viernes, 31 de octubre de 2014

Saludo final.


Hola!!! Por fin subo el video. No podía hacerlo al blogg directamente (porquería), así que lo dejé como privado en Youtube. Aclaro que no use maquillaje (aunque no lo parece) y que mi tonada sale medio centroamericana porque si les hablaba a lo argento,se escuchaba horrible y no quiero atrofiarles el oído. 

Enlaces con los que pueden contactarme.
Mi perfil de face, manden un privado: https://www.facebook.com/andrea.aguirre.5249
Un grupo de Face llamado Oppalandia, donde también compartimos info y fotos de Jmusic, doramas asiáticos en general, maopop y muchos ikemen, no solo oppas: https://www.facebook.com/groups/249013865225661/
Gracias por leer!!!


viernes, 24 de octubre de 2014

Moda de la Boda y de Yellow

Hola!!! Esta es la última entrega de la sección de moda, para ilustrar como fueron vestidas las muchachas a la boda, y por supuesto, también agrego al guapo novio. 



KyunHo








En cuanto a la festa de despedida: 
Selenia:

Meggara:

Charlotte:

Tsugumi:

Atsuko:

Maya: 


martes, 30 de septiembre de 2014

Capítulo final: Arigatoo, beautiful day (parte 2)

Anteriormente: Selenia, Megg y Charlotte son tres estudiantes universitarias que llegan a Tokyo por una beca muy importante. Alli conocen nuevos amigos y a un grupo de hombres que cambiarán sus vidas: Daigo, Shinpei y Akihide. Desde que estos seis se cruzan, la rueda de la fortuna comienza a girar rápidamente.
Daigo y Selenia al principio se llevan muy bien, pero luego de una situación confusa, él decide repelerla mostrando ante ella lo peor de sí, y el efecto es el deseado, pues la morocha empieza a sostener con el vocalista hilarantes peleas que solo terminan acercándolos más, hasta que ella, inesperadamente, lo besa y desde entonces, comienzan a surgir en su interior sentimientos que le toma mucho trabajo asumir, y cuando al fin lo hacen, ambos inician una relación que se torna turbulenta por la aparición de Anna y de Yumi.
Shinpei se sintió atraído por Megg desde que la vio por primera vez, pero a ella le producía mucha desconfianza, situación que cambia cuando él la rescata de un problema, y desde entonces comienza a enamorarse del alegre guitarrista. En un momento de confusión, ella empieza a sentirse atraída por otra persona, y esto motiva la furia de Shinpei, lo que a su vez, produce una terrible pelea entre ambos, que se soluciona tiempo después, cuando ella por fin le confiesa sus sentimientos.
En cuanto a Charlotte y Akihide, estos han tenido pequeños problemas y confusiones desde el principio, que los separan una y otra vez. Aunque una ex novia, o un caprichoso casanova intentan separarlos, los mayores obstáculos para ambos son sus propias inseguridades. Por fin, después de muchas idas y vueltas, después de intentar desistir del todo, han conseguido centrarse en el amor que sienten el uno por el otro y dejar de lado lo demás. 
Dos culturas separadas por miles de kilómetros han chocado violentamente... ¿Podrá el amor, o la voluntad, igualar todas las diferencias?

