martes, 23 de abril de 2013

Capítulo 11: Días de lectura.


(Megg lee... y... Shinpei también, no?)
La última vez que les conté sobre las muchachas era un sábado (tiempo de la historia) en el cual Charlotte y Akihide tuvieron su primera cita, y Selenia, Shinpei y Daigo casi la arruinan... Para colmo, después fueron al bowling como si nada... Al regresar, la morocha tuvo que explicar a nuestra llamativa protagonista porque los siguió, y no parecía una razón tirada de los pelos, así que fue perdonada.
Nuevamente domingo. Las chicas no tenían intenciones de pasarlo encerradas leyendo, así que fueron a recrearse al aire libre, capturando un montón de fotos. Planeaban rentar un automóvil entre las tres (ya que Charlotte no soportaba los trasportes públicos y sabía conducir) y llegar hasta Yokohama [1] para la próxima vez, sin pensar mucho, casi nada, en las diferencias de los coches.
Por fin llegamos al lunes, día en el que comienzan los acontecimientos de este episodio. Después de bastante espera, Megg por fin recibió los libros que necesitaba, pero solo prestados una semana un par, y otros dos durante un mes. La mitad en inglés, y la otra mitad en japonés, así que tendría que cuidarlos. Su tarea (auto adjudicada) consistía en realizar un pequeño estudio sobre las diferencias en la traducción de los libros de autores japoneses, y, para ello, descargó una larga lista de kanjis. Obviamente este deber resultaría por demás complicado, teniendo en cuenta que le desagradaban mucho las variaciones de sistemas de escritura...  en fin. Las quejas no resuelven problemas, sino el trabajo. Y es en este ámbito donde me ubicare para contar lo que pasaba, no en otra parte.
La dorada protagonista ya estaba en el café, atendiendo mesas de una forma un poco distraída, algo normal en ella cuando comenzaba a acumular nervios (cosa que pasaba seguido desde que vivía en Japón), hasta que llegó esa suerte de happy hour, que venía sucediendo todos los días... Shinpei atravesaba el umbral de entrada, cargando su bolso de gimnasio sobre un hombro, con su sonrisa llena de confianza, mirando hacia todos lados, como si la buscara. Con bandejas en la mano, Megg se acercó a él para saludarlo, dándole la bienvenida e indicando cuál sería su mesa. Casi deja caer todo lo que llevaba en las manos, pero no se dejaba ayudar.
Nuestro protagonista fanático del gimnasio, viendo que su codiciada rubia estaba muy alterada, comenzó a pensar que necesitaba un respiro: iba del edificio a la universidad, regresaba, acudía al trabajo y de allí al edificio, así de lunes a viernes. El último sábado, entre la cita de Charlotte y el espionaje de Selenia la dejaron sola en casa… y, según lo que ella le había contado, las muchachas japonesas con las que se llevaba bien generalmente viajaban a visitar a sus familias por la tarde para regresar el domingo… ¿Qué tiempo le dedicaba al ocio, a distraerse y liberar tensiones, si iba de un lado al otro solo para cumplir deberes?
Megg: (después de dejar las bandejas en la cocida, se acerca a la mesa de Shinpei. Luce un poco más relajada, solo un poco. Emite un profundo suspiro) Ah… Ahora si puedo tomar tu pedido…
Shinpei: (preocupado) Meggu-chan… lucís muy cansada. No me gusta para nada tu aspecto.
M: ¿Me veo fea? (se palpa la cara) Es que hoy no tuve mucho tiempo para arreglarme…
Sh: Nada de eso. Fealdad y Meggu-chan no pueden habitar en el mismo cuerpo. Es algo imposible.
M: (entre risas) ¡Que exagerado!
Sh: (entusiasmado) Así me gustó más. No me gusta que Meggu-chan esté preocupada. Tus ojitos brillan más si estás de buen humor.
M: Pero vos me haces reír y eso no cuenta como buen humor. (haciendo memoria) La verdad es que últimamente estoy un poquito nerviosa.
Sh: (con curiosidad) ¿Por qué?
M: Por mis amigas… Hable seriamente con ellas, pero parece que no les importa nada de lo que dije. Siguen haciendo lo que quieren… Y me da no sé qué pensar que me quieren tan poquito como para no esforzarse… Parece que no me tienen consideración.
Sh: (con duda) Meggu-chan, no podés ser la madre de ellas. Sería mejor si pensás más en vos, ¿no te parece?
M: (con seriedad) No puedo... Ellas son mis amigas y no voy a dejar de preocuparme por ellas... pero no sé si eso les importa... a veces parece que no.
Sh: No es justo, Meggu-chan. Ellas salen, se divierten, y vos te quedás en casa preocupada. Eso no es vida. Creo que necesitas relajarte.
M: Of course. Pero no me gusta salir sola.
Sh: Pero eso no es problema.
M: (entre dudas y un poco de vergüenza, pues teme haber entendido mal) Vos... estas diciendo que... (traga saliva) salgamos... ¿puede ser?
Sh: Exacto. Sé de una película americana que van a estrenar en unos días. Podríamos ir a verla.
M: (ruborizada) Este... pasa que... (piensa) "Después de lo dulce y bueno que fue Shinpei conmigo no puedo rechazarlo, pero..." (a Shinpei) Gomen nasai... Pero tengo mucho que leer. (Extrae una lista que tenía guardada en el delantal) Mira.
Sh: (con la lista en sus manos, la observa cuidadosamente) Wow... Son muchos. (Apunta uno de los nombres y se lo enseña a Megg). Este es el mismo que el primero.
M: (apenada) Pasa que... como yo no sé bien japonés, voy a leer ediciones en inglés. Yo tengo que ver que es lo que se pierde en las traducciones.
Sh: ¿Se pierde?
M: O sea... que es lo que no puede pasar tal cual del japonés a otros idiomas.
Sh: Eso sería más fácil si supieras Japonés. De esto debería encargarse Se-chan
M: Ella ya tiene mucho con ser la traductora del grupo...
Las compañeras de trabajo de nuestra protagonista cominezan a llamarle la atención, pues llevaba mucho tiempo hablando sin trabajar, así que ella, dejando de lado la conversación, toma rápidamente el pedido de Shinpei y se va con la misma velocidad, olvidando la lista de libros sobre la mesa del guitarrista, quien comienza a copiarla en su celular. Una "maravillosa" idea se apoderó de su mente. Si Megg no podía salir con él por todas esas lecturas, un trabajo bastante complicado, entonces... ¡Shinpei al rescate... otra vez! Si bien, la tarea de leer nunca le pareció muy atractiva, siempre le gustaron los desafíos... si para salir con ella tenía que devorar libros, ¡ojos a la obra!
Mientras él maquinaba todo esto en su mente, Megg limpiaba unas mesas, retirando trastos para lavar y los llevaba a la cocina. Regresando al local, se preguntaba donde dejó la lista cuando vio aparecer a un cliente: un muchacho alto y algo delgado: de rostro simpático y amplia sonrisa... que le pareció muy familiar... Como sus compañeras estaban ocupadas, fue su tarea atenderlo. Tenía la extraña sensación de que ya lo había visto, pero ¿dónde?
M: (frente al muchacho) Okaeri nasai. ¿Mesa para uno?
Hernán: (murmurando en español) Pensé que eran todas japonesas... (a Megg) Hello!
