Lo que pasó después:
Entre que Akihide y Charlotte retomaban el diálogo en el edificio, los tres intentos de rescatistas regresaban ZR. Dos de ellos trataban de convencer a Shinpei de que deje de hacerse el difícil con Megg y la perdone de una buena vez, pero él parecía no escucharlos. Lo único que se limitó decir fue que, tal como ella en Velfarre tenía razones para decir lo que dijo, lo mismo sucedía con nuestro protagonista de lentes.
Entre que Akihide y Charlotte retomaban el diálogo en el edificio, los tres intentos de rescatistas regresaban ZR. Dos de ellos trataban de convencer a Shinpei de que deje de hacerse el difícil con Megg y la perdone de una buena vez, pero él parecía no escucharlos. Lo único que se limitó decir fue que, tal como ella en Velfarre tenía razones para decir lo que dijo, lo mismo sucedía con nuestro protagonista de lentes.
En ZR, lugar al cual Akihide no regresó, ellos continuaron con los preparativos. La banda ensayaba sin el guitarrista principal, mientras nuestra simpática protagonista terminaba las ordenes que le dejó Obatta. La semana siguiente llegarían las bandas nacionales invitadas para el Spring fest a realizar la pruebas de vestuario. Sería Obatta el encargado de vestir a los artistas, así que, desde entonces, se la pasarían cosiendo y cosiendo... Como ya lo imaginaba, le dolían las manos de la nada. El trabajo era duro, Daigo no resultó ser como ella pensaba... ¿por qué seguía allí? Ah... se llevaba bien con todos sus compañeros y ya estaba acostumbrada a que ZR forme parte de su rutina.
Saliendo de la productora y lanzando su fuerte jadeo habitual, se disponía a regresar al edificio, cuando una voz la llamó desde atrás de donde estaba: desde la entrada de ZR.
Ryoko-san (Sra. Naito): Serenia...
Selenia: (da media vuelta) Obasan... digo, Naito-sama.
Ryoko: Obasan está bien. Aunque preferiría que me llames Okasan, pero solo te lo permitiré a vos.
Selenia: (atorada) ¿Okasan, dijo?
Ryoko: Necesito que vengas conmigo (se dirige hasta el automóvil estacionado frente ZR) Quiero que conozcas a la otra mujer.
Selenia: (extrañada) ¿Qué otra mujer?
Ryoko: La otra. Sé que queres conocerla (le agarra una mano) Veni conmigo.
Sería muy estúpido replicar si la Ryoko-san tenía toda la razón, pues Selenia sospechaba de una persona, así que, yendo con ella, podría comprobar si estaba en lo cierto. Deseaba que fuese un error, una equivocación de sus presunciones... porque confiaba en esa persona, y no la creía capaz de caer de esa forma... una segunda vez. No estimaba la posibilidad de que Daigo se haya enamorado. ¿Él, enamorado? No, claro estaba no era esa clase de hombre. Y... quería creer que ella no era esa clase de mujer.
Durante todo el camino, nuestra protagonista fue pensando en esto, sin hablar casi con Ryoko-san, quien a su vez casi no conversaba con ella más que de cosas triviales que no vale la pena mencionar, así que las dejaré de lado. También se preguntaba Selenia porque ese empeño de la madre de Daigo por llevarla con ella. Si la farsa de Katerin se descubrió, ¿porque se empeñaba en llevarla a conocer a "la otra" (quien será la verdadera otra en esta historia)? ¿Era una venganza? ¿Pensaba humillarla frente a “la otra”? Solo esa posibilidad tenía sentido, ¿pero por qué siempre tenía que ser todo malo? Si contaba todas las humillaciones que sufrió en la vida, la mayoría inmerecidas, no le resultaba rara la posibilidad de enfrentar una nueva. El coche estacionó en la entrada de la mansión, así que, sea lo que sea, Selenia lo sabría pronto (y ustedes también, obvio).
Cuando entró a la mansión, atravesando el vestíbulo hacia la sala, encontró a la familia reunida, a los mismos miembros que estuvieron en aquella cena. Pero ahora estaba alguien más: ella, "la otra". Apenas se le acercó Selenia, esta mujer volteó la cabeza para verla... y así nuestra protagonista, con un peso en el corazón, confirmó sus sospechas. ¿Qué clase de hombre era Daigo? ¿Cómo podía convencer a una mujer hasta ese punto? ¿O es que ella era muy débil?
