Una semana después.
Atsuko: (nerviosa) Traigan el brillo labial rápido.
Megg: (busca apresuradamente, tanto que le tiemblan
las manos) No lo encuentro, creo que no lo trajimos.
Charlotte: Si es rosa, yo lo tengo.
Atsuko: Ese es, precisamente. (Se acerca a la
pelirroja, quien le entrega el cosmético) ahora si podremos terminar, Maya.
Maya: (sentada frente al tocador, agarra el brillo que
le ofrece Atsuko) Chicas, están más nerviosas que yo, es muy gracioso. (aplica
el brillo en sus labios cuidadosamente, y se pone de pie mientras lo guarda.
Luego se dirige hacia sus amigas) ¿Cómo me veo?
Charlotte: (emocionada, casi llora) Estás hermosa,
Maya. Todavía no puedo creer que te cases.
Megg: (también se emociona) Es cierto. Parece que fue
ayer cuando nos dijiste que ibas a casarte. Espero que seas muy feliz.
Selenia: No se si pueda acostumbrarme a llamarte
señora...
Maya: Prefiero que me sigas llamando amiga. Y ustedes
también están hermosas.
Moda en la boda
Tsugumi: (se le caen algunas lágrimas) Atsuko también
va a graduarse pronto, y vos vas a vivir con tu marido... y las chicas se van a
ir... Que sola me siento.
Atsuko: Vos también vas a graduarte, así que no te
preocupes.
Maya: Si, no llores. Tsugumi, hoy es un día muy
especial, y está prohibido deprimirse.
En tanto las muchachas terminaban de arreglarse, y a
diferencia de la novia, KyunHo estaba tan nervioso que hasta se puso pálido. Los
muchachos se preguntaban si cabía la posibilidad de que desmaye en plena
ceremonia, así que quisieron darle algunos dulces para que le suba un poco la
presión, pero él se negó a comerlos.
KyunHo: No puedo tener mal aliento durante la
ceremonia, así que no. (Se pone de pie, observando a los muchachos) ¿Cómo me
veo?
Hernán: Eh... No te ofendas, pero se me hace un poco
gay comentar el aspecto de otro hombre.
Diego: Yo creo que te ves bien. O sea, como todo un
hombre.
KyunHo: Tengo que ser y lucir como el novio perfecto.
No olviden que voy a casarme con el amor de mi vida.
Shinpei: (conmovido) Sos muy tierno, ya veo por qué
Meggu-chan te prestó atención.
KyunHo: Por enésima vez... ¿Qué haces aquí,
Shinpei-sama?
Shinpei: Vine a asegurarme de que te cases y de que
todo salga bien. Y en cuanto a tu aspecto... pareces un príncipe.
KyunHo: (satisfecho) Eso es lo que quería escuchar.
(Mira su reloj) Creo que ya es kla hora... Por cierto... Donde esta Jonatan?
Hernán: Le dieron permiso a Yuki para que pueda salir,
así que esta con ella.
KyunHo: Entiendo. (Observa su reloj) Bien, ya es la
hora.
Escuchar!
El muchacho coreano, bien vestido y arreglado, se
dirigió con mucha firmeza y decisión hacia el altar, para encontrarse pronto
con ella. Aunque estaba muy nervioso, ya que le sudaban las manos y tenía un
nudo en el estómago, también estaba ansioso y alegre. Lo que más deseaba es que
pasaran rápido los minutos que lo separaban de convertir a Maya en su esposa,
escasos minutos que se le hacían eternos. Es más, cuando creía que ya había
transcurrido una hora, y en verdad paso solo un cuarto de ella, los invitados
comenzaron a darse vuelta, y él también lo hizo, pues la novia estaba entrando
y se acercaba al altar. Tenía clavada en el rostro una sonrisa tan dulce que
lucía como un ángel.
Una vez que llego a su lado, dio inicio la ceremonia.
Debido a la religión de KyunHo, Maya acepto una boda occidental, ya que ella
era budista y él cristiano. El cura comenzó leyendo e interpretando un
fragmento de la biblia antes de dirigirse a la joven pareja, a quienes
trasmitió un breve sermón sobre la vida de casados, lo que eso en verdad
implicaba, los derechos y sobre todo los deberes... obviamente procurando que
ambos piensen detenidamente lo que estaban a punto de hacer. Sin embargo, como
ambos no mostraron intención siquiera de cambiar de opinión, pregunto a los
presentes si alguno tenía motivos para que la ceremonia no se realice. En ese
preciso momento, Shinpei rodeo a Megg con un brazo, pero no de forma afectuosa.
Parecía estar determinado a no permitir que ella no pueda moverse siquiera...
¿Todavía estaba celoso de KyunHo?
Megg: Shinpei, a mí no me interesa impedir la boda de
Maya y KyunHo.
Shinpei: ¿Qué? Yo solo te doy un abrazo.
Megg: (disconforme) Si, claro.
Nadie levanto la mano ni la voz para ofrecer una razón
que impida el matrimonio, de modo que el cura comenzó con el rito. Bendijo las
alianzas, dijo los votos a la pareja, los cuales fueron de inmediato aceptados,
rodeo a Maya y KyunHo con el lazo mientras le dedicaba una oración, luego pidió
que se tomaran de la mano y ante todos los presentes (con Dios de testigo, ya
saben), declaro la oficialidad del matrimonio ante los ojos de la iglesia. El
muchacho coreano, sin poder ocultar su felicidad, beso rápidamente a ahora
esposa antes que de ambos se dirigiesen a sus amigos para recibir sus
felicitaciones, junto a algunos puñados de arroz, y accedieron a tomarse
fotografías con ellos. Había tantos flashes que no sabían hacia dónde mirar,
tantas personas a su alrededor que ni tenían noción de quienes eran.
Luego de casi una hora de sesión de fotos, la feliz
pareja y los invitados se trasladaron a la recepción, que se realizaría no muy
lejos de allí. En la iglesia todos estaba atentos a la ceremonia, por lo que,
durante el festejo, recién pudieron realizar las presentaciones. Había llegado
familia de Maya desde Uda solo para el evento, mientras que KyunHo recibió a su
padre y sus abuelos maternos, quienes siempre mantuvieron contacto con él y
estaban deseosos de conocer a la muchacha castaña que ahora se había convertido
en su esposa. Afortunadamente se llevaron una muy buena impresión de ella,
aunque quedaron muy sorprendidos por los nuevos amigos que habían hecho... para
bien, al fin.
Al principio la recepción era más bien una tranquila reunión
donde todos hablaban, reían y compartían anécdotas, pero apenas comenzó a
escucharse música, los jóvenes corrieron a la pista de bailar, y los mayores...
fueron aún más rápido. Claro que ellos también tenían derecho a divertirse y no
mirar sentados (dada la cantidad de población longeva en varios países de Asia
oriental, ellos todavía eran jóvenes), y gracias a esto, el ambiente se tornó
mucho más alegre. Además, la gente mayor parecía tener muchas más energías
acumuladas.
Charlotte: (acercándose a una mesa, toma asiento justo
al lado de Akihide) ¿Por qué viniste a sentarte? ¿Estás cansado?
Akihide: (se encoge de hombros) No es eso... Me siento
un poco avergonzado por estar aquí. Aunque haya estado equivocado, pensé y
hable mal de Maya, y es incómodo estar en su boda después de todo. Además, por
culpa de mi bocota ellos se habían separado.
Charlotte: (emite un profundo suspiro) Te entiendo.
Quiero mucho a Maya, como amiga, y KyunHo me parece un tipo estupendo, pero la
culpa de que ellos pelearan es mía... Mía y de este cuerpo seductor.
Akihide: (alterado) ¿No me digas que paso algo más
entre ustedes?
Charlotte: (riendo) Claro que no. Solo jodía. No soy
tan creída ni me gustan las mujeres.
Akihide: Pero... hace unos días dijiste otra cosa.
Charlotte: No, yo dije que me animaría a probar. Si
llegan a gustarme las mujeres es porque ya lo hice. (lo mira con astucia) ¿Acaso
ya te gusta otra... o ya te sentiste atraído por otra?
Akihide: No, claro que no. (nota que Charlotte lo mira
con sospecha) Lo digo enserio... ¿o todavía seguís celosa de Han Seung Yeon?
Charlotte: No de ella en especial, sino de
cualquiera... hasta de la perra de Ximena.
Akihide: ¿Por qué la traes a la conversación?
Cambiemos de tema.
Charlotte: Esta bien. (mira a los invitados bailar)
Que felices lucen todos. ¿Sabes si Shinpei se puso de acuerdo con Maya y KyunHo
para elegir el destino de la Luna de Miel?
Akihide: No, lo eligió él solo, lo único que les
preguntó es cuánto tiempo iban a viajar,
para saber si estarían aquí el próximo... (se torna triste) fin de semana.
Charlotte: (nota el cambio de ánimo de Akihide) Hey,
no te pongas así. Todavía tenemos tiempo aquí. Es más, para aprovecharlo y
hacer cosas en pareja, podríamos viajar solos, como una vez dijiste. Vamos a un
lugar lindo, como Okinawa, a conocer aguas termales, o a un hotel con spa.
Akihide: ¿Te gusto Okinawa? ¿Quisieras volver?
Charlotte: Claro. Allá me sentí como una especie de
princesa. Me gustaría tener días como esos más seguido.
Akihide: Bueno... (se acomoda en la silla) Hay una
forma al alcance de tu mano.
Charlotte: (con curiosidad) ¿Cuál?
Akihide: (clava en ella una murada profunda) Quedándote
conmigo... Para siempre. Si estás conmigo, voy a llevarte a lugares como ese y otros, en otras regiones... o
incluso en otros países. Lo que sea necesario para que estés feliz yo voy a
hacerlo...
Charlotte, después de escuchar todo esto, con los
oscuros ojos de Akihide clavados en los ojos, llenos de aquella expresión...
que hasta le había provocado sueños, esa mirada cautivadora y profunda, que invadía
hasta el último rincón de su ser. Por fin volvía a verla, y esto le provoco un
temblor leve e imperceptible que recorrió todo su cuerpo. El guitarrista noto
la inminente conmoción de la pelirroja... y entendió que se había excedido.
Akihide: (encogiéndose de hombros) No te asustes...
Charlotte: (seriamente) Akihide... Si lo quiero... Lo
que dijiste, lo quiero todo para siempre.
Los dos, con los ojos clavados el uno, permanecieron
muy quietos, sin saber cuál de ellos sería el primero en atreverse a decir
algo.
Voz cerca de ellos: ¿Y, que van a hacer?
Akihide: (volteando hacia un lado) Nannika? [¿Qué?](Se topa
con el rostro de Daigo, y casi salta de la silla) Daigo, ¿en qué momento
apareciste?
Daigo: Estaba buscando a Shinpei, peo no lo encuentro.
Te vine a preguntar y escuche una parte de la conversación. ¿El ambiente de
boda los inspiro o qué?
Charlotte: No te metas, estábamos hablando
tranquilamente hasta que apareciste.
Daigo: No estaban hablando, se miraban como dos
idiotas. Y, entonces, ¿saben dónde está Shinpei sí o no?
Akihide: Debe estar con Meggara...
Daigo: A ella tampoco la vi. (A Charlotte) ¿Vos sabes dónde
está tu amiga o estas muy ocupada en tus asuntos románticos?
Charlotte: No sé, Selenia debe saberlo.
Daigo: Ella no dijo lo mismo, y creo que está buscando
por su lado. (A Akihide) Si llegas a verlo, avisame. (Se va)
El vocalista decide continuar su búsqueda, pues le parecía
muy extraño no verlo por ninguna parte, aunque todavía se sentía sorprendido
por escuchar una parte de la conversación que mantenían el guitarrista y
Charlotte... ¿En que estaba pensando Akihide? Y no solo él, sino aquella otra
parejita, que andaba desaparecida en plena fiesta. Pero... no es que estuviesen
desaparecidos, pues del mismo modo que el tímido protagonista y la pelirroja,
ellos necesitaban conversar sobre un
asunto que desde hacía ya una semana... y con eso, me refiero al motivo por el
cual Megg llegó recién a primera hora después de la cena de celebración.
Megg: (acercándose con cuidado) Shinpei... (cuando él
voltea a verla) ¿Por qué te apartaste de la fiesta?
Shinpei: Ah... Solo quería pensar un rato, y la música
no me lo permite. Pero vos volvé allá, sé que te encanta bailar y no deberías...
Megg: (sin rodeos) Vos me estas esquivando desde
aquella vez... (se le acerca de repente, agarrándolo del brazo) Si es por eso,
ya te pedí perdón. ¿Fue tan grave como para que continues ofendido conmigo?
Shinpei: (se aleja y toma distancia) No... no estoy
ofendido. La verdad no debe ofender a nadie.
Megg: ¿La verdad de qué? (Quiere avanzar, pero él se
aleja) ¿Qué te pasa?
Shinpei: Meggu-chan... Boku wa... ecchii desu. [Yo... soy un pervertido]
Megg: (sorprendida) Nannika? Chigaimasu. [¿qué? Te equivocas.]
Shinpei: Es que... intente excederme. Y ser hombre no
lo justifica, ni la primavera, ni el calor, ni el hecho de que cada día estés
más preciosa, o que te hayas puesto esa ropa seria que te quedaba tan sexy...
Yo... no voy a faltarte al respeto.
Megg: (reflexionando) Con todo lo que dijiste, creo
que si tiene sentido. Y yo no me sentí ofendida, no creo que me hayas faltado
al respeto. Solo que... me asuste un poco.
Shinpei: ¿Ves que si te ofendí? Y no quiero volver a
ser rechazado, así que es mejor mantener una prudente distancia.
Megg: No me asuste por eso. Es que... es que... (baja
la voz) Yo nunca hice... eso. Yo no...
Shinpei: Ya lo sé. Se-chan lo insinuó una vez. Dijo
que tuviera cuidado en cómo te trataba porque sos delicada como un pimpollo. Y
el pimpollo es una flor que no abrió sus pétalos... y si tengo en cuenta los
cuadros de una pintora americana que vimos una vez, esa frase toma sentido.
Megg: No sé de qué estás hablando... Pero yo me refería
a que me puse nerviosa porque... yo... la primera vez es importante para una
chica, y... todo estaba pasando tan de repente. De todas formas, debí ser más
educada. Gomene.
Shinpei: (por fin se acerca a ella, y, sujetando
delicadamente la cabeza de Megg, la atrae hacia él hasta que queda apoyada
sobre su hombro) Yo... Seré muy paciente. El día en que hagamos el amor, será
porque vos lo queres así.
Megg: (aferra a Shinpei) Yo... quiero que seas el
primero, y en lo posible, el único.
Shinpei: (se aparta un poco de ella, y estampa un beso
en su blanca frente) No digas cosas peligrosas como esa. (Sujeta una de sus
manos) Volvamos a la fiesta.
Megg: (soltándose) Matte.
Shinpei: (sorprendido) ¿Algo no marcha? (Ve que Megg
hace un simpático gesto con las cejas) ¿Qué pasa? (Ella ahora lleva un dedo
hasta su barbilla) Meggu-chan, ¿estás bien? (Ahora ella le guiña un ojo) ¿Te
pico algo?
Voz: ¡Quiere un beso, Baka!
Shinpei: (al igual que Megg, dirige si atención hacia
la persona que les había hablado, mostrándose sorprendido) ¿Eh? ¿Se-chan?
Selenia: Los estaba buscando. No pensé que los
encontraría en medio de una charla tan cachonda y confianzuda (estas últimas
palabras, como no sabe su reemplazo en japonés, las dice en español). Bueno, yo
mejor me voy. Daigo-sama te está buscando, Shinpei-san, así que anda a verlo
cuando terminen (junta las manos cerca de su rostro y aprieta los labios)
Tómense su tiempo, tortolos. (Deshace la pose y se va)
Shinpei: Bueno (se acerca a Megg), ahora que ya se
fue...
Megg: (retrocede un paso, encogiéndose de hombros) No,
ahora me dio vergüenza.
Selenia: (reapareciendo) Bésense rápido, que Maya en
un rato va a tirar el ramo. (Se va)
Shinpei: Esta es peor que Daigo.
Unos minutos después, ya estaban las muchachas
reunidas un par de metros lejos de Maya, esperado a que la japonesa castaña
arroje el ramo, augurando una feliz y próxima boda para alguna de ellas. Pero
no todas aguardaban allí. Selenia decidió rehusarse, y se había sentado con
junto a la banda. Mientras las jóvenes se mostraban entusiasmadas y con muchas
ansias ante el suspenso que imponía Maya, a ella no le despertaba ni la menor
emoción, pues creía que las supersticiones como esas eran ridículas, y de hecho
no estaba prestando atención hasta que escucho que Akihide y Shinpei reían, ya
que el dichoso ramo cayó en manos de Daigo, quien lo atajo antes de que golpee
su cara. La morocha de inmediato se levantó, pidiendo al vocalista que lo
devuelva. "Eso es cosa de mujeres", argumento, pero no necesito decir
demasiado. A él también le pareció ridículo, así que regresó la ilusión a las
chicas, entre las cuales la afortunada fue, nada más ni nada menos que Atsuko.
Y resulto muy curioso que Hernán estuviese más contento que ella.
Ese lunes, en universidad, dos días después de la boda
de Maya y KyunHo, el preceptor Kishimoto había encargado a su hija, Nadeshiko,
la tarea de avisar a las estudiantes extranjeras que sus certificados de
aprobación estaban listos. Dispuso el sobre en manos de la delegada para
desligarse completamente del asunto. Pese a todos los inconvenientes sufridos,
las muchachas habían logrado lo que buscaban en el otro lado del mundo. Ni las
pandillas, los enredos, o las mal intencionadas intervenciones fueron piedras
que los provocaran más que un tropiezo.
Nadeshiko, con el sobre en la mano, no pudo resistir
demasiado la curiosidad, así que extrajo los certificados para observarlos
brevemente, después de llamar a la morocha protagonista, quien era la única que
estaba disponible para ir a retirarlos. Megg había salido con Atsuko para
realizar las últimas compras en Tokyo, y Charlotte se fue de viaje...
acompañada, claro. Pero poco antes que llegara la morocha, la delegada fue
abruptamente interrumpida por sus amigas, quienes también curiosearon los
certificados, pero con otra intención.
Akane: Que bueno saber que por fin van a irse,
Nadeshiko. Una patotera menos en el campus.
Sumire: Otra vez contra Gonsaresu-san (Selenia)...
Detuvo al pervertido de la zona. Una parte de mi le esta agradecida. Lo
realmente bueno es que se va esa roba novios antes de seguir haciendo de las
suyas.
Tsubaki: ¿De dónde habrás sacado esas ideas contra
Ryonato-san (Megg)? Que sea amiga de aquella pelirroja desvergonzada no
significa que son iguales.
Nadeshiko: Basta. Me encantaría que, antes de hablar
así, las hayan conocido un poco. Serenia-san no golpeo a ningún inocente por
puro capricho, sino a tipos degenerados y peligrosos, protegiendo a los
indefensos. En verdad, ella es una gran persona. Además, Maya y su novio ya se
casaron, así que ese video habrá sido un malentendido, y que Arumeraya-san se
vista de forma llamativa o tenga actitudes desenvueltas no la hace una
descarada. (Sus tres amigas la observan asombradas a tal punto que no pueden
responderle)
Akane: (rozando la furia) ¿Por qué hablas tan bien de
esa salvaje, si antes hasta la apodabas simio afeitado?
Sumire: Es muy raro todo esto. A diferencia de Akane,
yo no soy antifan de Gonsaresu-san, pero tu cambio hacia ella es muy notable.
Tsubaki: ¿Te volviste su fan desde que detuvo al
pervertido del cuchillo?
Nadeshiko: No... es que... (lo medita un poco) El día
en que ella peleo con ese pervertido, había rescatado a una chica a la que ese tipo
casi viola... Es decir, me había rescatado...
Akane: (después de una pausa) ¿Por qué... no nos lo dijiste?
Era mentira que fuiste a visitar a tu madrina en Kyoto.
Nadeshiko: Tenía mucha vergüenza... y un par de
costillas rotas que todavía no sanan del todo. No quería que mis compañeros
me viesen golpeada y se burlaran de mí. Después de todo, soy la hija del
candidato a rector y la representante del centro de estudiantes.
Tsubaki: Pero nosotras somos tus amigas.
Sumire: Si, desde el jardín de infantes, de toda la
vida.
Nadeshiko: También me dio vergüenza contarles a
ustedes. Siempre me sentía tan segura de mi misma, tan fuerte a pesar de mi
estatura baja, y no quería que me viesen lastimada y asustada. No olviden que,
aunque soy su amiga, también soy una Kishimoto. (Calla de repente, pues escucha
que alguien golpea la puerta) Doozo.
Hombre: (entrando) Konnichiwa. Sorekara osewani
narimasu. [Buenas tardes. Agradezco aticipadamente su amable atención] Estoy buscando al encargado, Ki...
Nadeshiko: (interrumpe, apuntando hacia su nariz)
Kishimoto desu. ¿En qué puedo ayudarlo?
Hombre: Disculpa, pero busco a Kishimoto sensee.
Nadeshiko:
Otoosan wa Kishimoto sensee. [mi padre es Kishimoto]¿Necesita hablar con él?
Hombre: Así es. (Le entrega una tarjeta) Trabajo en un
colegio de idiomas, y estoy interesado en contratar a una de las alumnas
becadas que estudiaron aquí para que enseñen español, aunque antes quisiera
tener una recomendación del preceptor encargado.
Nadeshiko: (observa la tarjeta detenidamente) Shitsure
desuga... [Si no es una indiscresión...] ¿A cuál de las tres se refiere?
Hombre: (esta por contestar, pero ve que una muchacha
entra al salón y reconoce en ella a su "objetivo") Se trata de ella
(la indica)
Selenia: (estaba a punto de saludar, pero se torna
curiosa) ¿Nannika?
Akane, Sumire y Tsubaki: (al unísono) ¿Que dijo?
Nadeshiko: (a Selenia, acercándose a ella)
Serenia-san, hay grandes noticias. (Le entrega el sobre con los certificados y
luego la tarjeta de aquel sujeto) Este hombre trabaja en una escuela de
idiomas, y está interesado en que formes parte del personal enseñando español.
Hombre: (saluda con una breve reverencia mientras
Selenia lee rápidamente la tarjeta) Ore wa Matsuda Hideki. Yoroshiku.
Selenia: (inclina un poco la cabeza) Kochirakoso [igualmente -algo así].
Watashi wa Gonzales Selenia. ¿Puedo saber a qué viene esta propuesta?
Matsuda: Recibí una invitación para asistir a la
exposición de su tesis, y quede muy impresionado. Creo que su método
explicativo funcionaria muy bien en el instituto. Además, se nota que lee mucho
en su idioma, a sus compañeras las note más adaptadas a las lecturas
extranjeras.
Selenia: Wakarimashita... [Entendí] (un poco desanimada) Supongo
que vino a pedir referencias a Kishimoto sensee.
Nadeshiko: (apresuradamente) Pero él está muy ocupado
en estos días, así que yo puedo alcanzarle el expediente para que lo revise. (A
la morocha) Serenia-san, necesito que me ayudes a buscarlo.
Selenia: No hay problema. (Las dos salen)
Tsubaki: (haciendo un gesto de confidencialidad a
Sumire) Aprovechemos el tiempo para, si es que este hombre
quiere contratar a Gonsaresu, hacerle algunas advertencias.
Sumire: (al principio la mira con desagrado, pero
apenas entiende la expresión de Tsubaki, le sonríe y asiente) Me parece una
excelente idea.
Entre tanto, a Selenia y Nadeshiko no les llevo
demasiado tiempo encontrar el expediente. Casi nada en realidad. Pero a la
delegada le surgió una repentina curiosidad que quiso compartir con nuestra
morocha protagonista sin contar con la presencia de Matsuda y de sus amigas.
Nadeshiko: (mientras ojeaba el expediente)
¿Serenia-san, que edad crees que tiene Matsuda-san?
Selenia: (extrañada) Pues... parece de veintitantos,
pero tratándose de un japonés, tal vez tenga más de treinta.
Nadeshiko: Él dijo que alguien lo invito a la
exposición... ¿crees que fue Daigo-sama?
Selenia: Soodesune... Yo había pensado en
Naito-sama...
Nadeshiko: (con tono burlón) No tenés que ser tan
respetuosa con tu novio delante de mí...
Selenia: Me refería a la madre. Y no me gusta el
término novio. Digámosle... Yokusoku... [compromiso] No, yooshi [algo que hacer -como un hobbie].
Nadeshiko: (extrañada) Yokusoku? Yooshi?
Selenia: Exactamente. En fin, no creo que Daigo-yooshi
haya invitado a Matsuda-san, aunque de todas formas tampoco me extrañaría.
Cuando él esta encaprichado con algo, hace lo que sea para conseguirlo. Pero
pensar que llegaría a hacer semejante cosa... sería raro. Debe ser por
Naito-sama, se le ocurrió de pronto que yo sería buena nuera...
Nadeshiko: Y a vos... ¿te gustaría quedarte en Tokyo?
Selenia: Nunca me puse a pensarlo detenidamente.
Nadeshiko: ¿Tokyo te parece un buen lugar para vivir,
así tengas que separarte de tu familia y de tus conocidos?
Selenia: (meditando) "La única razón por la que
vendría aquí... es para comenzar una nueva vida lejos de todo... ¿Me está
cayendo del cielo realmente la posibilidad de empezar de cero en otra parte, la
oportunidad que secretamente siempre esperé? (A Nadeshiko) No quiero pensar en
eso hasta que no escuche bien la propuesta de Matsuda-san.
Nadeshiko: (un poco avergonzada) Claro, todavía no hay
que hacerse ilusiones con eso... Pero a mí me gustaría que te quedaras. (Capta
la atención de Selenia) No es solo por agradecimiento, sino porque todo aquello
que paso, que fue tan desagradable, me sirvió para aprender que por juzgar a
alguien sin conocerlo, puedo perder la oportunidad de tratar a una tan buena
persona como vos.
Selenia: Gracias por eso, delegada. Sabía que, a pesar
de tu sangre Kishimoto, en el fondo sos una chica agradable.
Akane: (aparece de repente) ¡No puedo soportarlo más!
Nadeshiko: (asustada) ¿Que pasa, Akane? ¿Por qué
entras gritando?
Akane: (se acerca de repente a Selenia) No puedo
soportar que por tu culpa mis amigas estén mal de la cabeza. Tsubaki y Sumire
comenzaron a decir a Matsuda-san que lo mejor que puede hacer es contratarte, y
Nadeshiko te alaga. No me importa si la salvaste o no, pero... De solo ver tu
cara siento mucha rabia. ¡No te soporto!
Selenia: (impresionada) Que valiente sos. Otra gente
tiene miedo de decirme eso en la cara porque soy un poco brusca a veces. Me
agradan las personas sinceras como vos.
Akane: (extrañada) ¿Te agrado?
Selenia: Si. Creo que seriamos buenas amigas.
Akane: Debes estar bromeando. Acabo de decir que no te
soporto, que te hace pensar que podemos ser amigas.
Selenia: Que somos dos sinceras insoportables y que
todavía no nos conocemos bien.
Kishimoto: (entrando también de repente) Omoshiroi [interesante].
Pensé que golpearías a Yoshizumi después de lo que te dijo, Gonsaresu. Ya veo
que es cierto que solo atacas a maleantes.
Selenia: (al principio se asusta por ver a Kishimoto,
pero cuando escucha lo que dice, se llena de entusiasmo) Así es,
Kishimoto-sensee. No voy a castigarla por decirme la verdad. Yo solo detengo a
los tipos malos porque odio las injusticias.
Kishimoto: No es injusto que ella te diga todo eso?
Selenia: Es injusto si yo no dejo que se exprese.
Matsuda: (aparece lentamente, y habla antes de que
Kishimoto pueda hacerlo) Sumimasen, vine porque estaban demorando demasiado.
Tsubaki y Sumire: (venían tras Matsuda, al ver al
preceptor quedan sorprendidas y exclaman al unísono) Kishimoto-sen... (se
cubren la boca mutuamente)
Matsuda: (observa al extrañado preceptor) Usted es
Kishimoto-sensee? (Ve que el hombre asiente) Soy Matsuda Hideki (breve
reverencia)
Kishimoto: Matsuda-san, no tenía el gusto de conocerlo
en persona. ¿Cuál es el motivo de su visita?
Nadeshiko: Sensee... ¿conoce a Mastuda-san?
Kishimoto: Solo de nombre. Le hice llegar una
invitación para que asista a la exposición de la semana pasada.
Akane: ¿Usted lo invito, Kishimoto-sensee? ¿Por qué?
Kishimoto: Porque me pareció importante que el
director de un colegio que enseña español asista a una exposición de
hispanohablantes.
Matsuda: Y se lo agradezco en verdad. Justamente me impresiono
tanto que quiero contratar a Gonsaresu-san como profesora, por eso vine a
buscar su recomendacion.
Nadeshiko: (apresuradamente) Yo estaba por entregar a
Matsuda-san el expediente de Serenia-san porque sé que Sensee está muy ocupado.
Kishimoto: (a Matsuda) En el colegio hay pervertidos o
pandilleros?
Matsuda: (sorprendido) Bueno... Hay alumnas extrajeras
a quienes interesa aprender japonés, y por eso no faltan acosadores...
pandilleros también, como en todas partes, pero...
Kishimoto: Entonces tiene toda mi recomendación. Si
hay pandilleros y pervertidos, ella los corregirá, y si no, de todas formas
será una buena profesora. De hecho, hizo bien en escogerla, porque sus
compañeras son muy coquetas y siempre andan enredadas con varios hombres, pero
en ese sentido, Gonsaresu-san es bastante tranquila y no me ha dado dolores de
cabeza.
Selenia: Kishimoto-sensee... no diga eso de las
chicas. Es que ellas son muy bonitas y siempre llaman la atención.
Tsubaki: Serenia-san es increíble, en vez de ponerse
contenta por la recomendación de Kishimoto-sensee, comienza a defender a sus
amigas.
Matsuda: Muchas gracias por su sinceridad,
Kishimoto-sensee. (A Selenia) En mi tarjeta esta la dirección del colegio, así
que podes visitarlo cuando quieras.
Sumire: ¿Por qué no ahora? Siempre quise conocer el
colegio, pero no me ubico bien.
Tsumire: Yo también.
Nadeshiko: No se inviten solas.
Matsuda: No hay problema, justamente ahora tengo que
ir para allá. Yo las llevo.
Kishimoto: Me parece bien. Regresare a mis ocupaciones.
(Luego de saludar con una breve reverencia, se va).
Las muchachas comienzan a caminar tras Matsuda,
excepto Akane. Ella se resistía a participar en cualquier actividad cerca de
Selenia, pero esto o basto para que se quede ya que entre la morocha protagonista
y Nadeshiko terminaron arrastrándola hasta la camioneta del director del
colegio.
Esta noche, luego del recorrido en el colegio de
idiomas, un amplio y cómodo establecimiento, bien equipado, y escuchar cuales
serían sus condiciones de trabajo si aceptaba la oferta, entre ellas el
salario, aproximadamente cinco veces lo que podía ganar en un año si trabajaba
con carga horaria completa en Argentina más una buena oficina. Parecía
demasiado bueno para ser verdad, o demasiado beneficioso como para dejarlo
pasar, aunque de todas formas acordó con Matsuda que, una vez en su país natal,
meditaría esa propuesta y le respondería lo más brevemente posible. Luego
salieron de alli y regresaron a la universidad, lugar donde las cuatro
muchachas se despidieron de la morocha protagonista y cada quien siguió su
camino.
Akane: Nadeshiko (intenta captar la atención de su
amiga mientras van por el mismo camino, pues viven cerca una de la otra) ¿A
vos... te gusta Gonsaresu?
Nadeshiko: (no cabe en si misma del asombro) ¿Que...? ¿Pensás
que soy una L [de lesbiana]?
Akane: Es que... Tu actitud haca ella cambio
muchísimo. Ahora de pronto ella es perfecta, no tiene defectos, todo lo que
hace o dice te parece bien. Y pensé que... tal vez desde que te salvo...
comenzaste a sentirte atraída por...
Nadeshiko: En realidad... te estas equivocando. Es
cierto que Serenia-san se convirtió en alguien especial para mí, pero no es en
el modo que pensás. No sé por qué la detestas tanto, es como si no te importara
lo que hizo por mí. Estas siendo muy cruel.
Akane: (a los gritos) Porque yo quería estar ahí. La
que tenía que salvarte era yo, no ella. ¿Por qué tenía que ser Gonsaresu, si
ella ni siquiera te conoce? No es como yo, que haría lo que sea por vos.
Nadeshiko: (no sabe que contestar, está totalmente
consternada) A... Akane... ¿sos L?
Akane: (roja como un tomate y habla atropelladamente) Chigatta [Te equivocas, en informal].
Solo tengo celos de amiga guardaespaldas. Es más, yo pensé que vos lo sos, y
quiero evitar que te fijes en alguien que no está a tu altura, que no…
Nadeshiko: Que alivio. Y no soy L, ni Serenia-san, ya
que ella está saliendo con alguien.
Akane: ¿Ese simio afeitado tiene novio?
Nadeshiko: (muy seria) Si conocieras a su novio
–aunque a ella no le gusta llamarlo así– te caerías de espaldas. Me pregunto
cómo habrá conquistado a un hombre tan guapo…
Akane: Ver para creer.
Increíblemente, en ese momento comenzaron a escuchar
que se acercaba un par de personas en medio de una discusión que no llegaba a
ser acalorada, pero sí un poco hostil. Una de las voces les resultó bien
conocida, pero no tanto por el timbre, sino por la musicalidad tan particular
con la que hablaba; mientras que a la otra, bastante grave –de hombre– la
encontraron desconocida… en parte. Luego Nadeshiko recordó de quien se trataba,
y rió por lo bajo ante semejante coincidencia –que al fin y al cabo no era muy
tirada de los pelos dada la zona por la que estaban caminando. La delegada
decide tirar de unos de los brazos de su amiga, como una pequeña travesura, y
ambas se esconden tras un porte de luz para escuchar la conversación.
Selenia: Que bueno que Anna está mejor, aunque solo pude verla un ratito.
Daigo: Es alentador saber que los episodios yumi no han vuelto a ocurrir. Pero me incomoda que pida un permiso especial para poder ir a
despedirte al aeropuerto.
Akane: (por lo bajo) Espera… ¿ese no es Daigo Naito?
Nadeshiko: (bajo también) Si, es él.
Selenia: No sé si van a darle tantos permisos. Trataré
de volver mañana.
Daigo: Mañana no te van a dejar. ¿Qué tanto estabas
haciendo? (se torna irritado) No me habrás dejado plantado para reunirte con
tus amigos, ¿o sí?
Selenia: Otra vez me estás celando por nada… Estaba
resolviendo un asunto serio.
Akane: (sorprendida, le cuesta contenerse y no hablar
a los gritos) ¿Celos? No me digas que…
Nadeshiko: Si, es él.
Daigo: Vos, en un asunto serio, me cuesta creerlo.
Akane: ¿El hermoso Daigo Naito con esa tipa? No me lo
creo. Estás bromeando, ¿verdad?
Selenia: Un poco más respeto, si no es mucho pedir.
Después de todo, vine aquí a estudiar, no a levantarme tipos y hacer tonterías
en vacaciones. Eso es de nenas.
Daigo: De todas formas, ¿qué estabas haciendo?
Selenia: Fui a retirar los certificados… Y luego me
pasó algo muy curioso.
Daigo: ¿Enfrentaste a otro pervertido?
Selenia: Eso no sería tan curioso.
Nadeshiko: Es todo un shock, ¿verdad?
Akane: Seguramente solo se llevan bien, eso debe ser.
Daigo: (se acerca a Selenia y sujeta su rostro de un
forma bastante romántica) No quiero que te vuelvas a meter en problemas, ¿entendido?
Queda tan poco tiempo para que te vayas que no estaría mal que pasemos los
últimos días juntos y en calma.
Nadeshiko: (en tono de burla) ¿Qué decías?
Akane: ¿Por qué no nací en Latinoamérica?
Nadeshiko: Tranquila, que los indoamericanos
desciendes de los asiáticos [según una teoría, llegaron hasta américa a través
de una antigua formación de hielo].
Selenia: (incómoda, retrocede un paso) Vamos rápido al
combini o va a cerrar. (Se apresura)
Daigo: Pero si abren las veinticuatro horas. (la sigue
de cerca)
En tanto Nadeshiko y Akane aprovecharon para seguir su
camino, la morocha y nuestro soberbio protagonista continuaron hasta el
combini. Durante el trayecto, Selenia se preguntaba una y otra vez si era
prudente hablar con Daigo acerca de la propuesta de Matsuda, o mejor lo meditaba
sola. ¿Por qué no lo hablaba con sus amigas? Pues, las conocía bastante bien, y
sabía que podían surgir los celos clásicos entre mujeres. No sería la primera
vez que eso ocurría. En cambio, tenía la sensación de que el vocalista tendría
otra reacción, así que... Teniendo esto en cuenta, apenas salieron del combini
y llevaron las compras al edificio de señoritas, le pidió que fuesen a un lugar
tranquilo para hablar de un asunto serio. Pero nunca imagino a donde la
llevaría...
Daigo: (comparando los números) Es esta.
Selenia: (intentando no enojarse -algo bastante
difícil) Daigo-sama... si te pedí que hablemos de algo serio... ¿Por qué me
trajiste a un hotel?
Daigo: (con expresión pícara) Si, queres hablar de
algo (hace comillas con los dedos) "serio"...
Selenia: ¡Lo digo de verdad!
Daigo: Si, de "verdad" (antes de que ella
pueda replicar, abre la puerta con la llave magnética y le indica que entre
primero). Pasa.
Selenia: (pensando mientras entra) "Con tal de
tener sexo este se vuelve caballeroso... Pero no voy a ceder." (Observa la
habitación y no puede evitar alegrarse por lo que ve) ¡Sugoi! Este lugar es
genial, mucho mejor que al que fuimos la vez pasada.
Daigo: (en tono pícaro nuevamente, cierra la puerta
tras él) "Hablar" de cosas "serias" merece un lugar de
categoría y no solo el que nos quede más cercano.
Selenia: De verdad tengo algo serio que decir,
preferentemente quiero hablar antes de que intentes ponerte pesado.
Daigo: (como hay un pequeño sofá, decide tomar asiento
e invita a Selenia a que haga lo mismo) Parece que estás hablando en serio, así
que te voy a creer. ¿Qué es lo que queres decirme?
Selenia: Yo... hay una posibilidad de que regrese... a
Japón y me quede a trabajar aquí...
Daigo: ¿Honto? ¿No me estás mintiendo? (Al ver que
Selenia asiente) ¿En serio? ¿A quién tengo que matar para que eso pase?
Selenia: A nadie. Me ofrecieron trabajo aquí, como
profesora de español. La verdad que la oferta es muy buena, pero todavía no sé
si aceptar.
Daigo: (la sujeta por los hombros) ¿Por qué no? Es una
gran oportunidad. Allá tu vida es un desastre, tu familia no te hace caso, no
sabes si vas a conseguir un buen empleo después de graduarte, tenés
dificultades económicas, sin contar con que en tu país hay muchos delitos. Aquí
las cosas podrían ir mejor, tenés la oportunidad de comenzar de nuevo.
Selenia: Pero... aunque no me hagan caso, es mi
familia. (Dándose cuenta) Un momento, ¿de dónde sacaste esa información?
Daigo: Por tu hermano me entere más cosas de vos que
por vos misma.
Selenia: (avergonzada) No puedo replicar a eso.
Pero... la verdad es que si había pensado en terminar nuestra relación antes de
irme, aunque no te lo dije porque quería que pasemos los últimos días en calma.
Ahora no sé cómo vamos a seguir.
Daigo: ¿Como que no lo sabes? Simplemente te lo voy a
preguntar (sujeta ahora el rostro de Selenia para que lo mire a los ojos)
¿Querés vivir aquí? Ya tenés amigas, a la chica loca, Mayu, Shizuka, la
delegada...
Selenia: ¿Quién es Shizuka?
Daigo: La que te prestaba esa peluca.
Selenia: Se llama Atsuko... - ¿De dónde sacaste ese
Shizuka?- Y Tsugumi no está loca... Con lo de Maya ya me resigne, decile como
quieras. (Se pone seria) Sé que voy a extrañar a horrores Japón cuando esté en
mi casa, pero ese país lejano, inseguro, atrasado tecnológicamente, es parte de
mi identidad. Allá hay japoneses que, aun sin saber hablar el idioma, siguen
viviendo en su propio mundo nipón dentro de sus casas. Me pregunto si tendré la
fuerza para hacer eso, que debe ser mucho más difícil de lo que parece.
Daigo: (extrañado) No puedo creer que Serenia, la
defensora de la dignidad femenina, este diciendo que tiene miedo. (Antes de que
ella replique) La respuesta es más fácil de lo que pensás: firma un contrato
por un año, y si no podes soportarlo, simplemente regresas allá. Además, si
logras acostumbrarte, lo renovas por el tiempo que necesites. Es lo que hacemos
los artistas. Cuando termina el contrato con una productora, cambiamos a otra
si en la primera no nos sentimos a gusto.
Selenia: (su rostro se ilumina) Claro...
(Entusiasmada) Es totalmente cierto, que buenos consejos das. Puedo venir a
probar suerte, y si me gusta, me quedo. (Abraza de repente a Daigo) Arigatoo.
Esto me ayuda a decidirme. (Recuerda que había prometido no ceder e intenta
separarse del vocalista... pero se da cuenta de que la tiene completamente
aferrada)
Daigo: (atrae el rostro de Selenia y la besa) Me
alegra que tomes el trabajo y vengas a Tokyo aunque sea un temporada. Así que,
como estoy contento (le habla al oido) esta noche no te voy a dejar dormir.
Selenia: (aparta su rostro, completamente ruborizado)
Hey... ¡La gente tiene que dormir!
Los últimos tres días transcurrieron rápidamente, como
si fuesen un suspiro, entre las últimas compras de souvenirs, las citas de
despedida, salidas con amigas fotos casi al final de la estadía. El viernes
había llegado. El vuelo que las llevaría de regreso despegaba el sábado después
del mediodía. Ya no había marcha atrás, eso lo sabían bien, pero en lugar de
deprimirse, decidieron hacer una reunión entre todos, a modo de festejo y
despedida. Y si de festejo se trata, nada mejor que la disco más famosa de
Japón: Yellow, la leyenda nipona en cuanto a discotecas (para más info,
consulta Free Talk 6). Para tal acontecimiento, Megg pidió a sus amigas que le
ayuden a escoger una prenda más... sexy de lo que acostumbraba, y por ello,
Selenia y Charotte comenzaron a divertirse intentando elegir algo para ella
entre la ropa de la pelirroja. Pese al esfuerzo que invertía nuestra simpática
protagonista, su la llamativa extranjera encontraba un pero para todo: o muy
escotado, o muy atrevido, o parecería salida de burdel; hasta que al fin la
morocha, completamente frustrada, replicó "yo no tengo la culpa de que su
ropa sea así". Debo agregar que, antes de que comience una polémica,
Atsuko intervino para revelar la combinación ideal, con la cual la rubia quedo
más que satisfecha. Luego de tanta preparación psicológica, decidió que por fin
había llegado su noche.
Con bastante tiempo, las muchachas se dedicaron a embellecerse
para esa ocasión tan especial, excepto Selenia y Tsugumi, quienes como siempre
escogieron lo primero que vieron en el ropero -o la maleta- y estaban esperando
abajo a las demás. Cuando comenzaron a aburrirse de tanto jugar pulseada china,
las demás bajaron a reunirse con ellas. Y estuvieron listas justo a tiempo,
pues apenas pisaron la planta baja vieron las luces de los automóviles que
habían venido a buscarlas.
El trayecto fue más largo que en veces anteriores,
pues Yellow quedaba a una distancia bastante considerable respecto a los otros
dos clubes de Roppongi que visitaron anteriormente. Pero, cuando estuvieron
cerca, desde allí lo veían brillar. Objetivamente no tenía nada especial, pero
a su alrededor... irradiaba una especie de encanto particular. Una de las
primeras cosas que les llamó la atención era la enorme fila de gente que
esperaba poder entrar. Por suerte ellos tenían entradas VIP (los contactos de
Daigo), así que en un santiamén estaban adentro, en el privado que pidió el
vocalista, donde se sentaron a conversar antes de que el ambiente en Yellow se
encienda, y no se les ocurrió mejor tema que la primera vez en que fueron a
bailar todos juntos, justamente por el cumpleaños de nuestro soberbio
protagonista. Aquella ocasión distaba mucho con el presente, pues Megg y
Shinpei tenían fuertes discusiones, Charlotte y Akihide no sabían que hacer
consigo mismos (o con las interferencias de la perra de Ximena), Selenia y
Daigo se la llevaban como perros y gatos, KyunHo y Maya estaban peleados y
Atsuko no quería tener cerca a Hernán (como que... los únicos que no cambiaron
son Tsugumi y el buen Orochi) Por fortuna esos días habían quedado atrás.
La segunda salida fue un poco diferente. Charlotte y
Akihide estaban juntos, aunque no de manera definitiva, Daigo y Selenia se
llevaban mejor y Atsuko permitía que Hernán se le acerque un poco. Megg y Maya
seguían en conflicto con sus ofendidos galanes, y nuevamente entre Orochi y
Tsugumi nada cambio (son los más constantes de la historia).
Antes de que la nostalgia se apodere de alguno de
ellos, cosa que se mostraba incipiente, decidieron abandonar el privado para
concurrir a la pista de baile, pues el DJ comenzó a invitar a todos los
presentes para que enciendan la fiesta en Yellow desplegando una alucinante
colección de hits y temas pegadizos. Gracias al juego de luces, los muchachos
de la banda podían pasar desapercibidos y se dedicaron a divertirse. Bueno, no
todos. En un momento, Megg noto que Shinpei aun intentaba imponer una pequeña
distancia con ella. ¿Todavía continuaba en esa actitud? La rubia tenía que
hacer algo para cambiar las cosas, y demostrar al alegre guitarrista que estaba
equivocado. Trato de aguantar, de fingir que nada pasaba hasta que le pareció
oportuno apartarse del grupo, sabiendo que Shinpei la seguiría. Entonces,
podría poner las cartas sobre la mesa y mostrar su jugada (que frase de timba).
Diciendo que tenía que ir al baño, regreso al privado, y espero unos quince
minutos, hasta que al fin apareció el protagonista de lentes. Se le hizo raro
que se aparte de tanto, pero ya la había visto ir hacia allí. Esto era aún más
sospechoso.
Shinpei: (sentándose a su lado) Meggu-chan, ¿ocurre
algo? Te sentís bien.
Megg: La verdad, no. Pero no es que vaya a desmayarme
como las otras veces, sino que siento que no estas cómodo conmigo y eso me
desagrada.
Shinpei: (nervioso) Gomene. Es que...
Megg: ¿Es que qué? Estás más raro que de costumbre. Ni
siquiera notaste la ropa que me puse o que me arregle un poco más esta vez.
Shinpei: Si lo note. Ese vestido... no tiene el estilo
que soles usar. Es bastante sexy. Por eso me mantengo alejado. Meggu-chan...
yo... te deseo. (Megg se ruboriza hasta las orejas, pero eso es lo que ella
esperaba) Y no quiero que, por decirte esto, hagas algo de lo que no estas
segura. Yo te amo, pero también te deseo, y esta situación se me está haciendo
muy difícil.
Megg: Si me amas como decís, (acerca su rostro)
besame. Yo no me puse este vestido ni me hice este peinado para que te quedes
viéndolo con los brazos cruzados. (Aunque tenía bien pensado el discurso,
comienza a darle vergüenza, así que poco a poco le tiembla la voz y se encoge
de hombros) Sino que... si me deseas, deberías llevarme a un lugar donde
estemos solos... (ahora aparta la vista), y puedas quitármelo y despeinarme...
Shinpei: (sorprendido, también se enternece con la
imagen que le ofrece la rubia) Meggu-chan... ¿eso es lo que queres? (Ella
asiente con cierta timidez) No me había dado cuenta de que, por concentrarme en
tu comodidad, deje de lado lo que vos sentís. Todo esto me dejo muy
sorprendido. (Agarra una de las manos de ella y la apoya cerca de su corazón) ¿Lo
sentís?
Megg: (distraída al tocar el duro y firme pectoral de
Shinpei) Si, has estado ejercitándote, ¿no?
Shinpei: Si, pero me refería a que me aceleraste el
corazón.
Megg: (ya que el guitarrista agarro su mano, ella
aprovecha para apoyar la izquierda sobre el hombro de él y se acerca) Vos no
sos el único que siente... eso. (Lo besa suavemente)
Shinpei: (mientras siente que su sangre comienza a
hervir, y de hecho está a punto de perder el control, decide centrarse por
última vez) Meggu-chan, si me hubieses avisado antes podría haber preparado un
encuentro más romántico y especial.
Megg: (rodeándole el cuello, vuelve a besarlo) No seas
tonto. Vamos a pasar nuestra primera noche juntos porque nos amamos, ¿hay algo
más romántico y especial que eso?
Shinpei: (con una pequeña y alegre sonrisa) Te doy la
razón.
Los demás no notaron al principio que Shinpei y Megg
se habían retirado, pero al cabo de una hora ya se les hizo evidente. Aunque
había pasado bastante tiempo, en un lugar lleno de gente y con música hipnótica
no era raro perderse aunque sea un poco. Y ese par ya no estaba allí. Conducir
hasta el departamento en Shibuya representaba una pérdida de tiempo, y la rubia
estuvo de acuerdo en que fuesen a un hotel cercano, uno con habitaciones
cómodas y amplias, que contaba con una vista nocturna fascinante. Megg se quedó
mirándola, absorta de todo, hasta que sintió los fuertes brazos del guitarrista
aferrados a su cintura y un tibio beso cerca del cuello. Ya había llegado el
momento.
Shinpei: (mientras ella da media vuelta para verlo)
Estas segura de que queres hacer esto?
Megg: (abrazándolo) Si, muy segura. No quiero irme de
Japón sin llevarme este recuerdo.
Shinpei correspondió a su abrazo, y comenzó a besarla
con mucha suavidad al principio. Poco a poco, la pasión volvió los besos más
apremiantes, hasta que Megg rodeo férreamente al guitarrista, y este la levantó
en brazos para luego depositarla sobre la suave superficie del colchón. Apenas
lo hizo, se quitó todos los accesorios que llevaba junto con su remera y el
cinturón. La rubia protagonista se estremeció al verlo, pero al mismo tiempo
estaba fascinada con lo que sucedía, así que busco sus labios nuevamente.
Él poco tardó en desvestirse, al igual que ella. La
muchacha, aunque durante mucho tiempo se sintió acomplejada por su cuerpo, al
sentirse envuelta por el calor de Shinpei, por sus besos y sus caricias, esto
ya dejaba de inhibirla… Porque al fin estaba tocando la felicidad con sus
manos, y sus incipientes jadeos lo demostraban. No podía resistirse a esa
frenética energía, era increíble como conseguía atraparla completamente, como
la envolvía en la llamas de su deseo, de modo que se mimetizaba con él. No podía
controlar sus gemidos profundos, los leves temblores que recorrían su cuerpo,
como pequeñas cargas eléctricas, ni las sensaciones que ya se habían apoderado
de su ser. Shinpei notaba todo esto, incluso tenía miedo de lastimarla, pero
aquellos brazos suaves y blancos, que lo aprisionaban con más fuerza de lo que parecía,
aquellos ojos celestes clavados en los suyos, y sus finos labios palpitantes y sedientos
de su boca le indicaban que no tema. Ella lo resistiría. Y él la complació.
Poco a poco, sin dolor ni arrepentimiento, sin brusquedades que puedan
arruinarlo, en un ambiente tenue, embriagado de amor y deseo abrasadores y
excitantes, se fundieron en una sola criatura.
Los dos, adormecidos, quedaron abrazados en la cama.
Megg aún jadeaba levemente, intentando mirar el reloj de la mesita de noche. Lo
había visto cuando llegaron, y le sorprendió notar que no había pasado mucho
tiempo. Ella creyó que sí, que había transcurrido el doble… aunque también la
mitad. Era muy extraño. Su cuerpo sentía que habían hecho el amor toda la
noche, estaba exhausta pero feliz. Tanto que no le importaba dormir desnuda al
lado de su amado. Su hubiese sabido que su primera experiencia sería tan
gratificante, la hubiese buscado antes.
Shinpei: (a media voz, muy suavemente) Meggu–chan…
despertate.
Megg abre los ojos lentamente. Sin notarlo, se había
quedado dormida. El sol entraba por la ventana.
Shinpei: (en el mismo tono de voz) Los demás se fueron
de Yellow hace bastante, pero no quise despertarte antes. Podemos seguir durmiendo
o te llevo al edificio para que termines tu bolso.
Megg: (se incorpora de golpe, pero permanece sentada
sobre la cama) Cierto, tengo que ir a preparar el bolso.
Shinpei: (agarrando una de sus manos) ¿Cómo te sentís?
Megg: Estoy bien… muy, muy bien. ¿Sabes dónde están
los demás?
Shinpei: Akihide y Charotte se habrán ido por ahí, y
Daigo me dijo que llevaría a Se-chan al edificio. Los demás fueron a sus casas.
Megg: (con picardía) Pobre Daigo–san, él no pudo tener
esta clase de noches con Selenia ni una sola vez.
Shinpei: (escéptico) Pero si esos dos lo hacen todos
los días, hasta parecen conejos.
Megg: (siente que se va a atorar) ¿Qué? ¿Todos los
días? Selenia nunca nos contó eso.
Shinpei: (arrepentido) Creo que hablé de más…
Seguramente Se–chan no encontró el momento para decirlo.
Megg: (con resignación) No, ella siempre es así. Se
preocupa por nosotras, nos escucha y nos aconseja, pero aunque habla sin parar,
no sabemos nada sobre ella. La conozco hace cinco años y no tengo idea de cómo
es ella en verdad. (Alegremente) Por eso me encantan los chicos sinceros y transparentes
como vos. (Lo abraza de repente y se le abalanza encima)
Shinpei: (sorprendido) Meggu–chan… ¿Por qué de repente…?
Megg: (con una sonrisa seductora, levanta el dedo índice
de una mano a la vista de Shinpei) Antes de irnos, vamos a hacerlo una vez más.
Shinpei: Meggu–chan, no conocía ese lado tuyo…
Megg: (entusiasmada) Preparate, porque lo acabas de
despertar.
Aproximadamente una
hora después, Megg descendió del automóvil de Shinpei, despidiéndose de él, y
caminó unos pocos metros hasta la puerta del edificio, topándose frente a
frente con Charlotte, quien estaba a punto de entrar igual que ella. Las dos se
sorprendieron por ello, y mucho más cuando Selenia abrió violentamente la
entrada, con cara de pocos amigos, y en medio de insinuados reclamos provoca
que entren aprisa. Ya estaban sirviendo el desayuno, el último que compartirían
con las muchachas del edificio, así que las recién llegadas se cambiaron rápidamente
para disfrutar por última vez de las exquisiteces que preparaba la cocinera. El
resto de las chicas las miraban nuevamente, pero no como la primera vez, con
curiosidad en los ojos. Ahora lucían un poco tristes, incluso las que eras más
joviales, como Tsugumi.
Se terminaban los seis meses, y aunque no creyeron que
serían tan cortos (porque no los escribieron ellas), resultaba muy difícil pensar
en volver a la “normalidad”. Aquellas tres coloridas jóvenes, tan diferentes,
tan interesantes, que habían hecho emocionante el estar allí, en unas horas
abandonarían ese lugar y se convertirían poco a poco solo en recuerdos. Esa
parte de ellas se quedaría en cada rincón del edificio, porque… ¿Cómo olvidar
cuando las conocieron? ¿O esa vez en la que se volvían locas buscando a la
morocha desaparecida? ¿Cómo olvidar que bajaron a las corridas para ver el
estreno del video donde trabajó Charlotte, cuando trabajaron incesantemente
para pagar la deuda de los Fujiwara, o la vez en que entrevistaron a Selenia en
Yokohama? ¿Cómo olvidar el póster de la simpática protagonista, el mural de la pelirroja, las coreografías de Megg y sus prácticas de canto? Esos momentos
que, como en los relatos fantásticos, rompen con el mundo de todos los días,
simplemente se quedan en la memoria.
Una vez que el
desayuno terminó, las tres protagonistas subieron a su cuarto por última vez
para recoger y acomodar las cosas que les quedaban allí antes de cerrar
definitivamente las maletas. Cada una llevaría un bolso de mano con algunos
abrigos, pues en Argentina estaba haciendo frío, todo lo contrario al verano
japonés que había comenzado. Sus familias las estarían esperando allí, en el
otro lado del mundo. Andrés había avisado a Selenia que sus padres llegarían
del interior justo para esa fecha, y Agatha contó a Charlotte que ya estaban
limpiando su cuarto en espera de su regreso. En cuanto a los padres de Megg,
justamente estaban dictando un seminario en otra ciudad, pero suspenderían un
día para poder ir a recogerla al aeropuerto. Por fin los veía emocionados por
ella.
Entre una cosa y
otra, ya había trascurrido el tiempo. Desde arriba escucharon que llamaban a la
puerta, y por la ventana vieron que se trataba del preceptor Kishimoto, quien
las había llevado hasta ahí y se encargaría de conducirlas hasta el aeropuerto.
Las protagonistas descendieron a la planta baja, llevando dificultosamente sus
maletas, pero de inmediato fueron ayudadas por otras visitas que no sintieron
llegar: el nuevo matrimonio (es decir, Maya y KyunHo), Hernán, Diego y
Jonathan. Habían decidido ir hasta allá porque despedirlas antes de que tomen
el avión resultaría demasiado doloroso. Mientras los muchachos guardaban las
maletas en el portaequipaje, las muchachas del edificio comenzaron a saludar a
nuestras protagonistas por última vez. Aunque se había prometido no llorar,
tanto Tsugumi, como Atsuko y Maya no pudieron evitar romper en llanto al
abrazar a las extranjeras, quienes intentaron consolarlas afectuosamente. Lo
cierto es que ellas también se sentían tristes, y aun así estrecharon entre sus
brazos a las chicas del edificio, a sus amigas, a sus amigos y a las dos
amables mujeres que allí trabajaban, incluso les dedicaron algunas palabras,
antes de que el preceptor les dijera que se estaba haciendo tarde.
Cuando abordaron el
transporte, notaron otra presencia inesperada: allí estaba la hija del
preceptor, Nadeshiko, quien se había auto adjudicado la tarea, ya que ella las
recibió en la universidad, de despedirlas en su último día. Solo Selenia se
alegró de verla, pues Charlotte y Megg todavía sentían cierta inevitable apatía
por ella, y prefirieron concentrar su atención en el paisaje urbano, como
cuando había llegado. Esta vez no hubo esa explosión de euforia por cada lugar,
ya que estos antes estaban vacíos y ahora se encontraban llenos de recuerdos,
tantas citas, tantos paseos, tantas compras, tantos encuentros… Tokyo realmente
era la ciudad mágica que ellas habían esperado. Al pensar en todo eso, Megg
sintió una lágrima ardiente surcando su mejilla, e intentó detenerla antes de
romper en llanto. De pronto notó la mano de la delegada apoyada suavemente
sobre su hombro, mientras le ofrecía una botella de agua con mucha amabilidad.
La rubia se lo agradeció, y al dirigir la vista hacia la derecha, advirtió que los
ojos gatunos de Charlotte estaban bastante húmedos también. Pero al observar a
Selenia… esto ya no sucedía. Ella parecía feliz, recorriendo la ciudad con los
ojos con una sonrisa imborrable en el rostro, que se había dibujado al pensar
en todo lo que habían vivido en Japón, y en todas las personas que había
conocido, sobre quienes seguramente dejó imborrables huellas, amigos,
compañeros en la facultad y en el trabajo, hasta sus rivales, y, por sobre
todo, no podía dejar de lado a la persona a quien admiraba desde el otro lado
del mundo, a quien jamás pensó que podría conocer, ni creyó que llegaría a
estar cerca suyo, y mucho menos… que terminaría enamorado de ella. Ahora sería
eterna.
Finalmente llegaron al aeropuerto. Mientras
despachaban el equipaje, Kishimoto y su hija se despidieron de las muchachas,
pero no quedaron solas mucho tiempo. Unos veinte minutos después aparecieron
ellos. Daigo, Shinpei y Akihide estaban ya allí para verlas por última vez…
durante algún tiempo. Apenas llegaron, tomaron asiento al lado de las
protagonistas y no se separaron de ellas hasta que les indicaron desde el
altavoz que debían abordar el vuelo.
Daigo: ¿Por qué venís
con camiseta?
Selenia: Es que…
allá es invierno, y mi hermano me contó que hace frío.
Shinpei: Vos
también tenés que abrigarte, Meggu-chan.
Megg: (con voz
temblorosa) Tengo una campera, guantes y una bufanda en el bolso de mano.
Akihide: Con el
viaje tan largo, ¿cómo van a hacer para bañarse?
Charlotte: Nos
quedamos unas dos horas por el trasbordo y el aeropuerto tiene baño. Por eso,
también tenemos ropa limpia.
Charlotte: Nos
quedamos unas dos horas por el trasbordo y el aeropuerto tiene baño. Por eso,
también tenemos ropa limpia.
Selenia: Así
hicimos la primera vez, por eso llegamos bastante bien y sin olores
desagradables.
Daigo: Nosotros no estábamos
ahí, así que no nos consta.
Selenia: Dejá de
menospreciarme, che.
Shinpei: (entrega a
Megg un sobre que tenía en la mano) Meggu–chan, quiero regalarte esta foto para
que me recordes.
Megg: (agarra el
sobre y lo guarda en su bolso de mano) Gra… Cracias, aunque ya tengo muchas
fotos con vos en el móvil. Esta la voy a poner en mi mesa de noche, para
mirarla apenas me despierte, lo prometo.
Shinpei: ¿Segura
que no querés mirarla antes de decir eso?
Megg: (negando
suavemente con la cabeza) Segura, segura. Voy a ver las fotos todos los días, y
espero que hagamos videochats con frecuencia… (comienza a llorar) Prometeme que
vamos a seguir en contacto.
Shinpei: (abraza
delicadamente a la rubia) Meggu–chan, por favor no llores que me parte el
corazón.
Akihide: (notando
los húmedos ojos de Charlotte) Cha… Charotte… (le acaricia la espalda para
reconfortarla y ella comienza a sollozar repentinamente) Charlotte… Chari–chan…
(se arrodilla delante de ella, descubriendo su rostro) No llores, no nos vamos
a separar para siempre. Voy a escribirte todos los días, y vamos a hacer
videochats muy seguido. (le acaricia la cara, corriendo un poco su cabello)
Aunque no sea de cuerpo presente, siempre voy a estar junto a vos.
Charlotte: (sin
poder detener sus lágrimas ni sus sollozos) Lo sé… Eso lo sé bien… (se arroja a
sus brazos y lo besa rápidamente) Pero aun así no quiero sepárame de vos.
Selenia y Daigo
comenzaron a sentirse incómodos por aquellas conmovedoras despedidas, sobre todo
porque ellos no estaban tan emocionados, y en especial la morocha, quien tenía
los ojos secos desde que salieron del edificio. No podía explicar porque, pero
ella prefería centrarse en que regresarían a sus hogares y en todos los
recuerdos buenos que tenían allí, en las amistades que hicieron, los hermosos
momentos que habían vivido, en las grandiosas personas que conocieron. La separación
era inevitable, las tres lo sabían desde el principio, y sin embargo, ella
sentía que no tenía razones para llorar, sino muchas para estar contenta.
Escuchar!!!
Daigo: (al escuchar
el ruido proveniente del Selenia) ¿Acaso no comiste?
Selenia: (tocándose
el abdomen) Es que… no almorzamos por los nervios del viaje.
Daigo: (Se levanta
y le agarra la mano) Veni, vamos a comprar algo y no estemos aquí como sujeta
velas.
Selenia: (va con
él, aun desconociendo el aeropuerto y sin notar que Daigo no la estaba llevando
a donde prometió. Se da cuenta a medida que va decreciendo la cantidad de gente
hasta que quedan solos) Daigo-sama, por aquí no vamos a conseguir comida.
Daigo: ¿Por qué creíste
tan ingenuamente que te iba a comprar comida?
Selenia: Que malo,
no podes jugar así con los sentimientos de la gente.
Daigo: Nosotros no
somos la clase de pareja que, como aquellos cuatro, anda mostrándose públicamente,
así que preferí venir a un lugar más solitario.
Selenia: Usaste mi
hambre como pretexto, eso es muy cruel.
Daigo: (intentando
abrazar a una resistente Selenia) ¿Por qué siempre te estás haciendo la difícil?
No tendrás comida, pero me tenés a mí.
Selenia: Pero tengo
hambre... hasta me conformaría con un hot dog (nota que lo que dijo puede ser
usado en su contra y observa a Daigo, en quien parece surgir esa idea, así que
se retracta) O un chocolate.
El vocalista aprovecha
que Selenia lo miró para acercar su boca a la de ella rápidamente, al mismo
tiempo en que la rodea con los brazos. Con todo lo que él estaba haciendo, la
morocha supuso que, aunque le resultaba difícil, él había dejado de lado su clásica
soberbia para mostrarse más cercano y dedicar hasta el último minuto del tiempo
en que estarían juntos para demostrarle sus verdaderos sentimientos… y entonces
se dio cuenta de que ella tenía que hacer lo mismo. Ya estaban en el
aeropuerto, a poco tiempo de partir… y desde que comenzó su relación, Selenia
no había podido confesarle que lo amaba. Esta era la oportunidad.
Selenia: (se separa
lentamente de Daigo) Matte kudasai [espera, por favor]. Tengo algo que decirte.
Daigo: (curioso, y
un poco preocupado) ¿Qué pasa?
Selenia: A
diferencia de Charlotte y Megg, yo no estoy triste por tener que irme. Al
contrario, estoy muy feliz por todas las cosas que pasaron aquí, en especial,
por el Daigo–sama que pude conocer de cerca. Aunque a veces sos terco y
soberbio, era muy divertido pelear con vos, y también tenés un lado amable,
sincero y atento, siempre me decís la verdad, confiás en mí y te preocupa mi
bienestar. Este Daigo–sama es genial, es mucho mejor de lo que había imaginado.
Daigo: (afectado)
Todo lo que estás diciendo suena como una despedida…
Selenia: Lo que
estoy diciendo es… Aishitemasu [modo formal de aishiteru]. Pero no desde que
comenzó esta relación, sino desde… el primer momento en que te vi.
Daigo: (la estrecha
entre sus brazos) Una parte de mí lo sabía, siempre lo supo.
Es Selenia ahora
quien busca los labios del vocalista, porque desde ese momento las palabras ya
estaban de más. Ya lo habían dicho todo. Y, como sabemos, la morocha se entusiasmó
muy rápidamente, así que Daigo tuvo que apartarla esta vez, soltándose lentamente,
y afirmó por lo bajo “Si seguís poniendo tanta energía, voy a querer llevarte a
otro lado para otra cosa”. Luego vuelve a acercarse, pero de forma más pausada
y repetida… hasta que escuchan por el altavoz que… ya debían abordar el vuelo. Del
bolsillo de su campera liviana saca una barra de chocolate, y se la entrega a
nuestra protagonista, para disimular un poco.
Regresaron rápidamente
para que Selenia pueda recoger su bolso de mano, y encontraron un panorama más
tranquilo. Megg y Charlotte no estaban llorando, sino que se despedían de
Shinpei y Akihide animadamente, dedicándoles una última y radiante sonrisa. La morocha
se acercó a los guitarristas para saludarlos, y les agradeció que hayan cuidado
de sus amigas durante la estadía, y a su vez, ellos le expresaron que confiaban
en que ella seguiría pendiente de las muchachas en Argentina. Mientras tanto, la rubia y la pelirroja (esta, de mala gana)
mostraron su gratitud hacia Daigo por su ayuda y por preocuparse tanto por
Selenia. Eso sí, él comenzó a decirles que ya eran grandes, o que eso se
suponía, y que debían meterse en problemas que pudiesen resolver por sí mismas,
ya que no quería saber que Se–chan se ocupe otra vez de cumplir labores de
guardaespaldas gratuito.
Charlotte: (de
repente) ¡Que desgraciado sos!
Daigo: Aprende a
cuidarte sola en vez de insultarme. No quiero que Se–chan se meta en problemas
por culpa de ustedes.
Megg: Que injusto…
no deberías decir cosas lindas, como “cuiden a Se–chan”
Daigo: No podes
cuidarte sola y querés hacerlo por alguien más… Que irónico.
Selenia: No empecés
a pelearte con ellas, son mis amigas.
Shinpei: Si, Daigo.
Dejá a las muchachas en paz.
Akihide: (a modo de
broma) Es que él no puede dejar de preocuparse por su Se–chan…
Daigo: Cerra la
boca.
Selenia: (colgándose
el bolso de mano en el hombro) Bueno, es hora.
Las tres parejas se
abrazan por última vez, y ellas luego comienzan a avanzar. Ellos allí se
quedan, observando como lentamente aquellas tres figuras tan llamativas se
pierden entre la multitud. Después de hacer una larga fila, nuestras protagonistas
por fin pueden ingresar al avión y ocupar sus respectivos asientos, juntas tal
y como había llegado, sintiendo un peso en el corazón. La rubia,
repentinamente, siente deseos de revisar la fotografía que le dio Shinpei, como
si quisiera apagar esa sensación de vacío, así que extrae el sobre de su bolso
y de este, el grueso papel fotográfico…
Selenia: (acercándose
a ver, igual que Charlotte, al observar que el rostro de su amiga se ruboriza
completamente) ¿Vas… a ponerla en tu mesa de noche?
Megg: Creo que no…
Charlotte: (en tono burlón) Yo que vos, lo haría.
Fin.
Mil gracias por leer, aquí abajo les dejo lo que prometí. Espero que les haya gustado el final.
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