domingo, 24 de noviembre de 2013

Capítulo 18: “El recuerdo de la rosa es la espina...”

Antes de continuar con el capítulo, quisiera corregirme sobre un pequeño error en el episodio anterior: la banda vive en Shibuya, no en Shinjuku. Ya lo he corregido, pero me di cuenta cuando muchos ya habían leído. Sepan disculpar ese error.
También reformulé algo que no quedó muy claro, pero no quiero que lean tooodo otra vez, así que les dejo el fragmento:
"Entre Selenia y Megg comenzaron a relatar lo que sucedió, tomando sus respectivas consideraciones, pues no pensaban contarlo todo. Los demás escucharon en silencio, anonadados. Ellos solo sabían que hubo un problema y que debían abandonar Velfarre. ¿Cómo se enteraron? Shinpei llamó a Agatha mientras iban a Shibuya para que diga a los demás que... Megg sufrió un ataque, pero que estaba bien, igual que su hermana y la morocha protagonista." [Esto sucede cuando las chicas regresan del departamento de Breakerz al edificio y tienen que dar explicaciones]
Y: 
"En cuanto a Agatha, apenas regresó al piso, entró (muy distraída como para notar que no lo hizo sola) y se echó a dormir al menos un par de horas... y digo solo un par porque la despertó después de ese tiempo una pestilencia, algo así como... el resultado de la digestión." [Momento antes de que Agatha descubra a Natsu en el piso]
No vamos a movernos del viernes del capítulo anterior, pues lo primero que sucederá le pertenece, pero para continuar con una cierta regularidad de publicaciones lo quite y ahora conocerán verdadero final de ese "Arte y amor". Verán ustedes, Shinpei y Megg siguen aún separados, Charlotte y Akihide avanzaron varios casilleros... ¿pero qué pasa con Selenia y Daigo? Les contare sobre ellos en esta entrega, y me centraré en esta parejita que hace un buen tiempo no hace ruido. en medio hay un flashback mucho mas largo que los demas, así que si pueden comentarlo también, se los agradeceré

El trayecto fue muy tranquilo, Daigo permeancia callado, mirando fijamente el camino. Selenia dirigía los ojos hacia él de vez en cuando, incómoda por tanto silencio. Quería hablarle, pero no decide algún tema. Preguntar sobre esa historia trágica que apenas asomo en la mansión seguramente le resultaría incomodo, así que no recibiría respuesta por ello. Otra opción no llegaba a su mente. Además... su estómago empezó a dar tremendo concierto, así que no hubo necesidad de que ella hable. El vocalista comenzó a reír y decidió detenerse cerca de un puesto de comida. Tenía que calmar aquel feroz apetito antes de este se tentara con lo primero que le apareciera en frente (o sea, él... si, ya quisieras que te coma...). Apenas bajaron del vehículo, Selenia corrió como una niña hacia el puesto de ramen, pidiendo el platillo más abundante.
Selenia: (a Daigo, una vez que este se acerca al puesto) ¿De verduras, de carne, de cerdo, de pollo o de pescado?
Daigo: No tengo hambre. Todavía siento un poco de bronca, así que me va a caer mal.
Selenia: (al encargado del puesto) ¿Tiene té relajante? (El hombre asiente) ah... Sírvanos primero dos tazas de té.
El encargado vuelve con las dos tazas y se retira en silencio, observando atentamente a la "parejita" allí sentada.
Daigo: ¿En Argentina hay esta clase de puestos?
Selenia: (bebe un sorbo) Si. Por supuesto, no venden ramen, pero si hot dogs, hamburguesas, tortillas, y choripán.
Daigo: (extrañado) ¿Chori qué?
Selenia: El choripán es como un hot dog, pero en vez de salchicha lleva chorizo.
Daigo: (continua extrañado) ¿Chorizo?
Selenia: El chorizo es un... un embutido de carne procesada con especias. Con esto se rellena intestino de cerdo. Lo van fraccionando... Daigo-sama, no pongas esa cara de asco. El chorizo es delicioso.
Daigo: Por lo que acabas de decir, lo dudo.
Selenia: Si algún día vas a Argentina, te desafío a probar un choripán con mayonesa.
Daigo: (ríe para sí) ¿Estas invitándome?
Selenia: ¿Quién dijo eso? Yo te desafié, no te invite a algún lado. (Observa la comida que el encargado le sirve después de retirar las tazas) No pongas en mi boca palabras que no dije.
Daigo: Seguí comiendo y deja de decir tonterías. Solo estaba bromeando, baka.
Con que rapidez actuaban los dos como si nada hubiese pasado. Como si ella no hubiera revelado una verdad y él no hubiese estallado de ira. Pero solo era una actitud. Por dentro, ambos sentían un peso en el corazón. De alguna forma, no eran los mismos esa noche. Algo había cambiado... Selenia ya no podía verlo como un mujeriego egoísta, y Daigo ya no la consideraba una estúpida bestia. Los hechos que antes no comprendían muy bien, bajo la luz de todas estas revelaciones, adquirían una explicación coherente.
Selenia: (nerviosa) Fue por eso, ¿no? Vos... perdiste a tu mujer trágicamente... a tu mujer embarazada... por eso te da rabia que Aki-san y Shinpei-san sean tan tercos con Charlotte y Megg... ¿honto? [1]
Daigo: (sin mirarla) Creo que sí. (Piensa) No, estoy seguro de que es por eso. Sin que yo me diese cuenta, Anna me gritaba... y no fui capaz de escucharla.
Selenia: Lo imaginaba. Es por eso... que hay tantas mujeres... pero ninguna te importa... Querés sentir el calor de una mujer pero... no podes quererlas.
Daigo: (meditativo) No es que no las quiera... por algunas siento aprecio, son como... no como hermanas porque...
Selenia: (perturbada) Si, entendí.
Daigo: En fin. Pase de tener una mujer y un hijo en camino, a estar completamente solo... rodeado de gente, pero solo al fin. Sentirme querido por alguien... de pronto se volvió una necesidad... (La mira, luego de un breve silencio) Y vos... ¿es por eso que no soportás a los patoteros y defendés a los débiles?
Selenia: (encogiéndose de hombros) Es algo más fuerte que yo, no pudo evitarlo.
Daigo: Está bien. Tu tragedia te ayudo a ser una mejor persona... A diferencia de mí. Yo solo me volví más patético.
Selenia: (traga su ultimo bocado y solo hay caldo en el plato) Nada de eso. Yo te veo más humano que cuando aparentas ser el príncipe del J-rock.
Daigo: (observa fijamente a nuestra protagonista, simulando indignación) Yo soy el rey del J-rock
Selenia: (riendo) Sí, claro. (Ríe pero nota que él no cambia de expresión y se asusta) ¿Hablabas en serio?
Daigo: (comienza a reír y apoyando el codo sobre la barra del puesto y el mentón sobre su mano cerrada en un puño, la mira con expresión divertida) No creí que fueses tan inocente.
Selenia: (piensa)"Carajo... ¿por qué se ve tan atractivo cuando hace esas caras...? Maldito" (a él) Sos un buen actor, lo admito... (Busca en sus bolsillos mientras habla al encargado del puesto) Podría decirme cuanto...
Daigo: Ya pague mientras estabas distraída. (Abandona el asiento) Vámonos, es tarde.
Selenia: (se despide del encargado con un gesto de la cabeza y va hacia el automóvil con Daigo) Es cierto, las chicas deben estar preocupadas.
Daigo: ¿Acaso no les avisaste?
Selenia: Tengo la batería muerta desde hace un buen rato.
Ambos subieron al vehículo y fueron hasta el edificio otra vez en completo silencio, pero ahora no les resultaba incómodo. De alguna forma, era mejor así. No tenían más que decir, nada que comentar. Había en sus mentes alguna que otra pregunta y, sin embargo, decidieron que ese no era el momento oportuno. A la brevedad ya estaban frente al edificio.
Daigo: (antes de que Selenia descienda del vehículo) Tengo que pedirte un favor.
Selenia: (atenta) ¿De qué se trata?
Daigo: Antes de la muerte de Anna, ella y yo compartíamos un departamento en Shibuya... y hasta el día de hoy no he podido sacar sus recuerdos de ahí. Eso es lo que quiero pedirte.
Selenia: (apresurada) ¿Querés que lo haga por vos?
Daigo: No. Quiero que me ayudes a sacar esos recuerdos de ahí. Anna seguirá siendo un fantasma si no la dejo ir de una vez.
Selenia: (pensativa) Bueno... puedo hacerlo, pero... no mañana. Y tal vez el domingo tampoco. Son los últimos días de Agatha aquí.
Daigo: Tendré que decírselo a Shinpei. Resulta que ellos se volvieron muy amigos.
Selenia: Si, lo recuerdo.  (Coloca una mano sobre el manubrio) El lunes lo hablaremos bien. Sayonara. (Sale del vehículo y corretea hasta el edificio)
Mientras, Daigo inicia el retorno a Shibuya, pensando si estuvo bien pedirle eso a Selenia, si no fue demasiado raro (¿o evidente? :-P) que sea ella quien le ayude a sacar de allí los recuerdos de Anna. Pero en fin, lo hecho, hecho estaba.
Cuando llegó al departamento, disculpándose con los demás por la tardanza, encontró a Shinpei intentando quitar una especie de... rama (?!) que se atascó en el cabello de Akihide, amenazando a cada rato que iba a cortarle esos mechones si no dejaba de quejarse. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué el tímido guitarrista tenia hojas en el pelo, una rama enredada en la cabellera, y raspones en la cara?
