Charlotte recordaba confusamente lo que había sucedido el martes.
¿Quién era esa mujer, la tal Ximena, que llegó y, sin más, estampó un beso a
Akihide frente a ella? Mientras las otras chicas casi no le prestaban atención
a ese suceso, comentando apenas un “que atrevida”, la única que entendía la
moderada indignación de nuestra pelirroja era Tsugumi.
Dos días había trascurrido desde la última vez que vio al
guitarrista... y no tuvo agallas suficientes como para buscarlo y preguntar,
tampoco quería dejarse al descubierto tan fácilmente. Para colmo de males,
Selenia todavía no se reincorporaba a ZR, así que ella no podía ser su espía.
Ximena... ¿Quién era y que lugar ocupaba en la vida de Akihide? Por otro lado,
recordaba que tan descuidadamente dijo él frente a Shinpei "[Yo tengo
interés en ella (en Megg)]... Entonces si es lo mismo" ¿Por qué dijo
eso... y luego se dejó besar por esa fulana?
Ya cansada de padecer sus dudas en secreto decidió compartirlas con
Megg. Solo con ella, pues las ideas de Selenia podían ser demasiado alocadas
para su gusto, muy al estilo "rómpele la cara con un fierro".
Charlotte: (sentada sobre su cama, viendo que Megg descansa) Megg...
Necesito un consejo.
Megg: (entusiasmada, abandona su posición recostada por una más
erguida, también sentándose sobre la cama) Si, soy toda oídos.
Ch: Yo... No sé qué pensar.
M: ¿Por lo del beso entre Akihide y la tipa morocha? Te juro que
quisiera darle un golpe. ¿Cómo va a hacer eso?
Ch: (sorprendida, no esperaba esa reacción) La convivencia con Selenia
nos está haciendo mal... (Se relaja) Por un lado está eso, y por otro...
Akihide insinuó que le intereso. ¿Qué de todo eso es cierto? ¿El beso o la
insinuación?
M: (meditando) Yo creo... que los dos son reales.
Ch: (alarmada) ¿Eh?
M: Por un lado (adopta un porte erudito) El beso fue real, vos y yo lo
vimos. Y por otro lado, si él se te insinuó eso, debe ser porque le interesas.
Si te fijas bien, fue ella quien lo besó. Él parecía más sorprendido que todos.
Ch: Pero... ¿Por qué ella hizo todo eso y lo trató tan afectuosamente?
Demasiado para mi gusto.
M: Y... ahí me mataste. No sé. ¿Querés que lo averigüe? Puedo
preguntárselo a Shinpei mañana.
Antes de que Charlotte pueda responder, fue interrumpida por Selenia,
quien entró con prisas, avisando a viva voz que por fin estrenarían el
videoclip en el cual participó la pelirroja, por lo cual todas las chicas del
edificio se reunieron armoniosamente frente al televisor para verlo. La
conductora trataba me meter información sobre los detalles de la filmación en
la espera, y esto provocaba que las muchachas, ansiosas, la censuraran y
criticaran. Finalmente dio lugar al video. Nuestras protagonistas se sintieron
emocionadas a ver a una de ellas por televisión (con el plus de estar en Japón).
Todas se impresionaron por las escenas, más aun en la penúltima, por la cual
terminaron coloradas y abanicándose la cara con ambas manos. Más exagerada era
la expresión de Tsugumi, quien se cubría toda la cara, murmurando "que
envidia" y un montón de halagos para la parejita.
Tsugumi: (emocionada) Dios... quisiera ser yo. Seguramente fue
increíble tener en frente a Aki-Sama con esa onda.
Selenia: (entusiasmada) No sabes lo que fue ver esa escena en vivo y
en directo. Había calen... (Se corrige) eh, digo, sensualidad en el aire.
Ch: (confundida porque no entiende alguna palabas que uso Selenia. A
Atsuko, en inglés) ¿Qué dijo?
Atsuko: Que había sensualidad en el aire... pero en el extraño léxico
de Selenia... ¿Eso qué significa?
Ch: (avergonzada) La antesala de alguna película erótica.
Ts: (abrazando sorpresivamente a la pelirroja) ¡Charotte! ¿Qué se
siente que Aki-Sama casi te haya besado... o que termine mirándote así?
Ch: (no sabe que responder. Obviamente no va a decirle la verdad)
Eh... Fue interesante.
S: (entre risas) Si, sí. Interesante... ¡On fire!
Ch: (indignada) Nada que ver.
El resto de las chicas comienza a reír, y luego halagan la excelente
actuación y actitud de Charlotte con increíble entusiasmo, a tal punto que
nuestra protagonista se ruboriza y, arqueando los ojos, con una sonrisita casi
forzada, encogiéndose de hombros, dio gracias. Selenia y Megg se enternecieron
tanto con su expresión que comenzaron a abrazarla mientras ella se resistía
inútilmente (y sin mucha insistencia).
Todo el escándalo terminó cuando sintieron el olor de la cena, así que
corrieron hasta el comedor. Mientras comían, continuaban debatiendo el tema de
la noche: la penúltima escena del video clip, aquella última mirada que
impresionó a Charlotte y que, al ver nuevamente ese momento, ahora como
espectadora esta vez, revivía en ella aquellas sensaciones que le produjeron un
sueño tan raro... Pero él, probablemente, estaba con la tal Ximena. ¿Cómo
podría aguantar tanto tiempo esas dudas que le rompían la cabeza?
Ch: (gritando
repentinamente) ¡Ya no aguanto más! ¿Quién es esa tal Ximena?
Las muchachas que
estaban a su alrededor y en el comedor la miraban extrañadas. Parecía que el
tiempo se detuvo en aquel grito alocado, del cual la pelirroja se sintió
terriblemente avergonzada, y por ello se levantó de la mesa dejando los platos
a la mitad. Pese a su vergüenza, se sintió liberada y sin aquella opresión en
el pecho que el silencio había producido. Cuando ella decidió marcharse, Megg
no dudó en comer dos tamagoyakis mas y seguirla, a diferencia de Selenia, quien
miró a sus amigas japonesas, y estas le indicaron con gestos que haga lo mismo,
pero demoró un rato, ya que antes de ir tras ellas, armó un plato abundante y
lo llevó a la habitación.
Cuando entró, no
encontró una discusión o charla, sino a Charlotte sentada a un lado, escuchando
música, y a Megg cerca de la entrada, mirándola atónita. Selenia, con una mueca
y sin hablar, preguntó a la rubia qué pasaba, y ella, se valió de mudos gestos
para responder que ya la vio así desde que llegó. Nuestra simpática
protagonista le invitó alguna cosa de su plato, a lo que su amiga asiente, y la
pelirroja levanta la vista y una mano, indicando que ella también quería comer.
Selenia se acercó, ofreciendo algún bocado y las tres se sentaron una al lado
de la otra, en completo silencio.
S: (Luego de un
rato) Que tontas somos…
Ch: ¿Por?
S: (en voz alta)
¡Tsugumi!