Capítulo final: Arigatoo, beautiful day (parte 2)
Selenia, acompañada por Diego, caminan rápidamente por el pasillo hasta la sala de emergencias, donde encuentran a Jonathan, quien tenía la vista clavada en el suelo, o tal vez en sus inertes manos. La dirección no era muy precisa, o tal vez no importaba, ya que la pregunta más importante, cuya respuesta necesitaban más que nada, saltaba de sus semblantes a simple vista.
Selenia: (se acerca un poco) Joni... ¿Qué paso con Anna? ¿Está aquí?
Joni: (aun mirando hacia la nada, con la cabeza baja) La van a trasladar.
Diego: (extrañado) ¿Al neuro psiquiátrico? ¿Tan rápido? (Ve que Jonathan niega con la cabeza) Entonces... ¿Adónde?
Joni: (levanta la cabeza, dejando que los dos vean su rostro enrojecido, en la cual resaltaban sus iris celestes flotando en la irritación de los ojos) La llevan... a la morgue.
En un segundo, la morocha siente que sus piernas no pueden sostener el peso de su cuerpo, que son de trapo, y cae sentada al suelo, llenándose inmediatamente de mortificación... ¿Cómo era eso posible? ¿Cómo es que había sucedido... nuevamente? ¿Esta vez sí era real? En tanto ella se llena de conmoción y dudas indescriptibles, Diego toma asiento al lado de su amigo, a quien intenta abrazar y contener.
Daigo: (llega de repente, agitado y alarmado) ¿Se-chan, que haces aquí? (La levanta de un tirón) ¿Es verdad que Anna ya apareció?
Selenia: (aun mortificada) Esta aquí, pero... (Una idea llega de repente a su cabeza) Pero tal vez ocurrió lo mismo...
 Daigo: (sin entender) ¿De qué hablas?
Inesperadamente, Selenia se libera del brazo de Daigo y comienza a correr por el pasillo del hospital con tanta prisa que los demás se quedan atónitos durante un instante. Luego la pierden de vista, pues ella avanza sin importar lo que está alrededor. Solo esta buscado a Anna, y esquivaba a quien sea con tal de encontrarla, excepto a un médico que se interpone en su camino para preguntarle que le pasaba.  La morocha en ese momento llevaba ropa formal y tranquilamente podía pasar por una periodista, u otra persona respetable. Ella solo observo a ese hombre, notando que de su cuello colgaba un estetoscopio, y sin pedir permiso se lo arranca para reanudar con su cometido, aprovechando la conmoción de aquel sujeto.
Al cabo de un momento llega a la sala de emergencias adonde llevaron a Anna antes de anunciar el deceso... y allí la vio. Tenía los ojos cerrados, como si durmiera, en su piel todavía podía verse un buen color, y notarse la calidez de la vida, pero esa imagen tan serena, absolutamente tranquila, le produjo una punzada en medio del estómago... debía seguir con lo que se había propuesto. Se colocó el estetoscopio y con él reviso el lado derecho, apenas bajo el brazo, por si había algún signo de vida, mientras tras ella ya comenzaban a acercarse los forenses con su bolsa negra...
En tanto, aquellos que permanecieron en el salón de actos de la universidad, que comenzaba a vaciarse de a poco, estaban sumamente preocupados por lo que sucedía o podía estar sucediendo en Shibuya. Habían notado Megg y Charlotte que Selenia desapareció en compañía de Diego, que ya regañaron a Hernán por ser tan indiscreto. Esperaban noticias urgentes de su amiga, nerviosas y preocupadas las dos.
Akihide: (intentando calmar a la pelirroja) Charotte, no te preocupes tanto por Se-chan, ella es fuerte y sabe cuidarse sola. (Se muestra un poco animado) Es más, tengo algo que te pondrá de buen humor.
Charlotte: (lo mira con seriedad) No quiero que termine presa otra vez. (Ahora adquiere una expresión de picardía) Y algo que me podrá de buen humor suena muy interesante...
Akihide: (saca de su bolsillo una cajita) Yo... ya lo compre. Y pensaba entregártelo hoy, como un regalo adelantado por tu graduación... Así que eso hare. (Le entrega la cajita)
Charlotte: (quitándole la tapa aterciopelada, observa el contenido) Wow, esta hermoso. No puedo creerlo. (Se lo regresa a Akihide) Ponemelo.
Akihide: (sorprendido) A-noo... ¿Por qué tengo que hacerlo... delante de tanta gente?
Charlotte: (observa a su alrededor) Pero si nadie nos está mirando. Además, vos lo compraste, lo más lógico es que me lo pongas. (Le acerca su mano izquierda)
Akihide: (agarra la mano y luego extrae el anillo de la cajita de terciopelo) Está bien. (Lo desliza por el dedo anular sin dificultades, y se siente admirado por ello) Increíble, recordé bien tu talle.
Charlotte: (acerca otra vez su blanca mano, y habla a modo de broma) Ahora deberías besarla.
Akihide: ¿Estás desvariando? No voy a hacer eso en un lugar donde hay tanta gente.
Charlotte: (contenta porque llegó a donde ella quería, le rodea un brazo) Bueno, después de aquí podemos ir a un lugar donde estemos solos, así podes besarme la mano, el brazo o lo que quieras.
Akihide: (avergonzado) Pero... ¿No estabas preocupada por Se-chan?
Charlotte: Ella puede cuidarse sola, así como cuida de los demás... Y si vuelve a quedar presa seguramente contara con la ayuda de su nueva amiga, la hija de Kishimoto.
Akihide: (sin notar el sarcasmo) Eso es cierto. Lo que hizo por ella solo lo hace una amiga de verdad.
Charlotte: (ofendida) ¿Estas insinuando que soy una mala amiga?
Akihide: No, ¿de dónde sacaste eso? Nunca lo dije
Charlotte: Dijiste que lo que hizo esa lo hace una verdadera amiga. Yo no pude hacerlo, ¿entonces soy mala amiga? ¿Eso estas insinuando?
Akihide: Claro que no. Vos queres mucho a Se-chan, pero esa vez ella pudo ayudarla porque tenía los recursos...
Charlotte: (más ofendida) ¿Entonces no soy mala amiga, pero si una inútil?
Akihide: ¿Por qué ves lo malo en todo?
Charlotte: (lo mira con cierto disgusto) Notaste que, a la hora de las preguntas, a Selenia y a Megg casi no les dijeron nada, pero a mí me preguntaron de todo? Se nota que nadie me entendió. Voy a deprimirme.
Akihide: No digas eso. Seguramente prestaron más atención a lo que dijiste y... les despertó mas curiosidad.
Charlotte: (animada al escuchar eso) Es verdad... me estoy ahogando en un vaso de agua.
Akihide: (Piensa) “Cuatro estados de ánimo distintos en la misma conversación... ¿esta chica es de verdad?” (A ella) Bueno. Al menos ya no estás tan preocupada por Se-chan.
Charlotte: (se torna afligida) Es cierto… ¿Y si la pasó algo? Es raro que no se esté comunicando…
Por otro lado, Megg y las muchachas japonesas intentaban establecer contacto con la desaparecida morocha sin éxito alguno, mientras Hernán y Shinpei hacían lo mismo, pero con sus amigos en el hospital. De igual forma no había resultado. La incomunicación e incertidumbre, como si fuesen puñetazos de hielo, herían sus mentes de manera hasta entonces interminable. Parecía no existir forma alguna de terminar con esa inseguridad, pues desconocer en qué estado se encontraban aquellos tres fugitivos (por así decirlo)... Ni hablar, ni siquiera puedo describirlo. Había una loca, psicópata y peligrosa, afuera, cerca de ellos... y ninguno se tomaba la molestia de avisar si se encontraba a salvo, lo que además los llevaba a pensar que quizás no era así...
Megg: (desesperada) No aguanto más esto... Voy a salir a buscar a Selenia hasta bajo el asfalto si es necesario. (Intenta irse, pero Shinpei la detiene)
Shinpei: Ni siquiera tenés idea de donde pueden estar, ¿para que vas a irte?
Maya: Shinpei-sama tiene razón, Meggara. Lo único que podemos hacer es ir al edificio y esperar por noticias.
Tsugumi: Pero si querés ir, yo te acompaño. La incertidumbre me está matando.
Orochi: Vos tampoco vas a ir a ningún lado, por lo menos mientras no sepamos en donde están.
Hernán: (quien se había desaparecido por un momento, vuelve al grupo) Tranquilícense todos. Diego acaba de comunicarse conmigo. Están en el hospital de Shibuya donde trabaja, él, Selenia, Daigo Naito, Joni... y Yuki, pero no hay buenas noticias respecto a ella. Vamos para allá.
El resto de la comitiva, luego de avisar a Charlotte y Akihide, partió hacia el hospital, no sin complicaciones por el transporte, claro. Siendo un grupo tan numeroso... en fin. Afortunadamente no tardaron casi nada en llegar, y ni tuvieron que molestarse en buscar ni preguntar, ya que ni bien entraron, los vieron en la sala de espera... bueno, no a todos. Faltaba Selenia, pero ella había ido a buscar alguna bebida. Diego permanecía sereno, pero no alegre, claro, Daigo se mostraba inquieta y bastante sorprendido, mientras que Jonathan... estaba totalmente perturbado y afligido, su melancolía tocaba el corazón de las muchachas recién llegadas, tanto que se acercaron a las corridas para preguntarle que sucedía, incluyendo a la propia Charlotte, y excluyendo a Maya... pues KyunHo no lo permitió (celos... grrr).
En tanto, las muchachas preguntaban incesantemente a Jonathan que es lo que le provocaba ese estado, y él no sabía por dónde empezar, justo llegada Selenia, con un aspecto algo arremolinado pero contenta como si fuese navidad.
Selenia: (se acerca a Jonathan y le extiende el vaso térmico con te) Aquí esta. (Él lo acepta) Acabo de hablar con el médico y dijo que... Anna está despertando. Parece que tiene una laguna mental, o algo así, pero le van a hacer unos estudios para saber si esto tuvo alguna secuela. Por suerte, ella no tomo una dosis mortal de calmantes.
Jonathan: (luego de beber un trago) No... No sé qué hubiésemos hecho si no notabas que... podía suceder otra vez. Gracias a vos ella está viva.
Selenia: Gracias a vos ella va a estar bien. Si no la sacabas de ahí a tiempo, podría quedar... ¿Cómo decirlo? Tarada o como vegetal. 
Daigo: (cansado de ese "secreteo") Saben, ya que la situación se estabilizo, nosotros habíamos reservado una sala en un restaurante para celebrar la presentación. Creo que deberíamos ir.
Shinpei: Ahora tenemos otro motivo más para celebrar, Anna esta vida.
Akihide: Otra vez.
Joni: Yo no tengo ganas de ir. Preferiría quedarme a esperar noticias de Anna.
Selenia: Oba-sensee se atrinchero en su cuarto, así que no creo que te deje entrar ni aunque la hayas salvado. Mejor Veni con nosotros, así te distraes un poco.
Apoyando la moción de Selenia, Hernán y Diego insistieron a Jonathan para que acepte la invitación y terminaron por convencerlo, así que esta tremenda multitud se acercó a un restaurante muy chic que en Shibuya, bastante cerca de Nakano. Allí, apenas llegaron ya pidieron los primeros bocadillos y aperitivos mientras esperaban la comida principal, y comenzaron a conversar entretenidamente acerca de cómo había sido la presentación, cuáles fueron los momentos más interesantes, las preguntas más inteligentes y las más estúpidas, más un top five de los mejores chistes que realizaron a dúo Charlotte y Selenia, para descontracturar el ambiente y muy a pesar de Megg. Tan fascinante lo relataban que Daigo se arrepentía en el alma de no haber podido ir, pero no solo por lo que le habían contado, sino además porque sentía que, después de todas las veces en que la simpática protagonista lo acompaño en asuntos que le importaban... la única oportunidad que tuvo de hacer lo mismo fue en absoluto desperdiciada. El apoyo que le brindaba ascendía al cero por ciento... y él detestaba convertirse en el centro de atención de sus relaciones (en cuanto a lo amoroso, claro). De modo que, apenas vio la oportunidad, cuando la morocha se retiró de la mesa para ir al baño, decidió seguirla sin que se dieran cuenta y de ese modo podría hablarle a solas.
Daigo: (encuentra a Selenia a la salida de los sanitarios y la agarra del brazo) Veni conmigo.
Selenia: Pero... ¿Qué pasa?
Daigo: Tengo que decirte algo.
Selenia: Podemos hablar después de la cena. Nos excusamos y damos un paseo por ahí. ¿Qué te parece?
Daigo: (pensativo) Me parece bien. Entonces volvamos a la reunión porque el coreano y Mayu tienen algo que anunciar (comienza a marchar)
Selenia: (lo sigue) Es Maya, hermano, Maya.
Una vez que regresan a la reunión, Shinpei y Charlotte comienzan a molestarlos preguntando adonde fueron, pero ellos no les prestan demasiada atención.
Maya: (después de aclararse la garganta) Bueno, antes que nada, felicito a las muchachas por la exposición, fue muy interesante. (Tiene que hacer silencio, ya que los muchachos latinos comienzan a aplaudir y son seguidos por Shinpei. Los demás se contagian rápidamente, pero el aplauso es breve) Y también quería decir que voy a graduarme dentro de un mes, ya que  aprobaron mi tesis, así que...
KyunHo: (ansioso) Vamos a casarnos.
Los presentes estallan en un grito de impresión que todo el restaurante puede escuchar.
Megg: Ahora recuerdo que ustedes querían casarse cuando Maya se gradúe.
Maya: Si, y los planes no cambiaron... solo que, como queremos que ustedes vayan a la ceremonia, lo celebraremos el sábado.
Selenia: ¿Se casan en una semana? ¿Tienen todo listo o qué?
Maya: Si, será una ceremonia sencilla.
KyunHo: Y sin muchos invitados. Preferimos hacerlo rápido.
Charlotte: Es fantástico. Apoyo esta pareja así que los felicito.
Daigo: Un momento... Seré curioso, pero... ¿Pensaron que hacer con este asunto de que a Mayu también le gustan las chicas?
Selenia: (irritada) Por enésima vez... ¡Es Maya! Y eso que importa, ella ya tomo su decisión.
KyunHo: Si se siente atraída por una mujer... puedo perdonarla mientras no se enamore.
Hernán: Entonces... Si ella se siente atraída por otra chica, y te lo confiesa. Si conoces a esa otra chica y también te sentís atraído por ella (el rostro de KyunHo se torna extrañado), y ella por vos, pero también por Maya...
KyunHo: ¿A dónde queres llegar?
Hernán: ¿Has pensado que, si todo lo que dije pasa, podrían hacer un trio?
KyunHo: (mientras todos los presentes se quedan pasmados, excepto Maya, que parece pensarlo) No, de ninguna manera.
Hernán: En lugar de engañarte, ¿no sería mejor que comparta con vos?
Atsuko: (ruborizada) ¿Te volviste loco?
Shinpei: (a la rubia) Meggu-chan, no lo escuches.
Charlotte: No tilden de loco, que allá esa no es una fantasía tan rara. De hecho, yo alguna vez he pensado que... si mi pareja, en este caso, Akihide, se siente atraído por una mujer que a mí me parece linda y sexy, podríamos hacer algo los tres.