Selenia: (a todos) Konbanwa... (Se sienta cerca de la mujer) Konbanwa.
Mujer: (se alegra de verla) Algo me decía que se trataba de vos... y me da mucho gusto.
Selenia: Yo, en cambio, estoy muy decepcionada... Saori-san. Después de lo que me dijiste aquel día, no te creí capaz...
Saori: Después hablaremos de eso.
En ese momento, ambas tuvieron que prestar atención al discurso que había comenzado Ryoko-san, en el cual acusaba a su hijo, allí presente, de haberlos engañando llevándoles una falsa novia. Para qué, se preguntaba la mujer, sin sacar jamás una respuesta al vocalista. Por esto, ella y los demás parientes iniciaron una cadena de suposiciones erróneas, pero nada descabelladas. La más lógica: que lo hizo para darles gusto, para complacerlos momentáneamente. Pero eso estaba bastante lejos de la realidad. ¿Por qué Daigo estaba tan callado? ¿Por qué no hablaba para defenderse, para contar la verdad, por más que esta humillara a nuestra protagonista...? O... ¿Acaso ese era el motivo? No... Tratándose de quien se trataba, eso era impensable.
Ryoko: (solemnemente) Yo seré directa. (Apunta a Saori) No quiero a esa mujer en mi familia porque no quiero que ella sea la madre de mis nietos.
Los asistentes se muestran pasmados por estas palabras, incluida la misma Saori. ¿Por qué suponía que ella quería ser su nuera?
Ryoko: (continua sin prestar atención al resto) Yo ya sé quién quiero que alumbre a mis nietos (se acerca a nuestra protagonista y apoya una mano en su hombro. Si, con esta mujer nunca terminan las sorpresas): esta chica.
La sorpresa inaguantable vuelve a apoderarse del público atónito que presencia semejante discurso. Selenia contempla sus rostros, marcados todos por ese evidentísimo "¿por qué ella? No desvaríes". Cuando detuvo los ojos sobre Daigo, quien también la estaba viendo, este le expresó con el semblante algo que perecía decir "¿escuchas lo que dice esta vieja loca?". La morocha responde, también mediante gestos de la nariz, el ceño y los ojos, "si te molesta, cállala". Él desvía la vista despectivamente, indicando la imposibilidad de tal acto, y es allí cuando nota que Saori se había percatado de la muda conversación y ahora lo miraba de una forma extraña e impertinente, que le resultó molesta.
Ryoko: (continua replicando a los peros) La belleza no importa. Daigo ya la tiene, pero yo también quiero nietos fuertes y saludables. Ustedes recordaran que mis queridos hijos se refriaban con la primera brisa otoñal y lo mucho que sufrimos su padre y yo por ellos. No quiero que suceda eso para él. (A Selenia) ¿Vos solías enfermarte fácilmente?
Selenia: De mi infancia recuerdo que no me enfermaba con frecuencia.
Ryoko: (a los demás) ¿Está mal que yo quiera eso para mis nietos? Que, además de bonitos, sean fuertes y sanos.
Los que antes dudaban, ahora asientan y felicitaban a la madre de nuestro protagonista por tan noble y precavido pensamiento. Solo tres personas allí estaban profundamente incómodas con todo esto: Selenia, Saori y Daigo. Este último, sin dejarse engañar por el correctísimo discurso de Ryoko-san, pues él ya suponía las verdaderas intenciones tras sus palabras: esa mujer no pensaba en sus nietos como lo haría cualquier madre, sino tras la frialdad de una estratega. Esos futuros niños no eran más que un proyecto político. Todos podían dejarse engañar, hasta Selenia, a quien suponía que intentarían convencer, pero un hijo sabe de quien nació...
Selenia: (se pone de pie, pues antes intentó hablar y no le prestaron atención) Naito-sama me disculpara, pero yo no soy apta para eso. Concebir, incubar y parir un hijo... es algo que yo no puedo hacer.
Ryoko: ¿Qué estás diciendo? ¿Que no podes tener hijos? ¿Por qué?
Selenia: Cuando tenía dieciséis, sufrí... una situación. Y desde entonces estoy muerta... o sea, es como si hubiese muerto. No puedo tener hijos, ni correr, o saltar... o estar mucho tiempo de pie. Si hago algo de eso, comienzo a sentir horribles dolores que me paralizan y que ustedes no pueden imaginar.