Daigo: (extrañado) ¿Qué pasó aquí?
Shinpei: Aquí no. Pasó en el edificio de señoritas.
Akihide: (apenado) Cállense.
Daigo: Déjenme adivinar: Las muchachas lo declararon culpable de la depresión de Charlotte y lo persiguieron... y en la huida, pasó eso.
Shinpei: Tibio, tibio.
Akihide: Eso no pasó. Ya déjenme en paz.
Shinpei: (a Daigo) Resulta que nuestro amigo se puso a jugar al Romeo y huyo por una ventana de la planta alta.
Daigo: ¿Por qué?
Akihide: No, eso no pasó. Voy a contarlo yo así no inventan. (Los dos se sientan frente a él y lo miran con suma atención) Yo... fui a buscar a Charotte. Las chicas que allí viven no tuvieron problema en dejarme pasar. Al fin ella y yo pudimos hablar y... empezar a entendernos. Pero apareció la portera... Yo no podía quedarme allí porque... eso perjudicaría a Charotte. Entonces tuve que escapar... y como no había salida despejada, tuve que salir por una ventana.
Daigo: Si estabas en la sala, no veo en que podría perjudicar a Charotte.
Shinpei: Además, cuando dejamos a Se-chan la vez en que la atacaron, entramos allí... y si hay salida, salvo que hayas estado en la habitación, pero... (Él y Daigo comparten una mirada cómplice y luego la dirigen a Akihide en forma de burla).
Shinpei y Daigo: (al unísono) Epa, epa...
Akihide: (avergonzado) No piensen mal...
Shinpei: Demasiado tarde...
Daigo: (rodea los hombros de Akihide con un brazo) Aclarame una duda, entonces: El busto de Charotte es puro push up, ¿verdad? Porque una chica tan delgada no puede tener todo eso.
Shinpei: Mira quién habla.
Daigo: (acaricia un busto imaginario) Pero yo no las tengo grandes... (Ambos ríen, ya ignorando a Akihide)
Akihide: (enojado, se levanta) Ya que se van a burlar, me voy.
Daigo: (mientas el guitarrista se retira) No lo tomes a mal, estamos bromeando (escucha la puerta de la habitación cerrarse. Habla a Shinpei). Creo que se enojó... (Como restándole importancia) Ya se le pasara. ¿Dónde está la cena?
Shinpei: (apunta a la cocina) Sobre las hornallas. Yo me voy a dormir, es tarde. (Se pone de pie) Parece que el príncipe de Rapunzel no va a cenar.
Daigo: Así es nuestro AkiHime [Aki princesa].
Shinpei: (Antes de irse) Por cierto, ¿dónde estuviste todo este tiempo?
Daigo: En una reunión familiar.
Shinpei: Entiendo... Oyasumi.
El vocalista se queda un momento allí, pensando en lo que acababa de responder. No había mentido, es cierto, pero sabía perfectamente que no estaba diciendo toda la verdad... Ay, no entienden que pasa... Ya me di cuenta... No me miren así...
Flashback
Regreso al edificio para contarles que al día siguiente, durante el desayuno, cada vez que nuestra simpática protagonista veía a su amiga pelirroja y recordaba la anécdota que le compartieron de la noche anterior, lanzaba una tremendas carcajadas que avergonzaban a la otra extranjera, tanto que ya estaba ganando sus miradas menos bonitas. "Que alocada se ha vuelto nuestra vida desde que llegamos aquí" comentaba a Megg y esta solo podía compadecerse de Charlotte sin decírselo, pues temía ofenderla. Ya desde el principio, ella y Akihide tenían la peor de las suertes. Las demás chicas se la pasaban tratando de callar a Selenia, temían que la portera deduzca lo que paso y se dé cuenta de que todas ellas le mintieron para encubrir la presencia del tímido guitarrista y su posterior huida... si, por la ventana (leyendo todo así, si parece chistoso).
Charlotte: (a Selenia, molesta) Ya deja de reírte.
Selenia: (Intenta contenerse) Si saben que tengo mucha imaginación, ¿para qué me cuentan algo tan chistoso...? Ya me imagino a Aki-san tan chiquito, colgado de la sabana...
Charlotte: No lo pensés de una forma tan humorística... Él fue capaz de hacer eso por mí... ¿Debería darte gusto?
Selenia: Eso no te lo niego... Se la bancó bien. Muy bien.
Megg: (atenta) Algo me suena... (Las demás muchachas levantan la cabeza, también alertas) Escuché un celular...
Selenia: (aguzando el oído) Si suena rock, es mío...
Megg: (levanta su móvil) El mío está aquí.
Selenia: Es un tono croto... Charlotte, es el tuyo.
Charlotte: ¿Cómo que tono croto? (Se levanta y va hasta la habitación, seguida por la impertinente mirada de la portera... Nuestra pelirroja estaba bien vigilada a partir de ahora)
Las demás muchachas se percatan de esta vigilancia que Charlotte no nota, un tanto molestas, reniegan de eso incluso. Poco después ven que la pelirroja regresa con una expresión extraña en el rostro. No se sabía si estaba contenta o no... ¿Quién había llamado?
Charlotte: (sentándose, siente las miradas de curiosidad presionándola) Llamó Agatha... me dijo que Shinpei le organizó una fiesta de despedida en un lugar llamado Gas Panic Club (mira a Selenia con expresión inquisitiva).
Selenia: ¿El boliche de los extranjeros?
Tsugumi: No... Es un boliche famoso por la cantidad de extranjeros que lo eligen...
Charlotte: Bueno... La cosa es así: Shinpei extendió la invitación para todas (ve a Megg) Todas sin excepción. Dijo que va a venir más tarde para darnos las entradas. (Habla con su rubia amiga) ¿Vos querés ir?
Megg: (piensa un momento) Si... es la mejor excusa para que Shinpei escuche lo que tengo que decirle.
Selenia: ¿Todavía querés hablar con él?
Megg: Quiero hacerlo y lo haré. ¿Creés que no merezco que me escuche?
Selenia: Nada de eso... Yo no quiero que te expongas y salgas lastimada.
Megg: Yo fui la que se equivocó, así que... Esto es algo que tengo que hacer.
Charlotte: Dejemos que lo haga. Así va a mostrarle a Shinpei que ella sí tiene interés en...
Selenia: ¿Por qué estás citando a Daigo-sama?
Charlotte: Porque por primera vez en mi vida estoy de acuerdo con él.
Selenia: A mí esos motivos no me importan. No quiero que Megg llore o se sienta mal.
Megg: (pone una mano sobre el hombro de la simpática protagonista) Gracias por querer cuidarme tanto, Selenia. Pero, por primera vez en la vida, dejame hacer lo que quiero sin oponerte.
Selenia: ¿Eso es lo que querés? (Al ver que Megg asiente) Bueno... pero después ya no voy a poder pegarle si te hace daño... y voy a estar ahí para decir "Te lo dije".
Megg: (insatisfecha) Bueno... igual, no quiero que le pegues.
Selenia: Pero tendrás que soportar mis te lo dije.
Maya: (a Charlotte) Debes estar ansiosa por volver a ver a Aki-sama, ¿verdad?
Charlotte: ¡Sí que lo estoy! Ya quiero verlo y... (Las mira con picardía) El resto me lo guardo.
Atsuko: Me parece bien. (Se muestra pensativa) Pero... si vamos a Gas Panic... podríamos cruzarnos con... extranjeros...
Tsugumi: Si, esa es la mejor parte de Gas Panic.
Atsuko: No... El amigo pesado de Meggara podría estar ahí y no quiero encontrármelo.
Charlotte: ¿Por qué no? Parece que le gustas en serio.
Atsuko: Claro que no. A él le gustan todas las chicas. Estoy segura de que Meggara también le gusta. Me desagradan esa clase de personas.
Megg: Yo estoy segura de que no le gusto, pero creo que vos sí.
Maya: (atenta) ¡Invitémoslos! Así también va el chico bonito que Charotte tanto detesta.
Selenia: ¿Te gusta Joni?
Maya: No, pero me parece un chico interesante y guapo.
Megg: Pero... ¿y KyunHo?
Maya: (entristece su expresión) Ya me resigne con él. Se nota que no me quiere más. Así que decidí ya no insistir. Aunque no se note, yo estoy sufriendo mucho por esto, y creo que merezco enmendar las cosas y darme una oportunidad.
Megg: Pero...
Las demás chicas, incluidas nuestras otras dos protagonistas observan a Megg, indagando con la mirada, como si dijeran: "¿Por qué estás siendo tan cruel? Maya está sufriendo, dejala en paz... tiene derecho a ser feliz" Aunque creo que todo eso lo pensó ella. Las demás solo la miraban con cierta duda. La rubia, intimidada por sus propios pensamientos, decidió no agregar más y dar la razón a Maya, aun sabiendo que estaba equivocada. Ya esperaba encontrarse de nuevo con KyunHo para pedirle que hable con la japonesa castaña antes de que ella comience a ilusionarse con otro... y a este le suceda lo mismo.