M: (entusiasmada. En español) ¿Vos... hablaste en castellano?
He: (sorprendido) Si... Wow! Una colega (le propina una palmada en el hombro) ¿Cómo estáis? En realidad, estaba buscando a una chica que trabaja acá y que me atendió la primera vez que vine. Una chica de tu misma estatura, pelo medio corto negro... con el dientecito kawaii.
M: (pensando) ¿Atsuko...? Ella no trabaja en este horario. Lo siento.
He: (levemente decepcionado) Que macana… (mira a nuestra protagonista con atención) ¿Vos sos de Argentina, no?
M: (asiente) Si.
He: ¡Tremenda colega! Yo también soy de ahí, pero a los quince tuve que mudarme a Chile, por eso tengo este acento.
M: Ah… Qué casualidad… cuando yo tenía quince uno de mis compañeros de secundaria se mudó a Chile y no volví a verlo. (Repentinamente ambos comienzan a mirarse con atención minuciosa, tratando de avivar la memoria) ¿Hernán?
He: (alegremente) ¡Meggara! No puedo creerlo. (la abraza de repente) Lo que son las vueltas de la vida (la aleja un poco para poder verla bien) Vo’, cómo cambiaste. ¡Estáis terrible de linda! [2]
M: (entre risas) Que tontería (de repente siente un aire frío que se clava en su espalda, y cuando gira un poco para ver hacia atrás, descubre que Shinpei continuaba mirándola, tal vez desde que entró, y no parecía muy contento con el abrazo de Hernán. Sin saber porque, decide alejarse un poco del muchacho y mantener una prudente distancia para no perturbar el ánimo del guitarrista). La gente nos está mirando…
He: (mira a su alrededor, hacia la gente que murmura) Cierto que acá son metiches… No sé cómo voy a aguantar lo que me queda de beca si el primer año fue una pesadilla…
M: (impresionada) ¿Estás acá desde hace un año?
He: Si. Y no tenéis una idea de cómo extraño mi casa, mi familia, mi perro… Pero, por sobre todas las cosas, extraño ver una buena cola.
M: (escandalizada, entre la indignación y la risa) ¡Hernán! ¿Cómo podes decir eso delante de mí?
He: Soy sincero. Acá voy caminando por ahí y nada… nada, puras tablas de planchar. (gira un poco para mirar la parte trasera de Megg, pero ella se hace a un lado. Por supuesto, a él no le importa insistir. Luego vuelve a estar bien erguido) Zafa. Algo hay por ahí.
 Antes de que Megg pudiera decir algo, entró al local la persona a la que este muchacho argentino estaba buscando: Atsuko, quien lucía bastante cansada, igual que nuestra protagonista (hasta que apareció Shinpei). Saludó a su amiga con la mano, sin notar la presencia de Hernán, y se metió en la oficina, no sin antes decir a la rubia mesera, por lo bajo “horas extras”. Mientras, Megg decidió dejar a su ex compañero en manos de la recién llegada para poder encargarse de sus propios clientes.
Iba caminando hacia la barra, cuando, de repente, unos cubiertos caen cerca de sus pies. Detrás suyo escucha la voz de un muchacho, que le pide disculpas por su torpeza. Megg, sin dar mucha importancia a este suceso, se agacha para recoger lo que cayó al piso, desatenta de las miradas que se posaron sobre ella, entre silenciadas risas que escondían tras sus manos. La rubia mesera no estaba consciente de ello, pero Shinpei, quien observaba todo lo que ocurría con Megg, por poco y se levanta a darles su merecido. Pero si no tenía justificación, es decir, si simplemente comenzaba a repartir golpes, ella se asustaría, tal vez llegaría a enojarse… aunque no podía dejar que esos mocosos maleducados se burlaran de su pretty girl…
Megg, nuevamente erguida, avisa a los muchachos quienes arrojaron los cubiertos que pronto traería unos limpios y decide retirarse, cuando escucha otra vez que algo cae al piso, y al ver hacia sus pies, encuentra un tenedor. Sospechando que intentan burlarse de ella, no lo que ocurría en verdad, trata de mantener la calma. Intenta agacharse, pero inmediatamente vuelve la vista al suelo… ya nada hay. Levanta solo un poco los ojos y encuentra el cubierto en una mano de Shinpei, quien se lo extiende para evitar una nueva broma. La rubia se lo agradece con un gesto de la cabeza, y cuando intenta tomar el tenedor, el guitarrista, jalando uno de sus hombros, la atrae hacia él. Ella se asusta, pues lo ve demasiado cercano, aunque su temor era infundado.
Sh: (en voz baja) Esos mocosos tiran los cubiertos adrede para que tengas que agacharte. Lo único que quieren es verte el trasero. (la aleja lentamente) Sugiero que flexiones las rodillas.
M: (entre la indignación por la burla de los muchachos y el agradecimiento hacia él) Ah… (por un momento su rostro demuestra desagrado, pero no mira a Shinpei, sino que asoma la vista por encima del hombro hacia los idiotas que se estaban burlando de ella… seguramente porque vieron lo que hizo Hernán. Luego se vuelve hacia el guitarrista, a quien dedica una simpática sonrisa y una caricia en el hombro) Arigatoo gozaimasu. (va hacia la barra)
Allí la espera una de sus compañeras, quien le entrega la bandeja que debía servir en la mesa de Shinpei, y le recuerda que en breve llegaría su turno para cantar… ¡Oh, no! Había olvidado completamente preparar una canción el fin de semana… ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Ni siquiera podía improvisar una canción ¿Y si eludía la responsabilidad…? No. Allí estaba Shinpei… y ya que había rechazado su invitación al cine, lo mínimo que merecía era escucharla cantar, algo que tanta satisfacción le producía.
Atsuko: (acercándose a ella, ya vestida con el uniforme) Que cuidadoso es tu novio.
M: (extrañada) ¿Estás hablando de Shinpei? (no puede evitar sentirse avergonzada. Sus mejillas se sonrojan) Él… es una buena persona… a la que conozco. No es mi novio.
At: La chocolatada que preparaste para él en san Valentín te contradice.
M: (más ruborizada) Ese era un agradecimiento.
At: Para agradecimientos son los chocolates de doscientos yenes [3].
M: Eh… Eh… El chocolate que use para hacerla era de doscientos.
At: Pero fue un regalo hecho a mano.
M: (ya no tiene argumentos para contradecirla. Cambia de tema) Oh, tu novio te está esperando (a punta a la mesa donde está sentado Hernán).
At: (mira hacia esa dirección, y luego se vuelve hacia Megg, visiblemente molesta) ¿Cuál novio? Ese es un pesado insoportable y desubicado.
M: (de manera burlona) Así empezamos Shinpei y yo, y ahora somos “novios” (hace las comillas con los dedos).
At: (continua levemente molesta) Ya… Ya… Pronto será tu turno.
M: (vuelve a recordar que no preparó una canción y se altera) No… Olvide preparar algo… ¿Qué voy a hacer?
At: (con una expresión más suave. Piensa) Bueno… Yo prepare una canción de C-ute el fin de semana… y vos te la pasaste haciendo de público, así que supongo que la recordás. Voy a tomar el pedido de aquella mesa y luego la cantamos juntas. ¿Qué te parece?