Saori: (pasmada) Se-chan... Como puede ser... vos...
Selenia: (cabizbaja)No hables si no sabes que decir...
Ryoko: (también impresionada) ¿Cómo se puede vivir con esa clase de dolores? Si yo los sintiera, con esa intensidad... no querría seguir viva. Lamento mi pesimismo, pero...
Selenia: No se preocupe... yo también lo pensé
así... cada vez que me quedaba postrada por el dolor. Pero, después de ocho
intentos y cinco internaciones, entendí que morir no es fácil. (Respira fuertemente para no quebrarse) Mucho menos
cuando hay gente que se aferra a uno como chicle y no entiende que... vivir con
dolor es horrible. Yo no lo hacía por sentirme mal emocionalmente, sino
porque... No podía más. No había pastilla que me calmara, no podía caminar
siquiera... Las dos operaciones que pasé apenas ayudaron con eso, pero el
problema no desapareció... Morir, ser como una nube y perder todas esas
sensaciones desagradables... es la única salida para dejar de sufrir, es lo más
tentador en lo que pensaba en esos días... y nadie lo entiende. Así que...
Finalmente solo queda resignarse... Yo... le agradezco mucho que... me tenga
esa clase de afecto, pero...
Daigo: (alterado, se levanta de golpe) Ella no te quiere, no seas estúpida. Solo te ve como una incubadora.
Ryoko: ¿Cómo te atreves a hablar así de tu madre?
Desde aquí, las miradas recorren la escena como
en un partido de ping pong, de un lado al otro, pronunciando los nombres de
madre e hijo, y pidiendo inútilmente que se calmen. Incluso intentan
contenerlos sujetando sus hombros, pero ambos se resisten ariscamente uno, y
severamente el otro (otra).
Daigo: No estoy mintiendo, ¿o sí? Desde que la traje, solo la ves como un instrumento.
Ryoko: (molesta, habla a Selenia) Musume [hija]... déjame contarte que, tal como vos no podías hacerlo, hay personas que si pueden matarse y lo hacen.
Daigo: (intenta contenerse) Callate.
Ryoko: ¿Por qué? ¿No puedo hablarle de la imbécil que por intentar matarse, casi acaba con tu vida?
Daigo: No hables de algo sobre lo que no tenés idea.
Ryoko: ¡Claro que tengo idea! ¡Fue a mí a quien llamaron al hospital cuando esa loca casi te mata!
Daigo: ¡No hables así de Anna!
Ryoko: ¿Cómo podes tener más cariño por una urna de cenizas que por tu madre? Esa desgraciada... Es más, me alegro de que se haya muerto.
Daigo: (al colmo de su ira, arroja el jarrón de porcelana que estaba en la mesa hacia la pared cerca de su madre) ¿También te alegras de la muerte de mi hijo? ¿También eso te alegra?
Los intentos de calmar estos agitados ánimos cesaron de repente. La sala entera quedo en silencio, mientras aquellos dos que antes se gritaban, ahora estaban parados, mirándose el uno al otro, impresionados por las revelaciones que sucedieron hace solo un momento. Ninguno de ellos movió un solo dedo, pues continuaban presos de la impresión. ¿Por eso no podían hablar de Anna Obatta en ZR? Porque ella intentó matarse arrastrando a Daigo consigo, pero él se salvó... ¿para qué? Si su mujer y su hijo habían muerto. Seguramente... ella estaba embarazada cuando quiso matarse. ¿Habrá estado consciente de eso en el momento del suicidio?
Daigo observó a su madre, con una rabia que rozaba el odio, y salió de allí hecho una furia. No solo abandonó el salón, sino la misma mansión. Se acercaba lentamente hacia su automóvil, preso aún del furor... furor que sacudió aquellos recuerdos que desde hacía ya dos años él intentaba borrar o al menos guardar en el fondo de sí. Ya no sabía si los conservaba por amor o por culpa, lo cierto es que invadían su mente de manera atropellada como fotografías de un álbum que cae al suelo inoportunamente y uno, sin intención clara, lo recorre. Allí estaba Anna... solo podía recordar su cara como una fotografía, quieta e inmutable. El resto de las imágenes la siguieron: el tímido rubor que cubría sus mejillas cada vez que lo miraba, la sonrisa inquebrantable que sostenía al hablar con él. ¿Cuánto tiempo había perdido Anna siendo tan tímida...? También él perdió el tiempo pensando que no le convenía una chica tan simple. Y... vaya que fue feliz a su lado, aquel tiempo fue uno de los más dichosos de su vida.