Una hora después llegó Agatha, con un vistoso par de lentes aparentemente nuevos, cuadrados y estampados como comics, llevando su pequeña cartera llena de entradas para Gas panic, una para cada chica y algunas extras por si querían llevar a alguien más. ¿Pueden creer que por eso ya comenzó una suerte de discusión? A las muchachas se les ocurrió dejar tres entradas para los argentinos, pero Atsuko se oponía a muerte. Era la única que no estaba de acuerdo, al resto le parecía fantástico... ¿porque nadie la entendía? Es porque ninguna de ellas aguantaba sus comentarios osados... Bueno, aunque en sí no eran atrevidos, pero... a ella no le gustaban ciertas frasecitas suyas, no perdía oportunidad de mostrarse molesta y él no entendía eso... Tal vez lo confundía con algún tipo de coquetería, con esos no que significaban en realidad "insistí un poquito más..." ¡Hah! Quizás no era tan mala idea que Hernán y sus amigos vayan a la fiesta, perfecto pretexto para dejar las cosas claras de una vez.
Tsugumi: Y... creo que lo dejaremos para otra ocasión. Mejor organizamos una cita a ciegas o algo así.
Selenia: Tal vez sea lo mejor.
Maya: Si, no quisiera que Atsuko se enoje con nosotras...
Atsuko: ¡Esperen! ¡Cambie de opinión! No puedo ser tan egoísta. Si a Maya le llama la atención ese tal Joni... Yo puedo bancarme a Hernán hasta que alguien me lo quite de encima.
Las muchachas, confiando en las palabras de Atsuko, festejaron por su cambio de actitud, aun sin imaginar lo que ella pretendía hacer esa noche.
Con esto se nos fue el mediodía, así que por la tarde, las muchachas, sus amigas japonesas y Agatha salieron a pasear y hacer las últimas fotos de Tokyo. También ayudaron a la viajera a comprar una maleta en la cual llevaría de regreso algo de la ropa invernal que ya molestaba a las chicas en el ropero. En varios momentos del recorrido se detuvieron para esperar a Selenia fotógrafa de ridiculeces y a su modelo de las mismas, Agatha, pues estas dos se detenían para hacer fotos estúpidas con cualquier cosa. Ropa ridícula, sombreros raros, artículos japoneses delirantes, todo les servía de inspiración para conseguir las imágenes más bizarras. En fin, las dos se divertían tanto con esto, que las demás aprovecharon para comprar lo que les faltaba para la fiesta de la noche, y en esto se les fue la tarde. Cuando lo notaron, ya habían pasado de las ocho... ¡Hora de regresar y arreglarse!
Agatha se quedó en el piso para arreglarse, prometiendo no cumplir su amenaza de llevar la misma ropa, pero negándose a ponerse un vestido, porque no tenía uno, mientras las demás regresaron al edificio, comieron algo liviano y... todos los arreglos comenzaron. Ya ni tiempo tuvieron de espiar que se había puesto el resto. El pelo, el maquillaje, los accesorios, estaban locas con todo eso. Una vez que se reunieron en la sala, cayeron en la cuenta de que, en cuanto a estilos, había de todo un poco. Atsuko conservaba su estilo sexy con un vestido rojo electrizante, Maya lucia adorable en esas gasas de colores suaves. Tsugumi abandono esa apariencia de rockera con el look de gothic lolita que había elegido. Megg parecía un pastelito turquesa, increíblemente adorable. En cuanto a Charlotte, provocativa, como siempre. Y Selenia, igual que la vez pasada, eligió un estilo chic urbano. 
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Con todo esto listo, las muchachas partieron hacia Gas Panic Club. Lamentablemente para Charlotte, decidieron tomar el tren subterráneo, pues resultaba muy difícil que tantas personas consigan suficientes taxis, causaría un gran revuelo (ustedes me entienden, ¿verdad?). Caminaron hasta Shibuya, allí tomaron el tren, y bajaron directamente en Roppongi, sonde vieron un desfile de personas listas para bailar desenfrenadamente o salir a beber con sus amigos. No debían caminar mucho hasta Gas Panic Club, pero Agatha insistía en que aceleren la marcha para abandonar la multitud que ya las rodeaba. Esta mujer sí que odia los amontonamientos de gente…
Vieron una multitud de muchachas japonesas cuando llegaban a Gas Panic Club, todas deseosas de ver extranjeros, y de esos había muchos ahí adentro. Pero antes de ingresar, tuvieron que esperar un poco a Atsuko, quien comenzó a hablar a un grupo de jovencitas allí expectantes. ¿Será que las estaba aleccionando? Una vez adentro, cuando terminó lo que había resultado un simpático discurso, nuestras protagonistas se sorprendieron al ver tantos brasileños, mujeres y varones; parecían más que los europeos, pero tal vez porque eran muy llamativos. También notaron a algunos latinos, a quienes reconocieron por el bronceado dorado ausente en los demás (excepto en la allí presente Selenia). Tal vez por cómo era el lugar, parecía haber un montón de gente, aunque la capacidad real es de 300 personas. Buscaban rápidamente donde había un grupo de mujeres, pues pensaban que, como la vez pasada, la banda estaría rodeada…Caray, no lo estaba, pero siquiera podían verlos…
Selenia: (a las demás) A la primera señal de chicas amontonadas, acérquense ahí.
Tsugumi: Nosotras somos chicas amontonadas.
Selenia: Si, pero nosotras no contamos.
Charlotte: (apunta cerca de la barra… otra vez) Ahí los vi.
Las jóvenes fueron hasta la  barra a toda velocidad, tanto que no se dieron cuenta de que las otras seis chicas que llegaron con ellas, y que vivían también en el edificio, se apartaron  para ver a los conocidos que habían invitado. Cuando faltaba poco para llegar y los muchachos las notaron… Megg detuvo su marcha y se quedó allí. Vio a Shinpei recibir alegremente a Agatha y saludar a las demás sin reparar en su presencia o ausencia. ¿Realmente estaba tan enfadado como para ignorarla de esa forma? Ahora que todas las demás estaban allí con ellos, él, al no verla, tampoco intentó buscarla. Sus ojos parecían estar fijos en quienes se acercaron, aunque sus lentes podían engañarla. Pero su mirada no... ya está la sentía como la otra vez...
Extraño: (a Megg) ¡Hola!
Megg: (da media vuelta y observa que tras ella está parado un tipo alto, morocho... que se le hizo idéntico al hombre que intentó abusar de la rubia) ¿Eh?
Extraño: Si estás solita, ¿Por qué no venís a tomar algo conmigo? (Le agarra una mano)
Megg: (se suelta rápidamente) No... No... Yo vine con mis amigas...
Extraño: Pero si estás ahí solita. (Vuelve a agarrarla, pero del brazo jala de ella) Veni.
Megg: (levantando la voz) Soltame o grito.
Extraño: (cambia la simpática expresión por una malhumorada) ¿Vas a gritar? ¿Pero quién te crees que sos? Por más linda que seas, si tenés esa actitud de mierda... Ah, que pérdida de tiempo... (se va)
Megg se queda pensando un momento en esa frase, aunque no debería prestarle atención viniendo de donde vino... "Que actitud de mierda..." Inevitablemente la llevaba a Velfarre, a la discusión con Shinpei... Si, ella podía tener esa clase de reacciones desagradables. En cinco segundos... si, solo eso bastaba para liquidar la seguridad con la que llegó a Gaspanic, comenzó a llenarse de incertidumbre y pesar... incluso de arrepentimiento. "Selenia tiene razón..." pensaba, "soy yo la que se expone... no debí venir". Sin darse cuenta, se lleva las manos a la cara.
Voz frente a ella: Baka! ¿Qué estás haciendo?
Megg: (retira las manos y eleva la vista para encontrarse con el atractivo rostro del vocalista de Breakerz) Daigo-san?
Daigo: (comienza a empujarla hacia la reunión) ¿Quién te invito para que te quedes ahí parada como carnada para babosos?
Megg: (sin dar cuenta de que se está dejando conducir sin problemas) Pero...
Daigo: Pero nada.  Vamos allí y punto.
El vocalista conduce a la rubia hasta la ronda de gente, en la cual Shinpei ni reparo en su presencia, sino que se la pasaba lamentando la futura partida de su amiga Agatha. Mientras todos bromeaban y charlaban amenamente, Daigo susurró al oído de Megg que procuraría dejarlos solos en cualquier momento. Nuestra dulce protagonista se mostró extrañada por eso, pero entusiasmada al mismo tiempo, pues ella creía que no resultaba le simpática, y, sin embargo, ahora abogaba a su favor. ¿Cuantas sorpresas más guarda el líder de la banda?
Apenas comenzaron a escuchar buena música y vieron a Orochi y a dos de los argentinos, Diego y Jonathan, acercarse, pinto la hora de bailar. Selenia otra vez se fue con Diego, Charlotte con Akihide, Daigo agarro las manos de Agatha y la condujo a la pista antes de que Shinpei pueda hacerlo y este, ni lento ni mucho menos, invito a Saori, quien también estaba presente. Como Maya decidió bailar con en argentino restante, Atsuko y Megg... quedaron solas. A ninguna importo este detalle, así que decidieron moverse en la pista sin mayores preocupaciones. Solo que... en  un momento la muchacha japonesa noto que estaban rodeadas de hombres, y comenzó a desplazarse con la rubia para ahuyentar a aquellos hasta que ya ni sabían en donde estaban. No veían a los demás, parecían perdidas y en una situación así eran perfecta carnada para babosos...
La rubia comenzó a mirar hacia todos lados y pudo ver por fin a su amigo Hernán... rodeado de una multitud de japonesas que parecían sus fans. ¿Serían las chicas de aquí entumecedor San Valentín? Codeo a Atsuko para mostrarle lo que sucedía, y ésta casi estalla en carcajadas... como si ella lo hubiese planeado... hasta que se les apareció el muchacho latino, aparentemente molesto con la japonesa, quien se encogió de hombros casi al instante. Megg saludo sin más a su amigo.
