Después de más de cuatro horas de viaje, por fin llegaron a la posada. Atsuko experimentaba una variedad de sensaciones al notar que el transporte de detuvo: alegría por llegar, ansiedad por comenzar, intriga por saber qué clase de actividades realizarían, curiosidad por el lugar y... desagrado por tener que pasar un fin de semana junto a Hernán. Además de los días laborales, él estaba allí, en el mismo viaje de grupo. ¡Soportar su presencia todos los días no era justo! Pero en fin, sería buena oportunidad, también, para las otras jóvenes, pues, creo que lo he dicho antes, Hernán despertaba muchas sonrisas por parte del personal femenino... y estas chicas estaban dispuestas a todo con tal de conquistarlo. No perderían oportunidad para hacerlo. Suerte para ellas, pensó Atsuko mientras llevaba su pequeño bolso hasta el dormitorio que le correspondía en la posada, después de ser recibida por la encargada del edificio, quien indicó a los recién llegados donde estaba ubicada cada área, comedor, sala, patio interno y externo, baños y dormitorios. Después los dejo instalarse. Les avisaría una vez que esté listo el almuerzo.
Las muchachas, en la habitación que les tocaba, acomodaron sus futones y los bolsos que llevaron antes de pasar al comedor. Luego del almuerzo, un grupo decidió hacer una caminata por los alrededores. Atsuko tenía ganas de ir, pero como fue Hernán quien impulso la idea, prefirió quedarse y dormir un poco. Cuando despertó, comenzó a hablar con algunas compañeras acerca de una especie de concurso de talentos con el cual se divertirían esa noche. Mientras ellas comentaban que harían para mostrar sus cualidades, llegó el grupo, bastante alarmado. Una de las muchachas resbalo durante el paseo y se torció el tobillo, por lo cual Hernán la llevó de regreso sobre su espalda. Por alguna razón... extrañamente justificada para ella, Atsuko se sintió molesta por esto. Dos chicos más fueron a la caminata, ¿pero por qué justamente él la traslado? Fácil, solo hay una razón por la cual un hombre realiza esa clase de actos: el cortejo. Y el muchacho siempre hacía lo mismo, coqueteaba con todas. Por eso a ella le molestaba tanto que la busque. Como si se tratara de pescar, él lanzaba anzuelos por todas partes y veía que pez se convertía en pescado. A ella no le gustaba la idea de ser un pez... sin embargo, nuestra querida Atsuko sostenía una perspectiva muy japonesa pues, por su crianza, Hernán estaba acostumbrado a ser amable con las damiselas en peligro, o con cualquier chica que le pida un favor. No tenía intenciones de ligar, sino de ser... un poco caballero.
Sora: (compañera de trabajo de Atsuko) ¿No estarás celosa?
Atsuko: No hagas esas bromas.
Sora: No es broma, parece que estas celosa. (Mira hacia donde esta Hernán, quien después desaparece de su vista) Y te entiendo... ¿Viste los ojos que tiene? Y esa cara... parece un galán de Hollywood. Además se nota que va al gimnasio. ¿Cuantas posibilidades tenés de conseguir un chico así?
Atsuko: Ni que fuese un primer premio...
Sora: Atsuko... yo tengo un buen concepto de vos, pero... ya sabes que ser buena persona no es suficiente.
Atsuko: (se siente triste por lo que acaba de escuchar) ¿Y eso... que tiene que ver?
Sora: Que Erunando-san es guapo, atlético, simpático, amable, tiene el mejor promedio en la universidad y escuche que hay posibilidades de que trabaje en una importante empresa si se queda. Muchas chicas, y de las mejores, están locas por él... y vos lo rechazas. No puedo entender eso. Supe que la heredera de los Nishida, una chica que estudia en nuestra universidad, se le declaro pero él la rechazó porque hay otra chica que le gusta y todos sabemos que esa chica sos vos. Ella es realmente hermosa, hija de una familia adinerada, la más popular en la universidad, con un cuerpo delgado y mucho estilo, pero aun así fue rechazada. Y por vos, que no sos muy bonita... ni muy brillante y tu familia no tiene dinero. Tu apellido no es importante y deberías bajar de peso.
Antes de que Atsuko, quien rozaba la depresión por lo que acababa de escuchar, pudiese responder, Hernán abrió de repente la puerta cerca de la cual charlaban las muchachas, con una expresión de disgusto, diciendo bien fuerte "Eso no es cierto". Acaso... ¿Acaso escucho toda la charla?
Hernán: En primer lugar, la chica Nishida está sobrevaluada. En segundo... Para mí, Atsuko es la chica más hermosa que vi, no solo por fuera. También se esfuerza al máximo, es transparente y pura. Cuando tuvo problemas financieros, sus amigas se unieron para ayudarla. Decime una cosa: ¿la chica Nishida podría inspirar sentimientos tan nobles y auténticos? Además... (Al escuchar todo esto, Atsuko comenzaba a conmoverse... y poco a poco consideraba la posibilidad de que los sentimientos del muchacho argentino hacia ella sean sinceros, pero, como siempre, él lo arruinaba) una vez entre sin que lo notara y sin querer a la oficina cuando se cambiaba, y aunque solo fue un segundo, puedo asegurar que su cuerpo es fantástico.