Ya llegó hasta el vehículo y extrajo la llave para abrir la portezuela. Tal vez por lo aturdido, lo furioso, no lograba calzar la llave en la cerradura. Sus dedos temblaban levemente, y esto le causaba nervios. Decidió cambiar de mano, pero todo el llavero resbaló, revotó en el suelo y cayó debajo del vehículo. Daigo se agachó para buscar, ubicó las llaves, dándose cuenta de que estaba lejos de su alcance. En un intentó por calmar sus cada vez más alterados nervios, se sentó allí sin más, en el suelo, apoyando la espalda contra la portezuela. Su mente volvía a vagar, y regresaba al álbum de fotografías...
Anna tenía el sueño de ser actriz, y Daigo la ayudaba cuanto podía, con los ensayos, los castings, pero ella solo conseguía trabajos insignificantes uno tras otro... hasta que por fin llego su primera oportunidad: un personaje en un dorama, un personaje fijo. Lamentablemente... nunca pudo realizar el papel... el vocalista tuvo que regresar de la pequeña gira que estaba haciendo cuando le comunicaron del accidente... o del ataque. Desde que "accidentalmente" Anna quedó con una cicatriz en el rostro que trunco su incipiente carrera... inició su pesadilla.
Hasta que Anna decidió morir, desde ese "accidente", su vida se convirtió en un verdadero tormento: ella ya no quería salir, permanecía deprimida, callada, frustrada, melancólica... y comenzó además a ocultarle cosas, como las cartas que recibía, en las cuales la atormentaban de una forma espantosa. De eso él solo supo cuando todo había pasado. Anna las ocultó muy bien porque no quería preocuparlo.
Durante unos días, Anna sufrió varios episodios de mareos y malestar estomacal. Preocupado por el miedo de que la depresión se convierta en una enfermedad, Daigo consultó a un médico y pidió que le diga en privado el diagnostico, pues temía que su estado depresivo se agrave, pero no fue así. Este doctor... fue quien le dio la noticia más maravillosa: Anna estaba embarazada. Ella no lo supo, el vocalista quería revelárselo de una forma que la conmueva y alegre, o sea, con una ecografía. Cuando la llevaba al hospital, le dijo que tenía preparada una sorpresa. Ese día ella lucia más contenta y relajada, incluso le pidió que vaya más rápido para poder ver lo que él había preparado... Daigo hizo caso, sin imaginar lo que Anna tenía planeado. Él se engañó pensando que ella comenzaba a suponer, mediante la intuición femenina, su estado... Estaban yendo muy rápido, así que nuestro protagonista decidió bajar la velocidad... y los frenos no respondían... ese era el motivo de su alegría... Sintió una punzada en el pecho, pues sabía lo que iba a ocurrir a continuación, y su mente se llenó de miedo, tanto que las manos le temblaban. Pero no había tiempo... no había salida...
Escuchó la voz de Anna, tranquila y casi
espectral, murmurar suavemente: "Una vez me dijiste que la vida sería
inaguantable si yo hubiese muerto... pero ya no resisto estar aqui... y no
quiero dejarte solo... Daigo, abandonemos
este horrible mundo los dos juntos..." Iban a chocar, eso era
inevitable, todo terminaría en pocos segundos... él solo atinó a mirarla y
decir: "Anna... ya somos tres". Pudo distinguir cómo, en un solo
instante, el rostro de ella se deformó de esa tranquilidad al principio a un
arrepentimiento que no se pudo consumar... Luego de eso, las imágenes se
volvieron confusas: gritos, golpes, dolor, sangre... el sonido del metal
torcido y quizás de los huesos quebrados.
Dos semanas después, Daigo despertó y se vio en una habitación de terapia intensiva, rodeado de un montón de máquinas. Demoró varios días más que le revelaran... que ella había muerto en el accidente. Desde ese momento, él ya no recordaba que sentía, si había sentido algo durante ese tiempo hasta ahora, pero entonces se le revelaron las cartas y las amenazas... a Anna... la atormentaban con dichos espantosos, escribían que ya no era bonita, que se convirtió en alguien espantoso... y que Daigo Naito merecía estar rodeado de mujeres hermosas, que deje de retenerlo dándole lástima. Una a una, todas espantosas, todas ellas... por su culpa...
