lunes, 19 de agosto de 2013

Capítulo 15: Real rock, real love.



Antes de comenzar a narrar lo que aconteció desde el viernes por la noche, hasta el domingo a la mañana, quiero aclarar que cometí un pequeño error: en el capítulo anterior Capítulo 14 escribí que el concierto de Breakerz se llevaría a cabo en Gunma, pero queda demasiado cerca de Tokyo como para ir en avión (suuper cerca). Así que decidí que sería mejor corregirme y ubicarlo en unas de las islas de Japón, Shikoku, específicamente en la ciudad costera Koochi (free talk inminente). Ahora sí, ¡¡empecemos el capítulo!!



Nuestras protagonistas, sus amigas japonesas, KyunHo y Orochi ya estaban a bordo del lujoso yate que los llevaría hasta Koochi. Pudieron salir tranquilamente del puerto de Tokyo con destino a esta isla y, durante el viaje, se maravillaron con la vista de la ciudad desde el mar, con el ocaso anaranjado de fondo, aflorando un sentimiento extraño en el corazón nostálgico de la dulce Meggara. El recuerdo que venía a su mente la llenaba de una confusión que ni las delicias que servían en el yate podían disipar. Shinpei y ella en el puerto... aquella vez su ritmo cardiaco se aceleró a más no poder, casi de la misma forma... que en el mirador de Roppongi. Aunque la intensidad de sus latidos era diferente, en ese momento ambos recuerdo llegaban a ella simultáneamente, como si tuviesen la misma importancia.
Poco después del anochecer habrían llegado a Koochi. Faltaba muy poco y a la vez tanto para todas las aventuras y problemas que les tocaba atravesar (espero que estas hojas alcancen para contarlo todo de la mejor manera).
Durante el viaje, Tsugumi se dedicó a explicar porque antes le dijo a Selenia que sus padrinos eran sus padres cuando viajaron a Gunma por el recital de Perfume. Resulta que sus verdaderos progenitores eran... inmensamente ricos y no sabían que ella vivía en un albergue estudiantil, sino que estaba alquilando un piso amplio cerca de la universidad. Para la extrovertida joven, la soledad y aburrimiento que significaba eso resulto abrumadora, así que no demoro en cambiarse a un lugar menos cómodo y espacioso con tal de no sentirse tan aislada. Teniendo en cuenta esto, las chicas aceptaron las disculpas ofrecidas y le brindaron su comprensión. Sabían que, si ella no hubiese tomado esa decisión, ahora no serían amigas. Además, su valentía y falta absoluta de frivolidad las dejo tan perplejas como admiradas. Ninguna de ellas hubiese imaginado que Tsugumi sería rica, menos con la personalidad tan animada y sencilla que la caracterizaba. Ella era muy feliz disfrutando las pequeñas cosas, característica extraña en alguien que tiene todo al alcance de su mano.
A todos los tripulantes pareció extraño, además, que Charlotte y Maya estuvieran tan alejadas, en tanto que antes andaban juntas de arriba a abajo, charlando y riendo secretamente. Ahora parecían disgustadas la una con la otra, ya ni siquiera se dirigían la mirada, y de cruzar palabra, ni hablar (¿entienden? ni hablar! No solo Se-chan es graciosa XD). Si Selenia o Megg preguntaban a la pelirroja sobre el distanciamiento, respondía que no eran más que ideas de ellas. Lo mismo ocurría si inquirían a la muchacha castaña Tsugumi, Atsuko, hasta el mismo KyunHo, a quien negaba todo con más energía y algo parecido a la vehemencia, como si intentara convencerse a sí misma de eso.
Cuando llegaron a Koochi, bajaron del barco y salieron del puerto, un chofer los esperaba al lado de una elegante y lujosa limusina negra que producía dolor en los bolsillos a quien la viera.
Tsugumi: (parándose al lado del chofer, habla a los demás) Les presento al chofer de la familia, Matsuda Sasuke (cuando todos inclinaron levemente la cabeza en señal de cortesía, habla al hombre mientras señala a sus compañeros de viaje uno por uno) Sasuke-san, ellos son Atsuko y Maya, mis amigas de la universidad, Selenia, Megg y Charlotte, mis amigas extranjeras, KyunHo es el novio de Maya y Orochi-kun es su amigo.
Tsugumi solo advirtió a Orochi sobre el cambio de rotulo, algo que lo dejo muy descontento pero que solo acepto para complacerla, así que él no se sorprendió como los demás. Fue extraño que Selenia no revelara la verdad en un ataque de sinceridad "mandaalfrente" de esos que le agarran muy a menudo, pero era algo lógico. Una familia rica como la de ella no vería con buenos ojos que su heredera (tal vez) se relacione con un mesero de Host café, por muy guapo que fuera. ¿Y si, como en esos doramas lacrimógenos, le hacían la vida imposible al pobre Kendi con tal de que no siga su relación con ella?
De camino a la casa, el chofer les aviso que en la casa de los Saotome los estaban esperando con una suntuosa cena de bienvenida y que esta familia se caracterizaba por ser excelentes anfitriones (dado el entusiasmo de la joven japonesa, nadie puso esta afirmación en duda). Ante el anuncio de la cena, Selenia comento que se sentía muy aliviada por escuchar eso, ya que no comió demasiado en el almuerzo, y poco después fue censurada por sus amigas.
Ya en la mansión, lugar que dejo a todos boquiabiertos y ojiabiertos desmesuradamente, fueron recibidos por los padres de Tsugumi: su madre era una mujer delgada y de aspecto pacifico, con el cabello largo recogido, vestía de kimono y sandalias en los pies, mientras que su padre por poco y parecía luchador de sumo, era enorme y... grueso. También tenía puesto un kimono masculino, su cara estaba adornada por una barba que hacia difícil no reír de ella, y en su mano derecha sostenía una espada de madera, algo que les recordaba un poco a los ronin antiguos, como de Samurai Shamploo. Reía constantemente, por casa cosa, con inmensas carcajadas que amenazaban con provocar sordera, incluso cuando les ofreció kimonos y todos los invitados se mostraban extrañados, pero como todos en la casa los vestían, pues... qué remedio.
Tsugumi: El kimono se usa sin ropa interior (advierte a Selenia, Megg y Charlotte cuando ve que la primera acomoda su corpiño pellizcando por encima del grueso tejido de algodón). Es muy cómodo. (Sale)
Megg: (mirando a Charlotte) ¿Vos te vas a sacar la ropa interior?
Charlotte: Yo me animo, no sé ustedes (vuelve a la habitación)
Megg. ¿Y vos, Selenia?
Selenia. Obvio que no.
Cuando las tres llegaron al comedor y se sentaron a la mesa para la cena, abundante como advirtió el chofer, dos de ellas no podían evitar sentirse incomodas por saber que debajo de los kimonos... todos estaban absolutamente desnudos (excepto Selenia y Megg). No podían imaginarse sin esa barrera entre la el tejido grueso y la piel que ofrecía la ropa interior. Los anfitriones alagaron lo bien que lucía Meggara con un kimono y el cabello recogido a un lado, casi como una geisha. Mientras que su amiga pelirroja se veía muy extraña... como si quisieran mezclar una jirafa con un gorila. Existen prendas y prendas con las que uno puede lucir mejor o simplemente bien, y el kimono en Charlotte no era el caso. En cuanto a Selenia... ni hablar. Esa ropa no era para ella, sino que requería de un cuerpo... más delgado. Las chicas no sabían como decirlo, ya que ante cada comentario preguntaba: ¿Eso significa que estoy gorda? En fin.
Cuando terminaron la cena y la charla, los viajeros se mostraron cansados, así que decidieron ir a dormir y se despidieron de sus anfitriones por esa noche. Tsugumi indicó cuales serían sus habitaciones: Atsuko y Maya dormirían en el mismo cuarto, al lado del de KyunHo y Orochi, quienes también compartirían, lo mismo que Selenia y Megg. Charlotte prefirió dormir sola, y recuperar un poco su privacidad. Antes de que todos se retiraran a descansar, la entusiasta japonesa a qué horas sería prudente bajar a desayunar y qué podían hacer por la mañana o la tarde, antes de prepararse para el concierto.
A la mañana siguiente… permítanme trasladarlas/os a otro lugar de la cuidad que, al igual que la casa de Tsugumi, también es sede de la acción de este capítulo.
Akihide: Oba-san... Esto es muy repentino.
Daigo: Cuando te preguntamos si podías hacerlo, dijiste que no existían impedimentos... ¿pero y esto qué es? ¿Cómo podés irte a último minuto?
Obatta: Surgió un problema en casa, creo que no es necesario repetirlo. Tengo que regresar lo más pronto posible. Pero ya llamé a alguien que podra reemplazarme. Llegará en cualquier momento.
Shinpei: ¿Y quién será tu reemplazo?
La puerta del camarín de Breakerz, lugar en el cual ocurría esta charla, se abrió apenas al principio y bastante ya cuando Shinpei hizo la ultima pregunta.
Selenia: (entrando al camarin) ¿Para que me llamó, Oba-sensee?
Obatta: (golepándole la cabeza con un abanico blanco de papel, aparentemente) ¿A eso llamas buena educación? ¿Entrar a un lugar y no saludar a la gente?
Selenia: (mientras masajea lentamente su cabeza) Está bien. (Sale de la habitación y vuelve a entrar) Konnichiwa. ¿Para qué me pidió que venga, Oba-sensee?
Obatta: Debo regresar a Tokyo con urgencia, así que, ya que también estés en Koochi, reemplázame.
Selenia: Usted me golpeó por no saludar y no me saluda...
Akihide: Oba-san, seguramente Se-chan vino para ver el recital... no sería justo que tenga que trabajar...
Obatta: Yo también tengo mis asuntos, y son más importantes que ver un recital.
Shinpei: (a Selenia) ¿Viniste con tus amigas, Se-chan?
Selenia: Si, las chicas están conmigo. Nos quedamos en casa de la familia de una amiga.
Shinpei: Necesito hablar con Meggara. Voy al hotel a bañarme y luego hablare con ella.(sale)
Daigo: ¿Cómo diablos cree que la encontrara...? (a Obatta) Después tendrás que arreglar en ZR las horas extras y el traslado de tu asistente (también sale).
Obatta: Es muy extraño que no se oponga...
Selenia: Si quiere oposición, le doy la mía. ¡¡Me niego a trabajar en medio de mi viaje de placer!!
Obatta: Tu opinión no cuenta. Si te negas, voy a despedirte.