A los ojitos de esta narradora tiene razón, miren.
Atsuko: (colorada hasta las orejas) ¿Qué dijiste? Me espiaste mientras me cambiaba
Hernán: No, dije que mire por un segundo. Además, es tu culpa por no poner seguro en la puerta. Y deberías sentirte halagada por todo lo que dije.
Sora: Ella es incapaz de pensar bien respecto a vos, Erunando-san.
Atsuko: Lo estaba haciendo hasta que dijiste que me habías visto en la oficina.
Sora: Pero una cosa no quita la otra.
Atsuko: Pero la aparta bastante.
Sora: (a Hernán) Eso significa que tenes una posibilidad.
Hernán: (contento) Es cierto (meditativo). Un momento... hace un rato estabas diciendo que... ella no era suficientemente buena para mí.
Sora: Lo dije porque estoy de tu lado. Solo quería que ella entienda que no esta en posición de ser exigente. (Sora es llamada por la encargada, así que se va de repente).
Hernán: (acercándose a Atsuko) Tsuki-chan... Lamento haberte espiado, pero de verdad fue un accidente.
Atsuko: Un incidente, querrás decir. Y lo hecho, hecho está.
Hernán: Si querés, yo puedo dejar que me veas y estamos a mano.
Atsuko: (colorada por solo pensarlo) ¡Estás loco! Por tu culpa no me podré casar, no me digas esas tonterías.
Hernán: Ay, que anticuada. Eso es de la Era Meiji. Aunque... Tenés la opción de casarte conmigo. Puedo hacerme cargo de tu honra, como se decía antes.
Atsuko: (se contiene para no gritarle) Deja de jugar conmigo... Ya sé que no te importa, pero no te burles de mí.
Hernán: Pero no estoy jugando, hablo en serio. Como tengo una propuesta de trabajo, cuando termine mi especialización, se extenderá mi visa y podré quedarme más tiempo. Eso podría transformarse en una estancia larga o permanente, así que... No me vendría mal un hogar, con una linda esposa.
Atsuko: (comienza a reír) Bueno, ya que insistís, voy a seguirte el juego. Me siento halagada por tanta atención, ¿pero no deberías buscar una chica rica y guapa como Nishida, en lugar de una pobretona freak de los robots?
Hernán: Ya te dije que no estoy jugando.
Atsuko: No, pero que tonta soy. Es más fácil que te acepte la familia de una pobretona que la de una chica rica, ¿verdad?
Hernán: Para mí, las chicas son como las casas (no que ella lo miraba desconcertada, ya sin esa expresión de burla). Hay mansiones, duplex, casas y apartamentos pequeños... pero solo en una de ellas uno puede construir un hogar. O sea, hay un montón de chicas en el mundo, pero solo con una se puede construir un vínculo especial. La chica Nishida es una mansión... fría y vacía con la que no me siento a gusto. (Le sonríe y, con una mano, despeina su flequillo) Preferiría una casa pequeña, cálida y confortable.
Mientras intentaba acomodar los mechones de pelo que el muchacho había desordenado, Atsuko... se dio cuenta de que las cosas no podían seguir así. Si bien comenzó a tomar más enserio los sentimientos que Hernán tenía hacia ella, creía que... no eran correspondidos. Nuestra amiga no podía entender que el latido frenético de su corazón no se debía a los nervios, que el leve rubor en su rostro no tenía que ver con ciertos aspavientos, o que su inquietud no estaba relacionada con la incomodidad. Todo esto era signo de otra cosa, para la cual ella resultaba un poco inexperta.
Atsuko: (luego de respirar profundamente) ¿Podemos... hablar en un lugar un poco más privado?
Sin esperar una respuesta, Atsuko comenzó a caminar en dirección al cuarto de limpieza, seguida por Hernán, a quien sorprendió la extraña propuesta... ¿terminaría en algo bueno o malo? ¿Ella por fin había entendido la sinceridad de sus sentimientos? ¿O es que... se trataba de lo contrario?
Atsuko: (cierra la puerta una vez que los dos están allí) Erunando-san... (Se vuelve a verlo) Ya basta.
Hernán: ¿Basta que?
Atsuko: Ya no sigas con esto. No creo que estés mintiendo, pero... No quiero que sigas insistiendo porque... No me gustas... Verte y ver a un extraño me da lo mismo, ni siquiera siento atracción física por vos. Sé que puede ser duro escuchar esto, pero si lo digo ahora será lo mejor. Podés estar con la chica que quieras...
Hernán: (esta muy aturdido) Eso no es cierto. Si pudiera estar con la chica que quiero, ya serías mi novia. Nosotros no nos tratamos lo suficiente, pero si salimos algunas veces, podría...
Atsuko: Erunando-san, eso no va a funcionar.
Hernán: ¿Cómo podés saberlo? ¿Acaso, cuando Megg conoció al tipo de lentes, ella supo desde el principio que ahora estarían enamorados y felices?