M: (extrañada)
¿Para qué la llamás?
S: Como fan de
Akihide, ella debe saber quién es la brasuca [1] esa.
Ch: (con la mirada
iluminada) Tenés razón.
Poco después, tanto
Tsugumi como Maya y Atsuko, las dos últimas movidas por la curiosidad, entran a
las habitación y se sentaron frente a las muchachas.
Ts: (ansiosa)
¿Ocurre algo?
M: (seria) Contanos
todo lo que sepas sobre la tal Ximena.
Ts: (adoptando
aquella pose seria y profesional que antes tanto las había sorprendido) Ximena…
fue novia de Akihide hace casi dos años. Salieron unos meses y terminaron.
Tengo entendido que ella lo dejó. Pero… Si fue hasta la cafetería… (Con furia)
¡Seguro que esa descarada quiere volver con él!
Las chicas
comenzaron a discutir entre ellas acerca de la última frase de Tsugumi,
mientras Charlotte intentaba pensar sobre ello. Posiblemente por esa razón,
Akihide recibió aquel beso con mucha sorpresa. Tal vez Ximena, quien claramente
no era japonesa, regresó añorando a su ex, pero no quería pensar en eso de una
forma tan romántica... Le dijo cariño y no se contuvo al saludarlo con un beso
en la boca. Tsugumi tenía razón, y de seguro ella pretendía volver a ser su
novia... ¿Y él que pensaba? ¿Sería capaz de volver con ella? Dios... Esa idea
le producía nauseas. ¿Por qué tenía que ocurrir esto?
Charlotte sacó cuentas muy rápidamente,
calculando que hacía ya un año ella no se sentía interesada en algún hombre.
Tenía citas, pero no encontró a alguien que le robara la atención hasta que
conoció a Akihide, a quien, aparentemente, la pelirroja no le resultaba
indiferente.
Charlotte tuvo que
separarse de sus pensamientos, pues las locuras que comentaban las chicas
exigían su atención.
Ts: (terminando de
contar la vida y obra amorosa de Akihide) Y, después de Ximena, Aki-sama salió
con otra chica... pero el romance tampoco prosperó.
M: ¿De verdad
Aki-san es de esas personas que sufren por amor? Yo lo veo muy serio, y no creo
que sea de los que se emocionan.
S: Es una persona
que guarda todo lo que siente... y lo expresa a través de la música.
Ts: (contenta) Y
eso es admirable.
Maya: ¿Admirable
por qué? A mí no me convencen las personalidades oscuras. No quisiera que la
pobre Charlotte sufra por eso.
At: ¿Lo decís vos,
que salís con KyunHo?
M: Pero él es
trasparente como el agua clara.
M: (divertida,
entre risas) Trasparente o no, con esa carita de bueno... con cuanta mujer
salió Aki-san. Estoy impresionada. (Ríe. En español) Que wachin.
Ch: (a Maya) ¿Qué
es eso de la pobre Charlotte?
Ma: Eh... (Apenada)
Gomennasai. Pero, como parece que estás sufriendo por...
Ch: (incrédula) Yo
no estoy sufriendo.
S: Pero parece que
sí. Como que tenés los ojitos brillosos, casi parece que vas a llorar en
cualquier momento.
At: Y el ceño
fruncido.
Ts: Una expresión
de dolor... Pero a mí también me dolería que otra se quiere llevar a Aki-sama
frente a mis ojos.
Ch: (con rostro
inexpresivo) ¿De verdad parezco tan idiota?
M y S:
(apresuradamente) ¡No!
M: Es que... (Se
detiene porque no sabe que decir).
S: Sabemos que sos
fuerte, pero es normal que te deprimas cuando estás al otro lado de mundo, en
situaciones que nunca te tocaron vivir.
Ch: (camina hasta
el ropero y de este saca un abrigo) Creo que ustedes no me entienden... Voy a
tomar un poco de aire.
Todas: (alarmada y
al unísono) ¿A esta hora?
Charlotte no les
presta atención y se marcha rápidamente para que no la sigan. La única que
puede ir tras ella soy yo, pues tengo que contarles que hará la pelirroja,
mientras las demás no saben qué hacer. No tienen deseo de discutir con ella, ya
que Selenia advierte que lo mejor es dejarla sola en esos casos, pero, después
de todo lo que pasó, no le parece prudente permitir que se vaya sin más.
Nuestra pelirroja
protagonista, mientras avanza por las veredas desiertas, trata de pensar en sí
misma pero su terca mente la lleva al mismo lugar: a la cafetería, a lo que
dijo Akihide, al beso de Ximena y regresa al videoclip y el sueño... un círculo
en ese orden, como una calesita que giraba cada vez más rápido. ¡Al diablo con
eso! Tal vez, como hacía mucho tiempo ya que no se interesaba en un hombre, le
gustó el primer japonés que vio. Si, seguramente. Ese pensamiento simplista de
Selenia no le convencía... ¡Sí! Ella no debía perder el tiempo pensando en
tonterías, mientras tenía mucho que leer. Aunque si su cabeza insistía con lo
mismo, atiborrarla de información sería peor. El estilo de Megg tampoco le
parecía.
Finalmente se
sintió cansada, y decidió sentarse el en primer banco que vio, con lo que se
dio cuenta de que había llegado a la plaza donde atacaron a Megg.
Ch: (piensa) "Definitivamente me gusta Akihide... y parece que no
le resulto indiferente. Pero, esa tipa...Ximena..." (Cruza los antebrazos
recostados sobre su regazo y allí esconde su cabeza) "De todos los hombres
que puedo conocer, ¿por qué tiene que gustarme él?"
Las muchachas no podían entender lo que ocurría con la pelirroja, pues
creían que la incertidumbre que reinaba en su cabeza era sufrimiento. Pero no
se trataba de eso. Charlotte, simple y llanamente, no sabía qué hacer. Las
dudas sobre lo que dijo Akihide en la cafetería y el beso que le dio Ximena
peleaban en su mente. Sabia ella que la mejor manera de acabar con todo eso era
preguntar sin titubeos... y ese no era su estilo. Ella casi nunca hablaba
directamente de algo que podía dejarla en evidencia, aunque, tal vez, teniendo
en cuenta lo ingenuo que era el guitarrista, no se daría cuenta de las
intenciones de nuestra protagonista. Sin embargo, él también tenía otra cara,
una más audaz que llegó a sorprenderla... y que podía hacerlo nuevamente.
El viento corría, moviendo sus rojos cabellos, y arrastrando hacia
ella las melodías de una guitarra muy bien ejecutadas. Charlotte creyó que era
una canción que se reproducía en su mente… hasta que la siente demasiado real.
Levanta la cabeza, mira para todos lados y reconoce a alguien sentado cerca
suyo, que es quien ejecuta la canción. Todo en orden… un momento… vuelve a ver
al individuo… ¡Akihide! ¿Qué hacía allí?