Akihide: ¿Estas bromeando, verdad?
Selenia: No sé ustedes, pero yo preferiría que, si le gusta una mina, así para ponerla nomas, que lo haga pero solo una vez. Si quiere hacerlo dos veces, váyase con ella.
Daigo: (la mira sorprendido) ¿Un touch and go? Y suponiendo que yo llegue a hacer algo así, ¿tendría que perdonarte si te pasa lo mismo?
Selenia: Bueno, en mi caso es compresible. En el tuyo, no tanto porque ya se la pusiste a medio Tokyo.
Shinpei: (entre risas) A medio Japón diría yo.
Daigo: No me difames.
Selenia: (curiosa) ¿Honto? [¿Es verdad?] (al ver que Shinpei asiente) Soodesuka... [Mira vos...]
Daigo: No lo escuches, es un exagerado. Volvamos al tema principal: la boda de esta adorable parejita.
Shinpei: Yo estoy tan feliz porque se casan que soy capaz de regalarles la Luna de miel. 
Enganchados por el comentario de Shinpei, los demás presentes comenzaron a planificar los regalos para el evento que se aproximaba, pues solo quedaba una semana para comprarlos, y en eso termino el resto de la velada. Diego no podía quedarse hasta que termino, pues le tocaba comenzar su turno a primera hora, y Jonathan decidió ir con él, así podría dormir temprano y regresar al hospital. En cuanto a Hernán, decidió dar un paseo junto a Atsuko y ambos fueron por su lado, así que Daigo se ofreció a acercar a los muchachos a Roppongi, pues eso le daba oportunidad de concretar su charla con Selenia. Akihide, por su parte, llevo a Charlotte, Maya y Tsugumi hasta el edificio, pero la pelirroja decidió no quedarse allí y prefirió que dieran un paseo, al igual que Megg y Shinpei. KyunHo, ya que vivía a un par de calles de allí, regresó a casa solo. Tanto él como su novia deberían hacer un viaje rápido a Corea el fin de semana para poder hablar con su familia acerca de la ceremonia.
Selenia: (una vez que dejaron a Diego y Jonathan frente al edificio donde vivían) ¿De qué querías hablar conmigo?
Daigo: De lo que pasó hoy. Pero espera a que vayamos a un lugar más tranquilo, no me gusta conversar en el automóvil.
Haciendo un rodeo breve, condujo directo hacia un izakaya que no estaba lejos de allí (no es el mismo del capítulo 25). Una vez que entraron al local, les agradó el ambiente relajado e íntimo, ideal para una charla confidencial, pues cada mesa estaba separada por una división de madera, excepto las que se ubicaban en frente, y por eso Daigo escogió una bastante solitaria.
Daigo: (entregándole una carta) Nada de escoger alcohol.
Selenia: (revisando la lista de bebidas) Umeshuu rokku [Bebida alcohólica servida con hielo].
Daigo: Te dije que nada de alcohol.
Selenia: (al mesero que iba a tomar la orden) Traiga cuatro uneshu rokku, dos ahora y dos en veinte minutos, y Wagyu Kalbi [bulgogi a la barbacoa, estilo japonés].
Daigo: (sorprendido de que el mesero acepte la orden de Selenia y se retire) Pero si acabamos de comer... ¿por qué pedís más? ¿Y por qué ordenase más bebida?
Selenia: (a la defensiva) Si te molesta, yo pago.
Daigo: ¿Pensabas hacerme pagar a mí lo que vas a comer en exceso?
Selenia: Disculpame, pero yo no soy el príncipe que vivía frente a la Bahía de Tokyo.
Daigo: Es época ya acabo. Pero está bien, come y olvida la dieta. Yo me haré cargo de la cuenta. Es lo mínimo que puedo hacer.
Selenia: (espera a que el mesero termine encender la pequeña parrilla, de servir el plato con los distintos cortes de carne y verduras, las salsas para aderezar, junto con las bebidas y se va) ¿Por qué decís eso?
Daigo: (seriamente, se acerca a ella corriendo su silla) Lamento haber faltado a tu presentación. Realmente quería ver el resultado de tantos meses de trabajo...
Selenia: (mientas coloca las finas fetas de carne y verduras sobre la parrilla) Si hubieses estado en la presentación, Anna estaría en coma... o muerta. Gracias a que faltaste, me acerque al hospital... y tuve el presentimiento de que ella no murió. Así que, si te sentís culpable, olvídalo.
Daigo: (sujeta el mentón de Selenia, logrando que esta lo mire) ¿Estás hablando en serio? ¿No estas enojada ni molesta?
Selenia: Si estuviese enojada, lo sabrías. Como esa vez en la que te grite baka-sama y te empuje hasta que caíste al piso. (Ríe) ¿Quién diría que íbamos a terminar así?
Daigo: (retira a mano con la que sujetaba el pequeño mentón de Selenia, pero acerca su rostro) Mientras más te conozco, más me parece que te alejas de lo normal.
Selenia: Ser normal es de lo más aburrido. No me sentiría cómoda al hacer un escándalo. Faltaste a la presentación... eso sí me enfadó, pero al saber que quizás Yumi escapó del hospital y la estabas buscando, me preocupé mucho. Pensé que tal vez Yumi intentaría hacerte algo, como violarte, entre otras cosas... (se torna irritada por esa idea) porque si eso pasaba, iba a olvidarme de que Anna es mi amiga... y mataba a esa loca. 
Daigo: (le sostiene una mano para detener sus exaltados ademanes) No sé, ni quiero saber, como es que una mujer puede violar a un hombre, pero tranquila. Eso no pasó. Estoy bien, Anna también. Pero eso no quita que yo realmente quería ir. Tenía muchas ganas de verte ahí, demostrando a toda esa universidad que no viniste solo a golpear patoteros o pervertidos y salvar damiselas en peligro.
Selenia: Las damiselas en peligro van a extrañarme.
Daigo: No son las únicas... (Decide cambiar de tema después de dejar escapar ese comentario) Por cierto... Lo que dijiste en la cena, eso de que perdonarías que yo me acueste con otras mujeres, ¿fue pensando en que pronto tendremos que despedirnos? ¿En unos días me vas a salir con que fue bonito mientras duro y cada quien sigue su camino?
Selenia: (pensativa) No necesariamente. Prefiero tener tu honestidad y lealtad emocional de mi lado, antes que tu fidelidad física. No la exijo. Lo único que quiero es que, si te interesa otra mujer, con interés me refiero a algo que vaya más allá del sexo, me lo digas, o si te acostas con otra, porque tenés ganas de hacerlo y ella es la primera que está disponible, también quiero enterarme por vos. Con tu cuerpo, hace lo que quieras, pero si decís que estás enamorado de mí, entonces me vas a traicionar si le das tu amor a otra. ¿Wakarimasu? [¿Se entiende?]
Daigo: ¿Estás diciendo, entonces, que no te importa si me acuesto con otras mujeres mientras te tenga en la mente? Sí que sos rara.
Selenia: (termina su copa) Open mind (jugueteando con su vaso vacío). Yo te dejo hacer lo que quieras, porque estoy segura de que vas a querer serme fiel. Las puertas están abiertas, y nada te retiene a quedarte conmigo. Podes ir ahora mismo a acostarte con otra mujer... y te aseguro que aunque sea mil veces mejor en la cama, ahora tenés una sola idea... ¿para qué hacerlo con otra si quiero con vos? (Apunta al pecho de Daigo repetidamente y con énfasis) Eso es la mierda que llamamos amor.
Daigo: Para mi es imposible pensar así.  Si llego a enterarme de que te acostas con otro, voy a matar a ese infeliz. Desde mi punto de vista, vos sos mi chica y no quiero que nadie te ponga un dedo encima. Además, cualquier mujer, en tu lugar, desconfiaría hasta de las sombras de las otras mujeres... ¿Vos en verdad me estás diciendo eso a mí, que solía ser un mujeriego?
Selenia: (con la misma serenidad que mantuvo a lo largo de toda la charla, espera hasta que el mesero retire los vasos vacíos, reemplazándolos con la nueva bebida) Te conocí siendo mujeriego, y si cambiaste de vida, fue por decisión propia. Y yo confío en que cambiaste, por eso te digo todo esto. No me nace ser celosa porque te conocí rodeado de mujeres, y porque confío en que ahora sos diferente, pero parece que tenés un problema con eso. Si querías una neurótica... ¿por qué me buscaste a mí?
Daigo: (siente que está siendo muy exagerado, y se arrepiente) No es eso... no me gustan las mujeres neuróticas, y estuve rodeado de ellas mucho tiempo. Me cuesta hacerme a la idea de que no sos así, porque tu concepto de fidelidad es bastante original.  (Cambia de ánimo, con una sonrisa picara) Y, con toda esta conversacion, ahora recuerdo que tengo un obsequio para vos...
Selenia: (emocionada, junta las manos) ¿Un Obsequio? ¿Qué es? ¿Algo que me gusta?
Daigo: Algo que hasta te hará gritar de emoción.
Selenia: (ingenuamente) Un pastel de chocolate...
Daigo: (desilucionado) Si, un pastel... (piensa) Creí que había entendido al escucharme fanfarronear...
Selenia: (al ver la expresión del vocalista, cae en la cuenta de a que se refería) ¿El bombón Daigo de ochocientos yenes? Yo pensé que me habías comprado algo...
Daigo: (corrigiendo) Ochocientos mil millones de yenes es lo que vale, así que deberías estar desbordando de felicidad por poder tenerlo.
Selenia: Que gigoló te pusiste... Además, ¿qué ochocientos mil millones? ¿Cuántas mujeres en estos años te han tenido gratis? A mamá pata no le vengas con pollitos. (Mira su celular, y luego termina el contenido de su vaso) Tengo una hora para regresar al edificio, así que mas te vale hacer rendir bien el tiempo.
Daigo: (se torna victorioso) Sabia que no te podías resistir.
La advertencia de Selenia funcionó bastante bien, pues al cabo de poco más de una hora (teniendo en cuenta cuanto demora el trayecto hasta allá, la morocha estaba de regreso en el edificio, sorprendiéndose por haber sido la primera en llegar. Pensó que quizás Megg ya estaría allí, atiborrada de cobijas, pues la noche estaba bastante fresca, pero no fue así. Tanto ella como la pelirroja brillaban por su ausencia, aunque de la segunda eso no le extrañaba. Seguramente pasaría la noche con Akihide... y tal vez Shinpei estaba demorado con el transito, así que cambio su traje de oscura gabardina y su camisa de satén beige, reservados especialmente desde Argentina para esa ocasión, por el improvisado pijama, y apenas apoyo la cabeza sobre la almohada, luego de visitar por ultima vez el baño, quedo profundamente dormida.
Sintió algunos ruidos, en un momento de la madrugada que no podría precisar. Quizás una de sus amigas había llegado. Pensó brevemente que se trataba de Megg y siguió durmiendo, un poco más tranquila. Cuando los primeros rayos de luz entraban por la ventana, escucho más ruidos, bastante débiles y que reflejaban que la persona que los hacía intentaba ser lo más sigilosa posible. Entreabrió los ojos, encontrándose con una rubia melena y la blanca espalda de la dorada protagonista, de inmediato cubierta por la remera del pijama. Esta recién llegada traía una parte de su largo cabello mojada, como si se hubiese bañado recientemente, algo que hacía mucho más sospechoso... ¿Por que recién estaba llegando? ¿Que es lo que...? Cielo santo, ni siquiera podía imaginarlo... Acaso Megg... Acaso ella... ¿entregó el marrón?
Por su parte, Megg no sospechaba lo que sucedíaCreyó que las muchachas estaban dormidas y que podría engañarlas con mucha facilidad, así que se levantó con cuidado para guardar su ropa, y apenas lo hizo, Selenia notó que, en la otra cama, Charlotte hacia exactamente lo mismo que ella...  y se comunicaron con mudos gestos de la cara hasta que la rubia regresó a la cama para acostarse y simular que siempre estuvo allí. Al poco tiempo se quedó dormida como tronco. Podría aterrizar un avión cerca suyo y ella no se enteraría. La morocha y la pelirroja decidieron levantarse de una vez, para bajar y despedir a Maya antes de que viaje a Corea.
Charlotte: (habla bajo, una vez que salieron del cuarto) ¿Qué opinas?
Selenia: (también por lo bajo) Pues... no quiero pensar para el lado de lo porno, pero...
Charlotte: (con cuidado entusiasmo) Parece que Megg por fin decidió disfrutar del cuerpazo de Shinpei.
Selenia: Eso tiene mucho sentido, pero... teniendo en cuenta como es ella, capaz que se quedó dormida en el auto mientras estaban volviendo, y para no molestar, quizás Shinpei prefirió que duerma allá. Solo dormir, claro.
Charlotte: No puedo creer que seas tan inocente. Megg después de todo es una mujer, y no creo que sea tan mezquina con Shinpei por tanto tiempo.
Selenia: Es cierto, che... pero... ella nunca nos... digo, me contó que le tenía ganas a Shinpei.
Charlotte: A mí tampoco, pero si te das cuenta, ella casi nunca quiere hablar de eso. Pero no es peor que vos, claro.
Selenia: ¿Por qué lo decís?
Charlotte: Se te olvidan, acaso, todas las cosas que nos ocultaste?
Selenia: Pero el caso de Megg y mío es diferente, porque a mí sí me importa lo que le pasa.
Charlotte: ¿Insinúas que a nosotras no nos importa lo que te pasa?
Selenia: (se lleva una mano a la frente) Charlotte, deberías estar menos a la defensiva por cualquier cosa. (Abandona la conversación para dirigirse a planta baja, donde escucho los primero ruidos de Maya).
La castaña japonesa ya tenía su pequeño bolso listo, solo esperaba a que KyunHo, quien no tardaría en llegar. Pese a todos los preparativos apresurados, ella lucia muy tranquila, como si no se fuese a casar en realidad. Nuestras protagonistas no pudieron evitar la curiosidad y terminaron preguntándoselo, pero ella, para sorpresa de ambas, contestó que no eran las primeras en cuestionar su calma. "Simplemente estoy muy feliz, tanto que no quiero pensar en otra cosa. No quiero preocuparme, porque si lo hago, no podría disfrutar de que mi sueño se volverá realidad muy pronto. Voy a casarme con el hombre que más he amado, y espero que esta felicidad dure para siempre". A Charlotte le brillaron los ojos cuando escucho una respuesta tan entusiasta como esa, y le otorgo toda la razón, mientras que Selenia solo dijo que se alegraba por ella, aunque no se sentía capaz de algo así... en relación a un hombre, claro. Pero, cuando recibió su medalla como mejor jugadora, estaba aún más contenta que la castaña. Y eso nunca volvió a suceder.
A los pocos minutos llegó KyunHo. Las demás muchachas bajaron también a saludar a Maya y desearle suerte en su viaje, entre ellas estaba Megg. La joven de amplias mejillas les agradeció con una radiante sonrisa antes de abandonar el edificio junto al amable coreano.