Selenia: (a Akihide) ¿Ustedes pueden vestirse solos, verdad?
Akihide: Por supuesto que sí.
Obatta: En teoría, ellos pueden vestirse solos. En teoría. Pero no saben en qué tiempos va cada cambio,  y son capaces de aparecer desarreglados, con los cuellos fuera de lugar. Sería bochornoso.
Selenia: El rock es anarquía.
Akihide: Así es, Oba-san. Si aparecemos en el escenario desarreglados, podríamos...
Antes de que Akihide termine la frase, Obatta, ofuscado por sus palabras y el evidente desprecio hacia su trabajo, propinó al guitarrista de un golpe en la cabeza con el abanico de papel blanco, el mismo con el cual golpeó a Selenia, acto que volvió a realizar, pues consideró que su anterior queja provocó el apoyo de la mala frase de nuestro pelilargo protagonista.
Obatta: Mientras yo sea el director de vestuario, algo así jamás sucederá. (Los apunta con el abanico cerrado) ¿Entendido?
Akihide: (masajeando su cabeza) Si, Oba-san.
Selenia: ¿Por qué me golpeó otra vez, Oba-sensee?
Obatta: Por bocona. (Dando media vuelta) Ahora me iré al puerto. Debo tomar el primer barco que...
El teléfono de Obatta timbra dos veces antes de que atienda la llamada. Akihide y Selenia observan su rostro con mucha curiosidad, pues de la tranquilidad impaciente que lo caracteriza, se torna extrañado y luego con preocupación... hasta que corta la llamada, pidiendo a su interlocutor que vuelva a llamar "si ella regresa". Durante la conversación no mencionó nombre alguno, pero al parecer omitió esto intencionalmente.
Obatta: (fríamente) Serenia, regresa con tus amigas. Al final, mi asunto desapareció. Seguiré con mi trabajo. (sale)
Selenia y Akihide comparten una mirada de suma extrañeza, pero a la vez de alivio. Si Chalotte estaba en la ciudad, podría el pelilargo guitarrista reunirse con ella y aclarar de una vez qué sucedió en el museo, disculpándose por aquel pedido impertinente. "Trátame como a un tío joven"... en verdad, con toda la seriedad que un asunto asi requería... ¿En qué demonios estaba pensando cuando dijo esa burrada? Ahora tenía la oportunidad de enmendar las cosas, lo había ensayado en su mente varias veces. Necesitaba encontrarse con ella a solas para poder hablar tranquilamente, y ya tenía todo preparado para eso. Solo  faltaba un mensajero, o mensajera,  que acercara a la pelirroja su invitación, y quien mejor que Selenia para eso.
Selenia: Bueno... Yo también me voy. Faito para esta noche. (intenta salir, pero Akihide la detiene)
Akihide: Espero que disfruten el concierto (dice, palmeando amistosamente la espalda de Selenia...) Me da mucho gusto verte, Se-chan.
Selenia: (lo obverba un momento, extrañada) Arigatoo gozaimasu. Nos vemos. (Sale, y mientras abandona el camarín, Akihide se asegura visualmente de que el cartel que le pegó en la espalda no caiga de ella).
Akihide: (murmurando para sí mismo) Quedó bien.
Después de decir esto, también abandonó el camarín, hilando en su mente pensamientos diversos, especialmente sobre el mensaje que de tan extraña manera envió a Charlotte. Necesitaba hablar con su contacto en el museo para que éste deje todo preparado, tal como habían acordado al principio. También repasó mentalmente lo que estuvo practicando durante toda la semana, casi como una explicación poética que… cada vez le parecía muy ridícula. Quizás con un simple “Lamento haber dicho eso, ¿podríamos olvidarlo y seguir como antes?” sería suficiente para calmar los ofuscados ánimos de la pelirroja, pues así la recordaba. Tal vez si, o tal vez para ella no alcanzaría con algo tan simple… Tal vez él estaba complicando mucho las cosas en su mente, o tal vez lo estaba simplificando, no había más forma de saberlo que encontrándose de una vez con ella para aclarar lo que sucedió. Sólo esperaba que el cartel que pegó en la espalda de Selenia llegue intacto hasta Charotte. Y ya que hable de nuestra simpática protagonista, permítanme contarles que sucedió con ella, como si hiciésemos un recorrido del mensaje.
Selenia iba camino a la casa de Tsugumi, pero ya en el trayecto encontró a las muchachas (excepto Maya, pues prefirió pasear con KyunHo), que se disponían a dar un paseo por la ciudad, empezando por el puerto, pues durante la noche no pudieron contemplarlo adecuadamente, así que ella se les unió sin pensarlo dos veces. Como generalmente caminaba detrás de todas, charlando con la extrovertida chica japonesa, no pudo Charlotte ver el panfleto pegado en su espalda sino hasta que llegaron a su destino, lugar en el que encontraron a la recepcionista de ZR, Ichiyo, recién llegada de Tokyo. Ella se acercó a su compañera de trabajo para saludarla y fue presentada a las demás muchachas. Antes de que me pregunten, Orochi se quedó leyendo algo en la casa, pues ya conocía la ciudad y le aburría la idea de ir de paseo.
Selenia: Chicas, ¿recuerdan a Ichiyo? Ella trabaja en ZR como recepcionista.
Charlotte: Si, lo recuerdo. (A la recién llegada) ¿Cómo estas, Ichiyo?
Megg: No recuerdo si la vi en tu fiesta de cumpleaños...
Tsugumi: Si, si estaba. Yo la recuerdo.
Atsuko: Yo tampoco la recuerdo.
Ichiyo: Yo si me acuerdo de ustedes. (Indica a Tsugumi) La que se le tiro encima a Aki-san, (ahora a Megg) la codiciada rubia de Shinpei-san, (a Charlotte) la única modelo que Daigo-san no intentó seducir y... (a Atsuko) la chica del delivery?
Atsuko: Si, yo... lleve comida algunas veces allá, pero no es mi trabajo.
Ichiyo: A-noo... Entiendo.
Megg: ¿Acaso Shinpei habló de mi alguna vez?
Selenia: ¿Alguna? Antes de saludarme como corresponde me pregunta por vos.
Ichiyo: Él habla de eso todo el tiempo. Meggu-chan por aquí, Meggu-chan por allá... creo que todos vamos a terminar enamorados...
Megg: (avergonzada) Ah... no sé qué decir... (Para sí) Bobo Shinpei.
Charlotte: A mí se me gusta esa fama. Ese idiota jamás hubiese logrado seducirme.
Atsuko: ¿¿Daigo-san seduce a las modelos??
Ichiyo: Si... así es. (Lanza un suspiro de cansancio) Hasta Saori-san cayó en su red...
Charlotte: (a Selenia) ¿Esa es la que estaba en el programa con Arashi?
Selenia: Si. Vos entraste al video porque ella renunció a ese trabajo.
Charlotte: ¿Daigo pudo con esa belleza?
Ichiyo: Así es Daigo-san. Pasa de una chica a otra y deja corazones rotos por allí y por allá.
Tsugumi: Que mal.
Atsuko: Más que mal, es espantoso. ¿Acaso no tiene honor? Debería buscar una mujer para casarse.
Megg: Tal vez no es tan maduro (mira a Selenia) o no encontró a la mujer que pueda domarlo.
Ichiyo: (antes de que Selenia pueda responder) No es por eso. Él no es de los que no quiere casarse, solo que no quiere comprometerse después de la muerte de... (Calla rápidamente, como si temiera a sus propias palabras) Ah, no... No debí decir eso. Olvídenlo, por favor.
Las muchachas, escandalizadas por haber escuchado la palabra muerte, casi se abalanzan sobre Ichiyo, preguntando tanto que casi la marean, sin contar que entre jalones para un lado y el otro, la recepcionista se quejó del dolor, y tuvieron que soltarla, avergonzadas por tanta insistencia.
Después de dejar que la joven recupere un poco de aire, volvieron a preguntarle por eso, con menos efusividad pero la misma insistencia.
Megg: Daigo-san no está aquí, así que no estará enterado de lo que nos estas contando.
Charlotte: No es que nos interese la vida de ese, pero... si dijiste muerte...
Tsugumi: Nosotras estaremos muertas por la intriga sino terminas la historia, Ichiyo-san.
Ichiyo: Si les cuento la verdad, Daigo-san me asesina.
Selenia: (en una activación repentina de neuronas, mira a Ichiyo fijamente de una manera que la intimida) Anna-san...
Ichiyo responde involuntariamente mordiéndose el labio inferior, como si protestara contra su propia voz, intentando que esta no salga de su boca. Pero fue demasiado evidente que Selenia dio en el clavo. Las demás miraban a una y otra, ajenas al código que estas dos manejaban pero con ansias de poder entender. Sin embargo, no pudieron insistir mucho con esto, ya que Selenia giró un poco el trozo, en una posición que siempre adoptaba cuando intentaba pensar, y al hacerlo las chicas pudieron por fin ver el panfleto y arrancarlo de su espalada.
Tsugumi: (con el cartel en la mano) Exposición de máscaras del teatro Noh [1] (lee rápidamente) Suena interesante. (a Selenia) ¿Te gustan las máscaras?
Selenia: No me gustan los museos… ¿Qué hacía eso en mi espalda? (de pronto llega a su mente el recuerdo de que Akihide palmeó su espalda antes de salir del camarín) Ah, ya recuerdo. (Agarra al panfleto y se lo entrega a Charlotte) Debe ser para vos.
Charlotte: ¿Por qué para mí?
Selenia: Porque Aki-san… palmeó mi espalda cuando lo vi, así que… seguramente él me lo pegó para que vos lo veas.
Mientras Charlotte se quedó encantada con la idea de ese encuentro tan misterioso, aunque extrañada también, las chicas sumaban interés a la exposición, hasta Ichiyo quería ir con ellas. Incluso comentaban que sería fabuloso ir a ver una obra de teatro Noh, ya contaban con la presencia de la recepcionista sin pedir su opinión. La pelirroja no sabía cómo avisarles que quería ir hasta la mansión para arreglarse un poco… aunque no sabía cuándo debía encontrarse con él. Observó el cartel de lado a lado, pero nada indicaba fecha y hora. Entonces… ¿debía ir de inmediato? ¿Ahora mismo?
Charlotte: (con voz alta y clara) Chicas, voy volviendo a la mansión. Disfruten el paseo (da media vuelta e inicia su camino sin dar oportunidad a que la sigan).
Tsugumi: (quiere ir tras ella, pero Atsuko la detiene) Seguramente irá sin nosotras.
Atsuko: Deja que vaya sola. Ella y el tal Akihide tienen mucho de qué hablar.
Megg: (recordando repentinamente) Yo tengo que ver a Shinpei. Para eso vine, pero no sé dónde está.
Ichiyo: (apunta a un lado) Allá, en ese hotel seguramente, donde esta esa fila de chicas que tal vez son fans.
Las chicas miran en la dirección que apunta la recepcionista y, efectivamente, ven una multitud de muchachas (¿y muchachos?) aguardando en la entrada, muy pacíficamente. Por las remeras y accesorios, algunos a la moda de Daigo, pudieron reconocer que se trataba de fans de la banda. Quizás por el puerto y la maravillosa vista del mar, decidieron hospedarse en este lugar. Además, por lo menos por la fachada, parecía un lugar cómodo y elegante, con categoría, ahora rodeado por un montón de fans… ¿Cómo lograría nuestra rubia protagonista entrar y poder ver a quien buscaba si había tanta gente alrededor?
Las muchachas, Ichiyo incluida, aunque por curiosidad, se acercaron al hotel, inmiscuyéndose entre los fans, que parecían alborotados porque el personal de seguridad se les acercaba. Unos enormes gorilones vestidos de negro abrieron la puerta frontal de vidrio, en un aparente intento de apartar a la multitud indeseada, por lo que los fans salieron a correr despavoridos. Lo mismo tuvieron que hacer las muchachas, ya que se vieron empujadas por el resto. Estuvieron libradas de esa situación después de casi media cuadra, agitadas y prácticamente sofocadas. La multitud se deshizo en pequeños grupos, tal vez con ánimos de reagruparse.
Justo cuando Atsuko quería plantear la dificultad que representaría para Megg entrar al edificio, se dio cuenta de que la rubia extranjera desapareció... y alertó a las demás ¿Dónde estaba? ¿Qué ocurrió con ella? ¿En dónde se había metido? Decidieron volver al hotel para preguntar si, aprovechando el escándalo que armaron los fans, ni lenta ni perezosa, nuestra protagonista entró disimuladamente. Pero no pudieron pasar de la entrada. Uno de aquellos gorilones pidió que comprobaran si estaban hospedadas allí, y como no pudieron hacerlo, se vieron obligadas a retirarse sin poder acceder al lugar. Probaron llamar a Megg sin éxito, ya que no contestaba las llamadas ni los mensajes, como si no los hubiese recibido. Algo raro debía estar ocurriendo con ella... algo raro, o malo.
Megg estaba en un lugar en el cual no podía recibir mensajes, un ascensor exactamente. Su mente se sumergía en una confusión llena de miedo, pues el gorilón que jaló de ella hasta meterla en el elevador no le quitaba los ojos de encima. Entre el escándalo que armaron los fans, nuestra rubia, que había llegado muy cerca de la puerta, fue conducida hasta el interior del hotel contra su voluntad por el hombre ahora parado junto a ella en el ascensor. Por la fuerza también estaba allí, sola con ese tipo, temiendo que algo malo suceda con ella. Al fin las puertas se abrieron, y el gorilón jaló nuevamente de la joven para conducirla por el pasillo hasta frente a una habitación. Los peores temores de Megg se despertaron. Este hombre saco una tarjeta de su bolsillo, abrió la puerta, jaló otra vez a la dorada extranjera hacia interior del cuarto y cerró, dejándola allí sola. ¿Podía decir que estaba más tranquila por eso? En absoluto, todo ese despliegue resultaba mucho más sospechoso. Decidió observar el lugar: sobre la cama de la habitación, un cómodo summier de dos plazas, encontró una guitarra negra con un diseño raro, que nunca antes había visto... ¿podría ser... sería posible que la hayan arrastrado hasta la habitación de Shinpei?
Shinpei: (habla detrás de Megg) Yo no pedí servicio al cuarto.
Nuestra protagonista, alegre por volver escuchar su voz después de tanto tiempo, voltea rápidamente, decidida a estrecharlo entre sus brazos... hasta que se da cuenta de que, a excepción del toallón que lo cubría de la cintura hacia abajo y la toalla sobre su cabeza, estaba desnudo. Es decir, con el torso, los hombros y brazos desnudos.
Ni aunque quisiera mirar a otro lado, sus ojos se quedaron fijos en la imagen que se presentó delante suyo... ¿A quién engaño? Megg no podía reaccionar, entre la sorpresa y las ganas frustradas de saludar a Shinpei con un abrazo, estaba completamente paralizada. Pero él evidentemente la había confundido con el servicio del hotel, y al ver que la muchacha no se retiraba, sino que permanecía allí, dura como una piedra, pensó que se trataba de una fan osada, que se inmiscuyó en su habitación, así que corrió hasta la mesa de noche cerca de su cama, donde estaban sus lentes. Luego de colocárselos, se volvió hacia la joven, alegrándose de volver a ver a su querida pretty girl y sin importarle sus fachas, decidió darle un abrazo. Aunque, cuando iba hacia ella, pisó el extremo más largo del toallón que lo cubría de la cintura para abajo, lo que provocó que este caiga al suelo.... ¡Nah, mentira! ¿Se lo creyeron? No podría ser tan desafortunado.
En fin. Shinpei, sin darse cuenta de la situación, abrazó a Megg sorpresivamente, y ella no sabía si corresponderle. Se alegraba de verlo, eso es cierto, pero estaba casi consciente de que... él estaba desnudo. Si lo rodeaba con los brazos, tendría absoluto contacto con su piel, ya no con la ropa que lo cubría. Por otro lado, si se quedaba quieta  y no reaccionaba, Shinpei podría sentirse rechazado. ¿Qué hacer? ¿QUÉ HACER? Aunque fue solo una suave palmadita en los omóplatos, Megg decidió reaccionar rápido, para poder apartase un poco del guitarrista sin parecer fría o grosera.
Shinpei: (con una imborrable sonrisa) Me alegra tanto verte, Meggu-chan.
Megg: (tratando de no mirarlo) A mí también, pero... ¿Podrías vestirte un poco?
Shinpei: (observándose) Ah, claro. Yo recién salgo del baño. Esperame afuera, ¿sí?
Megg: Si, pero necesito que abras  la puerta para que pueda irme.
Shinpei agarra la llave magnética de la habitación para abrir la puerta, y así permitir que Megg salga hasta el pasillo mientras él buscaba una muda de ropa que ponerse. Aunque no le resultaba molesto que ella lo vea en esas fachas... no sentía aspavientos ni vergüenza, pero sí bastante impresión por cómo reaccionó la rubia. Creyó que quizás ella se sentiría deslumbrada por su cuerpo, pero ni pestañeo. ¿Acaso... cuántos hombres entrenados como él vio Meggara en torso desnudo?
Apenas la rubia salió hasta el pasillo, acompañada por Shinpei en esas fachas, cuando el guitarrista cerró la puerta, sintió una presencia tras ella y volteó rápidamente: solo era un tipo con una cámara fotográfica... un momento... ¡Un paparazzi! El tipo salió corriendo, muy sonriente por las imágenes que obtuvo. ¡Santo cielo! Seguramente capturó el momento en el cual ella salía de la habitación despedida por un Shinpei prácticamente desnudo, una fotografía ideal para un escándalo... ¡En el que Megg se vio envuelta sin querer! ¿Por qué Shinpei tenía que ser famoso, y no un tipo común como...? ¡No! Ni quiso pensar en ese nombre... ni aunque fuese cierto que en una situación así, si ella estaba con esa persona, no habría paparazzi esperando por una imagen portada de revista rosa.
De repente, de uno de los ascensores sale Daigo Naito, justo en el momento en que Shinpei abandonaba la habitación para encontrarse con Megg. El líder se acerca a ellos para preguntarles si habían visto a un paparazzi por allí, y cuando la rubia, angustiada, le revela que sí, no parece enojado, sino feliz por ello, como si así lo hubiese planeado... ¿Acaso él fue quien ordenó que Megg fuese arrastrada hasta la habitación del guitarrista de lentes para que el fotógrafo pudiese obtener esa imagen?
Shinpei: (Con la misma duda) No quiero pensar que tenés algo que ver con eso...
Daigo: Después te lo explicaré, no te preocupes.
Megg y Shinpei: (al unísono) ¡¿Pero qué te pasa?!
Daigo: (Cubriéndose los oídos) Cállense. Lo hice por el bien de Shinpei.
Megg: ¿Y qué hay de mí? ¿Cómo se supone que quedo yo en todo esto?
Daigo: Allí abajo hay un montón de chicas que hubiesen dado lo que sea por entrar a ese cuarto, así que no te quejes. (Tocándose la frente, como cansado) Ah, ya me dio jaqueca. Iré a recostarme. (Entra a su habitación, al lado de la Shinpei).
Shinpei: Cualquier excusa le sirve para dormir... (A Megg) Me alegra tanto verte, my pretty girl (vuelve a estrecharla entre sus brazos)
Hacía tiempo que no se sentía así, envuelta en el cálido abrazo de Shinpei, algo que siempre aceleraba su corazón. Ella también se permitió estrecharlo esta vez, mientras se dejaba cautivar por su aroma, esa frescura mezclada con... con... una suerte de fragancia viril que naturalmente desprendía Shinpei. Jamás se puso a pensar en eso: así era. El guitarrista tenía un olor muy masculino no desagradable, tal vez esa era una de las cosas que más le gustaba de él.
Shinpei invitó a nuestra rubia protagonista a almorzar con él, pues tenía que aclarar una duda con ella. Verán, aquellos tipos raros que rondaron el café durante toda la semana eran nada más y nada menos que sus amigos, aquellos que envió a vigilar a Megg para cuidarla de cerca, le informaron que ella estuvo muy bien acompañada por un muchacho alto de cabello cobrizo… que tal vez era “su nuevo novio”. Descreído de todo esto, el alegre guitarrista pensó que quizás ese “novio” no era más que un pretendiente que quería robarle el corazón de Megg (de alguna forma, él creía que lo estaba ganando).
Cuando ambos entraron al ascensor, Megg (solo ella) vio bajar del elevador continuo al que ellos tomaron a una muchacha morocha, que vista rápidamente le recordó un poco a su amiga Selenia… Ella y las demás chicas debían estar esperándola abajo, fuera del hotel, así que decidió que les enviaría un mensaje para avisarles que comería con Shinpei, a quien preguntó por el otro guitarrista, para poder dar noticias a Charlotte.