Los recuerdos terminaron cuando escuchó el sonido de unas llaves... Levanta la vista y se encuentra con las suyas en manos de Selenia, a quien no había notado llegar. Estaba en cuclillas cerca de él, observándolo con una mezcla de preocupación y algo que el vocalista no podía precisar. La morocha deposita el llavero en una de las manos de Daigo y baja las rodillas hasta el suelo. Ella continúa viendo fijamente su rostro y extiende una mano para atrapar una lágrima que intentaba escapar de los ojos de nuestro soberbio protagonista, quien está a punto de inquirir sobre el motivo de esta acción. Antes de que pueda abrir la boca, Selenia sujetó su cabeza y la atrajo hacia ella, apoyándola en su pecho. Al principio, él quiso resistirse, solo una vez trató de apartarse. Solo una. Cuando comenzó a percibir los latidos del corazón de la extranjera, estos le trasmitían... tranquilidad y calidez. Esa sensación le era extraña y familiar a la vez. Nunca había sentido algo así, pero inconscientemente busco algo similar. Quizás los niños asustados en la noche buscaban en los brazos de la madre ese confort, quizás los muchachitos desesperados por los acosos o las presiones lo deseaban. Indudablemente, en ese momento... era justo lo que él necesitaba.
Selenia: (suavemente -increíble, pero así le salió) ¿Estás más sereno? Dejaste a todos muy asustados allá... incluyendo a mí, por eso vine.
Daigo: (se separa lentamente de ella) Es un poco tarde. Y acabo de escuchar a tu estómago... (Comienza a ponerse de pie. Ella hace lo mismo) Vámonos. (Introduce la llave en la cerradura, esta vez si entra, y abre la portezuela, indicando con un gesto a Selenia que suba del otro lado)
Oh my god.... I'm gonna cry T.T...No, en serio u.u es muy conmovedora esa escena final entre Selenia y Daigo...y por supuesto, la historia de Daigo y Anna. Supongo que ahora lo entiendo un poquito mejor...
ResponderBorrarPreparando para el fin del capítulo, como para que no se sorprendan!!
BorrarGracias por el comentario!!!
<3 <3
Entonces la chica que se rumoreaba estaba saliendo con Daigo era Saori?! Ahora este saliendo o no con Daigo, pobre en el quilombo que se metio, bancandose ese discurso de la madre de Daigo, bueno los tres se lo bancaron.
ResponderBorrar"Ryoko: (continua replicando a los peros) La belleza no importa. Daigo ya la tiene, pero yo también quiero nietos fuertes y saludables." EEhh??? Me estas diciendo fea vieja loca?! jajja en el lugar de Se-chan creo que le contestaria eso, bueno sacando el vieja loca para no sonar tan irrespetuosa XD
Por favor, como puede ser tan fria esa mujer, por mas estrategia politica que pueda estar pensando ya es una locura, habla como si fuera algo que uno puede construir, quiero que sea lindo como el padre,sano como la madre O_O le falta decir la gran frase de Homero Simpson: no lo tiene en rubio? XD No me sorprende la reaccion de Daigo, es para matarla!
La historia de Anna y Daigo fue tan triste :( como para que no quede marcado con lo que paso, ahora se entiende un poco mejor la personalidad de Daigo, porque no dejaba a nadie hablar de ella y ese intento de apartar a Selenia con sus malos tratos u.u
Como Se-chan lo consolo fue tan tierno <3 me encantan estos dos!
Hola de nuevo!!
BorrarSi, era saori, pero su participación en la historia no queda alli. Pronto aclararé que relación tiene con Daigo.
A Selenia no le importa que le digan fea, igual tampoco lo entendió así. Que lindo que quieras defenderla ^_^.
Creeme que allá son bastante selectivos con las parejas, pero al resto no se le hace tan descabellado...
Selenia y Daigo, como habras podido leer, tienen dos fuertes historias detras. Querer morir por el dolor, sentirse muerto en vida despues de perderlo todo... estos personajes realmente nson muy interesantes. tienen que estar juntos.
Selenia tiene esa fuerza interior tambien Wiii!!!
Oh! Mai gad la discución de madre e hijo me dejo totalmente helada :O La historia de Anna y Daigo es muy triste, pobre Daigo, realmente quiso a alguien... Y se murio con un bebé en el vientre. Muy bien escrito, como siempre, me llegó al corazón.
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