Una semana después.
Atsuko: (nerviosa) Traigan el brillo labial rápido.
Megg: (busca apresuradamente, tanto que le tiemblan las manos) No lo encuentro, creo que no lo trajimos.
Charlotte: Si es rosa, yo lo tengo.
Atsuko: Ese es, precisamente. (Se acerca a la pelirroja, quien le entrega el cosmético) ahora si podremos terminar, Maya.
Maya: (sentada frente al tocador, agarra el brillo que le ofrece Atsuko) Chicas, están más nerviosas que yo, es muy gracioso. (aplica el brillo en sus labios cuidadosamente, y se pone de pie mientras lo guarda. Luego se dirige hacia sus amigas) ¿Cómo me veo?
Charlotte: (emocionada, casi llora) Estás hermosa, Maya. Todavía no puedo creer que te cases.
Megg: (también se emociona) Es cierto. Parece que fue ayer cuando nos dijiste que ibas a casarte. Espero que seas muy feliz.
Selenia: No se si pueda acostumbrarme a llamarte señora...
Maya: Prefiero que me sigas llamando amiga. Y ustedes también están hermosas.
Moda en la boda
Tsugumi: (se le caen algunas lágrimas) Atsuko también va a graduarse pronto, y vos vas a vivir con tu marido... y las chicas se van a ir... Que sola me siento.
Atsuko: Vos también vas a graduarte, así que no te preocupes.
Maya: Si, no llores. Tsugumi, hoy es un día muy especial, y está prohibido deprimirse.
En tanto las muchachas terminaban de arreglarse, y a diferencia de la novia, KyunHo estaba tan nervioso que hasta se puso pálido. Los muchachos se preguntaban si cabía la posibilidad de que desmaye en plena ceremonia, así que quisieron darle algunos dulces para que le suba un poco la presión, pero él se negó a comerlos.
KyunHo: No puedo tener mal aliento durante la ceremonia, así que no. (Se pone de pie, observando a los muchachos) ¿Cómo me veo?
Hernán: Eh... No te ofendas, pero se me hace un poco gay comentar el aspecto de otro hombre.
Diego: Yo creo que te ves bien. O sea, como todo un hombre.
KyunHo: Tengo que ser y lucir como el novio perfecto. No olviden que voy a casarme con el amor de mi vida.
Shinpei: (conmovido) Sos muy tierno, ya veo por qué Meggu-chan te prestó atención.
KyunHo: Por enésima vez... ¿Qué haces aquí, Shinpei-sama?
Shinpei: Vine a asegurarme de que te cases y de que todo salga bien. Y en cuanto a tu aspecto... pareces un príncipe.
KyunHo: (satisfecho) Eso es lo que quería escuchar. (Mira su reloj) Creo que ya es kla hora... Por cierto... Donde esta Jonatan?
Hernán: Le dieron permiso a Yuki para que pueda salir, así que esta con ella.
KyunHo: Entiendo. (Observa su reloj) Bien, ya es la hora.
Escuchar!
El muchacho coreano, bien vestido y arreglado, se dirigió con mucha firmeza y decisión hacia el altar, para encontrarse pronto con ella. Aunque estaba muy nervioso, ya que le sudaban las manos y tenía un nudo en el estómago, también estaba ansioso y alegre. Lo que más deseaba es que pasaran rápido los minutos que lo separaban de convertir a Maya en su esposa, escasos minutos que se le hacían eternos. Es más, cuando creía que ya había transcurrido una hora, y en verdad paso solo un cuarto de ella, los invitados comenzaron a darse vuelta, y él también lo hizo, pues la novia estaba entrando y se acercaba al altar. Tenía clavada en el rostro una sonrisa tan dulce que lucía como un ángel.