En cuanto a la muchacha que nuestra rubia vio salir del otro ascensor vestida como personal de limpieza, debo aclarar, esta esperó algunos minutos, tal vez dos o tres, antes de entrar a una de las habitaciones. Todo estaba en calma allí. Las cortinas estaban entrecerradas para apaciguar la iluminación natural de la mañana, sin dejar todo en penumbras, y permitir que el ocupante del cuarto pueda dormir en paz. ¿De quién creen que se trata? Así es, de nuestro “adorado” Daigo Naito, quien dormía tranquilamente, pues apenas apoyó la cabeza sobre la almohada, quedó rendido ante el sueño. Ni se percató de que una joven entró a su habitación, fingiéndose una empleada del hotel, y se acercó a él sigilosamente para no despertarlo. Cuando llegó hasta la cama, se agachó hasta quedar en cuclillas, y desde esta posición podía admirar más fácilmente el rostro que tanto había añorado ver de cerca… aunque él no supiera de su presencia. Extendió una mano para acariciar su cara y algunos mechones de pelo que caían cubriéndole los ojos, así que los apartó con suavidad. Nada había cambiado en él. Estaba tal y como lo recordaba en la nebulosa de su mente. Podía olvidarlo todo, menos a él.
Muchacha: (murmura. No podía charlar con el vocalista normalmente, así que esa era la única forma en que podía hacerlo) Daigo-sama… Me alegra saber que has estado bien, que seguís siendo el mismo. Yo te extraño tanto… pero esta es la única forma en que puedo acercarme a vos… (Inclina su rostro hacia el de él, como si quisiera besarle la frente, pero no se atreve) No importa lo que piense el resto del mundo… Yo voy a amarte el resto de mi vida. (Reúne el valor suficiente como para acercarse a él y apoyar su boca sobre la suya… solo durante un segundo. Luego se aleja).
Daigo: (dormido y con voz pastosa) ¿Qué haces? (la muchacha se aparta de él, un poco asustada. El vocalista cambia de posición) Ushi desgraciada, la próxima vez me las pagarás.
Muchacha: (confundida. Piensa) “¿Ushi? ¿Lo dijo por mí?”
Daigo: (lanzando un manotazo al aire) Te atraparé.
La muchacha se aleja de la cama antes de que Daigo, profundamente dormido y sonámbulo, pueda atraparla. Más le asusta la idea de que despierte y la vea, así que decide abandonar la habitación. Cuando da media vuelta, se choca con el encargado de vestuario, quien también entró a la habitación con el propósito de sacarla de allí.
Obatta: (murmura, enojado) Anna, ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo se te ocurre huir de Tokyo para venir a buscar a Daigo-san?
Anna (la muchacha): Perdón, ojisan. Pero yo necesitaba verlo.
Obatta: Escúchame bien: Después del accidente, todos le dijimos a Daigo-san que habías muerto. Para él estás muerta, ¿entendiste?
Anna: (siente que el corazón se detiene dentro de su pecho e inmensas ganas de llorar, así que habla con voz quebrada) ¿Por qué le dijeron eso, ojisan?
Obatta: Te lo explicaré afuera. Vámonos. (Jala del brazo de su sobrina para que juntos abandonen la habitación)
Cuando se dirigían hasta la  puerta, escuchan más murmuraciones de Daigo dormido, quien parece muy agitado en sueños, hasta que termina cayendo de la cama. Los dos vuelven unos pasos para ver que ocurrió, pero se alejan a toda prisa al notar que el vocalista despertó. Nuestro soberbio protagonista solo reconoce a Obatta llevándose a una chica morocha… a quien confunde con Selenia. ¿Entonces su sueño era real? Comienza a reír para sí con esta idea en la mente. A pesar del dolor de haberse estrellado contra el suelo, aquel pensamiento le provoca buen humor. Por más que sea orgullosa e intente negarlo, está loca por mí, murmura para sus adentros.
Momento, momento... creo que me estoy olvidando de dos personitas... Ah, claro. Les contare ahora que sucedió con ellos.
Después de pasar por su cuarto en la mansión de los Saotome, de cambiar sus ropas sencillas por unas más alegres y vistosas, y de maquillarse acertadamente, Charlotte, al darse cuenta de que no sabía cómo llegar al museo, encontró a Orochi y le pidió algunas señas, explicando que en ese lugar iba a encontrarse con alguien. Sospechando que se trataba del pelilargo guitarrista, el muchacho se ofreció de guía a cambio de poder conocer algunos minutos antes al tipo que tenía a Tsugumi casi trastornada. Orochi no parecía una persona violenta, así que la pelirroja aceptó y salieron rumbo al museo.
Durante el camino, el muchacho japonés preguntó a nuestra protagonista si había notado que Tsugumi ya no usaba un collar que antes siempre la acompaña. Cuando obtuvo una respuesta positiva, pasó a relatarle lo que se enteró acerca de ese accesorio tan especial, por boca de su "suegra" (a quien él llamaba Okasan [2]): resulta que, cuando Tsugumi era una niña, fue de paseo a Tokyo con sus padrinos y allí vio a una banda tocando en un instituto. Al observar y escuchar al guitarrista, llegó a emocionarse tanto que se le acercó para decirle que quería casarse con él, y que crecería mucho para eso. Está de más decir que ese guitarrista era nuestra ahora pelilargo protagonista, quien le regaló el collar que tenía puesto, pues la niña se aferraba mucho a este accesorio, como una suerte de promesa de que algún día se casarían. Claramente, Akihide solo lo dijo de broma, o pensando que, como él ya lo había hecho, la pequeña niña lo olvidaría. Pero no. Al dejar el collar de lado, Tsugumi admitía que solo ella recordaba algo que había sucedido hace tanto tiempo.
Charlotte: Lo que me contás es muy interesante enserio, pero... no entiendo por qué lo haces, si Tsugumi es tu novia.
Orochi: No sé si te ha pasado, pero si yo estuviera en tu lugar, sentiría que le estoy quitando algo a alguien a quien aprecio. Solo lo digo porque, si sentís algún tipo de culpa, no tiene ningún fundamento.
Charlotte, por primera vez en mucho tiempo, reflexiona sobre la situación de Tsugumi. Aunque se tratara de un amor platónico, la muchacha lleva muchos años de admiración hacia Akihide, pero una chica nueva, a la que recién conoce, llega a acercarse más a él en un mes de lo que ella hubiese querido en toda su vida. Y para colmo de males, esta chica nueva le cae bien. ¿Cómo debe sentirse ella con todo esto? ¿Cómo se puede soportar que la persona que te gusta se acerque más a una amiga que a vos? Seguramente por eso Tsugumi dejó de lado el collar que antes atesoraba. Era muy difícil no sentirse mal por la entusiasta muchacha japonesa. ¿Pero que podía hacer Charlotte al respecto?
Tuvo que dejar sus pensamientos de lado, pues ya estaban frente al museo en el cual la había citado Akihide. Orochi se despidió gentilmente, deseándole buena suerte y se marchó, no sabemos adónde. Charlotte se acercó un poco a la entrada del edificio, pues algo llamaba su atención: estaba completamente cerrado, con un gorilón parado cerca de la puerta que la observó tras sus lentes oscuros, eso era muy evidente, y dijo algo a un comunicador, algo que la pelirroja no pudo entender. Apenas decidió una respuesta, se acercó a ella con mucha seguridad, tanta que terminó asustando a nuestra protagonista, quien se finge tonta y camina hacia otra parte. Cuando el gorilón consigue sujetarla de un brazo, Charlotte consigue zafarse, decidida a correr, pero este hombre no se lo permite. De inmediato la levanta con un solo brazo, haciendo oídos sordos a sus protestas, y la deposita dentro del museo como si fuese un bulto. Después cerró la puerta y continuó vigilando.
La confusión por ese despliegue terminó reemplazando al anterior malestar de ánimo. Ahora Charlotte volvió a preocuparse por sí misma, preguntándose porque la metieron a la fuerza en el interior del museo. ¿Y si todo era una trampa? No, que paranoico. ¿Quién querría ponerle una trampa y armar todo el circo del gorilón frente a la puerta? Según recordaba, no tenía enemigos... ¿Y se fue Akihide? Un súbito rubor se apodero nó solo de su rostro, sino también de todo su cuerpo. De alguna extraña forma, aquella idea le resultó deliciosa y excitante, y se apoderó de ella con suma rapidez. Comenzó a espiar de un lado al otro buscado al guitarrista, avanzó sin saber con certeza hacia dónde iba. ¿Él la llamaría ejecutando soberbiamente algunas notas con la guitarra? Cada nueva idea la entusiasmaba mas, ya armaba un culebrón imperdible en su cabeza cuando escucha una voz que rompe sus fantasías.
Akihide: (habla detrás de ella) Charotte-san... ¿Estás bien?
Charlotte: (voltea de repente) Akihide... (Su fantasía cayó a pedazos, pero lo disimula de la mejor manera posible) Konnichiwa. Ha pasado mucho tiempo. ¿Cómo est...?
Akihide: (súbitamente la rodea con los brazos de manera afectuosa, estrechándola contra sí) Te extrañe mucho, Charotte-san. Pero no te extraño como tío, sino como hombre.
Aferrándose a él en un fuerte abrazo, Charlotte siente que la alegría no cabe en su pecho. Akihide la estaba abrazando, confesó que la extrañaba... ¡y dio final a esa estupidez de ser su tío! Jamás se había sentido tan cerca de él como en ese momento. Toda la bruma, la confusión de su mente se disipó por completo. No hay mucho que se pueda decir más que eso: un abrazo... con solo un abrazo regresó la paz a sus mentes y sus corazones. Para que pudieran avanzar por fin, el pelilargo guitarrista sabía que esta vez él debía avanzar siendo completamente sincero. E increíblemente ninguna imaginación de la pelirroja pudo superar la realidad. Mar en calma, otra vez.
Akihide: (sin soltar a Charlotte. Quiere tenerla cerca todo el tiempo posible) Hay muchas máscaras, trajes y fotografías que apreciar, además de varios cuadros. (Se aparta solo un poco) ¿Comenzamos el recorrido?
Charlotte sonríe con cierta complicidad, dándole a entender que está de acuerdo, así que deshacen el abrazo e inician el recorrido por la exposición. Ganas de tocar las máscaras o los trajes no faltaban, pero no estaba permitido. Tuvieron que conformarse con comprar unas replicas en la tienda de recuerdos. En cada momento del recorrido, Charlotte se sorprendía de lo cercano e informal que se mostraba Akihide con ella. Aun la trataba como Charotte san, pero sin esa distancia física y la incomodidad que antes dominaba en su forma de tratarla.