M: (recupera la tranquilidad) ¡Arigatoo, Atsuko! (Extiende los brazos y se dirige hacia ella para abrazarla)
At: (se aleja varios pasos, mientras hace un gesto con ambas manos para que se detenga) Yo… Puedo acostumbrarme a que me abraces y manosees en el edificio, pero en los lugares públicos no. (se va)
Megg, ya con la bandeja en la mano, se dirige a la mesa de Shinpei llevando los nuevos cubiertos para aquellos impertinentes muchachos, pensando en cómo impedir que se burlen de ella nuevamente. Por suerte estos estaban bien controlados, quizás por la insistente mirada del guitarrista sobre ellos. Hasta el más mínimo era perfectamente monitoreado a través de aquellos eternos lentes de sol.
Inmediatamente termina de servir, ve que Atsuko la espera en el mini escenario, lista para acompañarla, así que encamina hacia ella, tratando de armarse de valor. Verán, Atsuko, quien ya está más acostumbrada al trabajo que nuestra rubia protagonista, suele realizar su actuación con coreografías… y por ello, Megg sentía que ella no podía quedarse atrás. Si su amiga bailaba, ella no permanecería parada a su lado como si nada y, además, después de haber visto varios ensayos, recordaba los pasos de baile. Su único problema eran todas las miradas que se posarían sobre ella… si se equivocaba, tal vez les despertaría la risa…En momentos como ese, recordaba brevemente su admiración hacia Selenia, que fue quien la impulsó a participar por primera vez en un karaoke dentro de las convenciones en Argentina con la canción Life de Yui Horie. Vino a su mente aquella sensación de náuseas y excesivo calor en toda la cara, producto de los nervios, apenas abriendo la boca, mirando a la gente y temblando hasta que la morocha pidió a los presentes que apoyaran con un aplauso para desinhibir a su compañera, prometiendo que no se decepcionarían.
M: (pensando) “Como dice Selenia: Nunca sabrás si vale la pena hasta que lo intentes.” (Llega hasta el escenario y agarra un micrófono)
At: (con el micrófono en la mano. Intenta modular un tono aniñado) Konnichiwa. Preparamos una canción alegre para todos ustedes. Esperamos que les guste. ¡Hajimemashoo [4]!

(Atsuko)
Moetsukiru wa kono koi tabun
donna shumaku ga koyo to kakugo shiteru
yoyu nante hotondo nai
hisshi de shigamitsuiteru dake
(Megg)
Anata no me yasashiku dakiyoseru ude
subete ga subete ga
hajimete no FALL IN LOVE datta wa
(Ambas)
KISS ME hanasanaide
KISS ME shizen no mama de
kono fuan wo nuguitotte nee
TOUCH ME sono yubisaki
TOUCH ME sono manazashi de
kono watashi wo tsutsumikonde PLEASE
Aishiteru
(Megg)
Yomigaeru wa kino no koto
anna ni kokoro ga yureta no hajimete damon
samishisugite toki ni kowai
futari de irenai kono toki ga
(Atsuko)
Ame no asa atataka na heya de COFFEE
otona no furi kara
honto no otona ni nareso
(Ambasl
KISS ME kiken na hodo
KISS ME amai kuchizuke
kono negai wo zembu kanaete nee
KNOCK ME sono tamashii de
KNOCK ME mado wo tataite
kono watashi wo anshin sasete PLEASE
Aishiteru

KISS ME kiken na hodo
KISS ME amai kuchizuke
kono negai wo zembu kanaete nee
KNOCK ME sono tamashii de
KNOCK ME mado wo tataite
kono watashi wo anshin sasete PLEASE
aishiteru

Cuando terminaron, el público presente las miraba extrañado, esto era muy evidente por el silencio interrumpido solo por los aplausos de Shinpei, quien contagio a Hernán, y este, como buen argentino que se precie de serlo, abandono su asiento, felicitándolas a viva voz en un japonés cantadito (como el de Selenia). Megg hace lo mismo que ellos, en un intento por derrotar el sentimiento de incomodidad que se apodera de ella. Atsuko, sin demasiada seguridad, hace lo mismo. El resto de la gente sigue callada y quieta, aún conmocionada por aquella explosión de entusiasmo y energía, hasta que nuestro protagonista de lentes se levanta repentinamente, exclamando en voz alta:
Sh: ¡Vamos! ¡Aplaudan! ¡Rápido, quiero ver esas palmas golpearse unas contra otras!
Quizás solo eso faltaba para que los indecisos optaran por entusiasmarse y los conmocionados por despertarse, pero todos hicieron caso omiso de lo que dijo Shinpei. Entre tantos aplausos, las dos muchachas comienzan a sentirse reconfortadas (aunque no lo suficiente como para aceptar abrazos en público). Pero en un momento se escucha un fuerte silbido y todos dejan de aplaudir, para dirigir la mirada hacia la fuente de aquel abrupto sonido. No es otro más que Hernán, quien tenía los dedos índice y pulgar de una mano apenas introducidos en la boca.
He: (en pose defensiva) ¿Qué? ¿Acaso se puede vivir sin pasión?
Sh: (entusiasmado) ¡Sí! ¡La pasión manda!
At: (bajo, a Megg) Son parecidos…
M: (en broma) Igual que nosotras...
At: (no entiende la broma) Ay, no... No me digas que voy a terminar queriendo a ese estúpido buscón...
M: (atorada) ¿De qué estás hablando?
At: Tal como a vos te gusta ese tipo de lentes... Aunque sea muy ruidoso y se quite la ropa en los conciertos, como dice Tsugumi... (piensa) No, yo soy bastante diferente y tengo otras aspiraciones...
M: Pero... ¿Quién dijo que a mí me gusta Shinpei?
At: (la apunta) Tu cara. Cuando estás con él, sonreís sin razón, y cuando lo ves, te brillan los ojos...
M: (colorada. Intenta parecer segura de lo que dice) A mí no me gusta Shinpei... ¿Cómo podría gustarme ese exhibicionista? No sé de donde sacaste eso. (se va)
Lo último que necesitaba nuestra dedicada protagonista era que Atsuko se sumara a la lista de personas que la molestaban con aquel asunto. ¿Qué podían encontrar de divertido en adjudicarle sentimientos ajenos a ella? Si bien era cierto que Shinpei comenzó a ganar su confianza después de protegerla del ataque de los patoteros y ayudarla en la búsqueda de Selenia, también su afecto luego del trato constante. Él era muy simpático y siempre le hacía reír, pero nada de todo aquello significaba que dentro de su corazón estaban desarrollándose sentimientos hacia él... No, de ninguna manera. Tal vez iba siendo hora de dejar esto en claro...
En fin, una vez que terminó su jornada, se cambió de ropas en la oficina y salió por la puerta de enfrente, como solía hacer... y allí estaba Shinpei esperándola, algo que ya se había vuelto moneda corriente para ella. Resultaría realmente difícil decirle lo que había resuelto, pero ¿acaso era mejor dejar que él continúe yendo y viniendo tras suyo inútilmente (según su pensamiento)? ¿Eso no era una pérdida de tiempo? De seguro a Shinpei algo que le sobraba eran mujeres. Siendo guitarrista de una banda famosa, las tendría por montones y no le afectaría demasiado que ella le diga que solo podía aspirar a ser su amigo.