Hernán: (a Atsuko, luego se saludar a Megg) Así que soy un tipo híper recomendable y no deberían dejarme pasar, Tsuki-chan... No sabía que tenías ese lindo concepto de mí.
Megg: (burlonamente) Parece que por fin vio tus encantos... (Mira hacia un costado y ve a Shinpei dirigirse hacia la barra... Agatha ahora bailaba con un hombre... desconocido para ella, mientras que Daigo estaba más charlando que moviéndose en compañía de la modelo Saori. Esta era su oportunidad) Chicos.
Hernán: (continua regañando a Atsuko) ¿Acaso sabes que estabas jugando con las emociones de esas chicas que querían conocer extranjeros? ¿Sabes que ellas tienen sentimientos?
Atsuko: Ellas quieren acostarse con algún extranjero, yo te estaba haciendo un favor.
Hernán: (como pensando) Eso querían, ¿eh? Bueno, las veo luego (se va).
Atsuko: (descontenta) Meggara, si ustedes quieren que yo mire a este tipo con buenos ojos, están muy equivocadas... (Ve hacia donde estaba su amiga, pero ya no la encuentra. Desvía la vista hacia donde creyó que estaban los demás, pero solo distinguió a un par de tipos, extranjeros y desconocidos, observándola con ojos interesados. Incluso parecían dispuestos a acercársele en cualquier momento... y ella no era demasiad buena para soportar esas presiones...)
Perece que al fin esos tipos decidieron a acercarse. Oh, no. Oh, no... Ya la muchacha planeaba huir de allí, dando media vuelta, pero choco con alguien.
Hernán: (entre risas) ¿Te creíste que me iba a ir con esas tipas? Nah, me gusta ser el cazador.
Atsuko: (para sus adentros, habla bajo) Como dijo Serenia, mejor animal conocido que por conocer... (A Hernán) ¿Bailamos?
Hernán: (rodea a Atsuko por la cintura) Espere tantas horas para que me digas eso. (Sin prestar atención a lo demás, ambos se dirigen a la pista)
Se preguntaran ustedes a donde fue Megg. Resulta que, al ver a Shinpei solo en la barra y a Hernán con su amiga, decidió acercársele para poder hablar con él de una vez. No importaba si el guitarrista se negaba otra vez, era capaz de perseguirlo hasta que la escuche. Realmente estaba dispuesta a todo. Entre tanta gente, no sentía vergüenza, pues nadie observaba sus acciones.
Shinpei se sentó en una butaca cerca de la barra, y junto a él, Megg tomo asiento sin ser notada y contempló silenciosamente el perfil del guitarrista, notando un cierto pesar a su alrededor… ¿Sería ella la causa? La pregunta era estúpida, pensó la querida rubia, pues no había otro motivo para entristecerlo que todas las cosas que sucedieron entre ellos… Increíblemente pasó un mes… desde la confrontación en Koochi, y después de eso, nuestra protagonista ya no volvió a verlo sonreír… o más específicamente, sonreírle. ¡Cómo extrañaba regresar al edificio en su compañía! Recordaba eso, y nuevamente se preguntaba porque no aprovechó ese tiempo con él… por qué no disfrutó más acompañándolo a los lugares a los que la había invitado… por qué nunca le dijo… lo que sentía, lo agradable que le resultaba tenerlo cerca… lo mucho que le gustaba… Tal vez así  él se hubiese sentido más seguro respecto a Kyunho…
Las bebidas llegan a manos de nuestro protagonista de lentes, y éste, al retirarse, encuentra fijos en su rostro los claros ojos de Megg y en ellos había una expresión de decisión, acompañada por la mueca de terquedad de su semblante. Prácticamente le gritaba: “No dejaré de insistir hasta que me escuches”. Shinpei retrocedió un paso, sorprendido por esto, pero tal cosa no logro convencerlo de hablar con ella, así que dio media vuelta y sintió un tirón en la camisa. Si quería avanzan, la tensión en su prenda se volvía más fuerte, así que pensó que estaba atascada. Cuando volvió la vista hacia atrás, encontró la pequeña y blanca mano de Megg aferrada.
Megg: (mirándolo a los ojos) Yo... tengo que hablar con vos y no voy a dejar que te vayas sin escucharme.
Shinpei: (como resignado) Está bien, hablaremos (cuando Megg lo suelta) Aunque no quiero hablar con vos (comienza a irse).
La rubia salto de la butaca para ir tras él a toda prisa, incluso volvió a aferrase a su camisa, pero esta vez del lado del hombro. Uso tanta fuerza que provoco un retroceso brusco, causando que él vuelque sin querer el contenido de una bebida sobre... su pecho. Megg, avergonzada busca en su cartera unos pañuelos descartables y, en vez de entregarlos al guitarrista, comienza a secarlo ella misma... pero al cabo de unos segundos, sobre todo después de ver como la tela mojada se ceñía al torso del protagonista de lentes... y de que ella lo estaba tocando...
Megg: (entregándole los pañuelos. Esta sumamente avergonzada, con el rostro colorado) Lo siento... pero esto no pasaría si de una vez me escuchas...
Shinpei: (agarra los pañuelos con su mano disponible e intenta secarse) Yo no tengo nada que agregar a lo que paso en el hotel... y no quiero escuchar si tenés algo más que decir. No te quiero escuchar.
Megg: (precipitadamente) Si estaba celosa... (Como ve que él le presta atención) De Agatha... Estaba muy celosa...
Shinpei: ¿Y eso justifica todas las cosas horribles que me dijiste en Velfarre?
Megg: Si aún estás enojado por eso, te pido perdón. En ese momento estaba tan furiosa que no pensé en tus sentimientos... ni...
Shinpei: No tenés una idea de cómo me sentí en ese momento, así que no acepto tus disculpas. (Al ver el afligido rostro de la rubia) ¿Lo ves? Ahora yo estoy siendo cruel, pero lo que veo en tu cara no es ni la décima parte del dolor que yo sentí.
Megg: No me digas eso, por favor... Ya admití que estaba celosa, ya te pedí perdón... ¿Qué más tengo que hacer para que... volvamos a ser los mismos de antes?
Shinpei: Vos todavía no lo entendés...
Megg: ¿Entonces vas a decirme cosas crueles hasta que sienta lo mismo que vos? Está bien... creo que sí puedo hacerlo, debería ser capaz de soportarlo...
Shinpei: Sabés bien que me cortaría los brazos antes de hacerte daño... y que prefiero recibir una paliza antes de ver que alguien te lastime. Por eso hice todo lo que hice...
Megg: (apenada) Y yo siempre te voy a agradecer que te preocupes por mí...
Shinpei: No tiene que ver con la preocupación... Me preocupo por otras personas, pero jamás haría por ellas lo mismo... La única razón que me mueve ignorar momentáneamente las cosas horribles que me dijiste con tal de que no salgas lastimada es el amor.
Megg se torna desconcertada y ni siquiera puede hablar debido a la impresión. Su corazón late desaforadamente y la sangre asciende sin frenos hasta ruborizar toda su cabeza. La rubia aún no tenía claro el significado de la palabra Ai [amor], pero, por la situación, el tono de voz que usó Shinpei al hablarle, su leve agitación y esa expresión adolorida en su semblante, pudo esbozar una idea, bastante acertada: Él… ¿dijo que la amaba? Que todo lo que hizo por ella, aún después de su crueldad, fue por… ¿amor?
Megg: (intentando acercarse y tocarlo) Shinpei… Shinpei yo…
Shinpei: No te acerqués. No dije todo esto para que me tengas lastima. Lo único que quiero es que, en adelante, trates de considerar lo que siento antes de decirme cosas tan crueles. Porque yo no soy una basura, sino una persona que tiene sentimientos, y como todas las demás personas, no merezco que los pisoteen desconsideradamente. (Se va)
La rubia se acerca a la barra tambaleando, para apoyarse en alguna butaca y no perder el equilibrio. Sus piernas temblaban, la fuerza abandonaba su cuerpo, las imágenes circundantes resultaban cada vez más borrosas, como puntos de colores brillantes. Extiende una mano en dirección  a donde fue el guitarrista, como si quisiera alcanzarlo. En cualquier momento perderá el conocimiento, lo sabe, pero con las escasas energías que tiene apenas puede murmurar: Shinpei… yo también… yo también te amo…Luego sucumbió ante la oscuridad…
Al día siguiente, despertó…Mentira, recobró la conciencia apenas unos minutos después, no se asusten. Vio a todos (si, todos) parados a su alrededor, abanicándola con las manos, observando atentamente su rostro. Parecían muy preocupados, y no era de extrañar, siendo tan cercano el episodio en Velfarre…Diego y Selenia estaban más cerca que los demás, él como médico, y ella por ser la primera en llegar. La tensión decreció cuando vieron que Megg recuperó el color y que ya podía pararse sola. Pidieron agua para ella, y mientras la rubia bebía, ya se preparaban para regresar a sus hogares.
Megg: Esperen… No quiero arruinar la despedida de Agatha. ¿Pueden quedarse un rato más? Yo ya estoy bien.
Agatha: (después de oír la traducción. Habla en castellano) Ya pasamos un buen rato aquí. Además, luego de este susto nadie quiere quedarse. (Sonríe con confianza) Yo la pasé muy bien, no te preocupes. Ahora volvamos a casa. Ya casi son las cuatro de la madrugada.