Después del museo fueron a almorzar a uno de los mejores restaurantes de Ramen que el guitarrista conocía en Hirome-Koochi, mientras charlaban sobre la exposición y todo lo que vieron en ella. En tanto que Akihide se mostraba relajado durante la comida, Charlotte sentía como agujas en el cuello las miradas puestas sobre ellos. Al parecer, cuando se reunían en el pasado, lucían solo como un par de conocidos, mientras que ahora la imagen que desprendían era totalmente diferente. Incluso ella podía comportarse de otra manera.
Al terminar el almuerzo, Akihide propuso acompañar a la pelirroja hasta el lugar en el cual se hospedaba y regresar con la banda. Había varios pequeños detalles por revisar antes del recital de esa noche. Caminaron un buen rato, callados, envueltos en un silencio extraño pero no incomodo, con una energía más bien positiva. Ambos sentían que tenían que decirse algo, pero quizás no sabían sobre qué o qué palabras usar.
Charlotte: (decide romper el silencio y se frota los brazos) De repente vino un viento fresco.
Akihide: (abre el cierre de su campera y vacía una de las mangas, como si fuese a entregarle su abrigo a Charlotte)
Charlotte: No es necesario. Vos también necesitas...
Akihide: (se acerca a ella y, con la mitad vacía de su campera cubre la espalda de Charlotte) Los dos podemos abrigarnos de esta forma.
Charlotte sujeta la mitad de la campera que la cubre y el pelilargo le indica con una mímica que deslice su brazo en el interior de la manga. Así los dos, abrigados con la misma campera, estaban tan cercanos como en ese abrazo en el museo. Para nuestra protagonista todo eso parecía un sueño bonito. Ninguna de sus imaginaciones más románticas y ningún sueño podían superar lo que estaba viviendo en ese momento. Solo deseaba que nada rompa la magia de aquel acercamiento, que nada arruine la armonía que por fin sentían el uno con el otro.
Akihide: ¿Así está bien?
Charlotte: (sorprendida) ¿Qué cosa?
Akihide: Esto. Entre nosotros... hay muchos años de diferencia. Y muchos kilómetros de distancia.
Charlotte: (reflexiona un momento, pero decide contestar con su corazón) Que yo tenga que irme... en unos meses, no quiere decir que no volveré jamás, o que no podrás ir a verme. Además... yo me siento cómoda ahora (apoya la cabeza sobre el hombro de Akihide). Si sos tan dulce conmigo, es muy difícil no estar a gusto.
Ninguno de los dos se dio cuenta de habían detenido su marcha. Estaban parados en medio de un camino desierto, despejado de cualquier fisgón entrometido que los juzgara con la mirada. Aparentemente nada se interponía entre los dos, así que Akihide no dudo en dirigir la vista hacia Charlotte, como si la invitara a hacer lo mismo, cosa que sucedió de esa manera. La pelirroja levantó un poco el mentón al mismo tiempo en que él inclinaba la cabeza hacia ella, y bajó lentamente los parpados, mostrando así su disposición a lo que entendía que iba a suceder a continuación: y no falló. Ya podía sentir su respiración próxima, la cercanía de su rostro y el leve roce de sus labios... su mente, vacía y oscura en ese momento, la llevó de manera súbita hasta el jueves por la noche en el edificio de señoritas, precisamente al dormitorio de Maya, en el que estaban ella y la muchacha japonesa...
Involuntariamente, Charlotte aparta el rostro, turbada por sus recuerdos. Cuando siente que la boca de Akihide termino besando su mejilla, se siente avergonzada por lo que hizo, pero no puede volver atrás. Su mente ya está perturbada por las imágenes que a ella llegaron de repente. Con rapidez se aleja de él y abandona el abrigo que compartían, pues no puede ni mirarlo, realmente se sentía muy apenada por su reacción anterior. No podría explicarle qué fue o qué pasó si él decidía preguntar por ello, algo que no tardó en suceder.
Akihide: Charotte-san... ¿qué...?
Charlotte: (apresurada por huir de allí) Yo... recordé algo de repente. Tengo que irme, lo siento. (Mientras se aleja) Hablaremos después del recital. Lo prometo. (se va)
El pelilargo guitarrista, estupefacto, contempla como nuestra protagonista se aleja de él a toda marcha, como si estuviese huyendo… ¿Huir? ¿Por qué huiría ella de él, si hasta hace un momento…? Acaso… No, imposible. Charlotte demostró estar de acuerdo en el momento en que intentó besarla, levantó el mentón, cerró los ojos… ¿Por qué cambió de idea y huyo de esa forma? Tendré mal aliento, se preguntaba, pero luego de comprobarlo, se dio cuenta de que no era eso. ¿Entonces cuál era el problema? En un acto de reflexión, Akihide rascó su cabeza con la mano derecha, y al levantarla, se dio cuenta de que en ella llevaba los recuerdos que compraron, incluidos los de Charlotte… Tenía la excusa para ir a verla, y aclarar lo sucedido, pero… ¿sería prudente hacerlo? Lo era, claro que lo era. Ya comenzó a moverse en la dirección correcta, y no podía dar marcha atrás cobardemente.
En cuanto a las demás muchachas, las que esperaron frente al hotel la salida de la rubia, les contaré que pasó, para hacer una elipsis (¡sí!). Ichiyo fue por su lado, Megg avisó que almorzaría con Shinpei, Charlotte fue al encuentro de Akihide y Tsugumi decidió dar un paseo con Kendi Orochi, con quien se encontró un rato después, así que solo Atsuko y Selenia regresaron a la mansión Saotome para la comida. Mientras las demás pensaban en romances, ellas devoraban el almuerzo como si fuera la última comida del mundo, un poco porque se sentían ignoradas, pero más que nada, porque el cocinero era un verdadero maestro de la cocina. Aunque sus estómagos decían basta, pidieron una ración más cada una, pues consideraban que era un desperdicio que nadie comiese lo que quedaba. Además, en esa casa siempre había comida, y en abundancia. Como las dos jóvenes, el señor Saotome amaba el buen comer, y no importaba expresarlo a viva voz, acompañado de un montón de risotadas. También se sentía gustoso de ver que no todas las chicas de esa edad preferían la delgadez de las raciones pequeñas, ya que tanto Atsuko como nuestra simpática protagonista sucumbían ante los placeres de la comida, con un té relajante como precedente.
Atsuko: (dejando los hashi en el plato) No puedo más… Si seguimos así, no conseguiremos novio. (Piensa un breve momento) Si sigo así no conseguiré novio…
Selenia: ¿Estas tratando de decir que mientras más como, me pongo más sabrosa? Si es así, gracias.
Atsuko: No sé por qué me agradeces… no quiero que vayas con los caníbales [2].
Selenia: Yo no me refería a… Sabroso en español también puede calificar a la gente. Cuando un hombre desea a una mujer, se dice que se la quiere comer.
Atsuko: Ustedes son muy raros… Y tampoco me refería a eso.
Selenia: ¿Entonces?
Atsuko: Vos tenés tus asuntos por ahí.
Selenia: Vos tenés tu admirador por ahí también.
Atsuko: (rozando el enojo) Ese idiota no cuenta.
Selenia: ¿Qué tiene de malo Hernán? Es limpio, no tiene antecedentes penales, es sincero, gracioso y no se enoja si lo molestas. Para ser hombre, ya está bien.
Atsuko: Si te gusta, te lo regalo.
Selenia: Bueno, lo tendré en mente, pero luego no te quejes. (se le acerca confidencialmente) Por cierto, el jueves vimos a Hernán volver con la cara roja, y vos estabas muy enojada, ¿qué pasó?
Atsuko: (intenta contener su rabia al recordarlo) Ese idiota me beso… (cubre una mejilla con las manos) No importa cuánto la lave, esa sensación no se quita.
Selenia: (decepcionada por la gravedad que Atsuko confiere a algo tan simple para ella) ¿Te beso en la mejilla, entonces?
Atsuko: Si… Es un atrevido idiota. No quiero volver a verlo.
Selenia: Que mala suerte, entonces. Porque me contó que la próxima semana estará trabajando en AoRingo como ayudante. (con entusiasmo no disimulado) O sea que serán compañeros.
Atsuko queda petrificada después de escuchar esta noticia. Más que curiosa por saber cómo es que nuestra protagonista lo conoce, siente que va a desmayarse de la impresión… ¡Hasta qué punto podía perseguirla ese individuo! Ya le temblaban las manos de tanta rabia, y su rostro se tornó pálido al principio, luego rojo como si toda la sangre se le fuese a la cabeza de una sola vez. Selenia no sabía si comenzaría a lanzar cosas, así que se alejó de a poco. Sin embargo, su posible escándalo quedó en la nada cuando llegó Charlotte, alterada y aparentemente avergonzada, preguntando si ya había regresado Maya de su paseo, pero como recibe una respuesta negativa, se dirige a su habitación sin decir más. Apenas unos minutos después llegó a quien buscaba, y ni tuvieron que avisarlo porque ya la vio venir desde la ventana. Ambas salieron al jardín de la mansión para hablar. Mientras tanto, KyunHo recordó que quería compara un recuerdo de la ciudad y decidió partir nuevamente, acompañado por las desocupadas muchachas.
Casi quince minutos después ya estaban de regreso en la mansión, comentando entre risas por que hicieron todas las compras en la primera tienda que vieron. Además, acordaron que aprovecharían unas horas del domingo, antes de regresar, para visitar el Castillo de Koochi y poder tener una vista panorámica de toda la ciudad, desde la playa, la parte tradicional, ambientada en la era Meiji, y la parte moderna. Era infaltable esa mezcla, y a la vez tan marcada diferencia entre lo tradicional y lo contemporáneo.
Cuando ya iban llegando a la entrada, vieron a alguien salir de la mansión algo perturbado: tenía la mirada perdida en el suelo, y apenas hacía dos pasos, se detenía como si quisiera despertar de una pesadilla. Esto los extrañó de sobremanera, así que Selenia, se acercó a preguntarle si algo malo le había ocurrido. Atsuko y KyunHo no se atrevieron a hacer lo mismo, no eran suficientemente curiosos como para inquirir sobre su estado a alguien a quien apenas vieron una o dos veces.
Selenia: Aki-san, ¿estás bien?
Akihide: (perturbado, murmura a media voz) Si… Creo que sí… Tengo… Tengo que regresar… (comienza a caminar, pero a los dos pasos regresa y habla con nuestra protagonista) Charotte-san olvidó esto (le entrega la bolsa de la tienda de recuerdos del museo). ¿Podrías entregárselo?
Selenia: (agarra la bolsa) Aki-san, estás pálido… Charlotte debe andar por el patio. Pero no te preocupes. Le diré que entraste y no la encontrarse, por eso…
Akihide: (interrumpe, nervioso) Yo nunca entré a este lugar. Se-chan, te lo pido. Yo no entré. Solo me acerqué a la entrada, ¿entendido?
Selenia: (Confundida por tanto misterio) Está bien.
Akihide regresa al hotel, luego de dejar lo que había llevado para Charlotte con Selenia. No podría mirar a los ojos a la pelirroja después de lo que había visto en ese patio… Sus ojos no mentían, pero en ese momento no se atrevió a confesar que estaba allí, observando la conversación que ella sostenía con aquella muchacha castaña. ¿Qué fue lo que sucedió ahí? Parecía increíble, pero él lo vio. Y de alguna loca manera, eso explicaba lo que había ocurrido apenas unos minutos antes. Lo explicaba, pero al mismo tiempo, constituía un sinsentido. Nada en su mente, desde que se cruzó con ese suceso, podía adquirir algún orden lógico, no había relación causa y consecuencia. Porque, si bien lo que había visto revelaba la razón de por qué Charlotte huyó de él, quitaba explicación a por qué ella se mostró tan predispuesta cuando quiso besarla… o a lo largo de todo el tiempo que llevaban conociéndose. El pelilargo guitarrista no podía apartar estos pensamientos de su mente, ni aun cuando la hora de salir al escenario se acercaba.
Daigo: (golpeando levemente su cabeza) No te distraigas. ¿Me estás escuchando?
Akihide: (perdido en su mente) No, lo siento.
Daigo: (con severidad) Faltan solo dos horas para salir al escenario. Te necesitamos concentrado, ¿de acuerdo?
Shinpei: ¿Qué pasa con vos…? Pediste la mañana y el mediodía libre. ¿Acaso sucedió algo malo?
Akihide: (No sabe cómo decir lo que lo atormenta) Yo… Charotte-san…
Daigo: (suspiro de cansancio) Otra vez esa mujer… ¿Qué le dijiste ahora? ¿Qué te trate como a un padre?
Shinpei: Si te mandó al diablo, es comprensible.
Akihide: (niega torpemente con la cabeza) No… Yo… ya corregí eso. Yo… me retracte de eso y… comencé a mostrarle mis sentimientos.
Daigo: Entonces… ¿de todas formas te mandó al diablo?
Shinpei: ¿Ves que la furiendo son no tiene camino de vuelta? ¿Verdad que tengo razón?
Akihide: (como si no los escuchara, prosigue) Ella… Charotte-san… Estaba besando a otra perso… (furioso) ¡a una mujer! ¡A otra mujer como ella!
Shinpei: Pero si ustedes… o sea, vos no te podés quejar de eso.
Daigo: (curioso) ¿A quién?
Shinpei: (con mala intensión) ¿Queres saber si es Se-chan?
Daigo: (enojado) Podría ser Meggara, ¿o no, Akihide?
Shinpei: Meggu-chan no podría hacer algo así teniéndome a mí.
Daigo: (con peor intención) Tal vez por eso te trata como amigo…
Akihide: No era ella… no era Meggara. Era una tipa castaña, una de las que vive con ellas en el edificio. (mientras ellos tratan de deducir la identidad de la chica a quien Charlotte besó) Oigan… Yo les cuento algo tan íntimo y espantoso… y solo les preocupa el chisme.
Daigo: (restándole importancia) Qué más da. Ya conocerás a otra chica. Mujeres hay muchas en el mundo.
Shinpei: Si. Nada más puede hacerse. Acaso querías que te abracemos y te consolemos… Lo siento, pero mis brazos estás reservados (sale del camarín)
Akihide: (acercándose al vocalista) Daigo… me siento muy mal.
Daigo: (rodea los hombros de Akihide con un brazo y acerca la cabeza de este a su hombro) Ya, tranquilo. (para sí, mientras palmea a su amigo) Maldita sea… Maldita Charotte. (a Akihide) Todo esto debe tener una explicación. Sé que tu chica es rara, pero no parece de las niñas a las que les gustan las otras niñas.
Akihide: Pero lo que yo vi fue real.
Daigo: no te sirve pensarlo así ahora. Pensá en las fans, que están allí afuera, esperando por nosotros. Ellas nos amas a pesar de todo. ¿Las vas a decepcionar?
Akihide: (alejándose un poco) No… (parece entusiasmado) Lo hare por ellas. Ellas nunca me traicionaran. (sale del camarín)
Daigo: Bueno… ¡A trabajar!
Sí, claro. Aunque dijo eso, salió del camarín como los demás, pero hacia otro lado. A un lugar donde pudiese encender un cigarrillo tranquilamente y en soledad. Fumar un rato antes de cada concierto le resultaba relajante, calmaba la ansiedad que sentía al ver que las luces, los instrumentos y la gente estaban listos para recibir su música. Ya no se trataba de nervios, como al principio de su carrera, cuando el público se concentraba más en su aspecto que en sus canciones o su voz. Ese pasado, que ahora se veía tan lejano, no parecía más que un triste sueño… Actualmente tenía lo que en ese entonces tanto deseaba, pero… no podía decir que era feliz. Después de todo, él se había convertido en un ser incompleto.
Hombre: (aparece de repente) ¡Daigo!
Daigo: (observa al recién aparecido y logra reconocerlo) Hyde, ¿Cómo has estado? (le ofrece un cigarrillo)
Hyde: (acepta y tantea sus bolsillos en busca de un encendedor) Fuera de problemas. (Como no lo encuentra, Daigo le ofrece el suyo) Nunca use un encendedor que no fuese de Larc’ en Ciel (ambos ríen).
Hyde enciende el cigarrillo, devuelve el encendedor y, ambos mirando al cielo, arrojan múltiples bocanadas de humo hasta que acabaron de fumar y decidieron hacer otra ronda.
Hyde: ¿Quién es?
Daigo: ¿Quién es qué?
Hyde: Cruce a Shinpei en el pasillo, y me dijo que estás saliendo con alguien. Quiero saber quién es.
Daigo: Ese idiota… No estoy saliendo con alguien, pero… tal vez lo haga pronto. (Golpea a cola del cigarrillo para que caigan las cenizas)
Hyde: ¿Y quién es esa desafortunada mujercita?
Daigo: No voy a decírtelo, pero seguramente saldrá en las revistas.
Hyde: (lo mira con interés) ¿Acaso es famosa?
Daigo: (arruga la nariz) Ya no seas curioso. (Termina el cigarrillo y, en vez de fumar otro, arroja la colilla al cesto de basura que tiene cerca) Ya debo ir a cambiarme.
Hyde: Pensé que ya estabas listo… (Se golpea la frente) Cierto, Obatta-san es capaz de ahorcarte si en vestuario huele a cigarrillo. (También arroja la colilla) Bien. Estaré viéndote. (Está a punto de irse, pero gira para ver a Daigo) Por cierto… ¿Quién es Se-chan?
Daigo: (atorado) La… ¿la Ushi?
Hyde: Ah… Se-chan es tu famosa Ushi.
Daigo: (indignado) ¿cómo es eso de “mi” Ushi?
Hyde: (ignorándolo) Quiero conocerla. Presentamela la próxima vez. (se va)
Daigo: ¡Deja a ese fenómeno de la naturaleza! (También se va, pero regresa al camarín, donde encuentra su traje planchado e impecable, así que decide arreglarse)
Como el vocalista. Akihide y Shinpei ya estaban preparándose para el concierto. El primero afinaba su guitarra y practicaba algunas notas mientras terminaban de  arreglarle el cabello. El segundo, completamente vestido y lookeado para el show, preparaba poses espectaculares con las cuales quería impresionar a Megg, y hacía un lio en el camarín.
Ahora dejaré a la banda para pasar a los muchachos viajeros que presenciarían el recital. Ya estaban ubicados en sus asientos, lugares bastante privilegiados (¿de qué trabaja el padre de Tsugumi?), expectantes del show que se desarrollaría frente a ellos. Nuestras protagonistas miraban hacia todos lados, de izquierda a derecha, de arriba abajo, esperando a que aparezca la banda, o se enciendan las luces y comience el concierto. ¿Cómo sería un FC de Breakerz [3]? ¿Sería tan humorístico como había escuchado? Tsugumi les confesó que ella siempre iba a los conciertos regulares, pero nunca podía conseguir entradas para el FC, así que, como ellas, era nueva en eso.
Después de tantas expectativas, finalmente los vieron aparecer: llevaban unos trajes que parecían uniformes militares, o algo así. El de Akihide estaba decorado con una especie de flor hecha de plumas en el cuello, el de Shinpei no tenía mangas y dejaba sus brazos completamente expuestos (a pesar del fresco), mientras que el de Daigo parecía el más normal de todos, quitando esa suerte de media falda triangular que salía debajo de su chaqueta. No hubo interacción inicial. Apenas se encendieron las luces y entraron los tres, comenzó a sonar la música, acompañadas de imágenes emitidas en una pantalla gigante en el escenario, detrás de ellos: el primer tema fue Nonai survivor, ejecutado e interpretado con mucha energía, como una explosión de entusiasmo. A este tema siguieron No sex no life (que sonrojó a todas y todos), Everlasting luv, Dear liar, Zettai I love you (acompañado de las mejores sonrisas de los muchachos a las fans, quienes gritaban enloquecidas, incluyendo a nuestras protagonistas) y Overwritting, que calmó un poco la euforia desbordante. Después de este primera parte, Daigo permaneció un momento en el escenario, contando alguna que otra anécdota muy humorística sobre los preparativos previos al concierto. Luego anunció que lo verían volando arriba de todos, así que pidió que sigan disfrutando el evento.