Una vez que llego a su lado, dio inicio la ceremonia. Debido a la religión de KyunHo, Maya acepto una boda occidental, ya que ella era budista y él cristiano. El cura comenzó leyendo e interpretando un fragmento de la biblia antes de dirigirse a la joven pareja, a quienes trasmitió un breve sermón sobre la vida de casados, lo que eso en verdad implicaba, los derechos y sobre todo los deberes... obviamente procurando que ambos piensen detenidamente lo que estaban a punto de hacer. Sin embargo, como ambos no mostraron intención siquiera de cambiar de opinión, pregunto a los presentes si alguno tenía motivos para que la ceremonia no se realice. En ese preciso momento, Shinpei rodeo a Megg con un brazo, pero no de forma afectuosa. Parecía estar determinado a no permitir que ella no pueda moverse siquiera... ¿Todavía estaba celoso de KyunHo?
Megg: Shinpei, a mí no me interesa impedir la boda de Maya y KyunHo.
Shinpei: ¿Qué? Yo solo te doy un abrazo.
Megg: (disconforme) Si, claro.
Nadie levanto la mano ni la voz para ofrecer una razón que impida el matrimonio, de modo que el cura comenzó con el rito. Bendijo las alianzas, dijo los votos a la pareja, los cuales fueron de inmediato aceptados, rodeo a Maya y KyunHo con el lazo mientras le dedicaba una oración, luego pidió que se tomaran de la mano y ante todos los presentes (con Dios de testigo, ya saben), declaro la oficialidad del matrimonio ante los ojos de la iglesia. El muchacho coreano, sin poder ocultar su felicidad, beso rápidamente a ahora esposa antes que de ambos se dirigiesen a sus amigos para recibir sus felicitaciones, junto a algunos puñados de arroz, y accedieron a tomarse fotografías con ellos. Había tantos flashes que no sabían hacia dónde mirar, tantas personas a su alrededor que ni tenían noción de quienes eran.
Luego de casi una hora de sesión de fotos, la feliz pareja y los invitados se trasladaron a la recepción, que se realizaría no muy lejos de allí. En la iglesia todos estaba atentos a la ceremonia, por lo que, durante el festejo, recién pudieron realizar las presentaciones. Había llegado familia de Maya desde Uda solo para el evento, mientras que KyunHo recibió a su padre y sus abuelos maternos, quienes siempre mantuvieron contacto con él y estaban deseosos de conocer a la muchacha castaña que ahora se había convertido en su esposa. Afortunadamente se llevaron una muy buena impresión de ella, aunque quedaron muy sorprendidos por los nuevos amigos que habían hecho... para bien, al fin.
Al principio la recepción era más bien una tranquila reunión donde todos hablaban, reían y compartían anécdotas, pero apenas comenzó a escucharse música, los jóvenes corrieron a la pista de bailar, y los mayores... fueron aún más rápido. Claro que ellos también tenían derecho a divertirse y no mirar sentados (dada la cantidad de población longeva en varios países de Asia oriental, ellos todavía eran jóvenes), y gracias a esto, el ambiente se tornó mucho más alegre. Además, la gente mayor parecía tener muchas más energías acumuladas.
Charlotte: (acercándose a una mesa, toma asiento justo al lado de Akihide) ¿Por qué viniste a sentarte? ¿Estás cansado?
Akihide: (se encoge de hombros) No es eso... Me siento un poco avergonzado por estar aquí. Aunque haya estado equivocado, pensé y hable mal de Maya, y es incómodo estar en su boda después de todo. Además, por culpa de mi bocota ellos se habían separado.
Charlotte: (emite un profundo suspiro) Te entiendo. Quiero mucho a Maya, como amiga, y KyunHo me parece un tipo estupendo, pero la culpa de que ellos pelearan es mía... Mía y de este cuerpo seductor.
Akihide: (alterado) ¿No me digas que paso algo más entre ustedes?
Charlotte: (riendo) Claro que no. Solo jodía. No soy tan creída ni me gustan las mujeres.
Akihide: Pero... hace unos días dijiste otra cosa.
Charlotte: No, yo dije que me animaría a probar. Si llegan a gustarme las mujeres es porque ya lo hice. (lo mira con astucia) ¿Acaso ya te gusta otra... o ya te sentiste atraído por otra?
Akihide: No, claro que no. (nota que Charlotte lo mira con sospecha) Lo digo enserio... ¿o todavía seguís celosa de Han Seung Yeon?
Charlotte: No de ella en especial, sino de cualquiera... hasta de la perra de Ximena.
Akihide: ¿Por qué la traes a la conversación? Cambiemos de tema.
Charlotte: Esta bien. (mira a los invitados bailar) Que felices lucen todos. ¿Sabes si Shinpei se puso de acuerdo con Maya y KyunHo para elegir el destino de la Luna de Miel?
Akihide: No, lo eligió él solo, lo único que les preguntó es cuánto tiempo iban a  viajar, para saber si estarían aquí el próximo... (se torna triste) fin de semana.
Charlotte: (nota el cambio de ánimo de Akihide) Hey, no te pongas así. Todavía tenemos tiempo aquí. Es más, para aprovecharlo y hacer cosas en pareja, podríamos viajar solos, como una vez dijiste. Vamos a un lugar lindo, como Okinawa, a conocer aguas termales, o a un hotel con spa.
Akihide: ¿Te gusto Okinawa? ¿Quisieras volver?
Charlotte: Claro. Allá me sentí como una especie de princesa. Me gustaría tener días como esos más seguido.
Akihide: Bueno... (se acomoda en la silla) Hay una forma al alcance de tu mano.
Charlotte: (con curiosidad) ¿Cuál?
Akihide: (clava en ella una murada profunda) Quedándote conmigo... Para siempre. Si estás conmigo, voy a llevarte a lugares  como ese y otros, en otras regiones... o incluso en otros países. Lo que sea necesario para que estés feliz yo voy a hacerlo...
Charlotte, después de escuchar todo esto, con los oscuros ojos de Akihide clavados en los ojos, llenos de aquella expresión... que hasta le había provocado sueños, esa mirada cautivadora y profunda, que invadía hasta el último rincón de su ser. Por fin volvía a verla, y esto le provoco un temblor leve e imperceptible que recorrió todo su cuerpo. El guitarrista noto la inminente conmoción de la pelirroja... y entendió que se había excedido.
Akihide: (encogiéndose de hombros) No te asustes...
Charlotte: (seriamente) Akihide... Si lo quiero... Lo que dijiste, lo quiero todo para siempre.
Los dos, con los ojos clavados el uno, permanecieron muy quietos, sin saber cuál de ellos sería el primero en atreverse a decir algo.
Voz cerca de ellos: ¿Y, que van a hacer?
Akihide: (volteando hacia un lado) Nannika? [¿Qué?](Se topa con el rostro de Daigo, y casi salta de la silla) Daigo, ¿en qué momento apareciste?
Daigo: Estaba buscando a Shinpei, peo no lo encuentro. Te vine a preguntar y escuche una parte de la conversación. ¿El ambiente de boda los inspiro o qué?
Charlotte: No te metas, estábamos hablando tranquilamente hasta que apareciste.
Daigo: No estaban hablando, se miraban como dos idiotas. Y, entonces, ¿saben dónde está Shinpei sí o no?
Akihide: Debe estar con Meggara...
Daigo: A ella tampoco la vi. (A Charlotte) ¿Vos sabes dónde está tu amiga o estas muy ocupada en tus asuntos románticos?
Charlotte: No sé, Selenia debe saberlo.
Daigo: Ella no dijo lo mismo, y creo que está buscando por su lado. (A Akihide) Si llegas a verlo, avisame. (Se va)
El vocalista decide continuar su búsqueda, pues le parecía muy extraño no verlo por ninguna parte, aunque todavía se sentía sorprendido por escuchar una parte de la conversación que mantenían el guitarrista y Charlotte... ¿En que estaba pensando Akihide? Y no solo él, sino aquella otra parejita, que andaba desaparecida en plena fiesta. Pero... no es que estuviesen desaparecidos, pues del mismo modo que el tímido protagonista y la pelirroja, ellos necesitaban conversar sobre  un asunto que desde hacía ya una semana... y con eso, me refiero al motivo por el cual Megg llegó recién a primera hora después de la cena de celebración.  
Megg: (acercándose con cuidado) Shinpei... (cuando él voltea a verla) ¿Por qué te apartaste de la fiesta?
Shinpei: Ah... Solo quería pensar un rato, y la música no me lo permite. Pero vos volvé allá, sé que te encanta bailar y no deberías...
Megg: (sin rodeos) Vos me estas esquivando desde aquella vez... (se le acerca de repente, agarrándolo del brazo) Si es por eso, ya te pedí perdón. ¿Fue tan grave como para que continues ofendido conmigo?
Shinpei: (se aleja y toma distancia) No... no estoy ofendido. La verdad no debe ofender a nadie.
Megg: ¿La verdad de qué? (Quiere avanzar, pero él se aleja) ¿Qué te pasa?
Shinpei: Meggu-chan... Boku wa... ecchii desu. [Yo... soy un pervertido]
Megg: (sorprendida) Nannika? Chigaimasu. [¿qué? Te equivocas.]
Shinpei: Es que... intente excederme. Y ser hombre no lo justifica, ni la primavera, ni el calor, ni el hecho de que cada día estés más preciosa, o que te hayas puesto esa ropa seria que te quedaba tan sexy... Yo... no voy a faltarte al respeto.
Megg: (reflexionando) Con todo lo que dijiste, creo que si tiene sentido. Y yo no me sentí ofendida, no creo que me hayas faltado al respeto. Solo que... me asuste un poco.
Shinpei: ¿Ves que si te ofendí? Y no quiero volver a ser rechazado, así que es mejor mantener una prudente distancia. 
Megg: No me asuste por eso. Es que... es que... (baja la voz) Yo nunca hice... eso. Yo no...
Shinpei: Ya lo sé. Se-chan lo insinuó una vez. Dijo que tuviera cuidado en cómo te trataba porque sos delicada como un pimpollo. Y el pimpollo es una flor que no abrió sus pétalos... y si tengo en cuenta los cuadros de una pintora americana que vimos una vez, esa frase toma sentido.
Megg: No sé de qué estás hablando... Pero yo me refería a que me puse nerviosa porque... yo... la primera vez es importante para una chica, y... todo estaba pasando tan de repente. De todas formas, debí ser más educada. Gomene.
Shinpei: (por fin se acerca a ella, y, sujetando delicadamente la cabeza de Megg, la atrae hacia él hasta que queda apoyada sobre su hombro) Yo... Seré muy paciente. El día en que hagamos el amor, será porque vos lo queres así.
Megg: (aferra a Shinpei) Yo... quiero que seas el primero, y en lo posible, el único.
Shinpei: (se aparta un poco de ella, y estampa un beso en su blanca frente) No digas cosas peligrosas como esa. (Sujeta una de sus manos) Volvamos a la fiesta.
Megg: (soltándose) Matte.
Shinpei: (sorprendido) ¿Algo no marcha? (Ve que Megg hace un simpático gesto con las cejas) ¿Qué pasa? (Ella ahora lleva un dedo hasta su barbilla) Meggu-chan, ¿estás bien? (Ahora ella le guiña un ojo) ¿Te pico algo?
Voz: ¡Quiere un beso, Baka!
Shinpei: (al igual que Megg, dirige si atención hacia la persona que les había hablado, mostrándose sorprendido) ¿Eh? ¿Se-chan?
Selenia: Los estaba buscando. No pensé que los encontraría en medio de una charla tan cachonda y confianzuda (estas últimas palabras, como no sabe su reemplazo en japonés, las dice en español). Bueno, yo mejor me voy. Daigo-sama te está buscando, Shinpei-san, así que anda a verlo cuando terminen (junta las manos cerca de su rostro y aprieta los labios) Tómense su tiempo, tortolos. (Deshace la pose y se va)
Shinpei: Bueno (se acerca a Megg), ahora que ya se fue...
Megg: (retrocede un paso, encogiéndose de hombros) No, ahora me dio vergüenza.
Selenia: (reapareciendo) Bésense rápido, que Maya en un rato va a tirar el ramo. (Se va)
Shinpei: Esta es peor que Daigo.
Unos minutos después, ya estaban las muchachas reunidas un par de metros lejos de Maya, esperado a que la japonesa castaña arroje el ramo, augurando una feliz y próxima boda para alguna de ellas. Pero no todas aguardaban allí. Selenia decidió rehusarse, y se había sentado con junto a la banda. Mientras las jóvenes se mostraban entusiasmadas y con muchas ansias ante el suspenso que imponía Maya, a ella no le despertaba ni la menor emoción, pues creía que las supersticiones como esas eran ridículas, y de hecho no estaba prestando atención hasta que escucho que Akihide y Shinpei reían, ya que el dichoso ramo cayó en manos de Daigo, quien lo atajo antes de que golpee su cara. La morocha de inmediato se levantó, pidiendo al vocalista que lo devuelva. "Eso es cosa de mujeres", argumento, pero no necesito decir demasiado. A él también le pareció ridículo, así que regresó la ilusión a las chicas, entre las cuales la afortunada fue, nada más ni nada menos que Atsuko. Y resulto muy curioso que Hernán estuviese más contento que ella.

Ese lunes, en universidad, dos días después de la boda de Maya y KyunHo, el preceptor Kishimoto había encargado a su hija, Nadeshiko, la tarea de avisar a las estudiantes extranjeras que sus certificados de aprobación estaban listos. Dispuso el sobre en manos de la delegada para desligarse completamente del asunto. Pese a todos los inconvenientes sufridos, las muchachas habían logrado lo que buscaban en el otro lado del mundo. Ni las pandillas, los enredos, o las mal intencionadas intervenciones fueron piedras que los provocaran más que un tropiezo.
Nadeshiko, con el sobre en la mano, no pudo resistir demasiado la curiosidad, así que extrajo los certificados para observarlos brevemente, después de llamar a la morocha protagonista, quien era la única que estaba disponible para ir a retirarlos. Megg había salido con Atsuko para realizar las últimas compras en Tokyo, y Charlotte se fue de viaje... acompañada, claro. Pero poco antes que llegara la morocha, la delegada fue abruptamente interrumpida por sus amigas, quienes también curiosearon los certificados, pero con otra intención.
Akane: Que bueno saber que por fin van a irse, Nadeshiko. Una patotera menos en el campus.
Sumire: Otra vez contra Gonsaresu-san (Selenia)... Detuvo al pervertido de la zona. Una parte de mi le esta agradecida. Lo realmente bueno es que se va esa roba novios antes de seguir haciendo de las suyas.
Tsubaki: ¿De dónde habrás sacado esas ideas contra Ryonato-san (Megg)? Que sea amiga de aquella pelirroja desvergonzada no significa que son iguales.
Nadeshiko: Basta. Me encantaría que, antes de hablar así, las hayan conocido un poco. Serenia-san no golpeo a ningún inocente por puro capricho, sino a tipos degenerados y peligrosos, protegiendo a los indefensos. En verdad, ella es una gran persona. Además, Maya y su novio ya se casaron, así que ese video habrá sido un malentendido, y que Arumeraya-san se vista de forma llamativa o tenga actitudes desenvueltas no la hace una descarada. (Sus tres amigas la observan asombradas a tal punto que no pueden responderle)
Akane: (rozando la furia) ¿Por qué hablas tan bien de esa salvaje, si antes hasta la apodabas simio afeitado?
Sumire: Es muy raro todo esto. A diferencia de Akane, yo no soy antifan de Gonsaresu-san, pero tu cambio hacia ella es muy notable.
Tsubaki: ¿Te volviste su fan desde que detuvo al pervertido del cuchillo?
Nadeshiko: No... es que... (lo medita un poco) El día en que ella peleo con ese pervertido, había rescatado a una chica a la que ese tipo casi viola... Es decir, me había rescatado...
Akane: (después de una pausa) ¿Por qué... no nos lo dijiste? Era mentira que fuiste a visitar a tu madrina en Kyoto.
Nadeshiko: Tenía mucha vergüenza... y un par de costillas rotas que todavía no sanan del todo. No quería que mis compañeros me viesen golpeada y se burlaran de mí. Después de todo, soy la hija del candidato a rector y la representante del centro de estudiantes.
Tsubaki: Pero nosotras somos tus amigas.
Sumire: Si, desde el jardín de infantes, de toda la vida.
Nadeshiko: También me dio vergüenza contarles a ustedes. Siempre me sentía tan segura de mi misma, tan fuerte a pesar de mi estatura baja, y no quería que me viesen lastimada y asustada. No olviden que, aunque soy su amiga, también soy una Kishimoto. (Calla de repente, pues escucha que alguien golpea la puerta) Doozo.
Hombre: (entrando) Konnichiwa. Sorekara osewani narimasu. [Buenas tardes. Agradezco aticipadamente su amable atención] Estoy buscando al encargado, Ki...
Nadeshiko: (interrumpe, apuntando hacia su nariz) Kishimoto desu. ¿En qué puedo ayudarlo?
Hombre: Disculpa, pero busco a Kishimoto sensee.
Nadeshiko: Otoosan wa Kishimoto sensee. [mi padre es Kishimoto]¿Necesita hablar con él?
Hombre: Así es. (Le entrega una tarjeta) Trabajo en un colegio de idiomas, y estoy interesado en contratar a una de las alumnas becadas que estudiaron aquí para que enseñen español, aunque antes quisiera tener una recomendación del preceptor encargado.
Nadeshiko: (observa la tarjeta detenidamente) Shitsure desuga... [Si no es una indiscresión...] ¿A cuál de las tres se refiere?
Hombre: (esta por contestar, pero ve que una muchacha entra al salón y reconoce en ella a su "objetivo") Se trata de ella (la indica)
Selenia: (estaba a punto de saludar, pero se torna curiosa) ¿Nannika?
Akane, Sumire y Tsubaki: (al unísono) ¿Que dijo?
Nadeshiko: (a Selenia, acercándose a ella) Serenia-san, hay grandes noticias. (Le entrega el sobre con los certificados y luego la tarjeta de aquel sujeto) Este hombre trabaja en una escuela de idiomas, y está interesado en que formes parte del personal enseñando español.
Hombre: (saluda con una breve reverencia mientras Selenia lee rápidamente la tarjeta) Ore wa Matsuda Hideki. Yoroshiku.
Selenia: (inclina un poco la cabeza) Kochirakoso [igualmente -algo así]. Watashi wa Gonzales Selenia. ¿Puedo saber a qué viene esta propuesta?
Matsuda: Recibí una invitación para asistir a la exposición de su tesis, y quede muy impresionado. Creo que su método explicativo funcionaria muy bien en el instituto. Además, se nota que lee mucho en su idioma, a sus compañeras las note más adaptadas a las lecturas extranjeras.
Selenia: Wakarimashita... [Entendí] (un poco desanimada) Supongo que vino a pedir referencias a Kishimoto sensee.
Nadeshiko: (apresuradamente) Pero él está muy ocupado en estos días, así que yo puedo alcanzarle el expediente para que lo revise. (A la morocha) Serenia-san, necesito que me ayudes a buscarlo.
Selenia: No hay problema. (Las dos salen)
Tsubaki: (haciendo un gesto de confidencialidad a Sumire) Aprovechemos el tiempo para, si es que este hombre quiere contratar a Gonsaresu, hacerle algunas advertencias.
Sumire: (al principio la mira con desagrado, pero apenas entiende la expresión de Tsubaki, le sonríe y asiente) Me parece una excelente idea. 
Entre tanto, a Selenia y Nadeshiko no les llevo demasiado tiempo encontrar el expediente. Casi nada en realidad. Pero a la delegada le surgió una repentina curiosidad que quiso compartir con nuestra morocha protagonista sin contar con la presencia de Matsuda y de sus amigas.
Nadeshiko: (mientras ojeaba el expediente) ¿Serenia-san, que edad crees que tiene Matsuda-san?
Selenia: (extrañada) Pues... parece de veintitantos, pero tratándose de un japonés, tal vez tenga más de treinta.
Nadeshiko: Él dijo que alguien lo invito a la exposición... ¿crees que fue Daigo-sama?
Selenia: Soodesune... Yo había pensado en Naito-sama...
Nadeshiko: (con tono burlón) No tenés que ser tan respetuosa con tu novio delante de mí...
Selenia: Me refería a la madre. Y no me gusta el término novio. Digámosle... Yokusoku... [compromiso] No, yooshi [algo que hacer -como un hobbie].
Nadeshiko: (extrañada) Yokusoku? Yooshi?
Selenia: Exactamente. En fin, no creo que Daigo-yooshi haya invitado a Matsuda-san, aunque de todas formas tampoco me extrañaría. Cuando él esta encaprichado con algo, hace lo que sea para conseguirlo. Pero pensar que llegaría a hacer semejante cosa... sería raro. Debe ser por Naito-sama, se le ocurrió de pronto que yo sería buena nuera...
Nadeshiko: Y a vos... ¿te gustaría quedarte en Tokyo?
Selenia: Nunca me puse a pensarlo detenidamente.
Nadeshiko: ¿Tokyo te parece un buen lugar para vivir, así tengas que separarte de tu familia y de tus conocidos?
Selenia: (meditando) "La única razón por la que vendría aquí... es para comenzar una nueva vida lejos de todo... ¿Me está cayendo del cielo realmente la posibilidad de empezar de cero en otra parte, la oportunidad que secretamente siempre esperé? (A Nadeshiko) No quiero pensar en eso hasta que no escuche bien la propuesta de Matsuda-san.
Nadeshiko: (un poco avergonzada) Claro, todavía no hay que hacerse ilusiones con eso... Pero a mí me gustaría que te quedaras. (Capta la atención de Selenia) No es solo por agradecimiento, sino porque todo aquello que paso, que fue tan desagradable, me sirvió para aprender que por juzgar a alguien sin conocerlo, puedo perder la oportunidad de tratar a una tan buena persona como vos.
Selenia: Gracias por eso, delegada. Sabía que, a pesar de tu sangre Kishimoto, en el fondo sos una chica agradable.
Akane: (aparece de repente) ¡No puedo soportarlo más!
Nadeshiko: (asustada) ¿Que pasa, Akane? ¿Por qué entras gritando?
Akane: (se acerca de repente a Selenia) No puedo soportar que por tu culpa mis amigas estén mal de la cabeza. Tsubaki y Sumire comenzaron a decir a Matsuda-san que lo mejor que puede hacer es contratarte, y Nadeshiko te alaga. No me importa si la salvaste o no, pero... De solo ver tu cara siento mucha rabia. ¡No te soporto!
Selenia: (impresionada) Que valiente sos. Otra gente tiene miedo de decirme eso en la cara porque soy un poco brusca a veces. Me agradan las personas sinceras como vos.
Akane: (extrañada) ¿Te agrado?
Selenia: Si. Creo que seriamos buenas amigas.
Akane: Debes estar bromeando. Acabo de decir que no te soporto, que te hace pensar que podemos ser amigas.
Selenia: Que somos dos sinceras insoportables y que todavía no nos conocemos bien.
Kishimoto: (entrando también de repente) Omoshiroi [interesante]. Pensé que golpearías a Yoshizumi después de lo que te dijo, Gonsaresu. Ya veo que es cierto que solo atacas a maleantes.
Selenia: (al principio se asusta por ver a Kishimoto, pero cuando escucha lo que dice, se llena de entusiasmo) Así es, Kishimoto-sensee. No voy a castigarla por decirme la verdad. Yo solo detengo a los tipos malos porque odio las injusticias.
Kishimoto: No es injusto que ella te diga todo eso?
Selenia: Es injusto si yo no dejo que se exprese.
Matsuda: (aparece lentamente, y habla antes de que Kishimoto pueda hacerlo) Sumimasen, vine porque estaban demorando demasiado.
Tsubaki y Sumire: (venían tras Matsuda, al ver al preceptor quedan sorprendidas y exclaman al unísono) Kishimoto-sen... (se cubren la boca mutuamente)
Matsuda: (observa al extrañado preceptor) Usted es Kishimoto-sensee? (Ve que el hombre asiente) Soy Matsuda Hideki (breve reverencia)
Kishimoto: Matsuda-san, no tenía el gusto de conocerlo en persona. ¿Cuál es el motivo de su visita?
Nadeshiko: Sensee... ¿conoce a Mastuda-san?
Kishimoto: Solo de nombre. Le hice llegar una invitación para que asista a la exposición de la semana pasada.
Akane: ¿Usted lo invito, Kishimoto-sensee? ¿Por qué?
Kishimoto: Porque me pareció importante que el director de un colegio que enseña español asista a una exposición de hispanohablantes.
Matsuda: Y se lo agradezco en verdad. Justamente me impresiono tanto que quiero contratar a Gonsaresu-san como profesora, por eso vine a buscar su recomendacion.
Nadeshiko: (apresuradamente) Yo estaba por entregar a Matsuda-san el expediente de Serenia-san porque sé que Sensee está muy ocupado.
Kishimoto: (a Matsuda) En el colegio hay pervertidos o pandilleros?
Matsuda: (sorprendido) Bueno... Hay alumnas extrajeras a quienes interesa aprender japonés, y por eso no faltan acosadores... pandilleros también, como en todas partes, pero...
Kishimoto: Entonces tiene toda mi recomendación. Si hay pandilleros y pervertidos, ella los corregirá, y si no, de todas formas será una buena profesora. De hecho, hizo bien en escogerla, porque sus compañeras son muy coquetas y siempre andan enredadas con varios hombres, pero en ese sentido, Gonsaresu-san es bastante tranquila y no me ha dado dolores de cabeza.
Selenia: Kishimoto-sensee... no diga eso de las chicas. Es que ellas son muy bonitas y siempre llaman la atención.
Tsubaki: Serenia-san es increíble, en vez de ponerse contenta por la recomendación de Kishimoto-sensee, comienza a defender a sus amigas.
Matsuda: Muchas gracias por su sinceridad, Kishimoto-sensee. (A Selenia) En mi tarjeta esta la dirección del colegio, así que podes visitarlo cuando quieras.
Sumire: ¿Por qué no ahora? Siempre quise conocer el colegio, pero no me ubico bien.
Tsumire: Yo también.
Nadeshiko: No se inviten solas.
Matsuda: No hay problema, justamente ahora tengo que ir para allá. Yo las llevo.
Kishimoto: Me parece bien. Regresare a mis ocupaciones. (Luego de saludar con una breve reverencia, se va).
Las muchachas comienzan a caminar tras Matsuda, excepto Akane. Ella se resistía a participar en cualquier actividad cerca de Selenia, pero esto o basto para que se quede ya que entre la morocha protagonista y Nadeshiko terminaron arrastrándola hasta la camioneta del director del colegio.
Esta noche, luego del recorrido en el colegio de idiomas, un amplio y cómodo establecimiento, bien equipado, y escuchar cuales serían sus condiciones de trabajo si aceptaba la oferta, entre ellas el salario, aproximadamente cinco veces lo que podía ganar en un año si trabajaba con carga horaria completa en Argentina más una buena oficina. Parecía demasiado bueno para ser verdad, o demasiado beneficioso como para dejarlo pasar, aunque de todas formas acordó con Matsuda que, una vez en su país natal, meditaría esa propuesta y le respondería lo más brevemente posible. Luego salieron de alli y regresaron a la universidad, lugar donde las cuatro muchachas se despidieron de la morocha protagonista y cada quien siguió su camino.
Akane: Nadeshiko (intenta captar la atención de su amiga mientras van por el mismo camino, pues viven cerca una de la otra) ¿A vos... te gusta Gonsaresu?
Nadeshiko: (no cabe en si misma del asombro) ¿Que...? ¿Pensás que soy una L [de lesbiana]?
Akane: Es que... Tu actitud haca ella cambio muchísimo. Ahora de pronto ella es perfecta, no tiene defectos, todo lo que hace o dice te parece bien. Y pensé que... tal vez desde que te salvo... comenzaste a sentirte atraída por...
Nadeshiko: En realidad... te estas equivocando. Es cierto que Serenia-san se convirtió en alguien especial para mí, pero no es en el modo que pensás. No sé por qué la detestas tanto, es como si no te importara lo que hizo por mí. Estas siendo muy cruel.
Akane: (a los gritos) Porque yo quería estar ahí. La que tenía que salvarte era yo, no ella. ¿Por qué tenía que ser Gonsaresu, si ella ni siquiera te conoce? No es como yo, que haría lo que sea por vos.
Nadeshiko: (no sabe que contestar, está totalmente consternada) A... Akane... ¿sos L?
Akane: (roja como un tomate y habla atropelladamente) Chigatta [Te equivocas, en informal]. Solo tengo celos de amiga guardaespaldas. Es más, yo pensé que vos lo sos, y quiero evitar que te fijes en alguien que no está a tu altura, que no…
Nadeshiko: Que alivio. Y no soy L, ni Serenia-san, ya que ella está saliendo con alguien.
Akane: ¿Ese simio afeitado tiene novio?
Nadeshiko: (muy seria) Si conocieras a su novio –aunque a ella no le gusta llamarlo así– te caerías de espaldas. Me pregunto cómo habrá conquistado a un hombre tan guapo…
Akane: Ver para creer.
Increíblemente, en ese momento comenzaron a escuchar que se acercaba un par de personas en medio de una discusión que no llegaba a ser acalorada, pero sí un poco hostil. Una de las voces les resultó bien conocida, pero no tanto por el timbre, sino por la musicalidad tan particular con la que hablaba; mientras que a la otra, bastante grave –de hombre– la encontraron desconocida… en parte. Luego Nadeshiko recordó de quien se trataba, y rió por lo bajo ante semejante coincidencia –que al fin y al cabo no era muy tirada de los pelos dada la zona por la que estaban caminando. La delegada decide tirar de unos de los brazos de su amiga, como una pequeña travesura, y ambas se esconden tras un porte de luz para escuchar la conversación.
Selenia: Que bueno que Anna está mejor, aunque solo pude verla un ratito.
Daigo: Es alentador saber que los episodios yumi no han vuelto a ocurrir. Pero me incomoda que  pida un permiso especial para poder ir a despedirte al aeropuerto.
Akane: (por lo bajo) Espera… ¿ese no es Daigo Naito?
Nadeshiko: (bajo también) Si, es él.
Selenia: No sé si van a darle tantos permisos. Trataré de volver mañana.
Daigo: Mañana no te van a dejar. ¿Qué tanto estabas haciendo? (se torna irritado) No me habrás dejado plantado para reunirte con tus amigos, ¿o sí?
Selenia: Otra vez me estás celando por nada… Estaba resolviendo un asunto serio.
Akane: (sorprendida, le cuesta contenerse y no hablar a los gritos) ¿Celos? No me digas que…
Nadeshiko: Si, es él.
Daigo: Vos, en un asunto serio, me cuesta creerlo.
Akane: ¿El hermoso Daigo Naito con esa tipa? No me lo creo. Estás bromeando, ¿verdad?
Selenia: Un poco más respeto, si no es mucho pedir. Después de todo, vine aquí a estudiar, no a levantarme tipos y hacer tonterías en vacaciones. Eso es de nenas.
Daigo: De todas formas, ¿qué estabas haciendo?
Selenia: Fui a retirar los certificados… Y luego me pasó algo muy curioso.
Daigo: ¿Enfrentaste a otro pervertido?
Selenia: Eso no sería tan curioso.
Nadeshiko: Es todo un shock, ¿verdad?
Akane: Seguramente solo se llevan bien, eso debe ser.
Daigo: (se acerca a Selenia y sujeta su rostro de un forma bastante romántica) No quiero que te vuelvas a meter en problemas, ¿entendido? Queda tan poco tiempo para que te vayas que no estaría mal que pasemos los últimos días juntos y en calma.
Nadeshiko: (en tono de burla) ¿Qué decías?
Akane: ¿Por qué no nací en Latinoamérica?
Nadeshiko: Tranquila, que los indoamericanos desciendes de los asiáticos [según una teoría, llegaron hasta américa a través de una antigua formación de hielo].
Selenia: (incómoda, retrocede un paso) Vamos rápido al combini o va a cerrar. (Se apresura)
Daigo: Pero si abren las veinticuatro horas. (la sigue de cerca)
En tanto Nadeshiko y Akane aprovecharon para seguir su camino, la morocha y nuestro soberbio protagonista continuaron hasta el combini. Durante el trayecto, Selenia se preguntaba una y otra vez si era prudente hablar con Daigo acerca de la propuesta de Matsuda, o mejor lo meditaba sola. ¿Por qué no lo hablaba con sus amigas? Pues, las conocía bastante bien, y sabía que podían surgir los celos clásicos entre mujeres. No sería la primera vez que eso ocurría. En cambio, tenía la sensación de que el vocalista tendría otra reacción, así que... Teniendo esto en cuenta, apenas salieron del combini y llevaron las compras al edificio de señoritas, le pidió que fuesen a un lugar tranquilo para hablar de un asunto serio. Pero nunca imagino a donde la llevaría...
Daigo: (comparando los números) Es esta.
Selenia: (intentando no enojarse -algo bastante difícil) Daigo-sama... si te pedí que hablemos de algo serio... ¿Por qué me trajiste a un hotel?
Daigo: (con expresión pícara) Si, queres hablar de algo (hace comillas con los dedos) "serio"...
Selenia: ¡Lo digo de verdad!
Daigo: Si, de "verdad" (antes de que ella pueda replicar, abre la puerta con la llave magnética y le indica que entre primero). Pasa.
Selenia: (pensando mientras entra) "Con tal de tener sexo este se vuelve caballeroso... Pero no voy a ceder." (Observa la habitación y no puede evitar alegrarse por lo que ve) ¡Sugoi! Este lugar es genial, mucho mejor que al que fuimos la vez pasada.
Daigo: (en tono pícaro nuevamente, cierra la puerta tras él) "Hablar" de cosas "serias" merece un lugar de categoría y no solo el que nos quede más cercano.
Selenia: De verdad tengo algo serio que decir, preferentemente quiero hablar antes de que intentes ponerte pesado.
Daigo: (como hay un pequeño sofá, decide tomar asiento e invita a Selenia a que haga lo mismo) Parece que estás hablando en serio, así que te voy a creer. ¿Qué es lo que queres decirme?
Selenia: Yo... hay una posibilidad de que regrese... a Japón y me quede a trabajar aquí...
Daigo: ¿Honto? ¿No me estás mintiendo? (Al ver que Selenia asiente) ¿En serio? ¿A quién tengo que matar para que eso pase?
Selenia: A nadie. Me ofrecieron trabajo aquí, como profesora de español. La verdad que la oferta es muy buena, pero todavía no sé si aceptar.
Daigo: (la sujeta por los hombros) ¿Por qué no? Es una gran oportunidad. Allá tu vida es un desastre, tu familia no te hace caso, no sabes si vas a conseguir un buen empleo después de graduarte, tenés dificultades económicas, sin contar con que en tu país hay muchos delitos. Aquí las cosas podrían ir mejor, tenés la oportunidad de comenzar de nuevo.
Selenia: Pero... aunque no me hagan caso, es mi familia. (Dándose cuenta) Un momento, ¿de dónde sacaste esa información?
Daigo: Por tu hermano me entere más cosas de vos que por vos misma.
Selenia: (avergonzada) No puedo replicar a eso. Pero... la verdad es que si había pensado en terminar nuestra relación antes de irme, aunque no te lo dije porque quería que pasemos los últimos días en calma. Ahora no sé cómo vamos a seguir.
Daigo: ¿Como que no lo sabes? Simplemente te lo voy a preguntar (sujeta ahora el rostro de Selenia para que lo mire a los ojos) ¿Querés vivir aquí? Ya tenés amigas, a la chica loca, Mayu, Shizuka, la delegada...
Selenia: ¿Quién es Shizuka?
Daigo: La que te prestaba esa peluca.
Selenia: Se llama Atsuko... - ¿De dónde sacaste ese Shizuka?- Y Tsugumi no está loca... Con lo de Maya ya me resigne, decile como quieras. (Se pone seria) Sé que voy a extrañar a horrores Japón cuando esté en mi casa, pero ese país lejano, inseguro, atrasado tecnológicamente, es parte de mi identidad. Allá hay japoneses que, aun sin saber hablar el idioma, siguen viviendo en su propio mundo nipón dentro de sus casas. Me pregunto si tendré la fuerza para hacer eso, que debe ser mucho más difícil de lo que parece.
Daigo: (extrañado) No puedo creer que Serenia, la defensora de la dignidad femenina, este diciendo que tiene miedo. (Antes de que ella replique) La respuesta es más fácil de lo que pensás: firma un contrato por un año, y si no podes soportarlo, simplemente regresas allá. Además, si logras acostumbrarte, lo renovas por el tiempo que necesites. Es lo que hacemos los artistas. Cuando termina el contrato con una productora, cambiamos a otra si en la primera no nos sentimos a gusto.
Selenia: (su rostro se ilumina) Claro... (Entusiasmada) Es totalmente cierto, que buenos consejos das. Puedo venir a probar suerte, y si me gusta, me quedo. (Abraza de repente a Daigo) Arigatoo. Esto me ayuda a decidirme. (Recuerda que había prometido no ceder e intenta separarse del vocalista... pero se da cuenta de que la tiene completamente aferrada)
Daigo: (atrae el rostro de Selenia y la besa) Me alegra que tomes el trabajo y vengas a Tokyo aunque sea un temporada. Así que, como estoy contento (le habla al oido) esta noche no te voy a dejar dormir.
Selenia: (aparta su rostro, completamente ruborizado) Hey... ¡La gente tiene que dormir!


Los últimos tres días transcurrieron rápidamente, como si fuesen un suspiro, entre las últimas compras de souvenirs, las citas de despedida, salidas con amigas fotos casi al final de la estadía. El viernes había llegado. El vuelo que las llevaría de regreso despegaba el sábado después del mediodía. Ya no había marcha atrás, eso lo sabían bien, pero en lugar de deprimirse, decidieron hacer una reunión entre todos, a modo de festejo y despedida. Y si de festejo se trata, nada mejor que la disco más famosa de Japón: Yellow, la leyenda nipona en cuanto a discotecas (para más info, consulta Free Talk 6). Para tal acontecimiento, Megg pidió a sus amigas que le ayuden a escoger una prenda más... sexy de lo que acostumbraba, y por ello, Selenia y Charotte comenzaron a divertirse intentando elegir algo para ella entre la ropa de la pelirroja. Pese al esfuerzo que invertía nuestra simpática protagonista, su la llamativa extranjera encontraba un pero para todo: o muy escotado, o muy atrevido, o parecería salida de burdel; hasta que al fin la morocha, completamente frustrada, replicó "yo no tengo la culpa de que su ropa sea así". Debo agregar que, antes de que comience una polémica, Atsuko intervino para revelar la combinación ideal, con la cual la rubia quedo más que satisfecha. Luego de tanta preparación psicológica, decidió que por fin había llegado su noche.
Con bastante tiempo, las muchachas se dedicaron a embellecerse para esa ocasión tan especial, excepto Selenia y Tsugumi, quienes como siempre escogieron lo primero que vieron en el ropero -o la maleta- y estaban esperando abajo a las demás. Cuando comenzaron a aburrirse de tanto jugar pulseada china, las demás bajaron a reunirse con ellas. Y estuvieron listas justo a tiempo, pues apenas pisaron la planta baja vieron las luces de los automóviles que habían venido a buscarlas.
El trayecto fue más largo que en veces anteriores, pues Yellow quedaba a una distancia bastante considerable respecto a los otros dos clubes de Roppongi que visitaron anteriormente. Pero, cuando estuvieron cerca, desde allí lo veían brillar. Objetivamente no tenía nada especial, pero a su alrededor... irradiaba una especie de encanto particular. Una de las primeras cosas que les llamó la atención era la enorme fila de gente que esperaba poder entrar. Por suerte ellos tenían entradas VIP (los contactos de Daigo), así que en un santiamén estaban adentro, en el privado que pidió el vocalista, donde se sentaron a conversar antes de que el ambiente en Yellow se encienda, y no se les ocurrió mejor tema que la primera vez en que fueron a bailar todos juntos, justamente por el cumpleaños de nuestro soberbio protagonista. Aquella ocasión distaba mucho con el presente, pues Megg y Shinpei tenían fuertes discusiones, Charlotte y Akihide no sabían que hacer consigo mismos (o con las interferencias de la perra de Ximena), Selenia y Daigo se la llevaban como perros y gatos, KyunHo y Maya estaban peleados y Atsuko no quería tener cerca a Hernán (como que... los únicos que no cambiaron son Tsugumi y el buen Orochi) Por fortuna esos días habían quedado atrás.
La segunda salida fue un poco diferente. Charlotte y Akihide estaban juntos, aunque no de manera definitiva, Daigo y Selenia se llevaban mejor y Atsuko permitía que Hernán se le acerque un poco. Megg y Maya seguían en conflicto con sus ofendidos galanes, y nuevamente entre Orochi y Tsugumi nada cambio (son los más constantes de la historia).
Antes de que la nostalgia se apodere de alguno de ellos, cosa que se mostraba incipiente, decidieron abandonar el privado para concurrir a la pista de baile, pues el DJ comenzó a invitar a todos los presentes para que enciendan la fiesta en Yellow desplegando una alucinante colección de hits y temas pegadizos. Gracias al juego de luces, los muchachos de la banda podían pasar desapercibidos y se dedicaron a divertirse. Bueno, no todos. En un momento, Megg noto que Shinpei aun intentaba imponer una pequeña distancia con ella. ¿Todavía continuaba en esa actitud? La rubia tenía que hacer algo para cambiar las cosas, y demostrar al alegre guitarrista que estaba equivocado. Trato de aguantar, de fingir que nada pasaba hasta que le pareció oportuno apartarse del grupo, sabiendo que Shinpei la seguiría. Entonces, podría poner las cartas sobre la mesa y mostrar su jugada (que frase de timba). Diciendo que tenía que ir al baño, regreso al privado, y espero unos quince minutos, hasta que al fin apareció el protagonista de lentes. Se le hizo raro que se aparte de tanto, pero ya la había visto ir hacia allí. Esto era aún más sospechoso.
Shinpei: (sentándose a su lado) Meggu-chan, ¿ocurre algo? Te sentís bien.
Megg: La verdad, no. Pero no es que vaya a desmayarme como las otras veces, sino que siento que no estas cómodo conmigo y eso me desagrada.
Shinpei: (nervioso) Gomene. Es que...
Megg: ¿Es que qué? Estás más raro que de costumbre. Ni siquiera notaste la ropa que me puse o que me arregle un poco más esta vez.
Shinpei: Si lo note. Ese vestido... no tiene el estilo que soles usar. Es bastante sexy. Por eso me mantengo alejado. Meggu-chan... yo... te deseo. (Megg se ruboriza hasta las orejas, pero eso es lo que ella esperaba) Y no quiero que, por decirte esto, hagas algo de lo que no estas segura. Yo te amo, pero también te deseo, y esta situación se me está haciendo muy difícil.
Megg: Si me amas como decís, (acerca su rostro) besame. Yo no me puse este vestido ni me hice este peinado para que te quedes viéndolo con los brazos cruzados. (Aunque tenía bien pensado el discurso, comienza a darle vergüenza, así que poco a poco le tiembla la voz y se encoge de hombros) Sino que... si me deseas, deberías llevarme a un lugar donde estemos solos... (ahora aparta la vista), y puedas quitármelo y despeinarme...
Shinpei: (sorprendido, también se enternece con la imagen que le ofrece la rubia) Meggu-chan... ¿eso es lo que queres? (Ella asiente con cierta timidez) No me había dado cuenta de que, por concentrarme en tu comodidad, deje de lado lo que vos sentís. Todo esto me dejo muy sorprendido. (Agarra una de las manos de ella y la apoya cerca de su corazón) ¿Lo sentís?
Megg: (distraída al tocar el duro y firme pectoral de Shinpei) Si, has estado ejercitándote, ¿no?
Shinpei: Si, pero me refería a que me aceleraste el corazón.
Megg: (ya que el guitarrista agarro su mano, ella aprovecha para apoyar la izquierda sobre el hombro de él y se acerca) Vos no sos el único que siente... eso. (Lo besa suavemente)
Shinpei: (mientras siente que su sangre comienza a hervir, y de hecho está a punto de perder el control, decide centrarse por última vez) Meggu-chan, si me hubieses avisado antes podría haber preparado un encuentro más romántico y especial.
Megg: (rodeándole el cuello, vuelve a besarlo) No seas tonto. Vamos a pasar nuestra primera noche juntos porque nos amamos, ¿hay algo más romántico y especial que eso?
Shinpei: (con una pequeña y alegre sonrisa) Te doy la razón.
Los demás no notaron al principio que Shinpei y Megg se habían retirado, pero al cabo de una hora ya se les hizo evidente. Aunque había pasado bastante tiempo, en un lugar lleno de gente y con música hipnótica no era raro perderse aunque sea un poco. Y ese par ya no estaba allí. Conducir hasta el departamento en Shibuya representaba una pérdida de tiempo, y la rubia estuvo de acuerdo en que fuesen a un hotel cercano, uno con habitaciones cómodas y amplias, que contaba con una vista nocturna fascinante. Megg se quedó mirándola, absorta de todo, hasta que sintió los fuertes brazos del guitarrista aferrados a su cintura y un tibio beso cerca del cuello. Ya había llegado el momento.
Shinpei: (mientras ella da media vuelta para verlo) Estas segura de que queres hacer esto?
Megg: (abrazándolo) Si, muy segura. No quiero irme de Japón sin llevarme este recuerdo.
Shinpei correspondió a su abrazo, y comenzó a besarla con mucha suavidad al principio. Poco a poco, la pasión volvió los besos más apremiantes, hasta que Megg rodeo férreamente al guitarrista, y este la levantó en brazos para luego depositarla sobre la suave superficie del colchón. Apenas lo hizo, se quitó todos los accesorios que llevaba junto con su remera y el cinturón. La rubia protagonista se estremeció al verlo, pero al mismo tiempo estaba fascinada con lo que sucedía, así que busco sus labios nuevamente.
Él poco tardó en desvestirse, al igual que ella. La muchacha, aunque durante mucho tiempo se sintió acomplejada por su cuerpo, al sentirse envuelta por el calor de Shinpei, por sus besos y sus caricias, esto ya dejaba de inhibirla… Porque al fin estaba tocando la felicidad con sus manos, y sus incipientes jadeos lo demostraban. No podía resistirse a esa frenética energía, era increíble como conseguía atraparla completamente, como la envolvía en la llamas de su deseo, de modo que se mimetizaba con él. No podía controlar sus gemidos profundos, los leves temblores que recorrían su cuerpo, como pequeñas cargas eléctricas, ni las sensaciones que ya se habían apoderado de su ser. Shinpei notaba todo esto, incluso tenía miedo de lastimarla, pero aquellos brazos suaves y blancos, que lo aprisionaban con más fuerza de lo que parecía, aquellos ojos celestes clavados en los suyos, y sus finos labios palpitantes y sedientos de su boca le indicaban que no tema. Ella lo resistiría. Y él la complació. Poco a poco, sin dolor ni arrepentimiento, sin brusquedades que puedan arruinarlo, en un ambiente tenue, embriagado de amor y deseo abrasadores y excitantes, se fundieron en una sola criatura.
Los dos, adormecidos, quedaron abrazados en la cama. Megg aún jadeaba levemente, intentando mirar el reloj de la mesita de noche. Lo había visto cuando llegaron, y le sorprendió notar que no había pasado mucho tiempo. Ella creyó que sí, que había transcurrido el doble… aunque también la mitad. Era muy extraño. Su cuerpo sentía que habían hecho el amor toda la noche, estaba exhausta pero feliz. Tanto que no le importaba dormir desnuda al lado de su amado. Su hubiese sabido que su primera experiencia sería tan gratificante, la hubiese buscado antes.
Shinpei: (a media voz, muy suavemente) Meggu–chan… despertate.
Megg abre los ojos lentamente. Sin notarlo, se había quedado dormida. El sol entraba por la ventana.
Shinpei: (en el mismo tono de voz) Los demás se fueron de Yellow hace bastante, pero no quise despertarte antes. Podemos seguir durmiendo o te llevo al edificio para que termines tu bolso.
Megg: (se incorpora de golpe, pero permanece sentada sobre la cama) Cierto, tengo que ir a preparar el bolso.
Shinpei: (agarrando una de sus manos) ¿Cómo te sentís?
Megg: Estoy bien… muy, muy bien. ¿Sabes dónde están los demás?
Shinpei: Akihide y Charotte se habrán ido por ahí, y Daigo me dijo que llevaría a Se-chan al edificio. Los demás fueron a sus casas.
Megg: (con picardía) Pobre Daigo–san, él no pudo tener esta clase de noches con Selenia ni una sola vez.
Shinpei: (escéptico) Pero si esos dos lo hacen todos los días, hasta parecen conejos.
Megg: (siente que se va a atorar) ¿Qué? ¿Todos los días? Selenia nunca nos contó eso.
Shinpei: (arrepentido) Creo que hablé de más… Seguramente Se–chan no encontró el momento para decirlo.
Megg: (con resignación) No, ella siempre es así. Se preocupa por nosotras, nos escucha y nos aconseja, pero aunque habla sin parar, no sabemos nada sobre ella. La conozco hace cinco años y no tengo idea de cómo es ella en verdad. (Alegremente) Por eso me encantan los chicos sinceros y transparentes como vos. (Lo abraza de repente y se le abalanza encima)
Shinpei: (sorprendido) Meggu–chan… ¿Por qué de repente…?
Megg: (con una sonrisa seductora, levanta el dedo índice de una mano a la vista de Shinpei) Antes de irnos, vamos a hacerlo una vez más.
Shinpei: Meggu–chan, no conocía ese lado tuyo…
Megg: (entusiasmada) Preparate, porque lo acabas de despertar. 
Aproximadamente una hora después, Megg descendió del automóvil de Shinpei, despidiéndose de él, y caminó unos pocos metros hasta la puerta del edificio, topándose frente a frente con Charlotte, quien estaba a punto de entrar igual que ella. Las dos se sorprendieron por ello, y mucho más cuando Selenia abrió violentamente la entrada, con cara de pocos amigos, y en medio de insinuados reclamos provoca que entren aprisa. Ya estaban sirviendo el desayuno, el último que compartirían con las muchachas del edificio, así que las recién llegadas se cambiaron rápidamente para disfrutar por última vez de las exquisiteces que preparaba la cocinera. El resto de las chicas las miraban nuevamente, pero no como la primera vez, con curiosidad en los ojos. Ahora lucían un poco tristes, incluso las que eras más joviales, como Tsugumi. 
Se terminaban los seis meses, y aunque no creyeron que serían tan cortos (porque no los escribieron ellas), resultaba muy difícil pensar en volver a la “normalidad”. Aquellas tres coloridas jóvenes, tan diferentes, tan interesantes, que habían hecho emocionante el estar allí, en unas horas abandonarían ese lugar y se convertirían poco a poco solo en recuerdos. Esa parte de ellas se quedaría en cada rincón del edificio, porque… ¿Cómo olvidar cuando las conocieron? ¿O esa vez en la que se volvían locas buscando a la morocha desaparecida? ¿Cómo olvidar que bajaron a las corridas para ver el estreno del video donde trabajó Charlotte, cuando trabajaron incesantemente para pagar la deuda de los Fujiwara, o la vez en que entrevistaron a Selenia en Yokohama? ¿Cómo olvidar el póster de la simpática protagonista, el mural de la pelirroja, las coreografías de Megg y sus prácticas de canto? Esos momentos que, como en los relatos fantásticos, rompen con el mundo de todos los días, simplemente se quedan en la memoria. 
Una vez que el desayuno terminó, las tres protagonistas subieron a su cuarto por última vez para recoger y acomodar las cosas que les quedaban allí antes de cerrar definitivamente las maletas. Cada una llevaría un bolso de mano con algunos abrigos, pues en Argentina estaba haciendo frío, todo lo contrario al verano japonés que había comenzado. Sus familias las estarían esperando allí, en el otro lado del mundo. Andrés había avisado a Selenia que sus padres llegarían del interior justo para esa fecha, y Agatha contó a Charlotte que ya estaban limpiando su cuarto en espera de su regreso. En cuanto a los padres de Megg, justamente estaban dictando un seminario en otra ciudad, pero suspenderían un día para poder ir a recogerla al aeropuerto. Por fin los veía emocionados por ella. 
Entre una cosa y otra, ya había trascurrido el tiempo. Desde arriba escucharon que llamaban a la puerta, y por la ventana vieron que se trataba del preceptor Kishimoto, quien las había llevado hasta ahí y se encargaría de conducirlas hasta el aeropuerto. Las protagonistas descendieron a la planta baja, llevando dificultosamente sus maletas, pero de inmediato fueron ayudadas por otras visitas que no sintieron llegar: el nuevo matrimonio (es decir, Maya y KyunHo), Hernán, Diego y Jonathan. Habían decidido ir hasta allá porque despedirlas antes de que tomen el avión resultaría demasiado doloroso. Mientras los muchachos guardaban las maletas en el portaequipaje, las muchachas del edificio comenzaron a saludar a nuestras protagonistas por última vez. Aunque se había prometido no llorar, tanto Tsugumi, como Atsuko y Maya no pudieron evitar romper en llanto al abrazar a las extranjeras, quienes intentaron consolarlas afectuosamente. Lo cierto es que ellas también se sentían tristes, y aun así estrecharon entre sus brazos a las chicas del edificio, a sus amigas, a sus amigos y a las dos amables mujeres que allí trabajaban, incluso les dedicaron algunas palabras, antes de que el preceptor les dijera que se estaba haciendo tarde.
Cuando abordaron el transporte, notaron otra presencia inesperada: allí estaba la hija del preceptor, Nadeshiko, quien se había auto adjudicado la tarea, ya que ella las recibió en la universidad, de despedirlas en su último día. Solo Selenia se alegró de verla, pues Charlotte y Megg todavía sentían cierta inevitable apatía por ella, y prefirieron concentrar su atención en el paisaje urbano, como cuando había llegado. Esta vez no hubo esa explosión de euforia por cada lugar, ya que estos antes estaban vacíos y ahora se encontraban llenos de recuerdos, tantas citas, tantos paseos, tantas compras, tantos encuentros… Tokyo realmente era la ciudad mágica que ellas habían esperado. Al pensar en todo eso, Megg sintió una lágrima ardiente surcando su mejilla, e intentó detenerla antes de romper en llanto. De pronto notó la mano de la delegada apoyada suavemente sobre su hombro, mientras le ofrecía una botella de agua con mucha amabilidad. La rubia se lo agradeció, y al dirigir la vista hacia la derecha, advirtió que los ojos gatunos de Charlotte estaban bastante húmedos también. Pero al observar a Selenia… esto ya no sucedía. Ella parecía feliz, recorriendo la ciudad con los ojos con una sonrisa imborrable en el rostro, que se había dibujado al pensar en todo lo que habían vivido en Japón, y en todas las personas que había conocido, sobre quienes seguramente dejó imborrables huellas, amigos, compañeros en la facultad y en el trabajo, hasta sus rivales, y, por sobre todo, no podía dejar de lado a la persona a quien admiraba desde el otro lado del mundo, a quien jamás pensó que podría conocer, ni creyó que llegaría a estar cerca suyo, y mucho menos… que terminaría enamorado de ella. Ahora sería eterna.
Finalmente llegaron al aeropuerto. Mientras despachaban el equipaje, Kishimoto y su hija se despidieron de las muchachas, pero no quedaron solas mucho tiempo. Unos veinte minutos después aparecieron ellos. Daigo, Shinpei y Akihide estaban ya allí para verlas por última vez… durante algún tiempo. Apenas llegaron, tomaron asiento al lado de las protagonistas y no se separaron de ellas hasta que les indicaron desde el altavoz que debían abordar el vuelo. 
Daigo: ¿Por qué venís con camiseta?
Selenia: Es que… allá es invierno, y mi hermano me contó que hace frío.
Shinpei: Vos también tenés que abrigarte, