(Megg lee... y... Shinpei también, no?)
La última vez que les conté sobre las
muchachas era un sábado (tiempo de la historia) en el cual Charlotte y Akihide
tuvieron su primera cita, y Selenia, Shinpei y Daigo casi la arruinan... Para
colmo, después fueron al bowling como si nada... Al regresar, la morocha tuvo
que explicar a nuestra llamativa protagonista porque los siguió, y no parecía
una razón tirada de los pelos, así que fue perdonada.
Nuevamente domingo. Las chicas no tenían
intenciones de pasarlo encerradas leyendo, así que fueron a recrearse al aire
libre, capturando un montón de fotos. Planeaban rentar un automóvil entre las
tres (ya que Charlotte no soportaba los trasportes públicos y sabía conducir) y
llegar hasta Yokohama [1] para la próxima vez, sin pensar mucho, casi nada, en
las diferencias de los coches.
Por fin llegamos al lunes, día en el que
comienzan los acontecimientos de este episodio. Después de bastante espera,
Megg por fin recibió los libros que necesitaba, pero solo prestados una semana
un par, y otros dos durante un mes. La mitad en inglés, y la otra mitad en
japonés, así que tendría que cuidarlos. Su tarea (auto adjudicada) consistía en
realizar un pequeño estudio sobre las diferencias en la traducción de los
libros de autores japoneses, y, para ello, descargó una larga lista de kanjis.
Obviamente este deber resultaría por demás complicado, teniendo en cuenta que
le desagradaban mucho las variaciones de sistemas de escritura... en fin. Las quejas no resuelven problemas,
sino el trabajo. Y es en este ámbito donde me ubicare para contar lo que
pasaba, no en otra parte.
La dorada protagonista ya estaba en el
café, atendiendo mesas de una forma un poco distraída, algo normal en ella
cuando comenzaba a acumular nervios (cosa que pasaba seguido desde que vivía en
Japón), hasta que llegó esa suerte de happy hour, que venía sucediendo todos
los días... Shinpei atravesaba el umbral de entrada, cargando su bolso de
gimnasio sobre un hombro, con su sonrisa llena de confianza, mirando hacia
todos lados, como si la buscara. Con bandejas en la mano, Megg se acercó a él
para saludarlo, dándole la bienvenida e indicando cuál sería su mesa. Casi deja
caer todo lo que llevaba en las manos, pero no se dejaba ayudar.
Nuestro protagonista fanático del gimnasio,
viendo que su codiciada rubia estaba muy alterada, comenzó a pensar que
necesitaba un respiro: iba del edificio a la universidad, regresaba, acudía al
trabajo y de allí al edificio, así de lunes a viernes. El último sábado, entre
la cita de Charlotte y el espionaje de Selenia la dejaron sola en casa… y,
según lo que ella le había contado, las muchachas japonesas con las que se
llevaba bien generalmente viajaban a visitar a sus familias por la tarde para
regresar el domingo… ¿Qué tiempo le dedicaba al ocio, a distraerse y liberar
tensiones, si iba de un lado al otro solo para cumplir deberes?
Megg: (después de dejar las bandejas en la
cocida, se acerca a la mesa de Shinpei. Luce un poco más relajada, solo un
poco. Emite un profundo suspiro) Ah… Ahora si puedo tomar tu pedido…
Shinpei: (preocupado) Meggu-chan… lucís muy
cansada. No me gusta para nada tu aspecto.
M: ¿Me veo fea? (se palpa la cara) Es que
hoy no tuve mucho tiempo para arreglarme…
Sh: Nada de eso. Fealdad y Meggu-chan no
pueden habitar en el mismo cuerpo. Es algo imposible.
M: (entre risas) ¡Que exagerado!
Sh: (entusiasmado) Así me gustó más. No me
gusta que Meggu-chan esté preocupada. Tus ojitos brillan más si estás de buen
humor.
M: Pero vos me haces reír y eso no cuenta
como buen humor. (haciendo memoria) La verdad es que últimamente estoy un
poquito nerviosa.
Sh: (con curiosidad) ¿Por qué?
M: Por mis amigas… Hable seriamente con
ellas, pero parece que no les importa nada de lo que dije. Siguen haciendo lo
que quieren… Y me da no sé qué pensar que me quieren tan poquito como para no
esforzarse… Parece que no me tienen consideración.
Sh: (con duda) Meggu-chan, no podés ser la
madre de ellas. Sería mejor si pensás más en vos, ¿no te parece?
M: (con seriedad) No puedo... Ellas son mis
amigas y no voy a dejar de preocuparme por ellas... pero no sé si eso les
importa... a veces parece que no.
Sh: No es justo, Meggu-chan. Ellas salen,
se divierten, y vos te quedás en casa preocupada. Eso no es vida. Creo que
necesitas relajarte.
M: Of course. Pero no me gusta salir sola.
Sh: Pero eso no es problema.
M: (entre dudas y un poco de vergüenza,
pues teme haber entendido mal) Vos... estas diciendo que... (traga saliva)
salgamos... ¿puede ser?
Sh: Exacto. Sé de una película americana
que van a estrenar en unos días. Podríamos ir a verla.
M: (ruborizada) Este... pasa que...
(piensa) "Después de lo dulce y bueno que fue Shinpei conmigo no puedo
rechazarlo, pero..." (a Shinpei) Gomen nasai... Pero tengo mucho que leer.
(Extrae una lista que tenía guardada en el delantal) Mira.
Sh: (con la lista en sus manos, la observa
cuidadosamente) Wow... Son muchos. (Apunta uno de los nombres y se lo enseña a
Megg). Este es el mismo que el primero.
M: (apenada) Pasa que... como yo no sé bien
japonés, voy a leer ediciones en inglés. Yo tengo que ver que es lo que se
pierde en las traducciones.
Sh: ¿Se pierde?
M: O sea... que es lo que no puede pasar
tal cual del japonés a otros idiomas.
Sh: Eso sería más fácil si supieras
Japonés. De esto debería encargarse Se-chan
M: Ella ya tiene mucho con ser la
traductora del grupo...
Las compañeras de trabajo de nuestra
protagonista cominezan a llamarle la atención, pues llevaba mucho tiempo
hablando sin trabajar, así que ella, dejando de lado la conversación, toma
rápidamente el pedido de Shinpei y se va con la misma velocidad, olvidando la
lista de libros sobre la mesa del guitarrista, quien comienza a copiarla en su
celular. Una "maravillosa" idea se apoderó de su mente. Si Megg no
podía salir con él por todas esas lecturas, un trabajo bastante complicado, entonces...
¡Shinpei al rescate... otra vez! Si bien, la tarea de leer nunca le pareció muy
atractiva, siempre le gustaron los desafíos... si para salir con ella tenía que
devorar libros, ¡ojos a la obra!
Mientras él maquinaba todo esto en su
mente, Megg limpiaba unas mesas, retirando trastos para lavar y los llevaba a
la cocina. Regresando al local, se preguntaba donde dejó la lista cuando vio
aparecer a un cliente: un muchacho alto y algo delgado: de rostro simpático y
amplia sonrisa... que le pareció muy familiar... Como sus compañeras estaban
ocupadas, fue su tarea atenderlo. Tenía la extraña sensación de que ya lo había
visto, pero ¿dónde?
M: (frente al muchacho) Okaeri nasai. ¿Mesa
para uno?
Hernán: (murmurando en español) Pensé que
eran todas japonesas... (a Megg) Hello!
M: (entusiasmada. En español) ¿Vos...
hablaste en castellano?
He: (sorprendido) Si... Wow! Una colega (le
propina una palmada en el hombro) ¿Cómo estáis? En realidad, estaba buscando a
una chica que trabaja acá y que me atendió la primera vez que vine. Una chica
de tu misma estatura, pelo medio corto negro... con el dientecito kawaii.
M: (pensando) ¿Atsuko...? Ella no trabaja
en este horario. Lo siento.
He: (levemente decepcionado) Que macana…
(mira a nuestra protagonista con atención) ¿Vos sos de Argentina, no?
M: (asiente) Si.
He: ¡Tremenda colega! Yo también soy de
ahí, pero a los quince tuve que mudarme a Chile, por eso tengo este acento.
M: Ah… Qué casualidad… cuando yo tenía
quince uno de mis compañeros de secundaria se mudó a Chile y no volví a verlo.
(Repentinamente ambos comienzan a mirarse con atención minuciosa, tratando de
avivar la memoria) ¿Hernán?
He: (alegremente) ¡Meggara! No puedo
creerlo. (la abraza de repente) Lo que son las vueltas de la vida (la aleja un
poco para poder verla bien) Vo’, cómo cambiaste. ¡Estáis terrible de linda! [2]
M: (entre risas) Que tontería (de repente
siente un aire frío que se clava en su espalda, y cuando gira un poco para ver
hacia atrás, descubre que Shinpei continuaba mirándola, tal vez desde que entró,
y no parecía muy contento con el abrazo de Hernán. Sin saber porque, decide
alejarse un poco del muchacho y mantener una prudente distancia para no
perturbar el ánimo del guitarrista). La gente nos está mirando…
He: (mira a su alrededor, hacia la gente que
murmura) Cierto que acá son metiches… No sé cómo voy a aguantar lo que me queda
de beca si el primer año fue una pesadilla…
M: (impresionada) ¿Estás acá desde hace un
año?
He: Si. Y no tenéis una idea de cómo
extraño mi casa, mi familia, mi perro… Pero, por sobre todas las cosas, extraño
ver una buena cola.
M: (escandalizada, entre la indignación y
la risa) ¡Hernán! ¿Cómo podes decir eso delante de mí?
He: Soy sincero. Acá voy caminando por ahí
y nada… nada, puras tablas de planchar. (gira un poco para mirar la parte
trasera de Megg, pero ella se hace a un lado. Por supuesto, a él no le importa
insistir. Luego vuelve a estar bien erguido) Zafa. Algo hay por ahí.
Antes de que Megg pudiera decir algo, entró al
local la persona a la que este muchacho argentino estaba buscando: Atsuko,
quien lucía bastante cansada, igual que nuestra protagonista (hasta que
apareció Shinpei). Saludó a su amiga con la mano, sin notar la presencia de
Hernán, y se metió en la oficina, no sin antes decir a la rubia mesera, por lo
bajo “horas extras”. Mientras, Megg decidió dejar a su ex compañero en manos de
la recién llegada para poder encargarse de sus propios clientes.
Iba caminando hacia la barra, cuando, de
repente, unos cubiertos caen cerca de sus pies. Detrás suyo escucha la voz de
un muchacho, que le pide disculpas por su torpeza. Megg, sin dar mucha
importancia a este suceso, se agacha para recoger lo que cayó al piso,
desatenta de las miradas que se posaron sobre ella, entre silenciadas risas que
escondían tras sus manos. La rubia mesera no estaba consciente de ello, pero
Shinpei, quien observaba todo lo que ocurría con Megg, por poco y se levanta a
darles su merecido. Pero si no tenía justificación, es decir, si simplemente
comenzaba a repartir golpes, ella se asustaría, tal vez llegaría a enojarse…
aunque no podía dejar que esos mocosos maleducados se burlaran de su pretty
girl…
Megg, nuevamente erguida, avisa a los
muchachos quienes arrojaron los cubiertos que pronto traería unos limpios y
decide retirarse, cuando escucha otra vez que algo cae al piso, y al ver hacia
sus pies, encuentra un tenedor. Sospechando que intentan burlarse de ella, no
lo que ocurría en verdad, trata de mantener la calma. Intenta agacharse, pero
inmediatamente vuelve la vista al suelo… ya nada hay. Levanta solo un poco los
ojos y encuentra el cubierto en una mano de Shinpei, quien se lo extiende para
evitar una nueva broma. La rubia se lo agradece con un gesto de la cabeza, y
cuando intenta tomar el tenedor, el guitarrista, jalando uno de sus hombros, la
atrae hacia él. Ella se asusta, pues lo ve demasiado cercano, aunque su temor
era infundado.
Sh: (en voz baja) Esos mocosos tiran los
cubiertos adrede para que tengas que agacharte. Lo único que quieren es verte
el trasero. (la aleja lentamente) Sugiero que flexiones las rodillas.
M: (entre la indignación por la burla de
los muchachos y el agradecimiento hacia él) Ah… (por un momento su rostro
demuestra desagrado, pero no mira a Shinpei, sino que asoma la vista por encima
del hombro hacia los idiotas que se estaban burlando de ella… seguramente
porque vieron lo que hizo Hernán. Luego se vuelve hacia el guitarrista, a quien
dedica una simpática sonrisa y una caricia en el hombro) Arigatoo gozaimasu.
(va hacia la barra)
Allí la espera una de sus compañeras, quien
le entrega la bandeja que debía servir en la mesa de Shinpei, y le recuerda que
en breve llegaría su turno para cantar… ¡Oh, no! Había olvidado completamente
preparar una canción el fin de semana… ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Ni siquiera
podía improvisar una canción ¿Y si eludía la responsabilidad…? No. Allí estaba
Shinpei… y ya que había rechazado su invitación al cine, lo mínimo que merecía
era escucharla cantar, algo que tanta satisfacción le producía.
Atsuko: (acercándose a ella, ya vestida con
el uniforme) Que cuidadoso es tu novio.
M: (extrañada) ¿Estás hablando de Shinpei?
(no puede evitar sentirse avergonzada. Sus mejillas se sonrojan) Él… es una
buena persona… a la que conozco. No es mi novio.
At: La chocolatada que preparaste para él
en san Valentín te contradice.
M: (más ruborizada) Ese era un
agradecimiento.
At: Para agradecimientos son los chocolates
de doscientos yenes [3].
M: Eh… Eh… El chocolate que use para
hacerla era de doscientos.
At: Pero fue un regalo hecho a mano.
M: (ya no tiene argumentos para
contradecirla. Cambia de tema) Oh, tu novio te está esperando (a punta a la
mesa donde está sentado Hernán).
At: (mira hacia esa dirección, y luego se
vuelve hacia Megg, visiblemente molesta) ¿Cuál novio? Ese es un pesado
insoportable y desubicado.
M: (de manera burlona) Así empezamos
Shinpei y yo, y ahora somos “novios” (hace las comillas con los dedos).
At: (continua levemente molesta) Ya… Ya…
Pronto será tu turno.
M: (vuelve a recordar que no preparó una
canción y se altera) No… Olvide preparar algo… ¿Qué voy a hacer?
At: (con una expresión más suave. Piensa)
Bueno… Yo prepare una canción de C-ute el fin de semana… y vos te la pasaste
haciendo de público, así que supongo que la recordás. Voy a tomar el pedido de
aquella mesa y luego la cantamos juntas. ¿Qué te parece?
M: (recupera la tranquilidad) ¡Arigatoo,
Atsuko! (Extiende los brazos y se dirige hacia ella para abrazarla)
At: (se aleja varios pasos, mientras hace
un gesto con ambas manos para que se detenga) Yo… Puedo acostumbrarme a que me
abraces y manosees en el edificio, pero en los lugares públicos no. (se va)
Megg, ya con la bandeja en la mano, se
dirige a la mesa de Shinpei llevando los nuevos cubiertos para aquellos
impertinentes muchachos, pensando en cómo impedir que se burlen de ella
nuevamente. Por suerte estos estaban bien controlados, quizás por la insistente
mirada del guitarrista sobre ellos. Hasta el más mínimo era perfectamente
monitoreado a través de aquellos eternos lentes de sol.