Atsuko: (la desesperación de Hernán la aflige) Yo no soy como Meggara. Vos no sos como Shinpei-san. (Hace una pausa) Podes ser feliz con otra persona... Decime que tengo que hacer para que desistas.
Hernán: (extrañado) ¿Qué dijiste?
Atsuko: Hago lo que sea si eso permite que pases de mí y busques a otra chica. (Como él la mira con mucha concentración, se cubre el pecho con los antebrazos) Lo que sea y conserve mi decencia intacta.
Hernán: No estoy pensando en algo así... solo que... No puedo creer que... con tal de que ya no insista, estés dispuesta a darme algo a cambio.
Atsuko: (intenta mostrarse impasible) Creo que te esforzaste bastante y no me parece justo pedirte que renuncies... y ya. Podés pedirme lo que sea: una cita, hasta te puedo dar uno de mis muñecos de los Hajikengers.
Hernán: (sorprendido) ¿Estarías dispuesta a darme uno de tus Hajikengers? No puedo creer lo que estoy escuchando.
Atsuko: Te dejo pensarlo (saca su celular y busca rápidamente una fotografía y se la enseña) Esta es la colección completa.
Hernán: (se encuentra, aparentemente un poco mas tranquilo, y aparta el celular de su vista) No quiero una de tus figuras de acción, sé cuanto te gustan. Pero eso no significa que voy a desistir sin antes jugar mi ultima carta. Así que... lo que voy a pedir a cambio... es un beso.
Atsuko: (sorprendida y sonrojada) ¿Otro en la mejilla, o...?
Hernán: Si es lo último que puedo tener, no será algo tan ingenuo.
La muchacha, mientras siente como un leve temblor y estremecimiento, que confunde con miedo, circulan por todo su cuerpo, intenta simularlo... aunque se muestra tranquila, levemente indiferente, está luchando por dentro para poder controlar los desaforados latidos de su corazón, que podrían traicionarla en cualquier momento. Sin embargo, por mas que su interior esté lleno de nervios, actuó con mucha tranquilidad, contestando un "Naru hodo" [ya veo], se le acercó repentinamente, levantando un poco el mentón y apoyó sus manos en los brazos de Hernán para que él se agache un poco.
Hernán: (aparta a Atsuko) Espera. No tan rápido.
Atsuko: Ya acepté hacerlo. ¿Cuál es el problema?
Hernán: Si va a ser la primera y última vez, sucederá como yo me lo imaginé.
Atsuko: (no cabe en sí del asombro) ¿Y... cómo te lo imaginaste? (piensa) "¿Qué es eso de como se lo imaginó? ¿Este chico es de verdad?"
Hernán: Pues... siempre me gusto la idea de besarte al final de una cita... lo intente en la primera, pero me corriste la cara y termino en la mejilla...
Atsuko: (avergonzada, se sonroja) Pero... en primer lugar, eso no fue una cita. En segundo lugar... ¿lo hiciste a propósito? Y... ¡vos me estas pidiendo dos cosas!
Hernán: Dijiste que harías lo que sea siempre que mantenga tu decencia intacta. ¿Vas a faltar a tu palabra?
Atsuko: Estas aprovechándote de mi.
Hernán: Vos fuiste la que propuso eso, no yo.
Que listo... Si ella desistía, aceptaría que Hernán siga acercándosele, pero al mantener su palabra, tendría que tener una cita con él y dejar que la besara... De alguna forma, le parecía que algo no estaba bien. Salir con el muchacho y besarlo... si hacia esto, no habría necesidad de que vuelva a suceder... ¿Por qué no terminaba de aceptarlo? Solo se agregaba la cita, no cambiaba su panorama, no existía una diferencia significativa... Un momento... ¿Hernán buscaba que ella ceda? ¿Hasta que punto planeaba hacerlo? A eso su refería con... su ultima carta. Pues bien, si tenía que ceder, sería una sola vez.
Atsuko: Esta bien... (se dirige hacia la puerta) Me cambio y vamos...
Hernán: Pero estás linda así (agarra una de sus manos) Vamos (Comienza a camina rápidamente, seguido por una Atsuko que intentaba resistirse sin demasiado animo. Mas que eso, intentaba articular una razón inexistente que retrasara el... momento).
Afortunadamente para ella, salieron de la posada sin ser vistos, pero... ¿a dónde iban? ¿Y por qué Hernán continuaba agarrándole la mano? Le sorprendía lo bien que una mano tan grande podía sujetar la suya, tan blanca y pequeña en comparación. De pronto le llamaba la atención ese tono de piel dorado. ¿Eso lo dotaba del aire deportivo que tanto gustaba a las demás chicas? Aunque no era solo eso, sino que... sin darse cuenta hacia la espalda ancha que... ¿por que era tan ancha? Eso hacia que no parezca tan alto, aunque, parada como estaba cerca de él... vaya que lo era. Un momento... Él estaba hablando, tenía que prestar un poco de atención y no quedarse callada, mirándolo... sobre todo por esto último.
Apenas llegaron al centro de la pequeña ciudad, Hernán parecía tener pensado desde el principio a donde quería llevarla, pues no lo dudó ni un segundo y fue directamente a ese lugar: una tienda en cuya vidriera exhibían un muñeco que... dejó fascinada a nuestra amiga japonesa. hasta apareció un inusual brillo en sus ojos, como si fuese un niño en una dulcería. Se acercó de imprevisto al vidrio, mientras que en su rostro se dibujaba una sonrisa. ¡Qué distinta lucía la Atsuko de todos los días comparada con la que tenía en frente ahora!
Atsuko: (en voz alta, llena de emoción) Yo no tengo ese. Es hermoso.
Hernán: (se le acerca un poco para hablarle) ¿Crees que es caro?
Atsuko: Es un modelo de colección de la primera serie... Vale unos 65 mil yenes [más de 5 mil pesos].
Hernán: No creas. Hable hoy con la dueña del lugar, y no tiene idea de cuanto vale. (agarra la mano de Atsuko nuevamente para que lo acompañe al interior de la tienda) Vamos.
Aproximadamente quince minutos después, salen del local ambos jóvenes, él riendo a carcajadas, y ella detrás, acusándolo e estafar a la dueña del local, quien no tenía ni la menor idea del valor de la pieza que ahora Hernán sostenía en la mano. "No sé si lo decís por fan o por honesta", le contestó el muchacho, sin poder cesar su risa.
Hernán: (detiene su marcha y da media vuelta para ver a Atsuko, luego le extiende la figura de acción que acababa de comprar) Tomá, es para vos.
Atsuko: (negando con la cabeza) No. Acabas de comprarlo.
Hernán: (insiste) Lo compre para vos. Yo no colecciono estos...
Atsuko: (intentando completar la frase) ¿Muñecos? ¿Juguetes?
Hernán: (corrige) Estos mechas. No seas tan desconfiada. Entiendo que en el pasado hubo personas que te atacaron de esa forma, pero eso no significa que todos hagamos lo mismo. No estés tan a la defensiva.
Atsuko: Yo sé que me estás juzgando, pero no lo vas a admitir. Si yo te diera una oportunidad, en algún momento me vas a pedir que sea normal y no tenga aficiones "raras".
Hernán: (baja la mano que sostenía al muñeco, pero mira a Atsuko con una seriedad petrificadora -e indudablemente atractiva) ¿Eso es lo que te pasó antes, verdad?
Atsuko: (se cubre el rostro) ¿A quién le hago daño? ¿Lastimo a alguna persona por el simple hecho de ser quien soy?
Hernán: Claro que no. (le aparta las manos de la cara) Mirame bien... y escuchame bien: quien se priva de ver lo feliz que sos disfrutando de tu hobbie no lo merece.
No pudo evitar dirigir la mirada hacia aquellos ojos claros, que al mismo tiempo estaba fijos en ella, y mentalmente viajó en el tiempo hacia tres años atrás, cuando recién estaba llegando al edificio. recordó que las primeras personas en recibirla fueron sus ahora inseparables amigas Maya y Tsugumi, las primeras de toda su vida que no la juzgaron por tener figuras de acción de robots y amar los animes de mechas [o sea, los del genero mecha, tipo Robotech]. De hecho, cada una de ellas tenía su propio hobbie: el de la muchacha mas alta era la música visual kei, pero por influencia de Maya, a quien encantaban los doramas, comenzó a mirar solo aquellos cuyo género más le agradaban, los policiales. Atsuko a veces las acompañaba frente al televisor, pero claramente... era como un sapo de otro pozo. Sin embargo, nunca juzgo a Maya por gustarle las tramas sentimentales y la tensión emocional aceptándolas ciegamente, o a Tsugumi por amar un género principalmente visual que... a veces mostraba ciertas cosas a las que ella no estaba acostumbrada (hay visual kei medio... pervertido). Volviendo al presente, ¿se encontraba en una situación similar? ¿encontró a alguien que no la juzgaba por sus gustos... o es que Hernán tenía un hobbie oscuro que le permitía ser tan... open mind?
Atsuko: ¿Cuál es el tuyo?
Hernán: (extrañado) ¿Mi qué?
Atsuko: Tu afición. Debés tener una bastante rara como para tolerar la mía.
Hernán: Bueno... ya que lo preguntas... soy un amante de las nuevas tecnologías [lo que en este país se conoce como tecnosexual].
Atsuko: Eso no es raro... es normal.
Hernán: No en mi nivel (ríe un poco). Siempre me molestaban diciendo que iba a casarme con una computadora. Pero no puedo evitarlo... Las novedades en materia electrónica y cibernética son apasionantes. Muchas personas se conforman con tener un celular solamente, pero yo no (saca su teléfono móvil del bolsillo y se lo enseña) Este es nuevo, el cuarto que tengo desde que llegue.
Atsuko: (mira el teléfono, impresionada) Sugoi... Es el último modelo. ¿Cómo es que te alcanza el salario para comprar eso?