     Ya con nuevos trajes sobre el escenario, tocaron Climber x climber y el vocalista cumplió su promesa, pues fue elevado hacia lo alto mientras cantaba con entusiasmo. Los ánimos del público estaban tan contagiados, que hasta Charlotte sintió miedo de que se caiga.  Cuando volvió al escenario y terminó la canción, Daigo tomó unas porras doradas y, acompañado por unas bailarinas vestidas de porritas, comenzó a bailar graciosamente Smile 100%.  En este punto, los guitarristas miraban hacia otro lado para no ver las tonterías que hacía su amigo en el escenario. En Miss Mystery, Shinpei comenzó a poner en escena las poses nuevas que practicó, en especial una en la que apuntaba a Akihide, quien hizo lo mismo automáticamente, pero se alejó un poco del primer plano cuando llegó el turno de Real love, y es aquí donde me detendré un poco, pues nuestras protagonista y sus amigos, que todo lo estaban viendo, hasta ese momento disfrutaban del show. Pero, como fueron notando que, hacia el final de la canción, Daigo y el pelilargo guitarrista se acercaban…Megg y Charlotte comenzaron a preguntarse qué pasaba, mientras Selenia y Tsugumi, al igual que los demás fans gritaban “Kiss Kiss”. 
 
Las primeras no creían en esto… hasta que lo vieron, y en tanto la rubia se cubría los ojos, la pelirroja, en uno de sus arranques, exclamaba que ella podría hacerlo mucho mejor, y lo decía con tanto entusiasmo que ya la imaginaban subiendo al escenario y apareciendo entre Daigo y Akihide para llevarse al guitarrista y mostrarle lo que era un buen beso. El bloque finalizó con Bunny love y la presencia de una sexy bailarina vestida de conejita al estilo Playboy, que parecía coquetear descaradamente con los tres miembros de la banda, especialmente con Shinpei. Lo último hizo rabiar tanto a Megg que también la imaginaban subiendo al escenario para sacar a rastras a la falsa rubia esa (¿quién se cree?).
Nuevamente regresan con un cambio de vestuario, con trajes bastante más diferentes, de un estilo elegante, para, según palabras de Daigo, enamorar sus corazones con el próximo repertorio: Hikary, Miss you, The train’s gone y Last pray. Nuestras protagonistas se asombraron de cómo las tres primeras canciones resultaban tan emotivas gracias a la interpretación de Daigo. Parecía increíble que alguien que siempre les daba rabia pudiera llegar a conmoverlas cuando cantaba, y la última canción realmente llegaba a ser una súplica desesperada desde el fondo de un corazón atormentado.
Con esta última parte completa, dieron por finalizado el concierto, agradeciendo a todos los asistentes. Además, les pidieron que completaran un cuestionario (entregado antes de que salga la banda a escena) sobre el evento [si, eso se hace]. Dedicaron unas palabras a todos los fans, aunque quienes dedicaron solo unas palabras fueron Akihide y Shinpei. Daigo hablo tanto que parecía estar dictando su testamento. Afortunadamente fue muy carismático y gracioso, y así no notaron que habló durante más de treinta minutos (que bocón).
Después de completar el cuestionario y entregarlo, el público fue retirándose lentamente, hablando casi a los gritos sobre las emociones que se despertaron con el concierto. Entre todas estas personas salían nuestras protagonistas, sus amigas y los dos novios que las acompañaban. Las más entusiasmadas, sin dudas, eran Selenia y Charlotte, quienes comentaban una y otra vez sobre cada detalle, las poses, las caras, las ropas, los gestos que pudieron ver a través de las pantallas gigantes, las coreografías (sobre todo eso), las luces, nada escapó de sus ojos.
Charlotte: (jamás más entusiasmada) ¡Todo fue fabuloso! ¡Sobre todo esa parte!
Megg: (pensando que habla de Zettai I love you) Si, fue muy gracioso cuando se acercaban a los fans y todos gritaban.
Selenia: Creo que ella habla de Real love. En ninguna parte la vi tan entusiasmada como en esa.
Charlotte: Exacto. A mí no me gusta el Yaoi fanservice, pero esta vez hago una excepción. Me encantó… imaginar que soy Daigo (se despeina) ¡Ah! ¿Por qué desperdicie la oportunidad de esta tarde?
Selenia: Si estas decidida a hacerlo, te dejo pasar a verlo.
Charlotte: (comparte una mirada cómplice con Selenia) ¿En verdad podes hacerlo? (la morocha asiente y ella sonríe) ¡Fantástico!
Megg. Hey, yo también quiero ir. ¿Puedo ver a Shinpei?
Selenia: (observa a Maya, Atsuko y Tsugumi) Aunque va a ser sospechoso entrar con tanta gente…
Tsugumi: (sorprende a todos) Vayan las tres. Nosotros las esperaremos aquí, ¿verdad?
Los demás asintieron y las tres protagonistas decidieron ir hasta el acceso a camarines. Cuando el guardia de seguridad se les interpuso para que no pudieran entrar, Megg y Charlotte pensaron por un momento que Selenia le caería a golpes, pero, para alivio de ambas, apenas mostro su distintivo de ZR que la presentaba como asistente de vestuario, le permitieron entrar. Cuando las miraron raro a ellas dos, la morocha anunció que eran refuerzos. Estaba tan tranquila que creyeron todo lo que dijo.
Apenas pasaron la entrada ya encontraron a empleados de la productora, algunos de ellos las reconocieron, pero no se extrañaron de esas presencias (digamos que ya sabían sobre las andanzas de la banda). Charlotte se escabulló apenas pudo ver el camarín de Akihide, mientras las otras dos no sabían dónde se habían metido. Además también salió a “recibirlas” Obatta, convencido de armar un escándalo y hacerlas echar, pero por suerte para ellas aparecieron Shinpei y Daigo para espantarlo.
Shinpei: (una vez que Obatta se fue) Meggu-chan, ¿Te gustó el recital?
Megg: (entusiasmada) Claro que sí. ¡Fue fantástico! Me alegra mucho haber venido y me encantaría ver otra presentación como esta.
Selenia: (a Daigo) Si me preguntas, me gustó mucho el concierto.
Daigo: ¿Quién te preguntó?
Shinpei: (entrometiéndose) No necesitas disimularlo delante de mí. Es más, si se dan un abrazo no me molesta.
Daigo: ¿Qué dice este idiota? Ah, no volveré a preguntarles algo.
Selenia: No entiendo. Alguien puede explicarme.
Daigo: (antes de que Shinpei responda. A Selenia) Supongo que viniste a pedir un regalo de White day.
Selenia: Cierto… Debería ser algo que tenga más o menos el mismo precio de lo que yo compré. No me gusta que me regalen algo caro si yo regale algo… O sea… (Piensa) Unos 800 yenes.
Daigo: (indignado) ¿800 yenes? No voy a regalarte algo después de escuchar que me diste semejante baratija.
Selenia: Pero si te lo saboreaste, ¿verdad, Shinpei-san? Además es costumbre.
Shinpei: ¿Vos eras la del ramen de chocolate?
Daigo: (desesperado por cambiar de tema) Meggara también querrá algo de White day, ¿verdad?
Megg: ¿Yo? Lo que Shinpei me quiera regalar está bien.
Daigo: (decidido a molestarla) ¿Y si te quiere regalar su cuerpo?
Megg: (al ver que Shinpei lo piensa –o finge hacerlo) Lo que me quiera regalar y que tenga chocolate estará bien.
Daigo: ¿Y si quiere regalarte su cuerpo bañado en chocolate?
Megg: ¡Ya deja de molestarme!
Selenia: (frotándose las manos, con expresión perversa) ¿Se puede pedir eso de White day? (exagera tanto la expresión que Daigo se asusta)
Daigo: (abrazándose a sí mismo) ¿Cómo vas a pedir eso, estúpida?
Selenia: Sería equivalente a lo de 800 yenes que te regale.
Daigo: ¿Estás insinuando que mi cuerpo vale 800 yenes?
Selenia: Bañado en chocolate, si.
Megg: (a Shinpei) Una caja de bombones artesanales estará bien.
Shinpei: (rodea los hombros de la muchacha con un brazo) Tranquila, my pretty girl. Yo no pensé en regalarte mi cuerpo… no para tener sexo. Pero si queres una foto mía que atesorar en tu mesa de noche, no hay problema.
Megg: (anonadada) Creo que no merezco tanto. Una caja de bombones estará bien.
Mientras ellos charlaban y Charlotte hablaba con Akihide en el camarín, los muchachos que las estaban esperando pidieron a KyunHo que vaya a ver que sucedía, pues les pareció que demoraban demasiado sin dar noticias. El muchacho coreano se acercó a la entrada y pudo pasar al guardia de seguridad gracias a que un amigo suyo, que trabajaba en ZR, pidió que le permitan entrar y también le indicó donde podía encontrar por lo menos a la pelirroja, la única de las tres extranjeras a la que pudo ver. Gracias a esto, KyunHo se acercó hasta el camarín de Akihide… y pudo escuchar la (casi) discusión que mantenía con Charlotte, en la cual estaba involucrada Maya… El guitarrista acusó a la pelirroja de haber besado a su novia, confesó que las había visto en el patio de la casa de Tsugumi, y lo peor del caso es que ella no lo negó, pero dijo que todo tenía una explicación. Esto no sirvió de mucho, ya que el pelilargo protagonista se rehusaba a escucharla, no tenía sentido para él oír una excusa si la verdad era esa.
Cuando KyunHo escuchó que pronto abrirían la puerta, salió de allí lo más rápido que pudo hasta adonde estaba los demás… y apenas vio a Maya, sin dar explicaciones, la tomo por un brazo para conducirla aunque sea a un par de metros y hablar tranquilo con ella… aclarando que fue lo que sucedió.
Entre tanto, Atsuko, Tsugumi y Orochi vieron regresar a Megg… solo a ella. Intentaron no averiguar que pasaba con Maya y KyunHo preguntando a la rubia donde estaban las demás: resulta que desde el principio Charlotte se les perdió, y luego encontraron a Daigo y Shinpei, quienes les hablaron un momento hasta que les dijeron que ya estaba preparado en transporte. Esa fue la pauta de despedida… solo para ella, pues no supo en que momento Selenia desapareció y no podía comunicarse con sus amigas. Creyó que estarían ambas con ellos, pero allí no las encontró. Los tres pretendían debatir brevemente que es lo que sucedía, a dónde podrían haber ido aquellas dos, sin embargo, les robo toda la atención el inminente conflicto de la parejita que se había alejado: de pronto KyunHo se fue… dejó a Maya sola y se fue hecho una furia, o profundamente perturbado.