Inmediatamente termina de servir, ve que
Atsuko la espera en el mini escenario, lista para acompañarla, así que encamina
hacia ella, tratando de armarse de valor. Verán, Atsuko, quien ya está más
acostumbrada al trabajo que nuestra rubia protagonista, suele realizar su actuación
con coreografías… y por ello, Megg sentía que ella no podía quedarse atrás. Si
su amiga bailaba, ella no permanecería parada a su lado como si nada y, además,
después de haber visto varios ensayos, recordaba los pasos de baile. Su único
problema eran todas las miradas que se posarían sobre ella… si se equivocaba,
tal vez les despertaría la risa…En momentos como ese, recordaba brevemente su
admiración hacia Selenia, que fue quien la impulsó a participar por primera vez
en un karaoke dentro de las convenciones en Argentina con la canción Life de
Yui Horie. Vino a su mente aquella sensación de náuseas y excesivo calor en
toda la cara, producto de los nervios, apenas abriendo la boca, mirando a la
gente y temblando hasta que la morocha pidió a los presentes que apoyaran con
un aplauso para desinhibir a su compañera, prometiendo que no se
decepcionarían.
M: (pensando) “Como dice Selenia: Nunca
sabrás si vale la pena hasta que lo intentes.” (Llega hasta el escenario y
agarra un micrófono)
At: (con el micrófono en la mano. Intenta
modular un tono aniñado) Konnichiwa. Preparamos una canción alegre para todos
ustedes. Esperamos que les guste. ¡Hajimemashoo [4]!
(Atsuko)
Moetsukiru
wa kono koi tabun
donna shumaku ga koyo to kakugo shiteru
yoyu nante hotondo nai
hisshi de shigamitsuiteru dake
donna shumaku ga koyo to kakugo shiteru
yoyu nante hotondo nai
hisshi de shigamitsuiteru dake
(Megg)
Anata
no me yasashiku dakiyoseru ude
subete ga subete ga
hajimete no FALL IN LOVE datta wa
subete ga subete ga
hajimete no FALL IN LOVE datta wa
(Ambas)
KISS ME hanasanaide
KISS ME shizen no mama de
kono fuan wo nuguitotte nee
KISS ME shizen no mama de
kono fuan wo nuguitotte nee
TOUCH ME sono yubisaki
TOUCH ME sono manazashi de
kono watashi wo tsutsumikonde PLEASE
TOUCH ME sono manazashi de
kono watashi wo tsutsumikonde PLEASE
Aishiteru
(Megg)
Yomigaeru
wa kino no koto
anna ni kokoro ga yureta no hajimete damon
samishisugite toki ni kowai
futari de irenai kono toki ga
anna ni kokoro ga yureta no hajimete damon
samishisugite toki ni kowai
futari de irenai kono toki ga
(Atsuko)
Ame
no asa atataka na heya de COFFEE
otona no furi kara
honto no otona ni nareso
otona no furi kara
honto no otona ni nareso
(Ambasl
KISS ME kiken na hodo
KISS ME amai kuchizuke
kono negai wo zembu kanaete nee
KISS ME amai kuchizuke
kono negai wo zembu kanaete nee
KNOCK ME sono tamashii de
KNOCK ME mado wo tataite
kono watashi wo anshin sasete PLEASE
KNOCK ME mado wo tataite
kono watashi wo anshin sasete PLEASE
Aishiteru
KISS ME kiken na hodo
KISS ME amai kuchizuke
kono negai wo zembu kanaete nee
KISS ME amai kuchizuke
kono negai wo zembu kanaete nee
KNOCK ME sono tamashii de
KNOCK ME mado wo tataite
kono watashi wo anshin sasete PLEASE
KNOCK ME mado wo tataite
kono watashi wo anshin sasete PLEASE
aishiteru
Cuando terminaron, el público presente las
miraba extrañado, esto era muy evidente por el silencio interrumpido solo por
los aplausos de Shinpei, quien contagio a Hernán, y este, como buen argentino
que se precie de serlo, abandono su asiento, felicitándolas a viva voz en un
japonés cantadito (como el de Selenia). Megg hace lo mismo que ellos, en un
intento por derrotar el sentimiento de incomodidad que se apodera de ella.
Atsuko, sin demasiada seguridad, hace lo mismo. El resto de la gente sigue
callada y quieta, aún conmocionada por aquella explosión de entusiasmo y
energía, hasta que nuestro protagonista de lentes se levanta repentinamente,
exclamando en voz alta:
Sh: ¡Vamos! ¡Aplaudan! ¡Rápido, quiero ver
esas palmas golpearse unas contra otras!
Quizás solo eso faltaba para que los
indecisos optaran por entusiasmarse y los conmocionados por despertarse, pero
todos hicieron caso omiso de lo que dijo Shinpei. Entre tantos aplausos, las
dos muchachas comienzan a sentirse reconfortadas (aunque no lo suficiente como
para aceptar abrazos en público). Pero en un momento se escucha un fuerte
silbido y todos dejan de aplaudir, para dirigir la mirada hacia la fuente de
aquel abrupto sonido. No es otro más que Hernán, quien tenía los dedos índice y
pulgar de una mano apenas introducidos en la boca.
He: (en pose defensiva) ¿Qué? ¿Acaso se
puede vivir sin pasión?
Sh: (entusiasmado) ¡Sí! ¡La pasión manda!
At: (bajo, a Megg) Son parecidos…
M: (en broma) Igual que nosotras...
At: (no entiende la broma) Ay, no... No me
digas que voy a terminar queriendo a ese estúpido buscón...
M: (atorada) ¿De qué estás hablando?
At: Tal como a vos te gusta ese tipo de
lentes... Aunque sea muy ruidoso y se quite la ropa en los conciertos, como
dice Tsugumi... (piensa) No, yo soy bastante diferente y tengo otras
aspiraciones...
M: Pero... ¿Quién dijo que a mí me gusta
Shinpei?
At: (la apunta) Tu cara. Cuando estás con
él, sonreís sin razón, y cuando lo ves, te brillan los ojos...
M: (colorada. Intenta parecer segura de lo
que dice) A mí no me gusta Shinpei... ¿Cómo podría gustarme ese exhibicionista?
No sé de donde sacaste eso. (se va)
Lo último que necesitaba nuestra dedicada
protagonista era que Atsuko se sumara a la lista de personas que la molestaban
con aquel asunto. ¿Qué podían encontrar de divertido en adjudicarle
sentimientos ajenos a ella? Si bien era cierto que Shinpei comenzó a ganar su
confianza después de protegerla del ataque de los patoteros y ayudarla en la
búsqueda de Selenia, también su afecto luego del trato constante. Él era muy
simpático y siempre le hacía reír, pero nada de todo aquello significaba que
dentro de su corazón estaban desarrollándose sentimientos hacia él... No, de
ninguna manera. Tal vez iba siendo hora de dejar esto en claro...
En fin, una vez que terminó su jornada, se
cambió de ropas en la oficina y salió por la puerta de enfrente, como solía
hacer... y allí estaba Shinpei esperándola, algo que ya se había vuelto moneda
corriente para ella. Resultaría realmente difícil decirle lo que había
resuelto, pero ¿acaso era mejor dejar que él continúe yendo y viniendo tras
suyo inútilmente (según su pensamiento)? ¿Eso no era una pérdida de tiempo? De
seguro a Shinpei algo que le sobraba eran mujeres. Siendo guitarrista de una
banda famosa, las tendría por montones y no le afectaría demasiado que ella le
diga que solo podía aspirar a ser su amigo.
Mientras marchaban hacia el edificio, por
el mismo recorrido de siempre, Shinpei tomó una actitud muy extraña en él:
comenzó a preguntarle sobre los libros que tenía que leer, que debía hacer con
ellos, entre otras cosas (si era divertido leer, por ejemplo >_<), y por
ello comenzaron a conversar muy a gusto. Nuestra rubia protagonista realmente
se entusiasmaba hablando sobre libros, y decidió aprovechar cualquier tipo de
información idiomática que él pudiera brindarle. Entre comentarios y
carcajadas, Megg dejó de lado el serio asunto sobre el cual había resuelto
conversar con el guitarrista. Ya estaban cruzando la calle frente al edificio
cuando lo recordó.
Sh: (dándose cuenta de que ya habían
llegado) Oh, que corto pareció el último paseo...
M: (extrañada Siente un latido pesado, como
si era una puntada) ¿Último?
Sh: Tenía que decirte eso y lo olvide.
(breve reverencia) Sumimasen. Debo ocuparme de algunos asuntos, así que no
tendré mucho tiempo como para pasar por el café.
M: (intenta no parecer triste) Ah...
entiendo. No tenés que pedirme disculpas. Es más importante tu trabajo.
Sh: No es por trabajo. Se trata de un
asunto personal. Realmente espero que estés a salvo aunque no pueda
acompañarte.
M: No creo. Yo voy a estar bien, no tenés
que preocuparte por eso. Esos pandilleros ya no rondan por aquí, así que esta
zona ya es segura nuevamente. (breve reverencia) Muchas gracias por haberme
acompañado estos días. Espero que tus asuntos se resuelvan para bien.
Sh: Meggu-chan, no digas eso como si nos
estuviéramos despidiendo para siempre. Estoy seguro de que pronto recibirás
noticias mías. Gambate [5]. (hace una breve reverencia antes despedirse)
Sayonara, Meggu-chan.
Nuestra rubia protagonista también se
despide de él antes de entrar en el edificio. Aún sentía esa puntada en medio
del pecho: justamente cuando ella tenía que decirle que solo podrían ser
amigos, él se le adelanta diciendo que no podría acompañarla durante quien sabe
cuántos días... ¿Acaso era posible que Shinpei haya resuelto dejar de intentar
algo con ella para ir por otro lado? No le resultaría extraño... Seguramente
uno de esos días se aparecería en la cafetería con su nueva novia (¿por qué
nueva?), aunque no sabía si él en verdad sería capaz de ser tan descarado de
aparecerse por allí con otra mujer. Y si así sucedía, ¿soportaría ella
semejante espectáculo? No... No tenía que pensar así. Si Shinpei encontraba
otra mujer, bien por él. Esperaba que sea feliz... Pero que ni se le ocurra
llegar acompañado por ella a la cafetería.
Ni bien entró encontró un pequeño
escándalo. Si bien nadie estaba peleando, se escuchaban muchas voces que casi
gritaban, por lo cual Megg se sintió aturdida. Después de cambiar sus calzados
por pantuflas, caminó un poco más hasta la sala, en la cual estaban todas las
chicas del edificio admirando una suerte de poster enorme de… ¿Selenia? Ella lo
lucía ante las demás muy contenta, diciendo que era un regalo de su club de
fans, y que no podía creer que tenía uno. Las muchachas se sorprendían y
admiraban, y entre ellas se incluían Maya, Tsugumi, hasta Charlotte.
Selenia: Está un poco… bastante más flaca
que la real, pero me encanta. ¿Seguras de que no hay problema en que lo deje
acá?
Tsugumi: Claro que no. Dejalo y que todas
sepan sobre tu hazaña. ¡De verdad parecés una super heroína!
S: No sé si tanto… Acordate que perdí…
Charlotte: De todas formas, les demostraste
que no les tenés miedo, así que ya se habrán dado cuenta de que con vos no se
juega.
S: Seee, puede ser… (pensando) “Se darán
cuenta de verdad quien soy cuando me desquite...”
M: ¿Que está pasando?
Maya: (parada cerca de la entrada) Okaeri.
Serenia está mostrándonos un poster que dibujaron para ella. (apunta) ¿Qué te
parece?
M: Muy bueno. Me sorprende.
Ma: Hoy cenaremos temprano, así que será
mejor que ya te bañes. Todas lo hicimos.
M: (contenta) ¿O sea que el baño es mío?
Cuando recibió la respuesta afirmativa,
corrió hasta la habitación sin pensarlo dos veces. Por fin tendría el baño para
ella sola. Podría volver a sus reflexiones filosóficas, sobre la vida y los
sucesos interesantes a su alrededor. Aunque fuese por un breve momento, si otra
persona aparecía, aquel maravilloso estado quedaba completamente arruinado. Era
tan deliciosa y productiva intelectualmente la tina en soledad.
Después del baño revitalizante y
filosófico, Megg olvidó completamente la pesada punzada en el corazón que
sintió luego de hablar con Shinpei. Ahora lo pensaba más relajadamente: estaba
bien que él tenga tiempo para sus propias actividades en vez de perderlo por
acompañarla. Además, ella desde el principio le había pedido que fuese siempre
que pudiera...
De allí fue con las demás al comedor para
la cena y luego al cuarto, donde charlaron un rato hasta que decidieron dormir.
Al día siguiente, después de pasar toda la mañana en la universidad, llegar al
edificio, almorzar, descansar un poco y partir hacia el trabajo, una vez que
llegó ese momento en el cual Shinpei atravesaba la entrada y la buscaba con la
vista, nada paso. Él no apareció en todo la tarde... Pero ya le había dado sus
razones, así que no existía motivo por el cual inquietarse, excepto ese “asunto
personal”... ¿De qué podía tratarse? Los pensamientos negativos de la noche
anterior volvían a invadir la cabeza de Megg: Después de que ella rechazó su
invitación al cine, tal vez él se sintió desanimado y decidió dejar de
buscarla. Si bien anteriormente también recibió respuestas negativas, como
obtuvo un mejor trato de parte de la rubia y un regalo de San Valentín, quiso
intentarlo nuevamente, pero no consiguió lo su objetivo. ¿Quién, acaso, no se
sentiría desanimado?
Para nuestra esforzada protagonista, el
panorama de ideas había cambiado. Ahora, luego de llegar a aquella conclusión,
comenzó a sentir que ella era una persona muy fría, aburrida e insensible. No
terminaría el mundo solo porque fuese al cine por unas horas, nadie moriría si
se retrasaba en una tarea que no tenía fecha de entrega. ¿A quién le haría daño
que ella saliera a distraerse una tarde? A nadie, por supuesto... “¿No es mejor
así?” pensaba, “¿Para qué quiere Shinpei salir con una chica tan aburrida como
yo? Debería buscar una simpática y alegre, parecida a él.”
El humor de la dorada extranjera no pudo
mejorar con los días... Aunque intentó averiguar por Shinpei durante la noche,
Selenia le respondió que no aparecía en ZR en todo el día. Según Daigo y
Akihide, él no estaba nada bien, pues se la pasaba encerrado en su habitación
la mayor parte del tiempo.
Hasta el jueves todo seguía igual: Shinpei
no iba por el café, no aparecía en ZR ni salía casi de su habitación...
Demasiado extraño para ser casualidad. Nuestra protagonista ya no podía ni
obligarse a pensar de forma positiva. Sentía nostalgia al no poder verlo rondar
por allí como siempre, haciendo comentarios simpáticos que le provocaban risa,
acompañándola de algún modo. Lamentaba haberlo lastimado de alguna forma, si es
que lo hizo (algo de lo que estaba segura). Esa jamás fue su intención... Cómo
habían cambiado las cosas en tan poco tiempo. Antes lo que más quería era ver
al guitarrista bien lejos, y ahora extrañaba tenerlo cerca. Ese Shinpei se
hacía querer.
Cuando comentó esto con sus amigas (que le
resultaba extraño el comportamiento de Shinpei), las muchachas japonesas le
preguntaron cuál era el motivo de su preocupación, si una y otra vez dejó claro
que no quería ver al guitarrista. Atsuko intentaba molestarla diciendo que los
enamorados eran así, pero nuestra protagonista no estaba de humor para escuchar
bromas. Selenia y Charlotte, mientras tanto, se preocupaban por ver a su amiga
tan decaída, e intentaron animarla con sus típicos pleitos fingidos por
cualquier tontería sin importancia, pero ni eso tenía efecto. Además, como no
entendían el espíritu burlón de las peleas, Maya, Tsugumi y Atsuko comenzaron a
asustarse.