Hernán: (le dirige un guiño) Es un secreto. Ahora tengo hambre (sujeta la pequeña mano de Atsuko) Vamos a comer algo.
Vaya sorpresa se llevó nuestra joven amiga cuando notó lo silencioso del comportamiento de Hernán a la hora de comer, a diferencia de ella. Él esperaba un tiempo prudencial para terminar de masticar antes de hacer cualquier comentario y contestar alguna pregunta, y no hablaba con la boca llena de comida. le recordaba brevemente al día en que las protagonistas (no las olviden) llegaron al edificio... y miraban pasmadas a todas las demás muchachas, pues justo esa noche habían servido ramen y... supongo que ustedes ya habrán visto como comen esta sopa de fideo los japoneses, ¿no? Y, aunque le costara admitirlo hasta en su propia cabeza, estaba impresionada, muy en el fondo, de... poder estar tanto tiempo a solas con Hernán sin que esto le resulte molesto. Normalmente ya se sentiría harta de semejante compañía, pero, por alguna razón... eso no estaba sucediendo. ¿Se trataba de una trampa? ¿Él se comportaba de forma tan agradable y tolerante solo para que ella cambie de parecer o es que en realidad ella nunca quiso ver cómo era Hernán? "Nosotros no nos tratamos lo suficiente", si, no había verdad mas grande que esa. Pensándolo de manera objetiva, ¿acaso lo que le desagradaba de él era el simple detalle de que había cautivado a todas sus compañeras? No, la verdad es que le desagradaba desde antes, desde que llegó a la cafetería, con sus dos amigos occidentales , y comenzó a halagar su aspecto de repente con una sonrisa tan grande que parecía que nada le importaba (idea que hasta el día de hoy, no ha cambiado para ella). Ok, esa no fue buena época para ella, estaba pasando por problemas económicos que amenazaban con truncar su carrera universitaria.
Hernán: ¿Tsuki-chan?
Atsuko: (atiende de repente) ¿Qué pasa?
Hernán: Estás un poco distraída... Yo debería preguntar que pasa.
Atsuko: Gomen nasai. Solo que... Esta tranquilidad me parece extraña.
Hernán: Si hay tranquilidad, disfrutala mientras dure y no pensés en cosas negativas cuando todo está en calma porque podrías terminar llamándolas. (hace una seña al mesero para que le lleve la cuenta) Ya comenzó a atardecer, así que será mejor que regresemos.
Atsuko asiente y, una vez que él paga la cuenta, ambos comienzan un extrañamente silencioso camino de regreso a la posada. Aunque sus voces físicas estaban ausentes, en sus mentes se estaba desarrollando una especie de debate consigo mismos, un encuentro inevitable de imperceptibles opiniones. Así seguían su retorno a la posada, de hecho ya podían verla desde allí. De repente, Hernán se detuvo, provocando que Atsuko haga lo mismo. ¿Ya había llegado el momento, verdad? La cita estaba terminando, el ocaso teñía el cielo de naranja a su alrededor. Los oscuros ojos de la muchacha se clavaron en los inmensamente celestes de él, y aquel temblor volvió a mover su corazón y acelerarlo... ¿Tenía miedo nuevamente? No, pero estaba convencida de que así era, y su "temor" se acrecentó cuando aquel fuerte brazo le rodeó la cintura para atraerla. Ahora sus ojos hipnóticos estaban mas cerca, tanto así que ella decidió bajar la mirada. No pudo resistir ni tres segundos, no estaba lista para aceptar que, ahora que los veía mas fijamente en la cercanía, los ojos de Hernán le parecían impresionantes.
Hernán: (apoya su mano libre en el mentón de la muchacha para levantar su rostro suavemente y lograr que vuelva a mirarlo) ¿Estás nerviosa?
Atsuko: N-n... N-no, pero... necesito prepararme mentalmen...
Sin dejar que terminara la frase, Hernán se precipitó hacia su boca y aprisionó a una desprevenida Atsuko entre sus brazos. Aunque ella intento resistirse, oponerse, estaba demasiado sorprendida como para racionalizar lo que sucedía. Nuestra amiga, con todo su universo guiado de lógica, poco a poco se derrumbaba ante la desconocida y súbita pasión de aquel beso. Si ustedes pensaron en algo suave y cálido al principio... déjenlo de lado. Les aseguro que Hernán lo intento, pero no pudo contenerse. Sabia que Atsuko si estaba nerviosa y que semejante osadía, como mínimo, la dejaría espantada. Sin embargo... apenas tuvo tan cerca su rostro, las ansias de probar aquellos labios simplemente fueron más fuertes que todo. Ella se resistía, él lo había notado, se resistía tanto física como mentalmente, intentaba escapar de la fuerza que la ceñía con una energía proporcional.
En un segundo, solo uno, la ecuación cambia. Atsuko, antes obstinada en su instinto de alerta, paulatinamente deja sentirse en peligro, baja la guardia... en síntesis, su mente aparta todos los pensamientos, o deja de racionalizar las sensaciones que, mas fuertes que cualquier otra cosa. Resistirse era completamente inútil, más aún cuando una parte de ella estaba fascinada con lo que sucedía.
Con mucha lentitud, Hernán se aparta de ella, se aleja de una Atsuko abrumada, levemente afiebrada. Por supuesto, no se trataba de una incipiente enfermedad, pero ella no se daría cuenta de ello rápidamente. A él le sorprendió ver que las blancas mejillas de la joven ahora se tornaban rosadas, y ella parecía muy confundida. Aunque llamó, seguía luciendo muy desorientada, como si algo le molestara. Atsuko llevó una mano hacia su boca, descubriendo que... apenas rozó sus propios labios, estos se resintieron. Hernán continuaba preguntándole si se sentía bien, incluso le midió la temperatura, pero, contra todo pronóstico a primera vista, no había algo fuera de lo normal.
Hernán: No parece que tengas algo grave. ¿Estás bien?
Atsuko: Si... Sí, estoy bien. Esto fue un poco fuerte para mí. (se vuelve hacia la posada y luego hacia él nuevamente) Será mejor que sigamos hasta allá. No quisiera que se preocupen por nosotros.
El muchacho se muestra de acuerdo y continúan la caminata hasta llegar a la posada. Pero antes de entrar, Hernán le advierte que cuiden un poco las apariencias, mas por bien de ella que por sí mismo, así que espera prudencialmente afuera mientras Atsuko aparece en la habitación, intentando en vano actuar como si nada hubiese pasado. Una gran pérdida de tiempo. Para casi todos allí, resultaba evidente que ella no se comportaba de modo habitual. Casi no hablaba, parecía tener la mente en la luna, pero de pronto prestaba atención cuando escuchaba a Hernán. Si notaba su presencia, nuestra amiga sentía nuevamente ese afiebramiento y el ardor en los labios, sin embargo, no verlo tampoco solucionaba sus síntomas, pues aparte de lo que mencione antes, brotaba en su pecho un dolor similar a veinte puñaladas junto con... la inexplicable sensación de soledad. ¿Era eso o se trataba de simple molestia? ¿En verdad fue buena idea acceder a la condición de Hernán? Ahora estaba completamente confundida, ni siquiera sabía cómo seguiría de ahora en adelante.
Cuando llego el concurso de talentos, con varias cervezas de por medio, nuestros dos amigos intentaron distraerse y divertirse con todas las payasadas que vieron. Más que de talento, parecía un concurso de humoristas, pues iban desde las imitaciones a Idols y demás personalidades del mundo del espectáculo, chistes, habilidades raras, adivinanzas mal contadas y actos accidentados adrede. La cerveza parecía interminable, pasaba lata tras lata de aquí para allá, y no se sorprendan de que mas de uno haya terminado ebrio (y ebria, jejeh). Además, algunos decidieron acompañarla con un poco de Umeshu [licor japonés suave y de agradable aroma] que previamente habían comprado cuando dieron el paseo en la ciudad.
El concurso terminó convirtiéndose en una fiesta, con música y baile incluido, que se extendió hasta la madrugada. Ya ni importaba la división de habitaciones, todos durmieron en el mismo lugar, divididos en pequeños grupos. Atsuko no había bebido tanto como para emborracharse, pero si estaba algo mareada, así que cuando se dirigió al baño, lo hizo con bastante dificultad. Cuando salió de allí, comenzó a escuchar un dialogo que le llamó la atención: una de sus compañeras de trabajo estaba conversando (si así podía decirse) con Hernán. Ella no parecía estar sobria ni por asomo, ya que... se le había insinuado con todas las letras, aunque más que insinuación, lo suyo era una tremenda propuesta que, para su completa sorpresa, él rechazo. ¿Por qué, si se le estaba dando una buena oportunidad en bandeja de plata? "Estas borracha" le dijo él, "así que yo no voy a aprovecharme de eso". Apenas terminó la frase, siguió su camino hacia donde estaban los demás y comenzó a recoger las latas vacías para guardarlas en una bolsa. En ese recorrido, nuestra amiga lo siguió y luego decidió ayudarlo. ¿Que fue... lo que en el pasado le impidió ver que él era un buen muchacho?
Al día siguiente (si esperaban que en la noche pase algo, les cuento que después de ordenar se fueron a dormir), la encargada servía tés y procuraba regaños a los que estaban con resaca. Solo dos de los presentes tenían cara de mal dormidos (ustedes saben quiénes, ¿verdad?), pero ninguno de ellos quería explicar porque. Si no hubiesen sabido la clase de relación tenían ambos, ahora serian víctimas de las peores sospechas.
Encargada: ¿Por qué ustedes están tan... raros?
Hernán: Obasan, no se preocupe. La fiesta estuvo muy entretenida y no estoy acostumbrado a despertar tarde.
Atsuko: Sucede que... Me cuesta un poco dormir en futón.
Encargada: Es raro que los dos hayan tenido problemas para dormir el mismo día, pero si ustedes dicen que las razones son esas, les creo. Aunque algo me dice que tuvieron tiempo para dormir y no pudieron hacerlo por otra razón. Tal vez me equivoco.
Pues no, Encargada. No lo hace. Tiene toda la razón. Lo que es la experiencia. Claro que tiene razón: Hernán estaba preguntándose que fallo su plan, ya que, desde la charla que inicio todo esto había notado que la obstinada japonesa cambie el concepto que tenía de él y confiaba un poco más en la sinceridad de sus sentimientos, además de que, cuando la beso, ella comenzó a corresponderle, abandonado la actitud fría que tuvo al principio. Pensó que, después de todo eso... ella reconsideraría la opción de salir con él. Pero aparentemente no funciono. Y aunque una voz en su interior le pedía un poco más de paciencia, el resto de sus energías prefirieron cumplir con el acuerdo. Pese a sabía que no sería fácil, porque en verdad quería a Atsuko, tenía que dejarla ir y alejarse de ella.
También para Atsuko fueron difíciles los días siguientes. Ella no había hablado con las muchachas sobre lo que sucedió en el viaje, pues apenas llego le informaron que Selenia estaba en el hospital. No era raro que luciera preocupada, al igual que los demás, pero una vez que nuestra protagonista recupero la conciencia, la aflicción de Atsuko no desaparecía. Extrañaba llegar a AoRingo y que Hernán la salude con simpatía, de hecho, los lunes intentaba darle un abrazo por no verla todo el fin de semana. Al principio, ella lo empujaba o se alejaba para que no la molestara, pero últimamente le daba igual. Se quedaba parada, con cara de porque, diciendo "Si, si, que detalle". También sentía nostalgia por otros detalles del trato cotidiano, como su ayuda, sus desesperantes bromas, las preguntas insinuosas que ella no entendía, esos truncados intentos por acercársele románticamente. ¿Por qué extrañaba todo eso ahora, si antes se le hacía insoportable? Porque había desaparecido. Se dio cuenta cuando ya era tarde.
Durante el día jueves de esa semana, al terminar su jornada, Atsuko se dirigió a la oficina. Hernán estaba adentro, había terminado de cambiarse, así que le cedió el lugar luego de poner algo en su bolsillo rápidamente, tanto que después de unos pasos cayó al suelo. La muchacha lo noto, pero él se fue sin más y no pudo avisarle. No le quedo más que juntar ese sobre... esa... ¿carta de dimisión? ¿Hernán estaba dispuesto a renunciar? Desoyendo a la voz de su conciencia, Atsuko abrió el sobre y comenzó a leer a toda velocidad. No estaba renunciando exactamente, sino que dejaba su trabajo en Shibuya para trasladarse a la sucursal que prontamente abrirían en Minato, cerca de donde él vivía. Entonces eso explicaba la confidencial charla que tuvo con la encargada...
Hernán: (golpea la puerta desde el otro lado) Puedo pasar? Es solo un segundo.
Atsuko: (guarda rápidamente la carta en el sobre) Doozo.
Hernán: (entra) Busco un sobre que se me... (Lo ve en la mano de la muchacha) Ah... lo juntaste. (Extiende la mano hacia ella) Dámelo, tengo que entregarlo a la Encargada.
Atsuko: (le entrega el sobre) ¿Te... vas a trasladar a Minato?
Hernán: Si, me queda más cómodo. Veo que leíste la carta...
Atsuko: ¿Te vas... por mi culpa?
Hernán: No. Yo tengo palabra, y si me quedo, no podré cumplirla.
Atsuko: Entonces si es por mi culpa... Pero no es necesario que te vayas.
Hernán: Para mí, sí. No creo que pueda soportar mucho tiempo actuando... como si no me gustaras. En algún momento se me van a cruzar los cables y puedo robarte un beso o algo similar. Y, como no quiero que termines odiándome, mejor me voy. (La mira con seriedad) Pero... si en algún momento encontrás a un chico que en verdad te guste... y no te acepta tal cual esos, avísame enseguida... y lo golpeare hasta que cambie de opinión.
Atsuko: (después de escuchar la última frase, sus ojos se llenan repentinamente de lágrimas. Sabía que era más conveniente para él cambiar de trabajo, pero... no quería que se vaya, no quería dejarlo ir) Erunando-san... por favor, quedate... (se acerca a él, sujetándolo por un brazo) Onegai shimasu.
Hernán: (confundido, solo puede abrazarla) Tranquila... no te sientas culpable. Te acostumbraras rápidamente a la ausencia de este estúpido pesado. (Le da un tierno beso en la frente y se aparta de ella, empieza a caminar hasta la puerta) Me despido ahora porque el viernes es tu día libre.
Atsuko: (desesperada) Erunando-san... quedate... quedate, por favor (apenas termina la frase, corre hacia él y, sujetando su rostro, lo besa de repente... no estaba actuando a conciencia, sino guiada por su corazón. No quería alejarse de Hernán, y mucho menos que le hablara de conocer a otros muchachos) la única pesada soy yo... la única estúpida... porque me negaba a aceptarlo. Vos sos todo lo contrario a lo que yo quiero en un novio y... a pesar de todo... Daisuki [me gustas]. (Lo besa con rapidez nuevamente) Daisuki...
Hernán, mientras dice "ahora no me voy ni loco", tira la carta a un lado y abraza a Atsuko para besarla otra vez, con la misma intensidad que en el paseo. Su emoción era comprensible, ya que por fin había conseguido cumplir el deseo de su corazón. Una palabra, una sola, pero pronunciada por los labios que ahora besaba, era suficiente como para que él se sienta inmensamente feliz.
En tanto ella cambiaba su uniforme por la ropa de calle, Hernán hablaba con la encargada para decirle que había pensado mejor las cosas y prefería quedarse en Shibuya con el grupo al cual ya se había acostumbrado. La mujer lo entendió perfectamente con esa sencilla explicación, y se alegro de ello. Después de eso, le muchacho fue a buscar a Atsuko y la acompañó hasta el edificio. Durante una parte del camino, nuestra amiga japonesa se la pasó molestando a Hernán, diciendo que todavía no le había pedido que sea su novia.
Hernán: (se mira la uñas) Ah.. No sé. Creo que deberíamos conocernos mejor.
Atsuko: ¿Qué? Bueno, pues yo no voy a besar a alguien que no es mi novio.
Hernán: (con una sonrisa pícara) Ambos sabemos que no aguantarás mucho tiempo.
Atsuko: ¡Ah! ¿Querés apostar?
Hernán: (lanza una carcajada) Creo que esto es el inicio de una linda relación. (se dirige a ella) Entonces... Vas a ser mi novia de ahora en adelante.
Atsuko: Que poco inspirado. (avanza unos pasos, ya que estaban llegando al edificio, y se para frente a él) Solo tengo una condición: Está bien que seas amable con otras chicas, pero no exageres.
Hernán: Está bien, pero... (sujeta suavemente su rostro para que lo mire a los ojos) Quiero que confíes en mí. Recordá que sos la única chica que me gusta, las demás son como orangutanes peludos.
Atsuko: ¿También Meggu, Se-chan y Charotte?
Hernán: Sobre todo Megg. Selenia y Charlotte. (ella ríe por la humorística respuesta y él se queda mirándola) Nunca va a dejar de encantarme esa linda sonrisa. (se inclina para besarla)
Atsuko: ¡Hey! ¡¡¡Estamos en la vía publica!!!
Estos dos van a estar muy bien, ¿no creen?


Hola!! como estas?? ^^
ResponderBorrarAaaww me encanto esta historia extraa!! No pense que Hernan podia ser tan atento, hay que darle un premio por remarla tanto!!
Me gusta la parte de Atsuko amante de los robots xD Hernan tiene razon, quien no tiene algun hobbie que otros ven como anormal? Si no te gusta no mires y metete en lo tuyo ¬¬ pero bueno esta claro que Atsuko no tiene la personalidad como para contestar asi a alguien que la mire raro.
Yo me estaba imaginando un beso muy tranquilo, la aclaracion cambio total mente la escena que me imagine jajaja bien Hernan, hay que jugarsee!!
Me encanto la fiesta, termino siendo un descontrol alfinal jajaja
La escena final fue genial, me gusta mucho esta parejita, por fin Atsuko dejo de juzgarlo y entendio sus sentimientos :3 Me imagino la sorpresa de las demas chicas cuando se enteren XD
" Hernán: Está bien, pero... (sujeta suavemente su rostro para que lo mire a los ojos) Quiero que confíes en mí. Recordá que sos la única chica que me gusta, las demás son como orangutanes peludos.
Atsuko: ¿También Meggu, Se-chan y Charotte?
Hernán: Sobre todo Megg. Selenia y Charlotte. "
Jajajajaja es un capo! Y vuelvo a decir que esta re bueno, una reverencia para Atsuko! jaja
Saludos :D
Hola, Nadia!!! Por aquí todo tranquilo, excepto por la facultad, jajah. Y vos que onda?
BorrarQue bueno que te haya gustado la historia de esta parejita, tenía que subirla antes del capítulo, o se iban a quedar en WTF!!!!
Gracias por el comentario, y por seguir fielmente la historia, que está tan cerca del final!!!
Saludos
¿Quién no se enamora de Hernán en este capitulo? Me encantó!!!!
ResponderBorrarEs lindo poder leer solamente acerca de otros personajes, Sinceramente me siento un poco identificada con Atsuko, no es fácil tomar en serio los sentimientos de alguien hoy en día y Hernán demostró ser todo un remador (aplausos), además de ser todo un candidato como dijo Sora: "Que Erunando-san es guapo, atlético, simpático, amable, tiene el mejor promedio en la universidad y escuche que hay posibilidades de que trabaje en una importante empresa si se queda." y, (le agrego) la acepta tal y como es <3.
Ok, ok demasiada ternura y no es mi estilo. Menos mal que pusiste la foto porque ya te estaba por preguntar. Saludos sister. Te extraño T-T
Hola, sis!!! Awww, que linda. Yo también, loca.
BorrarPosta que te pusiste rara, pero que bueno que mi escritura provoca eso, jejeh
Gracias por el comentario!!!
Besos!!!!