Megg se acercó a la muchacha castaña para averiguar que sucedía, pero esta le pidió que fuese tras KyunHo, pues, como él confiaba en nuestra rubia protagonista, la escucharía y podría tranquilizarse con sus palabras, pedido que no tuvo que ser repetido. La extranjera, sin pensarlo dos veces, hizo caso a su amiga y fue tras el coreano fugitivo a toda prisa.  Aunque él no sabía hacia dónde iba, continuó caminando un buen rato hasta que se cansó y encontró una superficie en la cual sentarse. Debo aclarar que, con el recital y la espera, no tenía suficientes energías como para ir demasiado lejos.
Tal vez por desacuerdos de la fortuna, tal vez porque las cosas deben ocurrir de una determinada forma, en tanto Megg y KyunHo hablaban… la camioneta en la cual se trasladaba la banda pasó por allí… y al reconocer a su codiciada rubia, Shinpei pidió que detengan el vehículo súbitamente y sin que nadie entienda por qué. Se acercó con mucha cautela a ellos, quienes no lo notaron, pero no pudo mantenerse al margen por mucho tiempo, ya que vio que Megg abrazó a ese muchacho, él también la rodeó con los brazos, incluso pudo ver que lo besó en la mejilla… ¡pero ella le juró que nada ocurría entre ellos! ¿Entonces qué era eso? ¿Por qué hacía con ese supuesto amigo lo mismo que con él?
Shinpei: (acercándose a ellos) ¿Qué significa esto?
Megg: (deshaciendo el abrazo con KyunHo) Shinpei… ¿Qué estás haciendo aquí?
Shinpei: (alterado) Yo te pregunte primero… ¿Por qué abrazas y besas a tu amigo? ¿Por qué lo estás tratando igual que a mí?
KyunHo: Sumimasen. Esto es culpa mía. Meggara-san solo quiso ser amable conmigo. Gomen nasai.
Shinpei, sin palabras de por medio, reniega del entrometimiento de KyunHo y lo golpea en el pecho y el rostro, arrojándolo al suelo. Como le quitó el aire, el muchacho coreano tiene dificultades para ponerse de pie.
Megg: (asustada) ¿Qué es lo que haces? (quiere ir a ayudar a Kyunho, pero Shinpei se lo impide, pues la sujeta por un brazo) ¡Soltame! Yo trató así a KyunHo porque es mi amigo.
Shinpei: (con una de sus manos sujeta el rostro de Megg y la obliga a mirarlo: estaba completamente fuera de sí) ¿Entonces yo también soy tu amigo? ¿También lo soy? (como ella no responde, él acerca su rostro. Nuestra protagonista intenta esquivarlo, se resiste a lo que el guitarrista de lentes quiere hacer, pero sus esfuerzos son en vano, ya que él logra, de todas formas, apoyar su boca sobre la de ella… Hasta que la rubia consigue fuerza suficiente como para empujarlo y propinarle un cachetazo)
KyunHo: (de pie,  irritado por lo que acaba de ver) ¿Cómo te atreves a tratar así a Meggara-san? (apenas termina la pregunta, golpea a Shinpei en la cara y hace que retroceda varios pasos)
Enfurecido por eso, Shinpei arremete contra KyunHo con todo el cuerpo, y otra vez lo arroga la piso, pero con él encima. Sin perder un segundo, comienza a golpearlo en la cara y los brazos si con ellos intentaba bloquearlo. Megg comenzó a gritar para que alguien los separe, pero por fortuna los ocupantes de la camioneta se percataron de lo sucedido, y como no era suficiente con Akihide y Daigo para separarlos, también intervinieron Makoto y Matsu-kun [4]. Cuando pudieron apartarlos, Daigo y el bajista se llevaron a Shinpei, quien protestaba a los gritos que quería romperle la cara a “ese desgraciado”, mientras que Akihide y Makoto pidieron disculpas a KyunHo y Megg por lo que sucedió. Luego regresaron al vehículo.
Megg: (a KyunHo) Gomen nasai… después de lo que paso con Maya (busca en su cartera un pañuelo, pero solo encuentra paños descartables) ¿Por qué Shinpei te hace esto? (ofrece los paños al muchacho, pero la vergüenza y el nerviosismo le impiden mirarlo a los ojos. Poco a poco siente que su vista se va nublando… Hasta que las lágrimas caen solas… KyunHo lo nota y le ofrece un abrazo contenedor que ella no rehúsa, por más vergüenza que sienta hacia él. Por primera vez, Megg deseaba no ver a Shinpei… realmente quería alejarse del guitarrista)
Megg escucha su celular timbrar y se aparta de KyunHo para poder ver el mensaje que había recibido. Era de parte de Selenia: “Estamos en el hospital. Charlotte se lastimó y golpearon a Atsuko con una botella de vidrio”.

Al día siguiente, a eso de las diez de la mañana, después de una noche tan agitada, a excepción de Tsugumi, Orochi y Selenia, los demás casi no conciliaron el sueño. No creían ser capaces de dormir en el yate que estaba a punto de partir, llevándolos de regreso a casa, así que simplemente se resignaron al cansancio… y al silencio. Charlotte permanecía aislada y taciturna, al igual que Kyunho, quien se había alejado de todos. Megg y Maya, ambas con el rostro lloroso, permanecían calladas, una con enojo, y la otra con una culpa que no cabía en su pecho. Atsuko, por su parte, estaba aún muy adolorida por el injustificado golpe que recibió en la cabeza. La entusiasta japonesa y su novio no sabían de qué charlar a la espera de que parta el yate. Selenia todavía estaba en al puerto, pues, como el estado de ánimo de sus acompañantes atentaba contra la alegría que le gustaba sentir (aunque a veces no fuera del todo real) permanecía un poco más sin abordar, pero cerca del barco, para subir rápidamente ante la menor señal.
Mientras admiraba el mar y sentía la brisa acariciar su rostro, un golpe en la cabeza distrajo su atención. Volteó a ver de quien se trataba y, como si la desgracia la persiguiera, allí estaba Daigo Naito, listo para molestarla hasta cuando se estaba yendo.
Selenia: Hey, ¿Qué haces?
Daigo: Peculiar forma de saludar la tuya.
Selenia: La tuya también. ¿Por qué me golpeas?
Daigo: (burlonamente) ¿Te dolió?
Selenia: ¿Qué querés?
Daigo: (se pone serio) Akihide pregunta cómo está Charotte.
Selenia: Del golpazo que se dio por correr atrás de él, está bien. Es solo un rasguño. Pero si hablamos de su interior… Aki-san se portó de lo peor con ella. (Antes de que Daigo responda) Y ni hablar de Shinpei-san. ¿Qué carajo le pasa? ¿Cómo se atreve a tratar así a Megg y a KyunHo?
Daigo: Entonces Charotte esta triste… y Meggara también. Entiendo.
Selenia: ¿Al menos Shinpei tiene la decencia de mandar una disculpa?
Daigo: No. Es más, dijo que si vuelve a ver a este tipo cerca de la rubia, le va a… (Piensa) No lo recuerdo, pero creo que era una amenaza.
Selenia: ¿Y Aki-san?
Daigo: Solo preguntó cómo está tu amiga. Nada más.
Selenia: Creo que te están ganando el premio al más desconsiderado. Te lo están ganando.
Daigo: No me importa. Eso es todo. (Intenta irse)
Selenia: (llamando su atención) Hey… ¿no vas a preguntar como estoy yo?
Daigo: (extrañado) ¿Me interesa?
Selenia: (irritada) No, el premio al desconsiderado es todo tuyo. ¿Sabes que voy a hacer? Cuando llegue a Tokyo, contaré a todos lo maleducado que sos negándome una devolución de White day.
Daigo: No voy a acostarme con vos.
Selenia: ¿Y quién carajo te pidió eso? Yo me vomito, eh. Me vomito.
Daigo: Hace lo que quieras. Después de la baratija que me regalaste, no voy a darte algo a cambio.
Selenia: Voy a decirle a todos, ¿eh? A todos. Voy a anunciar lo desconsiderado que sos.
Daigo: Voy a silenciarte antes de que lo intentes.
Selenia: (lo mira con expresión de sarcasmo) ¿En serio? ¿Y cómo vas a silenciarme? ¿Eh? ¿Cómo va a evitar que hable mi preciosa bo…?
Con la mayor rapidez posible, Daigo sujeta el rostro de Selenia y silencia sus labios con un beso repentino que la deja sin palabras (silencia, sin palabras… ¿entienden? XD) y sin reacción posible, ni de aceptación o rechazo. Simplemente que se queda inmóvil y con los ojos cerrados hasta que él se aparta y la libera, llenando su mente de confusión. Ese Daigo es tan raro, primero dice que no le interesa, y luego al besa sin previo aviso.
Daigo: Si te atreves a decir tus supuestas verdades… lo entenderé como... que estas deseando que te bese de nuevo, y eso querrá decir que te gusto.
Selenia: (confundida por tantas palabras) ¿Eh?
Daigo: Si hablas más de lo debido, es porque queres que te bese, ¿entendiste?
Selenia: Ahora que lo pienso bien… ¿A quien le importa que seas un desconsiderado? (huye de Daigo y sube al barco a toda prisa. No podía evitar pensar que si esta era la segunda vez en que su boca y la de Daigo se encontraron… ¿ella había cruzado la línea de las fans?)
Kendi: (tras Selenia) Serenia-san
Selenia: (da media vuelta, asustada) Orochi-kun… Me asustaste.
Kendi: Sumimasen. Solo quería mostrarte una cosa que creo que estaba en la botella que arrojaron a Atsuko-san. (Le entrega un papel grueso, tal vez una fotografía)
Selenia acepto lo que le estaba entregando Orochi, y lo observó… solo esto alcanzó para que se quedara de piedra. Sentía que su sangre se había congelado, los dolores y puntadas que solo la dominan en esas ocasiones en la que… algo malo va a ocurrir. Pero esta vez no era como aquella en la que casi no pudo dormir por los nervios y terminó peleando con Daigo Naito. Esta vez sentía que aquella imagen impresa era la llave de entrada a un mundo de pesadillas.

Aclaraciones:

1 El teatro Noh o noo es una de las manifestaciones más destacadas del drama musical japonés, declarado en 2001 Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
2 Selenia se atribuye un adjetivo que generalmente acompaña a la comida, pero eso Atsuko lo entiende así. En   les conté sobre esto de los sentidos.
3 Los FC son conciertos o presentaciones donde hay más interacción con el público, según mis fuentes.
4 Makoto es el baterista soporte de Breakerz y Matsu-kun (así lo puse porque no tengo más referencias de su nombre) es el bajista de soporte.