casi te violan a vos y a Charly, y,
como si fuera poco, por la que terminé en el hospital una semana. Si eso te
parece una estupidez, te tengo una noticia: Vos sos la estúpida.
Charlotte: Te falto el acoso sexual a Akihide.
Megg: ¿Estás de acuerdo con las locuras de
Selenia? De ella no me sorprende, pero de vos sí.
Charlotte: ¿Qué tiene de malo? Esa bruja intentó
joderme desde que apareció en mi vida, y comenzó a perjudicar a mis seres
queridos, a ustedes dos. Si esos motivos te parecen estúpidos, también me
sorprendo de vos. Si el hecho de que te hayan golpeado e intentado violar por
esa desgraciada no te importa, a nosotras sí. Me importa lo que te hicieron, me
importa lo que le hicieron a Selenia. Y también me importa lo que me hicieron a
mí. ¿Podés entender eso?
Selenia: (agarra a Charlotte por un hombro) No
se peleen. Megg, salí de la pieza y volvé cuando lo hayas pensado mejor.
La rubia extranjera estuvo a punto de salir de
la habitación dando un portazo, pero no pudo hacerlo, ya que Tsugumi apareció
allí, anunciando a Charlotte que tenía visitas. ¿De quién se trataba? Nada más
y nada menos que de Ginzo Tanaka. Él no solo deseaba hablar con la
pelirroja, sino con sus dos amigas también. Las tres muchachas tomaron asiento en el
sofá que estaba justo en frente al sillón en el que se había sentado Tanaka, a
quien previamente invitaron un té.
Ginzo: Konnichiwa. (Inclina un poco la cabeza.
Las tres muchachas hacen lo mismo, pero no dicen palabra alguna) Tal vez les
sorprenda mi visita, pero vine a darles una noticia que seguramente les dará
una respiro.
Charlotte: ¿Cuál?
Ginzo: La semana que viene, Ximena De Souza será
trasladada a Europa. Seguirá allí con sus actividades. Pedí su traslado a mis
superiores y, dados los últimos acontecimientos, han aprobado mi solicitud.
Tanto Selenia como Charlotte se ponen a
festejar, y cantaban en español, acompañándose de una coreografía de manos
enlazadas y movimientos de hombros “Que
sufra, que sufra esa malvada. Que llore, que llore esa malvada. Que sufra, que
sufra esa malvada. Por todo el daño que me causó” (Bueno, no recuerdo como
se llama la canción). En tanto la rubia se muestra conforme, pues piensa que
las cosas debieron resolverse así desde un principio. Tanaka, por su parte, se
alegra de ver tan jovial festejo, aunque no entendía que estaban cantando.
Charlotte: Esta es una excelente noticia.
Tanaka-san, se lo agradezco mucho.
Ginzo: No tenés que agradecerme. Esta fue mi
misión. Charotte, por pedido de Agatha-san, a partir de ahora debo encargarme
de tu seguridad hasta que regreses a tu país.
Las tres: (extrañadas) ¿Qué?
Selenia: ¿Cómo un guardaespaldas?
Ginzo: No. Como representante de Agatha-san en Japón.
Charlotte: ¿Por qué mi hermana pidió que se
quede a cargo de mi seguridad?
Ginzo: Ella no se quedará tranquila hasta no
saber que estás a salvo. (Deja la taza vacía sobre la mesa y se pone de pie)
Eso es todo lo que vine a decirles. Tengo que retirarme ahora. Ittekimasu.
Las tres: Itterashai. (Saludan con la mano)
La portera acompañó a Tanaka hasta la puerta,
mientras Selenia y Megg preguntaban a Charlotte cómo es que Agatha pudo pedir
algo así al hombre que acababa de irse, y cómo es que él aceptó. La pelirroja
no vio más remedio que contarles lo que sabía, que hubo un enredo entre Tanaka
y su hermana durante la estadía de esta en Japón. De inmediato, nuestra
simpática protagonista les recordó que ella era la fan número uno de Agatha justo
en el momento en que las demás se acercaban por curiosidad.
Llegó la hora del almuerzo de bienvenida a la recién
llegada Selenia, que consistió en teriyaki de pollo, sōmen y dangojiru [3], acompañados con tazones de arroz. La morocha había
extrañado tanto la comida del edificio que no dudó en acabar todo lo que le
pusieron en frente. Mientras sus amigas bromeaban sobre que no le dieron de
comer en el hospital, ella halagaba el modo de cocinar del que allí
disfrutaban, así que la cocinera no dudaba en darle otro plato para que
disfrute. En esas condiciones, llena hasta que no podía más, ni dudó en regresar
al trabajo, ateniéndose a las amenazas que envió Obatta para ella, y que Tsugumi,
como buen reemplazo, tuvo que comunicarle. Por los posteriores cuidados que Diego
le encomendó a su tobillo, que consistía en una especia de bota ortopédica que
debía usar el mayor tiempo posible, la simpática protagonista tuvo que optar
por llevar una prenda que detestaba: una falda.
El recibimiento en ZR fue más eufórico que la
vez anterior: sus compañeros, contentos por el regreso, no dudaron en abrazar a
Selenia, y en dibujar un nuevo poster en el cual ella posaba heroicamente y a sus pies estaban los pandilleros
derrotados. Como ya había ocurrido, nuevamente su figura estaba más delgada que
en la vida real, pero era el gran detalle de bienvenida lo que importaba. ¡Ahora
tenía más fans que antes! Los artistas de la productora tampoco dudaron en
acercarse a ella para informarse sobre su estado de salud, ya que la bota les
pareció rara.
Obatta: (autoritariamente) Ya basta. Dejen de
aplaudir sus monerías o ella creerá que están bien.
Selenia: Oiga, yo no soy un animal de feria.
Obatta: No lo parece. Sos cualquier cosa, menos
una señorita que sabe comportarse como tal. Te advierto que si vuelvo a
enterarme de que andas peleando por ahí, te despediré y no voy a ahorrar en
detalles para tu preceptor.
Selenia: Ay, no. Oba-sensee. No sea malo. Me voy
a portar bien, lo juro.
Obatta. Me parece bien. (Indica hacia la
oficina) Anda a trabajar. Hoy hay mucho que hacer.
Selenia va hacia la oficina lo más rápido que
puede para no enfadar a su jefe. ¿Es que él no podía siquiera una vez en la
vida, alegrarse de que ella esté bien? ¿O lo hacía tan en el fondo que no se
notaba? Bueno, aunque si lo veía desde otro punto de vista, ella no se portaba
tan bien que digamos (tenía que admitirlo). Mientas pensaba en todo esto, cosía
lo más velozmente que podía para terminar algún día con todo el trabajo que
tenía pendiente. Faltaban solo detalles, pero la ropa era más complicada de lo
que había imaginado. Estaba muy distraída con esto que no notó que alguien había
entrado en la habitación, sentándose junto a ella.
Selenia: (ve hacia un costado y se sorprende)
Daigo-sama, ¿cuándo llegaste?
Daigo: Hace unos segundos, pero por distraída no lo notaste.
Selenia: ¿Venís a burlarte de mí o qué?
Daigo: No. Vengo a darte otra vez la bienvenida.
(Palmea suavemente el hombro de nuestra protagonista) Y a regañarte. (Cambia el
tono de voz) ¿Se puede saber qué haces vestida así? Estás muy sexy.
Selenia: (sonríe y lo mira de lado) ¿Enserio?
Gracias. Pero vine con falda porque es más fácil cambiarme. Hasta que tengan
que quitarme la bota tendré que ponerme esto.
Daigo: ¿No podías escoger una falda más larga?
Selenia: Yo soy la que me viste, yo escojo. No vos.
Daigo: (con suspicacia) ¿Estás insinuando que
querés que te vista?
Selenia: Todo lo contrario.
Daigo: Entonces… ¿Estás insinuando que querés
que te desvista?
Selenia: Dejá de entender lo que te conviene
(como ve que él no deja de reírse de ella, es víctima de una rabieta) ¡Hey! Ya
no te rías, pedazo de…
Daigo: (la silencia rápidamente con un beso en
la boca y luego la abraza de tal forma que ella queda sorprendida) Extrañaba
mucho estas peleas estúpidas.
Selenia: No es para que abuses, ¿no?
Selenia: No es para que abuses, ¿no?
Daigo: (molesto) Baka, baka, baka. Deberías
decir algo así como “Yo también te extrañe”.
Selenia: (estira una mano con el dedo índice levantado
y lo apoya en la boca de Daigo) Callate, oh baka [4] (atrae su rostro y lo besa
de una forma más sofocante –sí, eso puse) Ahora dejame, que tengo que seguir
trabajando.
Daigo se retira, extrañado, pero ciertamente
contento de todas formas, ya que no era el único que demostraba lo que sentía
en esa extraña relación que todavía no sabemos bien qué es. Pese a su retirada,
Selenia no quedó sola más que unos minutos, pues luego llegó hasta la oficina Obatta,
un poco extraño, más que de costumbre.
Obatta: Serenia, deja eso de lado. Necesito que
redactes algo por mí.
Selenia: (deja los materiales a un costado) ¿De
qué se trata, Oba-sensee?
Obatta: Necesito que redactes una cara para el
jefe de recursos humanos, Kobachi–san, en la que yo, Kei Obatta, solicito el
despido inmediato de mi asistente. (Selenia lo observa atónita) Te advertí que
no tuvieses una relación con Daigo Naito, pero decidiste desobedecerme… así que
no me dejas más alternativa que despedirte. Desde ahora dejas de trabajar
conmigo.
Aclaraciones:
1 Arigatoo gozaimashita: Gracias por lo que hiciste (en el pasado)
2 76300 pesos argentinos aproximadamente, según la última cotización del
yen de 13,10 sobre peso.
3 Teriyaki es una técnica de cocción en la que las carnes son asadas, a
horno o parrilla, con salta teriyaki. Sōmen son fideos finos de trigo que se
sirven fríos en salsa o caldo a base de cebolla, jengibre y myooga. El
dangojiru es una sopa de raviolis con algas, tofu, raíz de loto y otras
verduras y raíces.
4 Oh baka: El idiota más grande, grandísimo tonto, o algo así.