Akihide: (cantando) Nee, kimi wa boku ni itta ne. Me wo hanasanai de
ite. Kyou no watashi ni mou aenai kara [2] (deja de tocar y cantar). No… Daigo
la canta mejor. (a Charlotte, mirándola)
Charotte-san, konbanwa.
Ch: (confundida) ¿Estoy soñando? ¿Yo también imagino cosas? (con toda
intención, lleva una mano hacia el rostro de Akihide y comienza a palparlo)
Creo que no estoy soñando.
Ak: (extrañado y un poco colorado) Charotte-san, no es que me moleste,
pero… ¿Por qué me estás tocando?
Ch: (Aparta la mano rápidamente y finge estar molesta, pero en
realidad le agrada lo que hizo) ¿Qué hacés aquí?
Ak: (sorprendido) Eh… Es un lugar público… así que… ¿puedo ir por
donde quiera? No, no. (Parece seguro) ¡Puedo ir por donde quiera!
Ch: (imponente) Es la excusa más tonta que escuche en la vida.
Ak: (apenado) Gomennasai. La verdad es que no recuerdo dónde queda el
edificio.
Ch: ¿Y para qué querés ir al edificio? Estas hablando del lugar en el
que estoy viviendo actualmente, ¿verdad?
Ak: Si. No recuerdo dónde queda, así que di varias vueltas hasta que
te vi sentada aquí… Aunque me acerqué no te diste cuenta… me senté, pero seguía
todo igual. Y, como no me atrevía a hablarte directamente y parecías meditar,
comencé a tocar algo por si lo necesitabas.
Ch: ¿Entonces, querías llegar hasta el edificio para verme?
Ak: Bueno… no lo sé con exactitud. Sentí que algo me pedía que venga.
Ch: (piensa) “Si… Yo” (a Akihide) ¿Algo cómo qué?
Ak: No lo sé. Siento que tengo que explicarte algo, pero no sé qué.
Ch: (piensa) “¿Es lerdo o cínico?” (A él) Qué curioso. Yo no necesito
que me des explicaciones. Deberías aprovechar este tiempo para… no sé… salir a
cenar con tu novia, por ejemplo.
Ak: (sorprendido. No comprende las intenciones de Charlotte) ¿Cuál
novia?
Ch: La morocha que te besó en la cafetería…
Charlotte quería agregar algo más, un comentario como “hacen una
bonita pareja” para mostrarse desinteresada… pero no podía decirlo ni aunque
fuese mentira… Tal vez se equivocaba y Akihide no había retomado su relación
con aquella mujer. Así que, al escuchar una frase como esa, él echaría por
tierra a cualquier posibilidad y seguramente se alejaría. Al mismo tiempo, si
lo que ella suponía era cierto, decir algo así también podía ser entendido como
celos y quedaría al descubierto. Mejor era ser precavida y hablar lo justo y
necesario.
Ak: (con desagrado) Ximena… Ella no tiene que ver conmigo. Solo… es
que es un poco loca.
Ch: (más aliviada) ¿Y solo por eso te beso? De verdad está loca. (Se
vio obligada a usar una frase que, desde que estaba en Japón, comenzó a odiar)
Que actitud tan indecente. (Piensa) “Es muy cínico que yo lo diga…”
Ak: (en la misma actitud de desagrado) Sé que no parezco alguien
brillante, pero tampoco voy a dejar que me pasen por encima…
Ch: (sin poder ocultar su interés) ¿Qué querés decir con eso?
Akihide no desea extender demasiado un recuerdo doloroso como el de su
breve amor con Ximena, así que solo compartió con Charlotte un corto relato,
muy acotado: conoció a la morocha durante una gira, ella estaba rodeada de
gente y acaparaba la atención de cualquiera. Él no tenía ni la menor idea de
porque ella se le acercó para decirle que de todos los presentes, era el único
que le llamaba la atención. Ximena siempre estaba invitándolo a fiestas y
reuniones, aunque él estaba cansado, se dejaba convencer. Toda excusa para
verla era bienvenida. No recordaba con exactitud cuándo decidieron comenzar a
salir, pero sabía que fue algo que surgió de los dos. Sin embargo, la dicha
duró poco. Ximena era demasiado ansiosa, además de apasionada, y pretendía
avanzar muy rápido, mientras que él prefería ir con pasos firmes y seguro de
cada decisión. Digamos que el caballo de Akihide comenzó a cansarse, y ella no
tenía la paciencia suficiente como para esperarlo...
Ak: (recordando las últimas palabras de Ximena) Antes de irse, me
dijo: "Te amo, Aki. Solo dios sabe todo lo que te quiero, pero soy otro
tipo de mujer... y vos no sos el hombre que pueda satisfacerme. Lo
siento". Y después de eso no volví a verla hasta esa vez en el café.
La voz de Akihide suena frágil y su rostro refleja una tristeza que se
contagia a Charlotte, quien deja sus celos de lado para empatizar con el
guitarrista: si bien cualquier mujer entendería (erradamente) que los recuerdos
aún son dolorosos porque él continua amando a Ximena, nuestra pelirroja sabe
que esa clase de revelaciones, en labios de una persona querida, con el plus de
que trataban de un tema tan íntimo, resultaban devastadoras.
Ch: (toma entre las suyas una mano de Akihide, quien no opone
resistencia) No te puedo decir que Ximena actuó mal, porque te dijo su verdad,
pero si realmente te amaba, debió cuidar sus palabras para no herirte.
Ak: Ya no sé si me dolieron sus palabras o su intención, realmente no
lo sé. Algo resultó mal... y ella, ahora, no puede pretender que olvide todo...
Ch: (lo interrumpe en un ataque de ansiedad) ¿No me digas que te pidió
otra oportunidad?
Ak: (algo asustado) eh... No. Pero temo que lo haga. Si fue capaz de
cometer ese acto tan vergonzoso en la cafetería, es capaz de todo. Solo dijo
que quería hablar conmigo... pero no nos hemos visto.
Ch: (en todo de amiga confidente, tratando de cubrir su interés) ¿Si
lo hace, que vas a contestarle?
Ak: ¿Qué le contestarías vos?
Ch: (extrañada) ¿Eh...? Si un tipo llega a hacerme algo así y luego me
pide una oportunidad, le contesto que soy como esos trenes que pasan solo una
vez. (Con toda intención) A menos que todavía me pasen cosas con él...
Ak: (seriamente) Pero eso va contra tu honor. Perdonar a alguien que
te hace sufrir así no es opción si tenés un poco de respeto por vos mismo. No
existe seguridad alguna de que esa persona cambio y comprendió su error... Ni
pensarlo. Yo no lo haría.
Los ojos de Charlotte brillan inevitablemente, pero ella se encuentra
entre la confusión y la alegría. Por un lado, es bueno saber que Akihide no ve
un futuro junto a Ximena, pero, por el otro... ¿Qué fue eso de falta de honor y
respeto? ¿Qué había insinuado? ¿Qué ella no tendría honor ni auto respeto si
era capaz de perdonar algo así? Eso le resultó molesto, pero se hizo a la idea
de que Akihide no era tan sensible o romántico como ella... Selenia ya le había dicho que entre los
japoneses importaba mucho el qué dirán, y claramente si un hombre se deja
vapulear de esa manera y luego vuelve, como si nada, levantarán comentarios
impertinentes... más graves aún para alguien que tiene una imagen pública que
preservar, como el guitarrista de Breakerz. Seguramente él no intentó
ofenderla. Sin embargo, a ella todavía le quedaban dudas por despejar.
Ch: Pero... si aún sentís algo por ella, ¿serías realmente feliz sin
amor quedándote con tu orgullo?
Ak: (con el rostro inexpresivo y tono cortante) No quiero hablar más
sobre eso.
La pelirroja se sintió helada, incluso apartó la vista para no verlo.
No sabía si en algún momento perdió la sutileza o si sus preguntas ya habían
colmado la paciencia de Akihide. El asunto resultaba doloroso, ¿eso no quedó
claro? De pronto sintió un peso en el corazón, algo como la culpa o un pesar.
Se dijo que fue muy imprudente... hasta creyó mejor despedirse rápido y
marcharse de allí. Pero estaba equivocada. El guitarrista no se había enojado
con ella, sino que... él fue hasta allí buscándola. Lo que menos quería era
hablar sobre alguna posibilidad de volver con Ximena.
Ak: (con el mismo tono y
expresión) No vine a hablar de ella. Prefiero charlar sobre algo más.
Ch: (sin poder ocultar su interés) ¿Sobre qué?
Ak: (con mejor ánimo) No voy a decirlo, como castigo a tu insistencia
por hablar cosas que ya no tienen importancia. (Se pone de pie) Sera mejor que
vuelvas al edificio. Está comenzando a correr viento frío y podrías enfermarte.
Veo que no estás bien abrigada.
Charlotte se pone de pie, dispuesta a replicar que ella si llevaba
abrigos suficientes, pero el clima la contradice, y casi vuelve a sentarse,
frotando sus brazos y adopta una postura acurrucada que hace reír a (por lo
bajo) Akihide.
Ak: ¿Ves? Mejor vámonos.
Nuestra pelirroja y el guitarrista marchar bajo la fría noche y el
viento. Ella comienza a quejarse de esto, esperando que Akihide la abrace...
Pero él primero no le presta demasiada atención y después le ofrece su
sobretodo más de una vez. Sin embargo Charlotte lo rechazó, poniendo de excusa
que seguramente sería él quien terminaría por enfermarse. Así que cuando divisa
el edificio, comienza a acelerar el paso.
Ak: (casi como una murmuración) Charotte-san… ¿Te gustaría acompañarme
a una exposición de pintura este sábado?
La joven detiene su marcha, obligando, prácticamente, a que él haga lo
mismo. Ya ni necesita un abrigo, pues la sangre corriendo con rapidez por su
cuerpo, a causa de los nervios, le ruboriza la cara… Ella jamás se había
sentido insegura, ni ante el hombre más imponente, y el que tenía ahora en
frente estaba algo lejos de serlo. ¿Por qué, entonces, estaba llena de nervios
que se clavaban como puñales en su estómago?
Ch: (con nervios y voz temblorosa que trataba de controlar) ¿Por qué
me preguntás eso?
Ak: (Sorprendido) ¿Eh…? Pues, pues… (Ahora se siente inseguro) Porque
habrá una exposición este sábado y… como una vez dijiste que querías pintar la
luna, yo supuse que te gusta la pintura… por eso te invite… Me parece que hice
mal…
Ch: (atropelladamente) ¡A mí me encanta la pintura! Desde pequeña pude
estudiar y ahora es algo que se me da muy bien, pero soy mejor leyendo cuadros
que haciéndolos.
Ak: (tímidamente) Ah… Entonces… ¿Te interesa ir a la exposición?
Ch: (Tratando de calmar sus nervios) Si… ¿Me estás invitando para que
vayamos juntos… algo como una cita?
Ak: (colorado hasta las orejas) ¿Eh? Bueno… no sé si es como una cita…
Solo te invito a ver una exposición. (Piensa, tratando de no mirarla… para no
aumentar sus nervios) Te… ¿Te paso a buscar en el edificio alrededor de qué
hora?
Ch: No… Mejor nos reunimos en la plaza de allá (apunta al lugar del
que estaban viniendo). Y… ¿A qué hora comienza la exposición?
Ak: A las tres pm.
Ch: Bueno… creo que a las cinco estará bien. (Mira hacia donde está el
edificio y luego a Akihide) Yo puedo volver sola. Gracias por acompañarme hasta
aquí. Sayonara. (Acompaña el saludo con un gesto de la mano)
Ak: Gracias por aceptar, Charotte-san (hace una breve reverencia).
Sayonara.
Ambos van por lados contrarios, alejándose el uno del otro cada vez
más, mientras pensaban en la charla que acababa de suceder. Akihide ni podía creer
que pudo decirlo. Durante horas se la pasó meditando cómo invitar a Charlotte
en la forma más natural posible… algo que ni siquiera tuviera apariencia de
cita, pero ella se dio cuenta muy rápidamente. Por suerte pudo cubrir la
invitación con otra carátula, y ya lo hecho, hecho estaba: solo faltaba que
llegara el sábado a las cinco pm, unas… cuarenta y cuatro horas… Cuarenta y
cuatro largas horas…
Ella, por su parte, también pensaba en el tiempo que faltaba para la
cita, tiempo en el que podían ocurrir muchas cosas… pero rezaba para no tener
acné, alergia a algo, menstruación, algún moretón, taco flojo o débil, o ropa
sucia… ¡Ropa limpia! Lo primero que haría al llegar era revisar si tenía mucha
ropa limpia. ¿Qué atuendo escogería para la cita? Durante esa época hacía mucho frío aunque en el lugar de la exposición habría calefacción, o sea, un buen
ambiente. ¿Y su pelo? Justo esa tarde vio que necesitaba un retoque en las
raíces, pues su color natural comenzaba a notarse... sin embargo, eso no era
todo, ya que también tenía que pensar en el peinado que llevaría, ¿o se
arreglaría como siempre? Dios… Sólo había pasado un año, y ella sentía los
nervios de la primera vez… Necesitaba una charla con su madre, ¿Sería prudente
hacer un video llamado a esa hora? En Argentina serían las diez de la mañana,
así que ella estaría ocupada en el consultorio.
Por fin llegó al edificio, y ya frente a la puerta estaban paradas
Megg y Selenia, buscándola con la vista y aliviadas al verla. La morocha casi
la hace entrar a empujones, mientras le pregunta insistentemente donde estaba,
con quien, que hizo y otras cosas más locas que no voy a contarles, pero entre
medio de ellas la rubia le pedía que se calle. Megg no hizo preguntar ni
reclamos hasta que regresaron al dormitorio.
M: (con seriedad, pero no severidad, mientras las otras permanecen
sentadas) Miren, chicas… Ustedes son grandes, las dos mayores que yo, pero…
S: (en tono de queja) ¿Por qué me metes en el mismo saco si yo no me
fui por ahí como si nada?
Ch: (a Selenia, también como queja) Pero yo volví caminando sola,
consciente y a salvo.
S: (las mira) ¿Ustedes están en mi contra, verdad? Yo fui por un
asunto importante.
Ch: ¿Importante? Mira cómo te dejaron el pelo.
S: Me gusta pensar que no tendré que pelear con los peines por un buen
tiempo.
M: (seria) Chicas, estoy hablando de algo importante, no se dispersen
(las dos deciden poner atención). Decía: Ustedes son grandes ya, pero… ¿Se dan
cuenta de dónde estamos? Somos casi tres hermanas huerfanitas en Japón, que no
queda cerca de nuestro país. Si nos pasa algo malo, por más amigos que hagamos,
en el fondo estamos solas. Ustedes cuentan conmigo y yo con ustedes. Dependen
de mí y yo también las necesito. Selenia, Charlotte y yo somos tu
responsabilidad…
S: (alterada) ¿Por qué soy la mayor?
Ch: (más calmada) No… También sos mi responsabilidad, igual que Megg.
Y ella (apunta a Megg) es responsable por nosotras.
M: A eso me refiero. Somos como una familia entre las tres, y solo
nosotras regresaremos de Japón. Si algo malo les pasa, yo me voy a sentir
responsable... y también voy a serlo, porque seguramente sus familias me
preguntaran... ¿entienden?
S: (calmadamente) Si, Megg. Entendimos.
Ch: Tratare de no preocuparlas... a ninguna de las dos.
M: (más tranquila) Chicas, yo no quiero cortarles la libertad. Pero
sean precavidas... piensen un poco en los demás... Yo me moriría si algo malo
les pasa.
Selenia y Charlotte primero sujetaban las manos de la rubia
protagonista, pero ahora, después de escuchar aquello último, pasaron a su lado
y la estrecharon entre sus brazos, pidiéndole que no se preocupe, pues verla
angustiada les hacía doler el corazón. Sin embargo, después de oír las
advertencias de Megg, la pelirroja olvido comentarles que el sábado tendría una
cita (aunque él se rehusó a llamarla así) con Akihide. ¿Lo sabrán ellas por
nuestra protagonista primero o se enterará Selenia por el involucrado al día
siguiente? Todo esto y más en el proxim...
Nah, no soy una persona cruel, solo me gustan las bromas, ¿y a
ustedes?
Al día siguiente, un viernes, la ansiosa pelirroja despertó con un
principio de fiebre casi treinta y ocho grados y pesadez física... con los que
se sentía morir. No quiso ir a la universidad, sino que pidió a sus amigas que
llevaran sus traducciones. Estas pidieron a Maya, la única que se quedaba por
la mañana, que vigile a la enferma, por si empeoraba, y les avisara de
inmediato.
Por supuesto, los malestares de la enferma no duraron mucho: gracias a
la llamada infusión milagrosa de Yamata, la cocinera, que contenía un
ingrediente secreto "capaz de revivir muertos", Charlotte se levantó
de la cama para media mañana, repuesta en sus cinco sentidos, así que comenzó a
revisar su ropa para la cita, ayudada por Maya. Aunque ni sé si en vedad fue de
ayuda, porque decía que todo le quedaba bien, ni mejor ni peor una combinación
que otra. Los mismo con cualquier peinado... Realmente no pudo hacer mucho
hasta que llegó Tsugumi. Al principio casi lloró cuando se enteró de la cita,
pero después, unos pocos segundos, ayudó a Charlotte a lograr una combinación
que seguramente dejaría impresionado al guitarrista. La muchacha era una
persona libre de cualquier envidia o malos deseos, cosa que notó nuestra
protagonista desde hace un tiempo, por lo que se permitió confiar en ella.
Luego llegaron nuestras otras dos protagonistas, quienes se alegraron
de ver repuesta a la pelirroja, pero ni pudieron explicarle lo que les dijo el
tutor, ya que el almuerzo estaba listo: como ese día resultó particularmente frío (con nieve incluida) la comida consistió en sopa curry con udon, tsukemono
y Kushiage [3]. Charlotte no quiso comer mucho, no solo para cuidar la línea,
sino porque, como ella tenía un estómago sensible, no quería quedar indispuesta
para el sábado. Así que, esta vez Selenia tuvo mucha comida disponible para su
insatisfecho estómago, pues, según sus propias palabras, tendría que
reincorporarse al trabajo... y necesitaría muchas fuerzas, y seguro que Obatta
le había guardado un montón de pendientes... Así que, después de descansar un
buen rato, y cambiarse para ir a trabajar, las tres muchachas salieron,
soberbiamente abrigadas (de hecho, Megg no podía sacar las manos de los
bolsillos) y caminaron a paso lento hasta el trabajo.
En Zain Records ya sabían que, ese viernes, Selenia se reincorporaría
a sus actividades. Apenas pisó la entrada, muchos de sus compañeros de trabajo
se acercaron a ella para preguntarle cómo estaba, si de verdad había peleado
contra unos pandilleros, entre otros chismes que llegaron a la productora.
Nuestra simpática protagonista los tranquilizó rápidamente, diciendo que solo
necesitaba unos días de descanso por un golpe que recibió en la cabeza, pero
que ya se encontraba mejor y lista para volver a trabajar, con más ánimos.
Obatta: (aparece de repente) Me agrada escuchar eso. Porque en tres
días se acumuló mucho trabajo...
S: Oba-sensee... ¿usted lo acumuló a propósito?
O: Claro. Voy a enseñarte que es mejor no pelear y comportarse como
una señorita de una forma muy didáctica.
Compañero 1: Oba-san... Se-chan se está recuperando de un terrible
golpe. Sea más compasivo.
O: ¡Olvídenlo y vayan a trabajar!
Compañero 2: Está bien... (A Selenia) Pero, por tu valor, ¡ahora somos
tus fans! Y te preparamos y regalo de bienvenida (apunta a una pared, en la
cual Selenia ve un enorme dibujo en blanco y negro, tamaño poster, de una
heroica escena. Quien aparentemente era ella estaba enfrentando a cinco
hombres. No parece ganar, pero su valor, tenacidad, valor y actitud aguerrida
son muy evidentes... pero en cuerpo no concuerda)
S: (admirada) Oh, pero que sexy dibujo. Parezco la viuda negra.
Compañero 1: Que bueno que te gusta.
Compañeros: Se-chan, ¡faito! (Apoyan esta palabra con un gesto de
brazo flexionado, la mano en un puño y un leve descenso del codo. Luego se van
muy animados).
Selenia observa, sonriente, el enorme dibujo pegado en la pared, hasta
que se topa con la mirada seria y severa de Obatta, que le provoca cierta
incomodidad indisimulable.
O: Si te gusta esa cosa, sacala de ahí y llevala a tu casa. No voy a
tolerar esas tonterías en la entrada. (Empieza a caminar hasta la oficina, pero
se detiene cuando Selenia le habla)
S: Oba-sensee... ahora que me doy cuenta, Daigo-Sama y usted son muy
parecidos...
O: (visiblemente molesto) Hare de cuenta que no escuche eso. Pero no
vuelvas a decir una estupidez semejante. ¡A trabajar!
S: (mientras se acerca a la recepción y habla con la recepcionista)
Ichiyo... No entiendo a Oba-sensee.
Ichiyo (recepcionista): Nadie lo entiende...
S: (pensativa) Parece que Daigo-sama no le agrada, pero no puede
negarse a sus pedidos.
Ich: Debe ser por lo de Anna-san... (Calla al ver aparecer a Daigo
detras de Selenia, y desvía la vista hacia otros papeles, para disimular)
S: (sin notar la presencia tras ella, con duda) ¿Quién es An...?
Ni puede terminar el nombre, cuando Daigo, percatándose de lo que
sucedía, con una mano cubre la boca de Selenia mientras pregunta a Ichiyo qué
pasaba. Nuestra protagonista intenta librarse para poder hablar, pero aquella
mano parecía clavada... y, para colmo, también le cubría la nariz, por lo cual
lentamente va quedándose sin oxígeno. Entre tanto, el líder de Breakerz casi
discute con la recepcionista sin darse cuenta de la suplicante joven que solo
quiere respirar en paz.
Ich: (asustada, viendo que Selenia está a punto de rasguñar a Daigo)
Daigo-sama... vas a matar a Se-chan.
Daigo: (por fin entiende, libera a la muchacha y, mientras esta jadea
y se queja en voz baja, el frota su mano contra el pantalón y luego se acomoda
el cabello) Que barbaridad...
S: ¡Baka-sama! Yo entiendo que me quieras tocar, pero tratá de no
matarme.
D: (ofendido) ¿Por qué querría yo tocarte a vos?
S: No sé... (animada) Por cierto... ¿te gustó el ramen?
D: (con sarcasmo) ¿De verdad pensás que yo podría comer esa cosa tan
espantosa?
Shinpei: (llega y se para al lado de Daigo, pero lo ignora y empuja un
poco) Se-chan, que bueno que regresaste.
S: Arigatoo, Shinpei-san... pero ¿por qué empujaste a Daigo-sama?
Sh: (rodea un hombro de Daigo, pues este intentaba irse, pero habla
con Selenia) Me molesta cuando es muy egoísta... ¿Podés creer que le regalaron
un ramen de chocolate que se veía bueno y no quiso compartirlo? Ni un bocado
invitó...
S: (mira a Daigo sorprendida. Luego a Shinpei) ¿Lo saboreó él solo?
Sh: Si... (Ajusta más el brazo que rodea a Daigo, pues él,
visiblemente avergonzado, quiere marcharse) Porque cuando uno saborea algo, lo
come lentamente, no rápido. Y su cara de satisfacción era innegable. Parece que
se lo regaló alguien especial.
S: (ya mira a Daigo descaradamente, mientras este casi se cubre la
cara) Oh, mira vos... Seguro que se lo regaló alguien importante, ¿o no,
Daigo-sama?
D: (sorprendido, no sabe que responder) ¿Eh...? Yo... No... No. Ellos
ya tenían mucho chocolate, ¿por qué querían el mío?
Sh: Pero solo queríamos probar... Sos muy cruel... (A Selenia) Tal vez
se lo regalo una modelo o una chica guapa de esas que le gustan...
D: (después de dar un codazo a Shinpei) Nada de eso... (A Selenia) Y
vos, ¡deja de husmear en lo que no te importa!
S: Solo me sorprende que seas tan glotón, Daigo-sama.
Sh: (divertido) Si vivieras con él, no te sorprendería. Se la pasa
entre a cama y la cocina.
S: (Apunta a Daigo) ¿Él, glotón? ¿En qué parte de ese físico de
alambre guarda lo que come?
Sh: (ríe a carcajadas) ¡no se me había ocurrido eso! Buena pregunta.
D: (molesto) ¡No insinúes que soy un glotón!
Sh: Pero si es la verdad... Te la pasas comiendo... (Apunta al pocky [4]
que Daigo justo llevó a la boca) Mira, está comiendo pockis en este momento.
D: ¿Y? No me molesten (los apunta con el extremo del pocky que antes
estaba en su boca). No quiero volver a escuchar la palabra glotón sobre mi
persona, ¿está claro?
S: (molesta por esta actitud, inmediatamente el pocky la apunta, lo
muerde y arranca un pedazo, lo que impresiona a Daigo y casi lo deja sin
palabras [5]) Ups... ¿Qué acabo de hacer?
D: (irritado, se cubre la boca con una mano) ¿Qué hiciste?
Ak: (aparece atrás de ellos, pero no ve a Selenia) ¡Muchachos! Tengo
una buena noticia.
D: (cubriendo a Selenia voluntariamente) ¿Que buena noticia?
Sh: (cubriendo a Selenia involuntariamente) Si volviste con Ximena, es
mala...
Ak: Nada de eso... ¡En la exposición de mañana habrá pinturas de artistas
americanos! Seguramente le encantará a Charotte-san.
S: (piensa) “¿Mañana? ¿Charotte? ¿Van a salir y ella no nos dijo?”
D: ¿Y eso que tiene de buena noticia?
Ak: Eh... Pensé que les daría gusto...
Sh: Yo no entiendo, pero me alegro por vos.
D: Si. Mientras no te interese Ximena, entusiasmate con cualquiera.
Akihide se retira un momento para resolver un pendiente, mientras que
Daigo y Shinpei, olvidando a Selenia, planean seguir al tímido guitarrista. Al
oír esto, nuestra protagonista decide seguirlos a ellos, pendiente de que no
echen a perder la cita de su amiga, aunque esta no le haya contado... cosa que
le molesta, pues habían acordado no guardar secretos. Más que eso no escucha,
ya que otro asunto captura su atención... Pero no tengo permiso de contarlo,
por ahora.
El resto del día transcurrió tranquilamente. Lo interesante es el
sábado, día de la cita de Akihide y Charlotte. Esta ya había retocado sus
raíces, pero, como no consiguió turno en alguna peluquería, recibió ayuda de
Maya y Tsugumi, para quienes aquella tarea parecía un juego... aunque el
resultado fue muy bueno. No había quejas. Ella se preparaba con su cremas y
lociones, tratando de no ensuciar su ropa: una camisa de grueso y suave algodón
color blando, sobre la cual llevaba un sweater beige de manga corta, cerrado
con una faja, una falda negra de corderoy y medias negras, acompañado todo esto
de unos zapatos negros acordonados con taco; mientras Selenia planeaba como
seguir a Daigo y a Shinpei sin que su amiga se diera cuenta, para evitar que
arruinaran la cita.
Antes de partir, con tapado de pana largo puesto, Charlotte demoró un
momento escuchando las advertencias y precauciones exageradas de Megg… Pero no
se podía enojar con ella por eso, si lo hacía con las mejores intenciones.
Cuando miró a Selenia, pensando que ella también le haría advertencias, como su
clásico “andá por la sombrita”, solo escuchó un Faito bien fuerte. Eso sí, una
vez en marcha…
S: (en voz alta) Andá por la sombrita.
M: (como regaño) Eich, no la molestes… (Observa bien a su amiga) ¿Por
qué estás así vestida? ¿Vas a salir?
S: Sip. Se me acumuló mucho trabajo en ZR y tengo que terminarlo.
(Comienza a caminar) Volveré pronto. (Saluda a lo lejos y se va)
Selenia detestaba tener que decir algo que no fuera cierto, pero la
situación lo ameritaba. No sabía cómo entendería Megg que ella siga a Shinpei y
Daigo, quienes a su vez iban tras Akihide… Era muy complicado y probablemente
ella no lo aceptaría. Le pediría que respete la privacidad de Charlotte, cómo
si aquellos dos hicieran lo mismo. Justamente esa era su misión: encargarse de
que la respeten.
En cuanto a la pelirroja, ni bien llegó a la plaza, vio que Akihide la
esperaba. Se preguntó brevemente si debía hacerse desear un poco, demorando
algunos minutos, pero la ansiedad fue más fuerte, y en un abrir y cerrar de
ojos ya estaba parada frente a él, saludándolo y preguntando amablemente sí
estuvo esperando mucho tiempo.
Ak: Charotte-san. Konnichiwa. Llegué hace unos dos o tres minutos.
Ch: (aliviada) Que bueno… (Sin poder ocultar su ansiedad, se le prende
del brazo) ¿La exposición queda lejos?
Ak: (sorprendido por el hecho de que ella lo sujete) Eh…Un poco… Pero
traje el automóvil porque ya está reparado… Por eso te había preguntado si
querías que te pase a buscar al edificio…
Ch: (sintiéndose un poco tonta, le suelta el brazo) Tendrías que
haberme avisado…
Ak: Gomennasai, Charotte-san.
Ch: ¡Ah! No me hagás caso. (Nuevamente se le prende
el brazo) ¿Dónde está tu vehículo?
Akihide guió a la
ansiosa pelirroja hasta su automóvil, el cual la dejó impresionada: era una
tremenda máquina negra, digna de un jefe yakuza [6], cuyo brillo no era blanco,
sino que parecía de otro color... el diseño era magnifico, poderoso y elegante
a la vez.
Él no abrió la
portezuela para que ella entrara, sino que simplemente le indicó que suba, algo
que no simpatizó mucho a nuestra protagonista... ¿Ella se mostraba tan
autosuficiente como para no merecer esa clase de atención? En fin. Ya dentro
del vehículo, se sorprendió también por el tapizado de cuero reluciente, que le
producían el deseo de tocarlo más de una vez.
Llegaron al museo
en el cual se realizaba la exposición, ambos emocionados y ansiosos. Cuando
Akihide fue a abrir la puerta de entrada en un ángulo bastante generoso, sin
darse cuenta, Charlotte entiende que le estaba cediendo el paso y se apresuró a
entrar. Esto dejó perplejo al guitarrista y víctima de las miradas indiscretas
y nada positivas de los demás presentes.
Ak: (para sí. Avergonzado)
Tal vez en su país los hombres abren las puertas… todo está bien.
Había tanto para
ver en la exposición, y a la vez tanta gente, que Charlotte se la pasó prendida
del brazo de Akihide todo el tiempo, mientras este le contaba un poco sobre los
artistas japoneses cuyas obras estaban expuestas. Ella estaba maravillada con
cada cuadro y siempre ofrecía su punto de vista, que representaba para él una
posibilidad inexplorada: parecía tener un don para ello. Comenzó a pensar que
por eso la pelirroja le parecía una obra de arte, como una pintura sobre un
lienzo producto de alguna vanguardia: verla solo desde la superficie era muy
ingenuo e incompleto, y una observación profunda, una contemplación interpretativa
no era suficiente para comprender todo lo que era y todo lo que sería ella. Justamente
esto resultaba magnético y fascinante.
Después de pasar
por el arte africana, donde Charlotte se entretuvo demasiado tiempo para gusto
de Akihide, fueron a la cafetería el museo, algo cansados. Mientras bebían un café
cada uno, se dieron cuenta de que eran los únicos de cita en ese lugar. En el resto
de los presentes había estudiantes, curiosos, compañeros de trabajo, grupos de
amigos, algún que otro solitarios y fanáticos del arte, pero ninguna parejita. No
podían ocultar la risa por ello.
En un momento, Charlotte
notó que el guitarrista estaba tenso y aparentemente nervioso.
Ch: (preocupada) Akihide,
genki desu ka [7].
Ak: Desde hace
tiempo tengo la sensación de que nos están siguiendo… (Se acerca un poco para
hablarle confidencialmente) Y creo que en un par de mesas atrás de vos están
Daigo y Shinpei.
Ch: (extrae de su
bolso una polvera y, fingiendo revisar su maquillaje, espía tras ella,
distinguiendo a un tipo con boina y lentes de sol… no hay que ser genio para
adivinar de quien se trata… y a otro con gorro y barbijo, que seguramente era
Daigo. Pero… un momento… tras ellos, alguien estaba mirándolos con mucha atención:
Selenia. ¿Qué hacía ella ahí? No parecía perseguirla a ella, sino a los otros
dos, probablemente para impedir que arruinen su cita con Akihide… Eso era muy
típico en la morocha.) Perece que tenemos más compañía…Selenia viene siguiendo a
ese par.
Ak: (algo alarmado)
¿A ellos y no a nosotros?
Ch: Selenia sabe de
sobra que no tiene que meterse en mis asuntos sin mi autorización. Y como ella
no puede hacerlo, tampoco dejara que otros lo hagan. Ese es su estilo: Ley
pareja y nadie se queja.
Ak: Entonces… ¿Sería como un guardaespaldas? (apenado) Charotte-san,
gomennasai. Por mi culpa tenés que aguantar gente que te esté siguiendo.
Ch: (después de beber el último trago de café) Creo que sos vos el
seguido, no yo.
Mientras recorrían el resto de la exposición, cuyo público iba decreciendo
poco a poco, estaban pendientes de sus seguidores, y de quien seguía a estos a
su vez, pero esto los distraía a la hora de admirar las pinturas, así que, para
acabar con la persecución de una buena vez, fueron hasta el ala del museo que
estaba más deshabitada, pues todos los curiosos ya saciaron sus ansias de ver
las pinturas de allí: la parte de pintores americanos. Ahora los papeles se
invirtieron: era Charlotte quien le ofrecía información sobre los artistas y
Akihide, maravillado con las obras, proponía interpretaciones novedosas sobre
las que ella no había pensado. Llegaron a entretenerse tanto con esto que no
olvidaron a los entrometidos. Para cuando se dieron vuelta a descubrirlos, los
vieron parados frente a uno de los cuadros, al parecer estaban pensativos
tratando de develar su significaron. Fueron acercándose lentamente a ellos para
escuchar los que decían:
Sh: (a Daigo) Yo solo veo una flor, nada más.
D: (ya sin barbijo) Para mí es algo más… pero no estoy muy seguro de
qué es.
Sh: Una flor (apunta una parte del cuadro) Esto es un pétalo. Es una
flor.
D: Sé que es un pétalo, pero representa algo que no es una flor.
Sh: No. El material es la pintura y lo que está representado es la
flor.
D: (cansado de intentar) ¿Qué puede entender de pintura tu cerebro de
simio?
Ch: (no puede evitar hablar por fin) Es una flor que representa otra
cosa.
Los dos entrometidos protagonistas se sorprenden al ver a la pelirroja
al lado de ellos, luciendo una sonrisa de victoria que decía “sí, ya los vimos”,
pues ambos creyeron que habían pasado desapercibidos.
Ch: (continua explicando) Este es un cuadro de Georgia O’Keeffe, una
artista estadounidense de la época del por art.
D: (como si nada hubiese pasado) ¿Y eso que tiene que ver con lo que
el cuadro representa?
Ak: (observando el cuadro. Traga saliva) Esto… ¿Es lo que yo creo que
es?
Sh: Si, es una flor.
Voz tras una maceta: ¡Es una concha [8]!
Shinpei va a revisar y encuentra allí a la espía que faltaba en la
reunión: Selenia. Nadie más que Charlotte y Akihide puede indignarse por su
presencia en el museo, así que los otros dos no abren la boca.
S: (acercándose al cuadro) Esto es una concha, por más flor que
parezca.
D: (extrañado) Otro cerebro de mono. Ahí no hay un solo molusco.
Ch: (cubriéndose la cara de vergüenza. No entendió lo que dijo
Selenia, pero con la respuesta de Daigo fue más que suficiente para saber) Por
dios…No es una… eso.
Ak: Representa… eh… La intimidad de una mujer es delicada como una
flor.
Sh: Pero… (mira el cuadro, y luego a los demás) ¿Eso que tiene que ver
con los moluscos?
D: ¿Ignoras, acaso, que la ushi es una baka?
S: (molesta se acerca al líder de Breakerz) Daigo-sama, ¿te gustaría
darle un beso a la flor de Georgia? (acompañado de esta frase, empuja la cabeza
de Daigo hacia el cuadro)
D: (zafándose, mientras los demás se ríen) ¡Baka! (acto seguido hace
lo mismo que ella, pero con más fuerza, por lo que la cabeza de Selenia golpea
el marco del cuadro y este cae al piso provocando un gran estruendo, que no
pasa desapercibido por los guardias…)
Unos minutos después, los cinco protagonistas están fuera del museo,
enojados por lo sucedido (aunque Akihide se alegra de que no les hayan
prohibido la entrada), sobre todo Charlotte, pues lamenta haber hecho caso a
los entrometidos en vez de marcharse a un lugar más tranquilo para proseguir
con la cita, y culpa a Daigo (increíblemente, no a Selenia) de arruinar la
salida. Por esta razón, y porque no está satisfecha aún, convence a Akihide
para que se escabullan por otro lado, dejando a los otros tres solos, mientras
ellos critican la exposición.
Akihide lleva a la pellirroja hasta el edificio, y allí baja para
despedirla. La cita no pudo durar más que eso, pues el humor de Charlotte no era
el mejor, pero, aun así podría hacer de las suyas.
Ak: (apenado) Charotte-san… Lamento todo lo que pasó.
Ch: La culpa es de Daigo, no tuya.
Ak: (intenta hacer un comentario agradable) En el ala de artistas
americanos te noté muy entusiasmada. Me alegra mucho que hayas disfrutado la
exposición.
Ch: (con una simpática sonrisa) Claro que lo disfrute. Te agradezco
mucho que me hayas invitado… (Piensa) Me gustó la parte americana porque me
recordó bastante a... bueno, a mi país.
Ak: ¿Lo extrañas?
Ch: (pensando en una forma de hacer de las suyas) La verdad que
comienzo a extrañarlo… siento mucha nostalgia… Extraño hasta los saludos. (Ríe)
Ak: (nuevamente apenado) Sumimasen… Me gustaría mucho poder ayudarte.
Ch: (satisfecha, pues Akihide cayó en su red…) Entonces… para
despedirme… ¿Puedo saludarte como en Argentina?
Akihide, pensando que entre hombres y mujeres se saludan con apretón
de manos, acepta. Pero obviamente estaba equivocado. Ella apoya las manos en
los hombros de él y acerca su rostro… Podría hacer lo mismo que Ximena, sin
embargo, ese no era su estilo. Tampoco pesaba darle un inocente beso en la
mejilla. Con rapidez, apoyo sus labios en el costado de la boca del
guitarrista, llegó a sentir un leve y tímido estremecimiento, y, ya satisfecha,
se alejó lentamente, mirándolo de una forma muy similar a la expresión que él
había hecho en la penúltima escena del videoclip, por lo que Akihide quedó
perplejo.
Ch: Sayonara (comienza a caminar hacia el edificio, pero se vuelve a
verlo). Si sabés de otra exposición, avisame. (Entra)
Akihide ni siquiera puede reaccionar por la impresión… solo se palpa
la boca atónito. Luego se dirige hasta su automóvil, y a allí hasta su casa, en
completo silencio, pensando en ese beso y esa mirada, terriblemente
desconcertantes para él… Ella era como ese cuadro… como las flores de Georgia.
[Mientras tanto, en la salida del museo]
Selenia: (aburrida) ¡Qué más da! Voy a ir a causar problemas al
bowling.
Shinpei: Suena divertido, vamos. (Comienzan a caminar, pero notan que
Daigo no los acompaña, así que lo miran de forma sentenciosa)
Daigo: No pienso ir con ustedes.
Sh: Claro que sí. (Se acerca a él y le sujeta un brazo. Selenia hace
lo mismo con el otro)
D: (quejándose mientras es arrastrado) No… otra vez no…
Aclaraciones:
1. Brasuca
es una forma vulgar de referirse a las personas provenientes de Brasil.
2. Primer
fragmento de la canción Overwriting de Breakerz.
3. Udon es
un fideo de trigo bien grueso, tsuke mono son verduras en adobo y kushiage es
una bochete de queso, generalmente.
4. Pocky es
un snack japonés muy popular, que consiste es una suerte de palito fino como un
cable de galletita y puede estar cubierto de distintos sabores, el más conocido
es de chocolate.
5. Es como
un beso indirecto. Esto ya lo explique en el free talk 3 (pasen por ahí ^_^).
6. Los
yakuzas con la mafia japonesa.
7. Genki
desu ka es la pregunta pasa algo. También tiene valor de Cómo estás, pero este
no es el caso.
8. Modo
vulgar de referirse a la entrepierna femenina.