Después de una actitud tan comprensiva como esa, nuestra protagonista entendió que no podía reusar  a lo que dijo Agatha, así que acompaño a los demás. Como las demás muchachas del edificio planeaban quedarse hasta que cierre la discoteca, pidieron  dos taxis. Se despidieron de la banda y emprendieron el camino de regreso. Charlotte y Agatha aceptaron la amable invitación de Ginzo, quien se ofreció a llevarlas, mientras que Megg, Selenia y Atsuko compartieron vehículo, y lo mismo hicieron Tsugumi, Maya y Orochi.
El primer coche, el de Ginzo, dejó a la pelirroja en la entrada del edificio y siguió camino hasta el piso de Nakano. Juntos descendieron del coche, tomaron el ascensor y caminaron por el pasillo hasta estar frente a sus respectivas puertas. Cuando Agatha extrajo la llave para abrir, el japonés le llamó la atención en un extraño arrebato.
Ginzo: Agatha-san… (ve que ella se detiene y por un momento se queda sin palabras) Yo… Es decir… ya que la despedida terminó un poco más temprano de lo esperado… Quisiera compartir una última copa… ¿Le molesta?
Agatha: (levemente extrañada por la inesperada petición) Bueno… ¿Se trata de alcohol, verdad? (al ver que él asiente) Claro, no hay problema (guarda las llaves).
Tanaka abre la puerta de su departamento, siempre con un orden impecable, e invita a Agatha a tomar asiento en el sofá de la sala. Él hace lo mismo luego de acercar una botella fría y un par de copas, en las cuales vierte contenido  de un morado soberbio hasta la mitad. Invita a la extranjera a realizar un brindis por su próspero y feliz regreso a casa, y ambos beben casi hasta terminar.
Ginzo: Para ser sincero, Agatha-san, creo que voy a extrañarla. Ha sido una grata compañía en estos días.
Agatha: Gracias por tu sinceridad (extiende la copa para que él vierta en ella más vino). Creo que yo también hare lo mismo, pero… esto iba a pasar. Solo podía quedarme dos semanas aquí. Ya cumplí mi ciclo y debo irme. (Vuelve a beber) Estoy segura de que te acostumbraras a mi ausencia.
Ginzo: Aunque no lo creo así, espero hacerlo. Yo tuve muchas relaciones hasta ahora, pero esta es la primera vez que me siento cerca de una mujer.
Agatha: Es porque… tenemos gustos similares, y soy un poco más extrovertida que otras mujeres.
Ginzo: Tal vez sea por eso… o porque… Anata [2] wa Agatha-san desu.
Agatha: ¿Qué dijiste?
Sin palabras de por medio, Ginzo deja la copa a un lado y se inclina hacia Agatha, apoyando su boca sobre los gordezuelos labios de la latina. Unos segundos después se aleja, observando el desconcierto de las joven y lo confunde con cierto desagrado, así que emite unas rápidas y avergonzadas disculpas, que son aplacadas por ella, quien, haciendo con su bebida lo mismo que él, le rodea el cuello con un brazos, estampándole un beso carente de cualquier tipo de pudor. Llevado por este impulso, él la envuelve en sus brazos y permanecen en el sillón un buen rato, como si fuesen una sola criatura.
Agatha: (separándose un poco) El sillón es muy incómodo…
Ginzo: ¿Querés ir al cuarto? (al ver que ella asiente, se separan un poco más y emprenden el corto camino hasta la habitación)
Tanaka se quita el saco y Agatha, poseída por un frenesí, arremete nuevamente contra él, aprisionándolo entre sus brazos y llevándolo con rapidez hacia la suave superficie del colchón en el que los dos se tienden. Ginzo vuelve a apartarse para retirar las sandalias negras que ella llevaba en los pies, mientras que la latina le sustrae el cinturón y comienza a desabotonar su camisa. Este hombre japonés ya estaba contagiándose de las maneras de la viajera, quien no presentaba reparo alguno para mostrarse ágil y precipitada al principio, pero suave y cálida después, sobre todo al final. Nunca, sin embargo, cedió el control. Ella llevó las riendas todo el tiempo, hasta quedar satisfecha y dormida junto a él, tapados bajo las mismas sábanas.
Solo el testarudo sonido del timbre la despertó cerca del mediodía. La arranco del sueño solo a ella pues Ginzo ni fue afectado. Él seguía tendido allí, así que la extranjera no tuvo mayor problema en irse silenciosamente, juntando su ropa y vistiéndose con mucha rapidez. Llego hasta la puerta, impidiendo los ladridos de Nastu, y espía que es lo que sucede afuera: Charlotte estaba destrozando el porteo eléctrico del edificio, que tenía una cámara, con sus constantes insistencias. En ese momento recordó que el sábado acordaron hacer un almuerzo de despedida... y ya eran más de las doce... Intentó abrir la puerta lo más rápido que pudo, pero Ginzo tenía las llaves. ¿Debía despertarlo para pedírselas?
Ginzo: (ya despierto y a medio vestir) ¿Qué es ese ruido?
Agatha: Es... Charly. Le prometí que almorzaría con ella y las chicas del edificio.
Ginzo: (extiende una mano hacia una caja montada en la pared, abrió la pequeña puerta y saco el juego de llaves y abre la puerta) Parece bastante desesperada. Anda a atenderla. Yo abro desde aquí.
Agatha asiente, se despide con amabilidad y regresa al departamento para cambiarse de ropas a toda velocidad y recibir por fin a su hermanita.
Charlotte: (entrando al departamento) ¿Sabías que Tanaka-san dejo las colgado el auricular?
Agatha: ¿Que queres decir?
Charlotte: (apuntándola) despertaste en su departamento, no te hagas. ¿Qué hiciste? ¿Sabés quién es Tanaka-san?
Agatha: ¿Y que querías que haga? ¿Vos viste lo que es ese tipo? Me tentó... y yo no iba a desaprovechar la oportunidad...
Charlotte: Los amigos con derechos que tengas sabes que no me importan demasiado. Pero este hombre... es el jefe de la perra esa, de Ximena. Es el que me eligió como cara de la marca…
Agatha: Yo pensé que se conocían de casualidad… (Dándose cuenta) Espera… ¿Ginzo trabaja en el mundo de la moda?
Charlotte: Si, pero desde el marketing. No lo imagines diseñando, sino haciendo casting de modelos.
Agatha: Me alegro…
Charlotte: Espero que al menos le hayas hecho para un buen momento.
Agatha: De eso no te quepa ni la menor duda…
Charlotte: Lo que digas, lo que digas. Duchate así vamos que ya nos están esperando. Yo voy por agua.
Sin mayor problema, Agatha fue al baño después de escoger una nueva muda, mientras Charlotte descansó en el sofá después de haber estado parada afuera tanto tiempo. Se torturaba pensando si lo que había sucedido entre Tanaka y su hermanita la perjudicaría o no. Raramente, otra idea no venía a su mente. Por ella no estaba demasiado preocupada, esa tarde partiría a Argentina y ya conocía bien el tipo de relaciones que sostenía con ciertos amigos. Lo la veía enamorada de Ginzo ni mucho menos. Pero quien se quedaría en Japón, soportando los acosos de Ximena era la pelirroja, y si podía contar con algún tipo de contacto que le permita deshacerse de la mujer morena, bienvenido sea.
Cuando Agatha salió del baño, luciendo más despierta y radiante, ambas hermanas partieron hacia el edificio: donde ya las esperaban con una comida abundante para despedir a la viajera y desearle un buen retorno. Almorzaron omuraisu y shabu shabu, acompañado por mugicha [3] y anmitsu. La evolución en el manejo de cubiertos por parte de la extranjera, todo esto debido a las pacientes enseñanzas de Ginzo en las varias cenas y algunos almuerzos que compartieron durante su estadía, siempre que no iba a algún bar con pool invitada por el guitarrista de lentes y sus amigos. Ellos dos, junto con las muchachas y los lugares bonitos que conoció, convirtieron el vieja en una experiencia inolvidable. Al momento de alzar el vaso para brindar, ella dedico unas palabras metales a todos, agradeciendo por... alegrar su permanencia en Japón.
Las seis de la tarde estaban cada vez más cerca. Mientras las chicas ordenaban silenciosamente el departamento y las cosas de Agatha dentro de las maletas, poniendo en una de ellas la ropa de invierno que la viajera les había pedido, esta dormía una linda siesta de una hora y media. Después de despertó, tomo un buen baño, comió algo con las muchachas, y ya partieron hacia el aeropuerto, donde la esperaban Shinpei con la banda,  Ginzo y hasta los argentinos, quienes hicieron muy buenas migas con ella.
Agatha despachó el equipaje sin mucha dificultad y realizó los tramites de la aduana, mientras sentía un peso en el corazón por abandonar Tokyo, dejando nuevamente a su hermanita… pero afortunadamente no estaba sola: contaba con nuevas amigas, con un nuevo “amor (ustedes y yo sabemos que así es”, y por sobre todo, con Selenia y Megg, quienes habían cuidado bien de ella hasta ese momento. Charlotte ya le había contado todos los problemas que tuvieron que atravesar, los cuales le hicieron notar cuan afortunada era por la compañía que tenía: siempre podía contar con la simpática protagonista para que la cuide, ayude y relaje, y con la rubia extranjera para que la anime dulcemente y le comparta sus  atinados puntos de vista. "Esas tres", pensaba Agatha, "realmente se han vuelto amigas".