Mientras marchaban hacia el edificio, por el mismo recorrido de siempre, Shinpei tomó una actitud muy extraña en él: comenzó a preguntarle sobre los libros que tenía que leer, que debía hacer con ellos, entre otras cosas (si era divertido leer, por ejemplo >_<), y por ello comenzaron a conversar muy a gusto. Nuestra rubia protagonista realmente se entusiasmaba hablando sobre libros, y decidió aprovechar cualquier tipo de información idiomática que él pudiera brindarle. Entre comentarios y carcajadas, Megg dejó de lado el serio asunto sobre el cual había resuelto conversar con el guitarrista. Ya estaban cruzando la calle frente al edificio cuando lo recordó.
Sh: (dándose cuenta de que ya habían llegado) Oh, que corto pareció el último paseo...
M: (extrañada Siente un latido pesado, como si era una puntada) ¿Último?
Sh: Tenía que decirte eso y lo olvide. (breve reverencia) Sumimasen. Debo ocuparme de algunos asuntos, así que no tendré mucho tiempo como para pasar por el café.
M: (intenta no parecer triste) Ah... entiendo. No tenés que pedirme disculpas. Es más importante tu trabajo.
Sh: No es por trabajo. Se trata de un asunto personal. Realmente espero que estés a salvo aunque no pueda acompañarte.
M: No creo. Yo voy a estar bien, no tenés que preocuparte por eso. Esos pandilleros ya no rondan por aquí, así que esta zona ya es segura nuevamente. (breve reverencia) Muchas gracias por haberme acompañado estos días. Espero que tus asuntos se resuelvan para bien.
Sh: Meggu-chan, no digas eso como si nos estuviéramos despidiendo para siempre. Estoy seguro de que pronto recibirás noticias mías. Gambate [5]. (hace una breve reverencia antes despedirse) Sayonara, Meggu-chan.
Nuestra rubia protagonista también se despide de él antes de entrar en el edificio. Aún sentía esa puntada en medio del pecho: justamente cuando ella tenía que decirle que solo podrían ser amigos, él se le adelanta diciendo que no podría acompañarla durante quien sabe cuántos días... ¿Acaso era posible que Shinpei haya resuelto dejar de intentar algo con ella para ir por otro lado? No le resultaría extraño... Seguramente uno de esos días se aparecería en la cafetería con su nueva novia (¿por qué nueva?), aunque no sabía si él en verdad sería capaz de ser tan descarado de aparecerse por allí con otra mujer. Y si así sucedía, ¿soportaría ella semejante espectáculo? No... No tenía que pensar así. Si Shinpei encontraba otra mujer, bien por él. Esperaba que sea feliz... Pero que ni se le ocurra llegar acompañado por ella a la cafetería.
Ni bien entró encontró un pequeño escándalo. Si bien nadie estaba peleando, se escuchaban muchas voces que casi gritaban, por lo cual Megg se sintió aturdida. Después de cambiar sus calzados por pantuflas, caminó un poco más hasta la sala, en la cual estaban todas las chicas del edificio admirando una suerte de poster enorme de… ¿Selenia? Ella lo lucía ante las demás muy contenta, diciendo que era un regalo de su club de fans, y que no podía creer que tenía uno. Las muchachas se sorprendían y admiraban, y entre ellas se incluían Maya, Tsugumi, hasta Charlotte.
Selenia: Está un poco… bastante más flaca que la real, pero me encanta. ¿Seguras de que no hay problema en que lo deje acá?
Tsugumi: Claro que no. Dejalo y que todas sepan sobre tu hazaña. ¡De verdad parecés una super heroína!
S: No sé si tanto… Acordate que perdí…
Charlotte: De todas formas, les demostraste que no les tenés miedo, así que ya se habrán dado cuenta de que con vos no se juega.
S: Seee, puede ser… (pensando) “Se darán cuenta de verdad quien soy cuando me desquite...”
M: ¿Que está pasando?
Maya: (parada cerca de la entrada) Okaeri. Serenia está mostrándonos un poster que dibujaron para ella. (apunta) ¿Qué te parece?
M: Muy bueno. Me sorprende.
Ma: Hoy cenaremos temprano, así que será mejor que ya te bañes. Todas lo hicimos.
M: (contenta) ¿O sea que el baño es mío?
Cuando recibió la respuesta afirmativa, corrió hasta la habitación sin pensarlo dos veces. Por fin tendría el baño para ella sola. Podría volver a sus reflexiones filosóficas, sobre la vida y los sucesos interesantes a su alrededor. Aunque fuese por un breve momento, si otra persona aparecía, aquel maravilloso estado quedaba completamente arruinado. Era tan deliciosa y productiva intelectualmente la tina en soledad.
Después del baño revitalizante y filosófico, Megg olvidó completamente la pesada punzada en el corazón que sintió luego de hablar con Shinpei. Ahora lo pensaba más relajadamente: estaba bien que él tenga tiempo para sus propias actividades en vez de perderlo por acompañarla. Además, ella desde el principio le había pedido que fuese siempre que pudiera...
De allí fue con las demás al comedor para la cena y luego al cuarto, donde charlaron un rato hasta que decidieron dormir. Al día siguiente, después de pasar toda la mañana en la universidad, llegar al edificio, almorzar, descansar un poco y partir hacia el trabajo, una vez que llegó ese momento en el cual Shinpei atravesaba la entrada y la buscaba con la vista, nada paso. Él no apareció en todo la tarde... Pero ya le había dado sus razones, así que no existía motivo por el cual inquietarse, excepto ese “asunto personal”... ¿De qué podía tratarse? Los pensamientos negativos de la noche anterior volvían a invadir la cabeza de Megg: Después de que ella rechazó su invitación al cine, tal vez él se sintió desanimado y decidió dejar de buscarla. Si bien anteriormente también recibió respuestas negativas, como obtuvo un mejor trato de parte de la rubia y un regalo de San Valentín, quiso intentarlo nuevamente, pero no consiguió lo su objetivo. ¿Quién, acaso, no se sentiría desanimado?
Para nuestra esforzada protagonista, el panorama de ideas había cambiado. Ahora, luego de llegar a aquella conclusión, comenzó a sentir que ella era una persona muy fría, aburrida e insensible. No terminaría el mundo solo porque fuese al cine por unas horas, nadie moriría si se retrasaba en una tarea que no tenía fecha de entrega. ¿A quién le haría daño que ella saliera a distraerse una tarde? A nadie, por supuesto... “¿No es mejor así?” pensaba, “¿Para qué quiere Shinpei salir con una chica tan aburrida como yo? Debería buscar una simpática y alegre, parecida a él.”
El humor de la dorada extranjera no pudo mejorar con los días... Aunque intentó averiguar por Shinpei durante la noche, Selenia le respondió que no aparecía en ZR en todo el día. Según Daigo y Akihide, él no estaba nada bien, pues se la pasaba encerrado en su habitación la mayor parte del tiempo.
Hasta el jueves todo seguía igual: Shinpei no iba por el café, no aparecía en ZR ni salía casi de su habitación... Demasiado extraño para ser casualidad. Nuestra protagonista ya no podía ni obligarse a pensar de forma positiva. Sentía nostalgia al no poder verlo rondar por allí como siempre, haciendo comentarios simpáticos que le provocaban risa, acompañándola de algún modo. Lamentaba haberlo lastimado de alguna forma, si es que lo hizo (algo de lo que estaba segura). Esa jamás fue su intención... Cómo habían cambiado las cosas en tan poco tiempo. Antes lo que más quería era ver al guitarrista bien lejos, y ahora extrañaba tenerlo cerca. Ese Shinpei se hacía querer.