Ya había llegado el jueves a la noche,
luego de otra jornada de trabajo. Las muchachas esperaban la hora de la cena en
la habitación de las extranjeras, mientras se entretenían jugando con las
cartas y debatiendo sobre la misteriosa actitud de Shinpei. Intentaron
averiguar algo con Tsugumi, pero ella no sabía mucho, casi nada de su vida
sentimental. Maya, quien, después del valiente rescate de la rubia mesera,
prácticamente se volvió su fan, solo pudo asegurarles que salía con mujeres.
Por poco y termina con la frase “nada de cosas raras”, pero recordó que a
Atsuko le desagradaban mucho las expresiones de ese estilo, así que no agregó
más.
Mientras ellas hacían bromas, la dorada
protagonista reflexionaba silenciosamente, y para ello se sentó un poco más
apartada de las demás. Aunque intentaba despejarse y no pensar en lo mismo, su
mente, terca como ella sola, terminaba asociando cualquier cosa con el asunto
que le inquietaba: ¿Qué estaba ocurriendo con Shinpei? Él había dicho que
dejaría de ir a la cafetería, pero que no salga de su habitación era demasiado
extraño... “Una persona buena...” pensaba “con quien comenzaba a sentirme
cómoda y segura, después de lo que pasó hace un año... con quien podía hablar
de todo... se va lejos de mí.”
S: (deja caer sus cartas repentinamente. Su
rostro refleja desconcierto) Ay... mi corazón... (se dirige hacia dónde está
Megg y la observa detenidamente: tiene los ojos irritados, un poco húmedos y
los parpados enrojecidos) Megg...
La muchacha rubia dirige la vista hacia su
amiga, notando como la primera lágrima de desliza por su mejilla. Aunque la
seca con una mano, otra más brota para unirse a la primera. Selenia apoya las
manos muy suavemente sobre los hombros de Megg, e intenta ser lo más
confortante que su tosco aspecto le permite.
S: (murmura suavemente, con un tono que se
acerca a la dulzura) Si Megg está triste, Selenia no es feliz...
La dorada protagonista extiende un brazo
para rodear a Selenia, y ambas se abrazan. Ya sobre el hombro de su amiga, Megg
no puede detener el inminente llanto, que le sirve para liberar la angustia que
tenía aprisionada dentro suyo. Una a una van acercándose las demás muchachas,
empezando por Charlotte. Juntas intentan calmar su llanto y animar su humor de
alguna forma. Aunque lograron aliviarla un poco, se preguntaban si al día
siguiente todo seguiría igual (de hecho, una que ustedes ya saben, planeaba
averiguar donde vivía Shinpei, secuestrarlo y terminar de una buena vez con la
incertidumbre... tomó algunos minutos alejar esa tentadora idea de su mente).
Finalmente llegó el viernes. Megg intentaba
hacerse a la idea de que no volvería a ver al guitarrista de lentes oscuros. Si
lograba acostumbrarse a eso, resultaría mucho más fácil volver a la rutina con
el ánimo de antes. Mientras tanto, iba y venía, llevando y trayendo bandejas,
asegurándose de no olvidar o confundir. La encargada de la cafetería, por
tercera vez ya, le recordaba que se muestre simpática con los clientes y que en
el trabajo no eran útiles los problemas, sino las soluciones. Lo único que
debía hacer, según esta mujer, era atender las mesas con simpatía, hasta hizo
que ensaye ante el espejo que estaba detras de la barra una sonrisa
aparentemente cordial. Nuestra protagonista, cansada de tantas presiones,
intentó solo para darle gusto, pero inmediatamente vio el reflejo de aquellas
inconfundibles gafas de sol y de su portador entrando al local, no hubo
necesidad de fingir. La sonrisa apareció sin ser llamada.
Megg se acercó a él rápidamente y lo saludó
con mucha energía, sin poder ocultar lo mucho que le alegraba volver a verlo.
Una vez que lo acompañó hasta la mesa en que él solía sentarse, decidió
preguntar el porqué de su ausencia en ZR, y si su asunto se resolvió
satisfactoriamente, a lo cual Shinpei respondió extrayendo unos libros de su
bolso, cuyos títulos pertenecían a la lista que ella le mostró el lunes... ¿De
qué se trataba aquello?
Sh: (con una sonrisa de satisfacción)
Listo. Esos son los libros que necesitabas.
M: (sorprendida, después de observar los
libros) ¿Desapareciste todo este tiempo para conseguirlos?
Sh: Claro que no. Los conseguí rápidamente.
Demoré mucho en leerlos (mientras ella lo mira muy sorprendida por lo que acaba
de decir, él agarra uno de los libros, pasando páginas y mostrándoselas) Mira,
aquí marqué todas las frases o palabras que resultaría difícil traducir en otras
lenguas.
M: (mientras observa las marcas que hizo
Shinpei) ¿Estuviste encerrado todo este tiempo, leyendo y haciendo mi tarea?
Sh: Algo así. Y bien... supongo que ya no
hay impedimentos para que vayamos al cine, ¿verdad?
Megg se quedó sin palabras. ¿Quién más
haría algo así por ella, leer cinco libros en tres días, deber al que nuestra
protagonista calculó un mes completo, para conseguir una cita? Ya no había
razón para negarse, aunque tampoco quería hacerlo. Desde el principio le agradó
la idea de ir a ver una película, pero la tarea ahora resuelta lo impedía. No
habiendo más obstáculos, ¿por qué desaprovecharía la oportunidad?
M: Bueno... Creo que no hay razones para
negarme... (Lo mira con simpatía) Cuando venga a tomar la orden me contás que
película vamos a ver y cómo hacemos, ¿sí?
Inmediatamente después de decir esto, se
alejó dejando la carta. Unos minutos después acordaron como harían para
reunirse e ir juntos, se encontrarían frente a la cafetería y de allí
marcharían hasta el cine. Shinpei preguntó si ella prefería caminar primero y
tomar un tren, pues el cine al que quería llevarla estaba algo lejano o ir en
automóvil, a lo que nuestra protagonista respondió que prefería ir a pie, salvo
que el día estuviese muy frío. En cuanto a la película, le encantaba el título,
ya que era muy prometedor en cuanto a acción y aventuras.
¿Para qué prolongar tanto la narración, si
lo importante es lo que ocurre el día de la cita, no? En fin. Después del
trabajo, Megg fue acompañada nuevamente por Shinpei hasta la entrada del
edificio. Mientras caminaban, él le comentaba sobre los libros que leyó. Aunque
al principio le parecieron aburridos (llegó a creer que se dormiría más de una
vez), luego los encontró fascinantes. Con ello, la charla se volvió aún más
entretenida que de costumbre. Por tantas lecturas obligatorias, nuestra
protagonista había olvidado lo que era leer por placer, por puro gusto, sin
analizar personajes o situaciones, sino disfrutándolos. Con sus comentarios,
Shinpei se lo había recordado, por eso lo escuchaba sonriente.
Una vez que llegaron a destino, se
despidieron amablemente, aunque Megg sintió que ese saludo era demasiado frío
así que, por su naturaleza afectuosa, lo abrazó brevemente antes de entrar al
edificio.
Sh: (pensativo, mientras regresa a ZR) Le
recordé del cumpleaños de Se-chan y la acompañe a comprar el regalo… y bailó
conmigo. La otra vez la rescate de unos maleantes, y me besó en las mejillas,
ahora termine su tarea, y aceptó mi invitación, hasta me despidió con un
abrazo… (Entusiasta) ¡Vamos progresando! ¡Así me gusta!