Ya todo estaba listo, y el avión próximo a partir. Por el altavoz anunciaban el poco tiempo que quedaba, así que invitaban a los pasajeros a acercarse para abordarlo.
Agatha: (mirando a todos) Bueno… Las mini vacaciones terminaron. Es hora de volver a casa.
Shinpei: Agatha… Voy a extrañarte mucho (se abrazan)
Agatha: (mientras estrecha a nuestro protagonista de lentes) Ya no seas tan duro con Megg, ella te quiere. Confío en que la vas a cuidar como hasta ahora. (Se separa de él y lo ve asentir. Luego se acerca al guitarrista pelilargo) Adiós, Akihide.
Akihide: Que tengas buen viaje, Agatha-san. (Breve reverencia) Espero que hayas disfrutado tu estadía aquí.
Agatha: (con cierta confidencialidad) Tenés que estar muy seguro de lo que sentís, porque se te viene algo difícil, yo lo sé. Pero valdrá la pena, eso no lo dudes. (Se acerca al vocalista) Adiós, Daigo Naito.
Daigo: Sayonara (pequeño abrazo, termina en un segundo) Regresa y contá tus aventuras en Japón.
Agatha: Aunque me hayan dicho cosas malas sobre vos, mi intuición me dice que en verdad sos una buena persona (se acerca a los argentinos, que la abrazan los tres a la vez) Muchachos, ustedes son unos copados. Reunámonos en Argentina (a Hernán). Seguí remándola, que vas bien. (A Diego) Sacate a esa perra de la cabeza (rie al ver su sorpresa. Luego habla a Jonathan) Vos te mereces a alguien mejor…
Charlotte: (ofendida) ¿Perdón?
Agatha: Me refiero a alguien que lo quiera. (Se acerca a la morocha protagonista) Te extrañaré, mi compañera de películas (se abrazan) Cuida de Charlotte y Megg como hasta ahora. Yo sé que vas a estar bien.
Selenia: (separándose de Agatha, le sonríe con entusiasmo) Nos vemos en tres meses, amiga.
Agatha: (ahora habla con Megg y se para frente a ella) Espero que pronto se solucionen tus problemas, amiguita (se abrazan).
Megg: Gracias, Agatha. Agradezco mucho que hayas venido. (se separan) Que tengas el mejor de los viajes, y dejale muchos saludos a mi familia.
Agatha: (frente a su hermana, enumera con los dedos. En español) Cuidate, pórtate bien, usa forro, decile no a las drogas…
Charlotte: (casi se le abalanza encima) Che, no exageres. (Se calma) Gracias por venir, Agatha. Lamento haber estado tanto en la mía y no prestarte la debida atención. (Abraza a su hermana) Te quiero, hermanita. Que tengas buen viaje, y abrazá a nuestros padres por mí.
Agatha: (corresponde al abrazo) Así lo hare. (Deja a Charlotte y va a saludar a las muchachas japonesas) Chicas, cuídense mucho.
Maya: (al borde de las lágrimas) Vamos a extrañarte, Agatha-san.
Agatha: No llores. (a las tres) Entiendo por qué las chicas se volvieron amigas de ustedes, son muy buenas personas.
Tsugumi: Que tengas buen viaje, Agatha-san.
Atsuko: Y aprovecha todo lo que aprendiste aquí. Come mucho sushi.
Agatha: Lo haré su puedo. (Ahora va hacia Ginzo) De todas las personas que conocí aquí, sos unas de las mejores. Muchas gracias, Ginzo.
Ginzo: Yo gradezco el poder conocerte, Agatha… Me mostraste un tipo de gente… que lamentablemente desconocía hasta ahora. (Le dedica una breve reverencia) Adiós… y que tengas un viaje tranquilo.
Agatha: (lo abraza rápidamente) Gracias. (Se separa de él con igual velocidad) Muchas gracias a todos por venir.
La extranjera comienza a acercarse la zona de embarque, donde entrega su pasaje y pasaporte. Se los devuelven segundos después, deseándole buen viaje en japonés. Ya camina hacia las escaleras mecánicas, dando antes media vuelta para saludar a los lejos. No había mucha fila, afortunadamente, o la mayor parte de la gente ya había abordado. Presenta por última vez su documentación antes de subir al avión, despidiéndose de Japón, de las protagonistas, y de todas las personas agradables que conoció. “Agatha”, se decía, “esta vez sí que fuiste lejos…” 

Día lunes, por la mañana.
Kishimoto: (molesto) A partir de ahora, les prohíbo los hombres.
Megg: (extrañada) ¿A qué se refiere?
Charlotte: (indignada) No, sensee. Eso no puede prohibirlo. Nosotras estamos cuidando nuestra conducta, pero no puede decirnos eso. Tenemos derecho a llevar la vida que lleva cualquier mujer.
Kishimoto: (apunta a la pelirroja) Usted tuvo el descaro de meter un hombre al edificio, a un lugar donde viven chicas decentes. (Ahora, a Megg) Y usted fue capaz de ir a buscar a un hombre a su trabajo, causando revuelo. Si yo me entere de todo esto, cualquiera puede hacerlo. Y yo no permitiré que ustedes ensucien la reputación de esta universidad. ¿Quedó claro? Si vuelvo a enterarme de que tienen enredos con hombres… elevaré mi informe y las haré echar de inmediato. (Indica hacia la puerta) Ahora abandonen mi oficina antes de que pierda la poca paciencia que me queda.
Las dos muchachas salen de allí rápidamente, sin necesidad de alguna repetición. En sus rostros es evidente la angustia que sienten por las palabras del preceptor, captada por los compañeros que aguardaban, expectantes y evidentemente satisfechos, a la salida de la oficina. Mientras avanzaban, oían múltiples murmuraciones contra ellas, llenas de exageraciones y mentiras. ¿Hasta cuándo podrían soportar esa situación, ser el ojo de la tormenta todo el tiempo, las víctimas de los chismes y comentarios por lo bajo? Al menos Selenia se salvó esta vez, evitó los problemas, y como no tenía enredos con hombres, quedo fuera de la mirada aguda de Kishimoto, pero lo mismo no sucedió con sus amigas, cuya “nula” dignidad estaba en boca de todos.
Nuestras protagonistas no quisieron hablar de ello por el momento, y evitaron el tema con Selenia y con las demás muchachas del edificio, aunque su pesar era muy evidente. Para no empeorar las cosas, las chicas decidieron callar los chismes que habían escuchado, y conversaban de asuntos triviales, intentando lucir animadas y levantar los entusiasmos decaídos de Charlotte y Megg.
Llegó la hora del trabajo. Charlotte acudió a los ensayos para el desfile, que se realizarían en dos horas por semana. Luego, fue a White Dream, una subagencia de Being group, mismo de ZR, que manejaría su incipiente carrera en el mundo del modelaje y que, para “colmo” (es como una bendición mezclada) tenía su sede en el mimo edificio que la productora, unos pisos arriba. A Megg le tocaba permanecer más lejos, en la tienda de discos, preguntándose cómo haría para acercarse a Shinpei sin correr el riesgo de perder el intercambio y la beca. Selenia, por su parte, tuvo que ver como Obatta, enterado de los rumores, plantaba tremendo sermón a Shinpei y Akihide, en favor de la decencia de la rubia y la pelirroja. Ustedes se la pasan tentando a dos muchachas extranjeras que necesitan esta oportunidad para comenzar su desarrollo profesional, les decía. Seguramente Kishimoto, sabiendo quienes eran los hombres “enredados” con las muchachas, llamó a ZR para advertir… Maldito metiche, pensó la morocha, por eso estaban depres las muchachas.
Daigo: (con curiosidad, a Selenia) ¿A vos también te prohibieron los hombres?
Selenia: Ni falta hace. Estoy más sola que huérfano en navidad, pero eso no me molesta.
Daigo: Esto es el colmo del ridículo. ¿Prohibir los hombres? Ese tal Kishimoto debe ser tan amargado como Oba-san.
Obatta: (a lo lejos) ¡Te escuche!
Daigo: No me importa. (A Selenia) que tus amigas esperen un tiempo prudencial, hasta que la situación se calme.
Selenia: Las muchachas están cansadas de todos esto… no lo sé, pero lo imagino. Siempre hay un obstáculo… Es muy duro.
Daigo: Se supone que así es todo en la vida. Si la gente se rindiera tan fácilmente, tendríamos una sociedad llena de improductividad.
Obatta: Cállense y vengan aquí. Tenemos que sacarles las medidas para los trajes del Spring Fest. Empezaremos hoy con los artistas de la casa, el miércoles y jueves llegarán los extranjeros. Recuerden que el viernes hay un tema de arriba que yo no manejo, así que no habrá jornada de trabajo. (golpea las palmas) A trabajar.
Durante varias horas, Selenia se la pasó anotando las medidas de cada uno de los artistas de ZR, Fusanosuke Kondo, Chii Mimoto, Jass Mine, Keiko Utoku, Ryu, Dimension, Feel so bad, Cosmoquad, Air Jazz, Spica y Crazy Dogs [4], y por supuesto, Breakerz. Con los dedos entumecidos de tanto escribir, y la garganta seca pro repetir toda la información a Obatta, nuestra protagonista salió de la oficina para beber algo, y después de obtener una lata, planeaba dar un cómodo paseo por los pasillos hasta deshacerse de la tensión. Pero su recorrido no duró demasiado, ya que poco antes de la mitad, se le apareció Daigo Naito, quien le pidió que lo acompañe a un lugar. Después de asegurarse de que no estaba detrás de ello su familia, sobre todo la madre, accedió a acompañarlo sin demasiada seguridad. Digno hijo de Naito-sama, siempre sale con alguna sorpresa.
Los dos entraron al ascensor, y Daigo apretó el botón del último piso, así que aguardaron en un silencio incómodo que termine el recorrido del elevador. Cuando se abrieron las puertas metálicas, ambos salieron de allí, el silencio continuaba. Ya se tronaba a una situación demasiado incómoda, Selenia estaba a punto de romper el hielo estrepitosamente, pero las palabras murieron antes de salir de su boca una vez que el vocalista despejó el acceso a la terraza, que tenía una vista espectacular de la ciudad.
Selenia: (camina rápido hasta el borde del techo, protegido con barandas) ¡Wow! Que buena vista.
Daigo: Hace bastante que no vengo por aquí, serán ocho meses. Vengo cada vez que necesito ver a toda esa gente pequeña… iguales a mí de cierta forma.
Selenia: (extrañada) ¿Para sentir que tus problemas no son tan graves?
Daigo: (acercándose a ella, se para a su lado) ¿Sabés por qué te pedi que me ayudes a sacar las cosas de Anna del departamento?
Selenia: (piensa) No sé. Tal vez necesitas una patada para decidirte, y es muy seguro que yo te la dé.
Daigo: (negando con la cabeza) No. (se torna serio) Escuchame bien, Serenia Gonsaresu… (Nuestra protagonista siente escalofríos) a partir de este momento, entre nosotros no existirán secretos y siempre nos hablaremos con la verdad, ¿entendido?
Selenia: Eso no es difícil para mí… Casi siempre lo hago.
Daigo: ¿Sabés a qué me refiero cuando digo esto?
Selenia: (trata de deducir que piensa Daigo mirándolo a los ojos) Ah… (Parece encontrar su respuesta) Ya entendí… entendí… (Palmea su hombro) Tomodachi desu [5].
Daigo: No. No me refiero a eso. No tiene que ver con la amistad lo que estoy proponiendo.
Selenia: (lo piensa más) Entonces… ¿por qué…? (comienza a mirar hacia todos lados, a Daigo, al resto del mundo, con ojos bien atentos) ¿Dónde está? ¿Dónde está la cámara oculta?
Daigo: (extrañado) ¿Qué cámara oculta? (intenta sujetar a Selenia, pero esta se mueve demasiado rápidamente para su gusto. Después de varios intentos, por fin pudo agarrarla, e inmediatamente la rodeo con los brazos, para total sorpresa de esta) ¿Ahora lo entendés?
Selenia escucha los acelerados latidos del corazón del cantante como si se trataran de los suyos, también desaforados, más aún con lo que estaba sucediendo. Un leve temblor comenzó a apoderarse de todo su cuerpo, pero no tenía que ver con el temor, sin con un manojo de nervios. Él también estaban nerviosos, los dos estaban siendo sacudidos por las mismas sensaciones. ¿Desde cuando… desde que momento… la distancia entre ellos se convirtió en algo meramente físico? La morocha levantó la vista y se encontró con los ojos de cantante fijos sobre los suyos, llenos de una intensidad que no había visto hasta entonces. Ella no sabía qué hacer. Estaba paralizada por el nerviosismo, intentando contener sus deseos truncados para que no se apoderen de su voluntad. Daigo la tenía hipnotizada y presa entre sus brazos al mismo tiempo, pero lentamente la dejó libre, sujetando ahora solo su rostro. Selenia no se movía, permanecía en la misma posición como una estatua, y solo dejó caer lentamente sus párpados superiores a medida que el vocalista acercaba su rostro… y juntaba sus carnosos labios con los de ella.
Selenia le rodeó el cuello y los hombros con sus brazos lentamente y sin vacilar. Ustedes, incluso yo, podemos preguntarnos si está bien lo que hace, pero ella no indaga sobre sus reacciones. Solo es arrastrada por aquellos deseos que muy en el fondo guardaba para sí misma, idénticos a los que Daigo venía conteniendo desde hace un buen tiempo… hasta que dijo basta. Ya no podía seguir ocultando lo que sentía por nuestra morocha protagonista. No se trataba de una mujer bella como las que él escogía, ni tenía el cuerpo delgado que prefería. Tampoco era muy femenina en su forma de comportarse o de hablar. Es más, él estaba inclinado hacia chicas calladas y serenas, todo lo contrario a la simpática extranjera... ¿entonces por qué? Solía preguntarse, pero simplemente no había explicación. Sentía lo que sentía y punto. Ya no iba a esconderlo más, y menos después de haberse dado cuenta de que Selenia y Anna no tenían parecido alguno.
Selenia: (luego de un rato en silencio) Quisiera aclara una cosita: ¿Yo quedaría ahora como las chicas de los sábados? Porque si es así, paso.
Daigo: No. Generalmente son ellas las que vienen a seducirme.
Selenia: (extrañada) Y Saori-san?
Daigo: Eso fue lunes, no sábado (antes de que Selenia replique). Si, hoy es lunes, pero de todas formas esto y eso no son lo mismo.
Selenia: ¿Cuál es la diferencia…? (recuerda) Ahh (se muestra seria) Yo sé tus intenciones y no te creo.
Daigo: Yo no le mentí… y (se agarra de la cabeza) ¿por qué las mujeres necesitan poner todo en palabras? Acabo de pedirte que confíes en mí y seas honesta conmigo, asumiendo que yo voy a hacer lo mismo. Nos besamos… ¿eso tiene algún sentido para vos?
Selenia: (reflexiona) Creo que... ahora t entiendo… ¿Pero que va a pasar si te llaman las mujeres de los sábados? No lo pregunto por celos, sino que… puede resultar muy incómodo para mí.
Daigo: Si te sirve esto, no estuve con mujeres los últimos cuatro… las últimas cuatro semanas.
Selenia: Debe ser duro, ¿verdad?
Daigo: (sujeta repentinamente el rostro de nuestra protagonista y la besa) No demasiado. Ocurrió algo que me hizo cambiar de opinión respecto a eso, y no tiene que ver con mi familia… Ni con posibilidades de tener sida, yo siempre me cuido. Solo que… Me di cuenta de que es algo muy banal y vacío que no tiene sentido.
Selenia: Creo que entiendo… (Cambia de tema, con entusiasmo) Hoy y mañana son los últimos episodios  del dorama, así que podre ir después a ayudarte con lo del departamento…
Daigo: No. Lo dejaremos para el viernes. Ese día no hay trabajo.
Después de decir eso, Daigo recibió un mensaje al celular, en el que Shinpei le preguntaba si vio a Selenia, pues Obatta la estaba buscando. Por esto, ambos tuvieron que regresar a la oficina del encargado de vestuario. ¿Que pretendía este hombre? “Cuidar” a Selenia de la tentación que implicaban los asiáticos para que no reciba una prohibición como Meggara y Charlotte, así que… le dejaba los días miércoles y jueves libres para que no vea a los artistas extranjeros. Si Obatta supiera que el cuidado llegó muy tarde… Ante tal noticia, la morocha protagonista pregunto al vocalista de Breakerz si seguía en pie lo del viernes o podían adelantar, pero como él si tenía que trabajar, no modificaron la fecha.
El martes hubo trabajo normal, apuntando medidas hasta que se le entumeció la mano, y tuvo la última oportunidad semanal de ir hasta a la terraza del edificio para hablar con Daigo, algo que cambió drásticamente desde ese lunes. Selenia no había hablado con sus amigas de lo acontecido con el vocalista, pues ni siquiera ella entendía bien lo que sucedió. Además, después de que ellas recibido semejante prohibición truncadora de romances, no tenía idea de cómo reaccionarían. Quizás les parecería injusto, o no estarían de acuerdo y la cuestionarían, dada la imagen que tenían ellas del soberbio protagonista. En cierta forma, Selenia aún no era consciente de que tanto la rubia como la pelirroja cambiaron lo que pensaban de él; tiene algo bueno, se decían.
En público, Daigo apenas tenía tiempo de mirarla, pero en la terraza podía mostrarse menos distante, incluso se acercaba para tener contacto con ella, situación que se la hacía cada vez más cómoda, y además le demostraba cuales eran las intenciones del vocalista. Sin embargo, si estaba equivocándose, sabía bien que la última decisión estaba en sus manos y en su conciencia.
Daigo: (antes de que tengan que regresar de la terraza, le extiende un celular) Toma. Es para Charotte, de parte de Akihide. Con esto de la prohibición, es mejor que no se vean por un tiempo. Pero no hay problemas con los mensajes y las llamadas, ¿o sí?
Selenia: (emocionada, agarra el celular) Que buena idea… ¡Aki-san es un genio!
Daigo: Yo le sugerí que lo haga, ¿sabes?
Selenia: ¡Entonces sos un genio! Cuando se lo dé a Charlotte va a ponerse muy contenta.
Daigo: Las cosas van a mejorar. En cuanto a Shinpei, él está más tranquilo ahora, y sabe que con la prohibición Meggara no se le puede acercar, pero ya idearemos algo.
Durante miércoles y jueves, Selenia se la pasó leyendo y preguntándose involuntariamente que estaría pasando en ZR, y qué artistas internacionales estaban realizando mediciones para Obatta, quien lo ayudaba con eso, entre otras cosas (que tan buenos estaban, etc… Ah, sí, también pensó en Daigo). Un día después de recibir el teléfono, Charlotte contestó la primera llamada de Akihide, con una ansiedad que asustaba, pero que no espantó al guitarrista, bastante contento de poder hablarle. Megg ya había terminado su tarea semanal, y se la pasaba investigando una receta en internet y practicando con la cocinera… ¿Qué tramaba esta rubia protagonista?
¡¡Llegamos al viernes!! La parte culminante y picante del capítulo. El edificio donde había vivido Anna y Daigo era muy alto, pero parecía menos lujoso que el que compartía la banda. Lucía perfectamente normal, como el que elegiría cualquier familia. Raro para tratarse de quien se trataba. El vocalista no le permitía husmear demasiado, ya que su idea era sacar los recuerdos rápidamente para poder vender ese departamento y dejar atrás aquella dolorosa historia.
Subieron en el elevador hasta el piso decimoquinto, y de allí caminaron unos metros por el pasillo. Apenas vio la puerta del departamento, Selenia se sintió invadida por un mal presentimiento, como si en aquel lugar fuese a ocurrir algo malo. Había energía negativa en ese lugar, y esta se expandió, según las sensaciones de nuestra protagonista, una vez que Daigo abrió la puerta… y se mostró extrañado. Todo estaba a oscuro, con las ventanas cerradas y las cortinas cubriendo la luz. El vocalista tuvo que encender la lámpara eléctrica, solo para ver el desorden: objetos en el suelo o dispersos por allí y allá, papeles y fotografías en la pared, como si hace poco tiempo alguien hubiese habitado el lugar.
Avanzaron lentamente, sorprendidos por lo que veían. El vocalista murmuraba que la última vez que estuvo allí, hacía ya dos meses, el orden era impecable. Daigo pidió a Selenia que lo espere cerca de la entrada mientras él revisaba el resto del departamento. Quitando la sala, conectada con la cocina y el comedor, el resto del lugar estaba en perfecto estado. Nada fuera de lugar, pero sí sumido en la oscuridad.
Daigo: (regresando a la sala, donde aguardaba Selenia, inquieta, pues ya comenzaba a juntas los objetos esparcidos por el piso) En la habitación (indica hacia atrás de él), dentro del ropero, hay unas cajas con cosas y Anna y fotografías suyas en la pared. Sacalas de ahí y ponelas en las cajas.
Selenia asiente y va lo más rápido que puede hasta allí. Para ella, el aire del lugar estaba viciado, no quería permanecer mucho tiempo en ese departamento, pues sentía incluso que le costaba respirar. Así que tomo las cajas, se acercó a la pared donde estaban las fotografías, agarro la primera… y sin darse cuenta, comenzó a verlas una por una… Anna sí que era bonita. Tenía una belleza atípica que podía resultar muy llamativa. Y podía gesticular muy bien, sus muecas resultaban muy divertidas. Ya había retirado todas de la pared, pero se quedó mirándolas como hipnotizada. Por las imágenes que vio entre Daigo y la muchacha, notó que había compartido recuerdos muy felices en ese hogar. Si, era todo un hogar. Aunque no estuviesen sonriendo, se notaba la dicha que compartían. El vocalista lucía muy diferente en aquel pasado a solo dos años de distancia. Era un hombre competo, nada le faltaba, tenía el mundo entero cuando estaba con Anna… y todas estas visiones provocaron que nuestra protagonista sonría dolorosamente para sí misma, preguntándose si algún esa felicidad… que quedaría solo en las fotografías.
Apenas escuchó  unos pasos acercarse, guardó todo en las cajas, excepto una fotografía terca que se quedó en su mano, mientras las apilaba, murmuraba a nuestro soberbio protagonista que la mujer de su pasado, Anna, era muy bonita. Como no escucho una respuesta, guió sus ojos hacia el umbral de la puerta, donde una muchacha de cabellos negros, lacios y largos la observaba en silencio. Tenía un rostro muy bello, pero con expresión triste… y le resultaba muy familiar…Selenia desvió inconscientemente la vista hacia aquella imagen obstinada, en la cual estaba… la chica que continuaba observándola fijamente.
Dentro del pecho de Selenia, su corazón casi salta, comenzó a galopar con muchísima velocidad, acompañado de un sudor frío en todo el cuerpo, respiración entrecortada y un temblor en las piernas que le hace perder el equilibrio. La muerta estaba allí, mirándola llena de dolor, mientras que su cabello y la ropa negra que llevaba se fusionaban con la oscuridad del pasillo, a tal punto que se volvía una especia de cabeza flotante. La muerta adelanto un paso y apoyó su mano en el umbral, empeorando las sensaciones de nuestra protagonista, quien quisiera alertar a Daigo, pero tiene las cuerdas vocales dormidas. Siquiera un sonido gutural brotaba de su boca.
Anna: (murmurando suavemente) ¿Quién sos?
Selenia: (reactivada, pero aún muerta de miedo) Da… Daigo-sama.
Daigo: (desde la sala, mira hacia el pasillo) ¿Qué sucede?
Desde donde está, distingue la silueta que ahora lo observa y que poco a poco le resulta más y más familiar… hasta que comprende de qué… o de quien se trata. Retrocede un paso, pero inmediatamente lo rehace, sintiendo la necesidad de acercarse y comprobar si se trataba de una ilusión, pero eso no fue necesario ni permitido. La muerta lo vio, y en su rostro de dibujo una expresión de miedo, corrió en dirección la vocalista y cuando estuvo cerca de él, cambio de dirección y huyo por la entrada principal. Nuestro protagonista se quedó paralizado por la impresión y también por el susto de ver a Anna acercarse tan rápidamente, sabiendo que… ella ya no pertenecía a este mundo. Mientas tanto, al ver que el fantasma corría hacia Daigo, pero sin sentir sus pasos, Selenia se alarmó, la inquietud reemplazó al temor, y se apresuró a llegar a la sala para ver lo que había sucedido. ¿Dónde estaba la muerta?
Selenia: (intentando hacer reaccionar al pasmado vocalista) Daigo-sama… Salgamos de aquí.
Daigo: ¿La viste? Ella estaba aquí… aquí mismo. Ella desordenó todo esto.
Selenia: Vámonos antes de que el fantasma regrese (tira de uno de los brazos de Daigo) Vamos.
Daigo: No, ella no es un fantasma. Ella…
Selenia: (Lo zamarrea) Daigo-sama, ella está muerta desde hace dos años. Lo que vimos es un fantasma, vayámonos de aquí.
Daigo: (reaccionando) Es verdad… Anna está muerta. (Agarra a Selenia por un brazo) No permanezcamos más tiempo en este lugar.
Juntos abandonan el edificio y se acercan hasta el automóvil del vocalista a toda prisa, todavía dominados por la impresión… ¿Lo que vieron era real? ¿En verdad se trataba del espectro de Anna que llegó allí para evitar que retiren sus cosas? ¿Por qué apareció primero ante Selenia? ¿Acaso ese era el motivo, la nueva relación de Daigo despertó su furia? Tantas películas asiáticas de fantasmas tenían sus repercusiones en ellos, pues durante el camino miraban hacia todos lados, no sea que el del vehículo de al lado sea Anna, o la señora  que paseaba a un niño… cualquiera podía transformarse en ella dentro de sus mentes invadidas de paranoia.
 Por fin, después de un largo camino, Daigo detuvo el coche… en el puerto de Tokyo. Selenia pensó que el vocalista ideo un paseo viendo el mar para poder relajarse, así que lo siguió, pero cuando vio que él extraía un bolso del portaequipaje, pequeño aunque bolso al fin, entendió que algo no estaba bien.
Selenia: Daigo-sama… ¿Y ese bolso? ¿Te vas de viaje?
Daigo: (tranquilo) Debo dejar esto en un Yate. Acompañame.
Selenia: Bueno, de paso miro el mar.
Todo estaba muy bien, caminaron relajándose un poco con el sonido de las olas, el olor a mar, a arena, el atardecer anaranjado volviéndose azul y las primeras estrellas en el cielo, aunque estas también indiquen que la oscuridad es próxima. Daigo se acercó a uno de los yates amarrados al puerto, en el cual un hombre lo reconoció y le permite la entrada. Selenia espero un momento afuera hasta que el vocalista la llamó para que entre también. Ella accedió no muy convencida, por esto no avanzó mucho más. Vio a nuestro protagonista regresar sin su bolso… otro detalle extraño.
Daigo: En marcha.
Selenia entendió que ya debían retirarse de allí, así que emprendió camino a la salida… Pero vio al hombre que los recibió desamarra el yate, que comenzaba a separarse del puerto…
Selenia: (acercándose a Daigo) Que detengan esto, yo todavía no me baje.
Daigo: (un poco más animado) ¿Te gustaría pasar un fin de semana en Hakodate?

Aclaraciones:

1 ¿Honto? O ¿Honto ni? Es ¿Verdad?
2 Anata es un tú muy cercano, se utiliza para hablar entre personas que tiene una relación de estrecha confianza, por ejemplo: entre novios que conviven. En este caso, Ginzo está mostrando su predisposición hacia Agatha.
3 Mugicha: tisana hecha de cebada tostada, el té suele considerarse una bebida refrescante de verano en Japón, pero aquí hacemos una excepción. La tisana es una bebida que se consigue al hervir determinadas combinaciones de hierbas o especias en agua.
4 Son artistas de Zain Records.
     5 Tomodachi: amigo/a