Cuando comentó esto con sus amigas (que le resultaba extraño el comportamiento de Shinpei), las muchachas japonesas le preguntaron cuál era el motivo de su preocupación, si una y otra vez dejó claro que no quería ver al guitarrista. Atsuko intentaba molestarla diciendo que los enamorados eran así, pero nuestra protagonista no estaba de humor para escuchar bromas. Selenia y Charlotte, mientras tanto, se preocupaban por ver a su amiga tan decaída, e intentaron animarla con sus típicos pleitos fingidos por cualquier tontería sin importancia, pero ni eso tenía efecto. Además, como no entendían el espíritu burlón de las peleas, Maya, Tsugumi y Atsuko comenzaron a asustarse.
Ya había llegado el jueves a la noche, luego de otra jornada de trabajo. Las muchachas esperaban la hora de la cena en la habitación de las extranjeras, mientras se entretenían jugando con las cartas y debatiendo sobre la misteriosa actitud de Shinpei. Intentaron averiguar algo con Tsugumi, pero ella no sabía mucho, casi nada de su vida sentimental. Maya, quien, después del valiente rescate de la rubia mesera, prácticamente se volvió su fan, solo pudo asegurarles que salía con mujeres. Por poco y termina con la frase “nada de cosas raras”, pero recordó que a Atsuko le desagradaban mucho las expresiones de ese estilo, así que no agregó más.
Mientras ellas hacían bromas, la dorada protagonista reflexionaba silenciosamente, y para ello se sentó un poco más apartada de las demás. Aunque intentaba despejarse y no pensar en lo mismo, su mente, terca como ella sola, terminaba asociando cualquier cosa con el asunto que le inquietaba: ¿Qué estaba ocurriendo con Shinpei? Él había dicho que dejaría de ir a la cafetería, pero que no salga de su habitación era demasiado extraño... “Una persona buena...” pensaba “con quien comenzaba a sentirme cómoda y segura, después de lo que pasó hace un año... con quien podía hablar de todo... se va lejos de mí.”
S: (deja caer sus cartas repentinamente. Su rostro refleja desconcierto) Ay... mi corazón... (se dirige hacia dónde está Megg y la observa detenidamente: tiene los ojos irritados, un poco húmedos y los parpados enrojecidos) Megg...
La muchacha rubia dirige la vista hacia su amiga, notando como la primera lágrima de desliza por su mejilla. Aunque la seca con una mano, otra más brota para unirse a la primera. Selenia apoya las manos muy suavemente sobre los hombros de Megg, e intenta ser lo más confortante que su tosco aspecto le permite.
S: (murmura suavemente, con un tono que se acerca a la dulzura) Si Megg está triste, Selenia no es feliz...
La dorada protagonista extiende un brazo para rodear a Selenia, y ambas se abrazan. Ya sobre el hombro de su amiga, Megg no puede detener el inminente llanto, que le sirve para liberar la angustia que tenía aprisionada dentro suyo. Una a una van acercándose las demás muchachas, empezando por Charlotte. Juntas intentan calmar su llanto y animar su humor de alguna forma. Aunque lograron aliviarla un poco, se preguntaban si al día siguiente todo seguiría igual (de hecho, una que ustedes ya saben, planeaba averiguar donde vivía Shinpei, secuestrarlo y terminar de una buena vez con la incertidumbre... tomó algunos minutos alejar esa tentadora idea de su mente).
Finalmente llegó el viernes. Megg intentaba hacerse a la idea de que no volvería a ver al guitarrista de lentes oscuros. Si lograba acostumbrarse a eso, resultaría mucho más fácil volver a la rutina con el ánimo de antes. Mientras tanto, iba y venía, llevando y trayendo bandejas, asegurándose de no olvidar o confundir. La encargada de la cafetería, por tercera vez ya, le recordaba que se muestre simpática con los clientes y que en el trabajo no eran útiles los problemas, sino las soluciones. Lo único que debía hacer, según esta mujer, era atender las mesas con simpatía, hasta hizo que ensaye ante el espejo que estaba detras de la barra una sonrisa aparentemente cordial. Nuestra protagonista, cansada de tantas presiones, intentó solo para darle gusto, pero inmediatamente vio el reflejo de aquellas inconfundibles gafas de sol y de su portador entrando al local, no hubo necesidad de fingir. La sonrisa apareció sin ser llamada.
Megg se acercó a él rápidamente y lo saludó con mucha energía, sin poder ocultar lo mucho que le alegraba volver a verlo. Una vez que lo acompañó hasta la mesa en que él solía sentarse, decidió preguntar el porqué de su ausencia en ZR, y si su asunto se resolvió satisfactoriamente, a lo cual Shinpei respondió extrayendo unos libros de su bolso, cuyos títulos pertenecían a la lista que ella le mostró el lunes... ¿De qué se trataba aquello?
Sh: (con una sonrisa de satisfacción) Listo. Esos son los libros que necesitabas.
M: (sorprendida, después de observar los libros) ¿Desapareciste todo este tiempo para conseguirlos?
Sh: Claro que no. Los conseguí rápidamente. Demoré mucho en leerlos (mientras ella lo mira muy sorprendida por lo que acaba de decir, él agarra uno de los libros, pasando páginas y mostrándoselas) Mira, aquí marqué todas las frases o palabras que resultaría difícil traducir en otras lenguas.
M: (mientras observa las marcas que hizo Shinpei) ¿Estuviste encerrado todo este tiempo, leyendo y haciendo mi tarea?
Sh: Algo así. Y bien... supongo que ya no hay impedimentos para que vayamos al cine, ¿verdad?
Megg se quedó sin palabras. ¿Quién más haría algo así por ella, leer cinco libros en tres días, deber al que nuestra protagonista calculó un mes completo, para conseguir una cita? Ya no había razón para negarse, aunque tampoco quería hacerlo. Desde el principio le agradó la idea de ir a ver una película, pero la tarea ahora resuelta lo impedía. No habiendo más obstáculos, ¿por qué desaprovecharía la oportunidad?
M: Bueno... Creo que no hay razones para negarme... (Lo mira con simpatía) Cuando venga a tomar la orden me contás que película vamos a ver y cómo hacemos, ¿sí?
Inmediatamente después de decir esto, se alejó dejando la carta. Unos minutos después acordaron como harían para reunirse e ir juntos, se encontrarían frente a la cafetería y de allí marcharían hasta el cine. Shinpei preguntó si ella prefería caminar primero y tomar un tren, pues el cine al que quería llevarla estaba algo lejano o ir en automóvil, a lo que nuestra protagonista respondió que prefería ir a pie, salvo que el día estuviese muy frío. En cuanto a la película, le encantaba el título, ya que era muy prometedor en cuanto a acción y aventuras.
¿Para qué prolongar tanto la narración, si lo importante es lo que ocurre el día de la cita, no? En fin. Después del trabajo, Megg fue acompañada nuevamente por Shinpei hasta la entrada del edificio. Mientras caminaban, él le comentaba sobre los libros que leyó. Aunque al principio le parecieron aburridos (llegó a creer que se dormiría más de una vez), luego los encontró fascinantes. Con ello, la charla se volvió aún más entretenida que de costumbre. Por tantas lecturas obligatorias, nuestra protagonista había olvidado lo que era leer por placer, por puro gusto, sin analizar personajes o situaciones, sino disfrutándolos. Con sus comentarios, Shinpei se lo había recordado, por eso lo escuchaba sonriente.