En cuanto a Megg, apenas llegó al edificio
y habló con sus amigas (las que se encontraban allí), como ellas la notaron muy
contenta, le preguntaron repetidamente, pero ella no quiso hablar hasta que no
estuvieran las seis juntas. Para eso solo faltaban Atsuko y Selenia. Lo único
que pudo decirles es que había una buena razón para ese cambio de humor tan
positivo. Sí, eso fue lo único que dijo. Tuvieron que aguantar la intriga por
casi una hora, cuando por fin llegaron quienes faltaban. El misterio no pudo
mantenerse por más tiempo, ya que Selenia entró casi gritando que estaba
contenta porque Shinpei y la dorada protagonista tendrían una cita por fin. Al
parecer, el guitarrista estaba tan feliz que no le importó compartir su alegría
con todo el mundo.
Ch: (mirando a Megg de sobremanera) ¿Ese es
tu gran acontecimiento? ¿Una cita con Shinpei?
M: (encogiéndose de hombros) Si...
Ch: (contenta, abraza a Megg) Te felicito.
Por fin decidiste darle una oportunidad.
Ts: (contenta) Felicidades, Meggara. Ese
será todo un acontecimiento.
Ma: (mirando a la muchacha) Pero... ¿Vas a
ir así? (ante el evidente desconcierto de Megg, siente que tiene que
explicarse) Es que... tenés cara de cansada... y sombras bajo los ojos...
M: (asustada) ¿Qué querés decir con eso?
Sin palabras de por medio, las muchachas
acompañaron a Megg hasta la habitación de Maya y colocaron ante sus ojos varias
cremas, lociones y tratamientos que iban trayendo de todas partes. Le pidieron
que se relaje, ya que ellas se encargarían de lograr que su rostro luzca
radiante y luminoso. Comenzaron con una exfoliación, luego masaje facial,
limpieza, depilación, humectación, mascarilla refrescante y tratamiento para
reducir las ojeras, hasta manicura. Mientras Charlotte y Maya se entretenían
con esto, entre Atsuko y Tsugumi escogían la ropa más adecuada para la cita y
para ello pedían a Selenia, quien se encargaba de lustrar y dar brillo a las
botas de su amiga, que consulte el clima. Ya comenzaban a debatir sobre el
peinado (lacio o con rulos), cuando la rubia protagonista les recordó que la
cita sería al día siguiente.
Una vez que bajaron a cenar, las muchachas
japonesas impedían que Megg coma de más, para evitar que tuviera problemas
estomacales después. Sus amigas parecían más ansiosas por la cita que ella...
Al día siguiente, Megg despertó bastante
más tarde de lo habitual, pues ninguna de las muchachas quiso despertarla
temprano, según ellas, por el sueño de belleza... Por todo eso, nuestra dorada
protagonista comenzó a quejarse, preguntando por que estaban tan empecinadas en
que luzca bien, si iba a una cita, no a un certamen de belleza, pero hábilmente
le respondieron que, como la misma Megg lo había dicho, Shinpei se esforzó
bastante para que obtener una respuesta afirmativa y lo mínimo que merecía era
verla bien arreglada para él (de alguna forma). La joven no pudo discutir esta
razón.
Cerca de la tarde, la muchachas comenzaron
a preparar a Megg para la cita: por insistencia de Tsugumi y Atsuko, la
vistieron con un estilo muy japonés, usando para ello las botas de montar de
Selenia (que esta también lustro anticipadamente), Charlotte le peinó el
cabello con algunas ondas desde la altura de la coronilla hasta el final, Maya
le aplicó una base translúcida, pero no quiso maquillarla más. Nuestra
protagonista insistía en que quedaba demasiado pálida sin color en la boca (le
había gustado mucho un tono purpura).
Ma: (negando con la cabeza) Con los labios
pintados vas a parecer una cualquiera...
At: (notando que Charlotte comienza a
mostrarse ofendida) Podría usar un color suave, como el que eligió Charotte el
sábado pasado para su cita.
Con eso la convencieron. Megg continúo
insistiendo en agregar delineador, por lo que la pelirroja le prestó uno rosado
para labios que también podían usar en el contorno de ojos.
M: (ya preparada, mientras se acercaba a la
puerta principal, acompañada por sus amigas) Con todo esto, creo que ya está
bien, ¿no?
Ma: Si. Realmente estás preciosa.
Ts: Vamos, Meggara. Faito (apoya la expresión
haciendo un gesto).
S: Es cierto. Seguramente Shinpei-san
estará muy feliz cuando te vea. (Como conmovida, habla a Charlotte en tono
burlón. Se le acerca y rodea sus hombros con el brazo) Nuestra pequeña niña
está creciendo...
Ch: (finge, igual que Selenia, haciendo lo
mismo que ella) Ya era hora. Ha pasado un año.
M: Que tontería... (Acercándose a Atsuko)
¿Vas a decirme algo antes de que me vaya?
At: (con pocos ánimos) Sera mejor que ya te
vayas o vas a retrasarte. Estás muy bonita.
S: (es tono de burla) No seas celosa. (a
Megg) Anda que se te va a hacer tarde.
Rin [una de las chicas que vive en el
edificio]: (aparece desde la sala de estar, a un lado de la entrada)
Charotte-san, hace poco llego una mujer que quiere verte. Meggara-san, estás
muy bonita.
M: Gracias. Ya debo irme. Ittekimasu [6].
Chicas: Itterasshai [6].
Cuando Charlotte llega a la sala de estar
para ver quien estaba buscándola, encuentra allí a una mujer, sentada de
espaldas a la entrada (por ello no pudo ver su rostro), cuyos rizos negros le
resultaron familiares. Se acercó un poco más, pronunciando un sumimasen para
llamarle la atención. Su visita decidió incorporarse y, dando media vuelta,
descubrió ante la pelirroja que no se trataba de otra mujer más que Ximena, la
tipa que besó a Akihide en frente de todos en la cafetería. ¿Qué hacía allí?
¿Por qué la estaba buscando? Un extraño nerviosismo invadió sus ánimos...
Aquella presencia allí no sería buena... Debo dejar esto aquí, para ir tras
Megg y poder contarles todo lo que ocurrió con su cita.
Luego de todos estos arreglos, la dorada
protagonista pudo salir a encontrarse con Shinpei... bajo el terrible frío
¡Con todo el arreglo en el cabello, había dejado el sombrero! Rápidamente
sintió que se le congelaban las orejas, así que las cubrió con las manos, y la
nariz, pero con eso no podía hacer más. Por esto, se apresuró para llegar lo
antes posible hasta la cafetería, frente a la cual ya estaba esperando el
guitarrista. Cuando él vio llegar a Megg, no pudo evitar la sonrisa.
M: (parada frente a él) Konnichiwa,
Shinpei.
Sh: Qué hermosa estás, Meggu-chan. Tanta
belleza podría lastimar mis ojos.
M: (aún con las manos cubriendo sus oídos)
¿Qué dijiste?
Sh: (sujeta delicadamente las muñecas de
Megg para apartar sus manos y que pueda escucharlo) Dije que estas muy hermosa.
M: (colorada) Ah... gracias. (Habla sin
pensar) Vos también...
Sh: ¿Yo también estoy hermoso?
M: (cubre su rostro con ambas manos) Eh...
Yo quise decir... ¿Dónde está tu auto?
Sh: No traje. (Medita) Un momento... ¿Estás
cambiando de tema para no responderme?
M: ¿Por qué? Si hace frío...
Sh: Hubo días más fríos... Mirate: no traes
gorro.
M: (cubriendo sus ojeras nuevamente) Claro
que tengo frío, pero olvide mi gorro.
Sh: (alerta) No te preocupes, my pretty
girl. Yo lo arreglaré (agarra su teléfono, como si fuese a llamar a alguien,
pero no resiste la tentación de fotografiar a Megg, ya que lucía preciosa y
adorable cubriendo sus orejas).
M: (al ver el flash, quita las manos de las
orejas) ¿Qué hiciste?
Sh: Te fotografié... Es que estás tan linda
que no me pude resistir.
M: Pero avisame... (se acomoda el cabello)
No pude posar.
Luego de algunas fotografías, Megg entrega
su cámara a Shinpei, pues ella también quiere conservar un recuerdo de su
salida. Pero vuelve a notar rápidamente lo fría que está la tarde, y comienza a
frotarse los brazos. Al ver esta reacción, el guitarrista la rodeo con los
brazos de forma un poco burlona, porque pensó que ella lo rechazaría. Sin
embargo, no solo se dejó abrazar, sino que además se le prendió del torso como
un par de pinzas. Aunque esto lo tomó por sorpresa, jamás podría decir que le
resultó desagradable.
M: (murmurando) Tengo frío...
Sh: (comienza a marcar) No te preocupes. Lo
resolveré. (Acerca el móvil a su rostro y habla cuando escucha a su
interlocutor) ¿Daigo? ... Sí. Necesito que me hagas un favor... ¿Podés traer mi
automóvil hasta...? ... ¿Cómo qué no? ¿Por qué? (pausa breve) ¿En qué vas a
regresar a casa? En auto... (Otra pausa) Cierto, lo voy a tener yo, pero...
¡Nee [7]! ... ¿Moshi moshi? (mira su celular, levemente indignado) Me cortó la
llamada... ¿Cómo se atreve? (divisa un taxi rápidamente y prolonga una mano
para llamarle la atención) Oh, takusi [8]. (Cuando el taxi de detiene, habla a
la joven, intentando zafarse de su abrazo) Meggu-chan…Aunque en verdad no
quiera esto, necesito que me sueltes para que podamos subir al taxi.
M: (soltándolo rápidamente) Bueno... (Como
Charlotte le había advertido que Shinpei seguramente no abriría la puerta del
auto para que ella suba, decidió hacerlo primero)
Durante el tiempo en que estuvieron en el
taxi, Shinpei entregó a nuestra protagonista la entrada para la película, que
estaba completamente impresa en japonés (Kana y kanji), así que no entendía
mucho. Una idea que pasó por su mente le resultó muy atractiva: dentro de la
sala, el guitarrista no podría ver a menos que se quitara los lentes… y por fin
el misterio quedaría resuelto… ¡Podría ver sus ojos por fin! Pero Megg cometía
un error al subestimar al guitarrista. Aunque casi siempre parecía poco lúcido,
él ya lo había pensado…
Cuando llegaron al gran centro comercial en
el cual verían la película (en su cine, obviamente), la muchacha quedó
impresionada: no solo era enorme, sino que desbordaba de lujo… La hacía sentir
como JanDi en Macao [9]… se preguntaba si eso en verdad era un shopping…Shinpei
la sujeta por un brazo rápidamente, para que lo acompañe hasta el interior del
lugar, aún más impresionante que la fachada: una fuente bellísima con aguas
danzantes de colores, escaleras mecánicas y ascensores brillantes, carteles
luminosos y pantallas (Led o LCD) que proporcionaban información, un área de
descanso con sillones de masajes y pequeños televisores en un brazo. Megg
sentía que no le alcanzaban los ojos para poder verlo todo…
Sh: (parándose frente a ella para llamar su
atención) Bienvenida a Roppongi [10]. ¿Qué te parece?
M: (no cabe en sí del asombro) Es realmente
impresionante…
Sh: (agarrando uno de sus brazos
nuevamente) Tenemos un buen rato antes de que comience la película… Vamos a
recorrer el lugar.
Megg responde afirmativamente, así que
nuestro protagonista, rodeando los hombros de la joven con un brazo, la
acompaña a recorrer las tiendas y probar los sillones de masajes. Entre tanto
mirar, la muchacha se enamora de unas orejeras de gato, pero le parece
exagerado pagar 10 mil yenes [11] por ellas, por más de marca que sean. Aunque
se queje y proteste, Shinpei termina comprándolas para ella y se deleita
fotografiándola (y creo que ya quedó claro que esto no resulta molesto para Megg).
De hecho, en un momento la dorada extranjera le pide al guitarrista que se deje
tomar al menos una foto con las orejeras. “Si en Bunny Love me la pase con
orejas de conejo… ¿por qué no?” pensó el antes de aceptar complacerla.
Ya
casi se les acababa el tiempo antes de la función, así que fueron a prisa hasta
el cine. Cuando Megg entregó su entrada, le dieron un par de lentes… Por alguna
“extraña” razón, el guitarrista había escogido una película en 4D... Ese
sinvergüenza lo hizo a propósito para no estar sin lentes durante la proyección
(>_< que astuto). Nuestra protagonista voltea la vista hacía él para
hablarle, y… ¡Ya tenía los lentes puestos! ¡Qué rápido! “Sabía que no me la iba
a hacer fácil” concluyó mentalmente.
Una vez que estuvieron sentados en las
butacas (bastante espaciosas), con todos los complementos (refrescos y una
mezcla de pochoclos salados y dulces que le gustaba a nuestra protagonista,
además de unos snacks para Shinpei), Megg se colocó los anteojos y comenzó la
película… ¡Wow! ¡Wow! ¡Wow! ¡El 4D era espectacular! Podía sentir incluso los
olores, como la niebla o el viento se acercaban a ella, como si estuviese en
una realidad virtual, y, como broche de oro, la butaca vibraba acompañando los
movimientos del film (y de paso, les daba un masaje, XD). Realmente alucinante.
Cuando terminó la proyección, nuestros
protagonistas salieron contentos (uno más que el otro) y relajados, comentando
sobre la película hasta que Shinpei recuerda que debía mostrarle algo, así que,
rodeando los hombros de la joven con un brazo, la guía hasta donde quiere ir.
Sh: Todavía falta que veamos un lugar. Vení conmigo, pretty girl.
M: Bueno, pero... ¿cuándo vas a dejar de
decirme así, si ya sabes mi nombre? ¿Acaso te gustaría que te diga pretty boy?
Sh: (piensa un momento) Pues... no me
molestaría.
M: Debí suponer que dirías eso... Bueno,
¿qué lugar me querés mostrar?
Shinpei llevó a la dorada protagonista
hasta afuera del centro comercial, paseando por las calles elegantes y vistosas
de Roppongi. Caminaron cuesta arriba un buen trecho, hasta que Megg comienza a
sentirse cansada. Él se ofrece a llevarla sobre su espalda como la vez en que
la rescató, pero ella se niega repetidas veces, e insiste en seguir caminando
(a esta muchacha no le agrada mucho la idea de ser la damisela en apuros).
Finalmente llegan al lugar que el guitarrista quería mostrarle: el mirador de
Roppongi, desde el cual podían ver toda la ciudad de Tokio.
Sh: Veni, Meggu-chan. No podes pasar por
Tokio sin verlo desde aquí.
Megg se acerca temerosa. Están el en lugar
mas alto de toda la cuidad, el viento que corría era muy frío y el aire mas
pesado. Ella no sabía cuanto tiempo resistiría alli sin sentirse mareada.
Cuando por fin toma suficiente coraje... Sus inquietudes desaparecen. Nuestra
protagonista queda deslumbrada mirando las luces nocturnas de Tokio, hasta ese
momento, lo más hermoso que había visto en Japón. Shinpei le indica algunos lugares de la ciudad mientras
la muchacha lo sigue con la vista, fascinada.
M: Puede que esto suene tonto, pero es la
primera vez que veo lo hermosa que es Tokio. Hace casi un mes que estoy aquí y
hasta ahora, era solo para mi una ciudad terrible, donde las pandillas hacer lo
que quieren y hay muy poca gente dispuesta a ayudar a los otros... (al decir
eso, nuestra protagonista dirige la vista hacia Shinpei, pero este, como no
esperaba que ella lo mirara, prolongo el brazo para indicarle un lugar, por lo
cual tuvo que acercarse... y, como había echo Charlotte anteriormente, los
labios de Megg teminaron besando el costado de la boca del guitarrista)
Mientras Shinpei intenta disculparse, pero
le cuesta un poco articular la frase, ella se aleja rápidamente tanto que
resvala y está apunto de caer. El guitarrista consigue sujetarla a tiempo, y de
una forma heróica (levantándola en brazos, de hecho).
M: ( incómoda) Hey, bajame.
Sh: Lo hare. Solo dejame hacer una cosita.
(realiza un giro completo con la muchacha en brazos, por lo cual ella se asusta
y aferra más a él... tanto que siente que puede escuchar un latido... ¿de
Shinpei, esa persona que siempre se veía tan segura y audaz? ¿El también estaba
nervioso?) Listo. (deja a Megg para sobre el suelo) ¿Estás bien, Meggu-chan?
M: (asiente tímidamente) Si... Ya...
deberíamos irnos. Es un poco tarde.
Sh: (consulta su reloj) Es verdad. Podemos
ir a comer y luego te llevo al edificio.
M: (apresuradamente) No... Yo dije que
volvería para la cena... y es un poco tarde, pero seguramente se tomaron la
molestia de dejarme comida. Sumimasen.
Sh: (algo desanimado) Entiendo. Cuando bajemos,
buscare un taxi parra regresar.
M: Arigatoo gozaimasu.
De camino al edificio, charlaron un buen
rato sobre el cine 4D y el mirador. Megg tenía muchas ganas de regresar allí un
día con sus amigas para que ellas también pudiesen ver el paisaje nocturno de
Tokio (además, por que olvido tomar fotografías). También le comentó que habían
planeado ir a conocer Yokohama el domingo, pero como solo podían alquilar
coches que se conducen por la derecha (algo que le resultaría muy difícil a
Charlotte, acostumbrada a conducir automóviles occidentales), tuvieron que
cancelar la salida o ir en tren, pese al desagrado de la pelirroja por los
transportes públicos, y al peligro de que Selenia se quede dormida. Shinpei,
muy amablemente, se ofreció a acompañarla el siguiente fin de semana para que
conozca la ciudad. Pese a que le agradaba la idea, Megg se sentía nerviosa ante
la posibilidad de estar nuevamente a solas con él, así que puso como excusa que
no quería dejar solas a sus amigas. Para no perder la oportunidad, el
guitarrista prometió ir todos juntos, las tres muchachas y los tres de la
banda. Ante eso, la joven ya no pudo rehusar.
M: (una vez que ya estaba frente a la
entrada del edificio) Gracias por acompañarme hasta aquí Esta tarde... tarde
noche fue de las más agradables que tuve.
Sh: Entonces mi misión de desestresarte
está cumplida. Yo también pase una tarde noche fabulosa. Me gustaría que se
repita.
M: (levemente avergonzada) Eh... Gracias
por las orejeras. No sé como puedo hacer para devolver todo lo que hiciste por
mi hoy.
Sh : (luego de pensar un momento)
Chocolatada. (Megg lo mira desconcertada) No importa si no está en el menú
quiero beber otra vez la chocolatada que hiciste para San Valentín.
M: (asiente, con una radiante sonrisa) Me
parece bien. Voy a prepararla.
Sh: La esperare ansiosamente. (breve
reverencia). Sayonara, Meggu-chan.
M: (rápidamente, antes de que Shinpei
termine la reverencia) Espera. (él se queda quieto, pero extrañado. Ella se
acerca) Quedate donde estás. (como aquella vez en que la rescató, lo despide
con un beso en cada mejilla y una simpática sonrisa) Sayonara, Shinpei. (Da
media vuelta y entra al edificio, intentando no mirar atrás)
Nuestro guitarrista regresa a casa en taxi,
pues la noche estaba cada vez más fría pensando en Megg y repasando todo lo
que había sucedido en la cita, desde que se
encontraron frente a AoRingo hasta la despedida. Para él, todo tenía una
calificación positiva, y esto lo entusiasmaba aun más. Ya comenzaba a hacer
planes por su cuenta. Pero no sucedía lo mismo con la muchacha. Ella, apenas
entró al edificio y cerró la puerta, apoyó su espalda contra esta, mientras
sentía como la incertidumbre, una más fuerte que la de los días anteriores, se
apoderaba de su ánimo.
M: (murmurando para sus adentros) "Shinpei...
hace mucho que no sentía este miedo... Realmente estoy aterrada..."
Aclaraciones:
1. Yokohama es la capital de la prefectura
de Kanagawa en Japón, y el mayor puerto del país. Es la segunda mayor ciudad
tras Tokio. Forma parte del área metropolitana de la bahía de Tokio y está solo
a 30 kms del centro de la capital.
2. Dialecto de Chile (no de la capital).
Solo lo escribí una vez para remarcar un poco como habla este personaje.
3. Doscientos yenes son nueve pesos
aproximadamente.
4. Hajimemashoo: Empecemos.
5. Gambate significa esfuérzate. Es una
palabra que suele usarse con los estudiantes muy a menudo en Japón.
6. Ittekimasu es lo que dice una persona
antes irse de su casa. Itterasshai, por el contrario, es lo que dice quien
despide a esa persona. Se puede traducir como "Ya me voy" y
"suerte" o "que te vaya bien".
7. Nee es una partícula que se usa para
llamar la atención, algo así como "che' o "hey".
8. ¿Por qué takusi y no taxi? Takusi es la
pronunciación japonesa para la palabra taxi. La puse primero solo para dejarles
el dato de cómo lo pronuncian ellos.
9. Episodio del dorama surcoreano Boys
Before/Over Flowers.
10. Roppongi es el barrio más IN de Tokio
(la zona más paqueta, como decimos en mi país), allí se encuentran las mejores
tiendas de diseñadores reconocidos a nivel mundial, los mejores bares y los
restaurantes de moda.
11. 10 mil yenes… es bastante plata, eh.
Son unos 450 pesos argentinos aproximadamente. Pero eso es lo que suelen valer
las cosas de marca… (>_<)
Ohhhhh Shinpei es un amor! ^^. Él y Meg son la parejita mas tierna de la historia *.* y mira que un chico que te haga la tarea...le queres hacer un monumento. "Ese Shinpei se hacía querer" Cuanta verdad en esa frase mi rubia amiga :3
ResponderBorrarAwhhh, algo me decia que en este cap se iban a enamorar de Shinpei, jejeh. y todavia falta lo mejor!! Segui atenta al blog!
BorrarQue dulce shinpei!! Se merecia un premio por remarla tanto! Que bueno q por fin Meg se decidio y acepto, como se podia resistir? :P
ResponderBorrarCuando Hernan la abrazo yo me imaginaba a Shinpi con ganas de romperle la cara jaja
ame la parte de los lentes en el cine jajaja lo tenia todo pensado xD
Ximena quiere hablar con charlotte?? Que pasara :O
Saludos ^^
Oh, si, Shinpei estuvo irresistible, jejeh. Ahora vemos otra parte de su personalidad: es celoso : p
BorrarRevelar la verdad tras esos lentes sera complicado... >.<
Espera al siguiente capítulo para saber que pasa en esa conversación, jep. De que te parece que pueden hablar?
Gracias por seguir la historia! El proximo capitulo estara muy tretenido y humoristico, jejeh
Saludos!
Quiero un Shinpei, que envidia Megg.
ResponderBorrarMe pregunto si la visita de Ximena da para un enfrentamiento en el lodo? juju
Esa Atsuko esta tan rara me resulto mala onda la mina. y ese Daigo que ni un favor le va a hacer a su compañero mmmm lo odioooo!
Ari..
*.* Que monada de tipo este Shinpei... Quien como megara!! Es verdad, produce envidia...
ResponderBorrarEn cuanto al capitulo, en general me gusto, pero no fue tan gracioso como los anteriores, salvo por algunas toterias de sinpei, hernan y ese daigo egoista, aunque con justa razon...
Para cuando la cita de sehan?? Que pasa con la tipa esa? No se peleen
Saludos!