Una vez que llegaron a destino, se despidieron amablemente, aunque Megg sintió que ese saludo era demasiado frío  así que, por su naturaleza afectuosa, lo abrazó brevemente antes de entrar al edificio.
Sh: (pensativo, mientras regresa a ZR) Le recordé del cumpleaños de Se-chan y la acompañe a comprar el regalo… y bailó conmigo. La otra vez la rescate de unos maleantes, y me besó en las mejillas, ahora termine su tarea, y aceptó mi invitación, hasta me despidió con un abrazo… (Entusiasta) ¡Vamos progresando! ¡Así me gusta!
En cuanto a Megg, apenas llegó al edificio y habló con sus amigas (las que se encontraban allí), como ellas la notaron muy contenta, le preguntaron repetidamente, pero ella no quiso hablar hasta que no estuvieran las seis juntas. Para eso solo faltaban Atsuko y Selenia. Lo único que pudo decirles es que había una buena razón para ese cambio de humor tan positivo. Sí, eso fue lo único que dijo. Tuvieron que aguantar la intriga por casi una hora, cuando por fin llegaron quienes faltaban. El misterio no pudo mantenerse por más tiempo, ya que Selenia entró casi gritando que estaba contenta porque Shinpei y la dorada protagonista tendrían una cita por fin. Al parecer, el guitarrista estaba tan feliz que no le importó compartir su alegría con todo el mundo.
Ch: (mirando a Megg de sobremanera) ¿Ese es tu gran acontecimiento? ¿Una cita con Shinpei?
M: (encogiéndose de hombros) Si...
Ch: (contenta, abraza a Megg) Te felicito. Por fin decidiste darle una oportunidad.
Ts: (contenta) Felicidades, Meggara. Ese será todo un acontecimiento.
Ma: (mirando a la muchacha) Pero... ¿Vas a ir así? (ante el evidente desconcierto de Megg, siente que tiene que explicarse) Es que... tenés cara de cansada... y sombras bajo los ojos...
M: (asustada) ¿Qué querés decir con eso?
Sin palabras de por medio, las muchachas acompañaron a Megg hasta la habitación de Maya y colocaron ante sus ojos varias cremas, lociones y tratamientos que iban trayendo de todas partes. Le pidieron que se relaje, ya que ellas se encargarían de lograr que su rostro luzca radiante y luminoso. Comenzaron con una exfoliación, luego masaje facial, limpieza, depilación, humectación, mascarilla refrescante y tratamiento para reducir las ojeras, hasta manicura. Mientras Charlotte y Maya se entretenían con esto, entre Atsuko y Tsugumi escogían la ropa más adecuada para la cita y para ello pedían a Selenia, quien se encargaba de lustrar y dar brillo a las botas de su amiga, que consulte el clima. Ya comenzaban a debatir sobre el peinado (lacio o con rulos), cuando la rubia protagonista les recordó que la cita sería al día siguiente.
Una vez que bajaron a cenar, las muchachas japonesas impedían que Megg coma de más, para evitar que tuviera problemas estomacales después. Sus amigas parecían más ansiosas por la cita que ella...
Al día siguiente, Megg despertó bastante más tarde de lo habitual, pues ninguna de las muchachas quiso despertarla temprano, según ellas, por el sueño de belleza... Por todo eso, nuestra dorada protagonista comenzó a quejarse, preguntando por que estaban tan empecinadas en que luzca bien, si iba a una cita, no a un certamen de belleza, pero hábilmente le respondieron que, como la misma Megg lo había dicho, Shinpei se esforzó bastante para que obtener una respuesta afirmativa y lo mínimo que merecía era verla bien arreglada para él (de alguna forma). La joven no pudo discutir esta razón.
Cerca de la tarde, la muchachas comenzaron a preparar a Megg para la cita: por insistencia de Tsugumi y Atsuko, la vistieron con un estilo muy japonés, usando para ello las botas de montar de Selenia (que esta también lustro anticipadamente), Charlotte le peinó el cabello con algunas ondas desde la altura de la coronilla hasta el final, Maya le aplicó una base translúcida, pero no quiso maquillarla más. Nuestra protagonista insistía en que quedaba demasiado pálida sin color en la boca (le había gustado mucho un tono purpura).
Ma: (negando con la cabeza) Con los labios pintados vas a parecer una cualquiera...
At: (notando que Charlotte comienza a mostrarse ofendida) Podría usar un color suave, como el que eligió Charotte el sábado pasado para su cita.
Con eso la convencieron. Megg continúo insistiendo en agregar delineador, por lo que la pelirroja le prestó uno rosado para labios que también podían usar en el contorno de ojos.
M: (ya preparada, mientras se acercaba a la puerta principal, acompañada por sus amigas) Con todo esto, creo que ya está bien, ¿no?
Ma: Si. Realmente estás preciosa.
Ts: Vamos, Meggara. Faito (apoya la expresión haciendo un gesto).
S: Es cierto. Seguramente Shinpei-san estará muy feliz cuando te vea. (Como conmovida, habla a Charlotte en tono burlón. Se le acerca y rodea sus hombros con el brazo) Nuestra pequeña niña está creciendo...
Ch: (finge, igual que Selenia, haciendo lo mismo que ella) Ya era hora. Ha pasado un año.
M: Que tontería... (Acercándose a Atsuko) ¿Vas a decirme algo antes de que me vaya?
At: (con pocos ánimos) Sera mejor que ya te vayas o vas a retrasarte. Estás muy bonita.
S: (es tono de burla) No seas celosa. (a Megg) Anda que se te va a hacer tarde.
Rin [una de las chicas que vive en el edificio]: (aparece desde la sala de estar, a un lado de la entrada) Charotte-san, hace poco llego una mujer que quiere verte. Meggara-san, estás muy bonita.
M: Gracias. Ya debo irme. Ittekimasu [6].
Chicas: Itterasshai [6].
Cuando Charlotte llega a la sala de estar para ver quien estaba buscándola, encuentra allí a una mujer, sentada de espaldas a la entrada (por ello no pudo ver su rostro), cuyos rizos negros le resultaron familiares. Se acercó un poco más, pronunciando un sumimasen para llamarle la atención. Su visita decidió incorporarse y, dando media vuelta, descubrió ante la pelirroja que no se trataba de otra mujer más que Ximena, la tipa que besó a Akihide en frente de todos en la cafetería. ¿Qué hacía allí? ¿Por qué la estaba buscando? Un extraño nerviosismo invadió sus ánimos... Aquella presencia allí no sería buena... Debo dejar esto aquí, para ir tras Megg y poder contarles todo lo que ocurrió con su cita.
Luego de todos estos arreglos, la dorada protagonista pudo salir a encontrarse con Shinpei... bajo el terrible frío  ¡Con todo el arreglo en el cabello, había dejado el sombrero! Rápidamente sintió que se le congelaban las orejas, así que las cubrió con las manos, y la nariz, pero con eso no podía hacer más. Por esto, se apresuró para llegar lo antes posible hasta la cafetería, frente a la cual ya estaba esperando el guitarrista. Cuando él vio llegar a Megg, no pudo evitar la sonrisa.
M: (parada frente a él) Konnichiwa, Shinpei.
Sh: Qué hermosa estás, Meggu-chan. Tanta belleza podría lastimar mis ojos.
M: (aún con las manos cubriendo sus oídos) ¿Qué dijiste?
Sh: (sujeta delicadamente las muñecas de Megg para apartar sus manos y que pueda escucharlo) Dije que estas muy hermosa.
M: (colorada) Ah... gracias. (Habla sin pensar) Vos también...
Sh: ¿Yo también estoy hermoso?
M: (cubre su rostro con ambas manos) Eh... Yo quise decir... ¿Dónde está tu auto?
Sh: No traje. (Medita) Un momento... ¿Estás cambiando de tema para no responderme?
M: ¿Por qué? Si hace frío...
Sh: Hubo días más fríos... Mirate: no traes gorro.
M: (cubriendo sus ojeras nuevamente) Claro que tengo frío, pero olvide mi gorro.
Sh: (alerta) No te preocupes, my pretty girl. Yo lo arreglaré (agarra su teléfono, como si fuese a llamar a alguien, pero no resiste la tentación de fotografiar a Megg, ya que lucía preciosa y adorable cubriendo sus orejas).
M: (al ver el flash, quita las manos de las orejas) ¿Qué hiciste?
Sh: Te fotografié... Es que estás tan linda que no me pude resistir.
M: Pero avisame... (se acomoda el cabello) No pude posar.
Luego de algunas fotografías, Megg entrega su cámara a Shinpei, pues ella también quiere conservar un recuerdo de su salida. Pero vuelve a notar rápidamente lo fría que está la tarde, y comienza a frotarse los brazos. Al ver esta reacción, el guitarrista la rodeo con los brazos de forma un poco burlona, porque pensó que ella lo rechazaría. Sin embargo, no solo se dejó abrazar, sino que además se le prendió del torso como un par de pinzas. Aunque esto lo tomó por sorpresa, jamás podría decir que le resultó desagradable.
M: (murmurando) Tengo frío...
Sh: (comienza a marcar) No te preocupes. Lo resolveré. (Acerca el móvil a su rostro y habla cuando escucha a su interlocutor) ¿Daigo? ... Sí. Necesito que me hagas un favor... ¿Podés traer mi automóvil hasta...? ... ¿Cómo qué no? ¿Por qué? (pausa breve) ¿En qué vas a regresar a casa? En auto... (Otra pausa) Cierto, lo voy a tener yo, pero... ¡Nee [7]! ... ¿Moshi moshi? (mira su celular, levemente indignado) Me cortó la llamada... ¿Cómo se atreve? (divisa un taxi rápidamente y prolonga una mano para llamarle la atención) Oh, takusi [8]. (Cuando el taxi de detiene, habla a la joven, intentando zafarse de su abrazo) Meggu-chan…Aunque en verdad no quiera esto, necesito que me sueltes para que podamos subir al taxi.
M: (soltándolo rápidamente) Bueno... (Como Charlotte le había advertido que Shinpei seguramente no abriría la puerta del auto para que ella suba, decidió hacerlo primero)
Durante el tiempo en que estuvieron en el taxi, Shinpei entregó a nuestra protagonista la entrada para la película, que estaba completamente impresa en japonés (Kana y kanji), así que no entendía mucho. Una idea que pasó por su mente le resultó muy atractiva: dentro de la sala, el guitarrista no podría ver a menos que se quitara los lentes… y por fin el misterio quedaría resuelto… ¡Podría ver sus ojos por fin! Pero Megg cometía un error al subestimar al guitarrista. Aunque casi siempre parecía poco lúcido, él ya lo había pensado…
Cuando llegaron al gran centro comercial en el cual verían la película (en su cine, obviamente), la muchacha quedó impresionada: no solo era enorme, sino que desbordaba de lujo… La hacía sentir como JanDi en Macao [9]… se preguntaba si eso en verdad era un shopping…Shinpei la sujeta por un brazo rápidamente, para que lo acompañe hasta el interior del lugar, aún más impresionante que la fachada: una fuente bellísima con aguas danzantes de colores, escaleras mecánicas y ascensores brillantes, carteles luminosos y pantallas (Led o LCD) que proporcionaban información, un área de descanso con sillones de masajes y pequeños televisores en un brazo. Megg sentía que no le alcanzaban los ojos para poder verlo todo…
Sh: (parándose frente a ella para llamar su atención) Bienvenida a Roppongi [10]. ¿Qué te parece?
M: (no cabe en sí del asombro) Es realmente impresionante…
Sh: (agarrando uno de sus brazos nuevamente) Tenemos un buen rato antes de que comience la película… Vamos a recorrer el lugar.
Megg responde afirmativamente, así que nuestro protagonista, rodeando los hombros de la joven con un brazo, la acompaña a recorrer las tiendas y probar los sillones de masajes. Entre tanto mirar, la muchacha se enamora de unas orejeras de gato, pero le parece exagerado pagar 10 mil yenes [11] por ellas, por más de marca que sean. Aunque se queje y proteste, Shinpei termina comprándolas para ella y se deleita fotografiándola (y creo que ya quedó claro que esto no resulta molesto para Megg). De hecho, en un momento la dorada extranjera le pide al guitarrista que se deje tomar al menos una foto con las orejeras. “Si en Bunny Love me la pase con orejas de conejo… ¿por qué no?” pensó el antes de aceptar complacerla.
 Ya casi se les acababa el tiempo antes de la función, así que fueron a prisa hasta el cine. Cuando Megg entregó su entrada, le dieron un par de lentes… Por alguna “extraña” razón, el guitarrista había escogido una película en 4D... Ese sinvergüenza lo hizo a propósito para no estar sin lentes durante la proyección (>_< que astuto). Nuestra protagonista voltea la vista hacía él para hablarle, y… ¡Ya tenía los lentes puestos! ¡Qué rápido! “Sabía que no me la iba a hacer fácil” concluyó mentalmente.
Una vez que estuvieron sentados en las butacas (bastante espaciosas), con todos los complementos (refrescos y una mezcla de pochoclos salados y dulces que le gustaba a nuestra protagonista, además de unos snacks para Shinpei), Megg se colocó los anteojos y comenzó la película… ¡Wow! ¡Wow! ¡Wow! ¡El 4D era espectacular! Podía sentir incluso los olores, como la niebla o el viento se acercaban a ella, como si estuviese en una realidad virtual, y, como broche de oro, la butaca vibraba acompañando los movimientos del film (y de paso, les daba un masaje, XD). Realmente alucinante.
Cuando terminó la proyección, nuestros protagonistas salieron contentos (uno más que el otro) y relajados, comentando sobre la película hasta que Shinpei recuerda que debía mostrarle algo, así que, rodeando los hombros de la joven con un brazo, la guía hasta donde quiere ir.
Sh: Todavía falta que veamos un lugar. Vení conmigo, pretty girl.
M: Bueno, pero... ¿cuándo vas a dejar de decirme así, si ya sabes mi nombre? ¿Acaso te gustaría que te diga pretty boy?
Sh: (piensa un momento) Pues... no me molestaría.
M: Debí suponer que dirías eso... Bueno, ¿qué lugar me querés mostrar?
Shinpei llevó a la dorada protagonista hasta afuera del centro comercial, paseando por las calles elegantes y vistosas de Roppongi. Caminaron cuesta arriba un buen trecho, hasta que Megg comienza a sentirse cansada. Él se ofrece a llevarla sobre su espalda como la vez en que la rescató, pero ella se niega repetidas veces, e insiste en seguir caminando (a esta muchacha no le agrada mucho la idea de ser la damisela en apuros). Finalmente llegan al lugar que el guitarrista quería mostrarle: el mirador de Roppongi, desde el cual podían ver toda la ciudad de Tokio.
Sh: Veni, Meggu-chan. No podes pasar por Tokio sin verlo desde aquí.
Megg se acerca temerosa. Están el en lugar mas alto de toda la cuidad, el viento que corría era muy frío y el aire mas pesado. Ella no sabía cuanto tiempo resistiría alli sin sentirse mareada. Cuando por fin toma suficiente coraje... Sus inquietudes desaparecen. Nuestra protagonista queda deslumbrada mirando las luces nocturnas de Tokio, hasta ese momento, lo más hermoso que había visto en Japón. Shinpei le  indica algunos lugares de la ciudad mientras la muchacha lo sigue con la vista, fascinada.
M: Puede que esto suene tonto, pero es la primera vez que veo lo hermosa que es Tokio. Hace casi un mes que estoy aquí  y hasta ahora, era solo para mi una ciudad terrible, donde las pandillas hacer lo que quieren y hay muy poca gente dispuesta a ayudar a los otros... (al decir eso, nuestra protagonista dirige la vista hacia Shinpei, pero este, como no esperaba que ella lo mirara, prolongo el brazo para indicarle un lugar, por lo cual tuvo que acercarse... y, como había echo Charlotte anteriormente, los labios de Megg teminaron besando el costado de la boca del guitarrista)
Mientras Shinpei intenta disculparse, pero le cuesta un poco articular la frase, ella se aleja rápidamente  tanto que resvala y está apunto de caer. El guitarrista consigue sujetarla a tiempo, y de una forma heróica (levantándola en brazos, de hecho).
M: ( incómoda) Hey, bajame.
Sh: Lo hare. Solo dejame hacer una cosita. (realiza un giro completo con la muchacha en brazos, por lo cual ella se asusta y aferra más a él... tanto que siente que puede escuchar un latido... ¿de Shinpei, esa persona que siempre se veía tan segura y audaz? ¿El también estaba nervioso?) Listo. (deja a Megg para sobre el suelo) ¿Estás bien, Meggu-chan?
M: (asiente tímidamente) Si... Ya... deberíamos irnos. Es un poco tarde.
Sh: (consulta su reloj) Es verdad. Podemos ir a comer y luego te llevo al edificio.
M: (apresuradamente) No... Yo dije que volvería para la cena... y es un poco tarde, pero seguramente se tomaron la molestia de dejarme comida. Sumimasen.
Sh: (algo desanimado) Entiendo. Cuando bajemos, buscare un taxi parra regresar.
M: Arigatoo gozaimasu.
De camino al edificio, charlaron un buen rato sobre el cine 4D y el mirador. Megg tenía muchas ganas de regresar allí un día con sus amigas para que ellas también pudiesen ver el paisaje nocturno de Tokio (además, por que olvido tomar fotografías). También le comentó que habían planeado ir a conocer Yokohama el domingo, pero como solo podían alquilar coches que se conducen por la derecha (algo que le resultaría muy difícil a Charlotte, acostumbrada a conducir automóviles occidentales), tuvieron que cancelar la salida o ir en tren, pese al desagrado de la pelirroja por los transportes públicos, y al peligro de que Selenia se quede dormida. Shinpei, muy amablemente, se ofreció a acompañarla el siguiente fin de semana para que conozca la ciudad. Pese a que le agradaba la idea, Megg se sentía nerviosa ante la posibilidad de estar nuevamente a solas con él, así que puso como excusa que no quería dejar solas a sus amigas. Para no perder la oportunidad, el guitarrista prometió ir todos juntos, las tres muchachas y los tres de la banda. Ante eso, la joven ya no pudo rehusar.
M: (una vez que ya estaba frente a la entrada del edificio) Gracias por acompañarme hasta aquí  Esta tarde... tarde noche fue de las más agradables que tuve.
Sh: Entonces mi misión de desestresarte está cumplida. Yo también pase una tarde noche fabulosa. Me gustaría que se repita.
M: (levemente avergonzada) Eh... Gracias por las orejeras. No sé como puedo hacer para devolver todo lo que hiciste por mi hoy.
Sh : (luego de pensar un momento) Chocolatada. (Megg lo mira desconcertada) No importa si no está en el menú  quiero beber otra vez la chocolatada que hiciste para San Valentín.
M: (asiente, con una radiante sonrisa) Me parece bien. Voy a prepararla.
Sh: La esperare ansiosamente. (breve reverencia). Sayonara, Meggu-chan.
M: (rápidamente, antes de que Shinpei termine la reverencia) Espera. (él se queda quieto, pero extrañado. Ella se acerca) Quedate donde estás. (como aquella vez en que la rescató, lo despide con un beso en cada mejilla y una simpática sonrisa) Sayonara, Shinpei. (Da media vuelta y entra al edificio, intentando no mirar atrás)
Nuestro guitarrista regresa a casa en taxi, pues la noche estaba cada vez más fría  pensando en Megg y repasando todo lo que había sucedido en la cita, desde que se  encontraron frente a AoRingo hasta la despedida. Para él, todo tenía una calificación positiva, y esto lo entusiasmaba aun más. Ya comenzaba a hacer planes por su cuenta. Pero no sucedía lo mismo con la muchacha. Ella, apenas entró al edificio y cerró la puerta, apoyó su espalda contra esta, mientras sentía como la incertidumbre, una más fuerte que la de los días anteriores, se apoderaba de su ánimo.
M: (murmurando para sus adentros) "Shinpei... hace mucho que no sentía este miedo... Realmente estoy aterrada..."


Aclaraciones:
1. Yokohama es la capital de la prefectura de Kanagawa en Japón, y el mayor puerto del país. Es la segunda mayor ciudad tras Tokio. Forma parte del área metropolitana de la bahía de Tokio y está solo a 30 kms del centro de la capital.
2. Dialecto de Chile (no de la capital). Solo lo escribí una vez para remarcar un poco como habla este personaje.
3. Doscientos yenes son nueve pesos aproximadamente.
4. Hajimemashoo: Empecemos.
5. Gambate significa esfuérzate. Es una palabra que suele usarse con los estudiantes muy a menudo en Japón.
6. Ittekimasu es lo que dice una persona antes irse de su casa. Itterasshai, por el contrario, es lo que dice quien despide a esa persona. Se puede traducir como "Ya me voy" y "suerte" o "que te vaya bien".
7. Nee es una partícula que se usa para llamar la atención, algo así como "che' o "hey".
8. ¿Por qué takusi y no taxi? Takusi es la pronunciación japonesa para la palabra taxi. La puse primero solo para dejarles el dato de cómo lo pronuncian ellos.
9. Episodio del dorama surcoreano Boys Before/Over Flowers.
10. Roppongi es el barrio más IN de Tokio (la zona más paqueta, como decimos en mi país), allí se encuentran las mejores tiendas de diseñadores reconocidos a nivel mundial, los mejores bares y los restaurantes de moda.
11. 10 mil yenes… es bastante plata, eh. Son unos 450 pesos argentinos aproximadamente. Pero eso es lo que suelen valer las cosas de marca… (>_<)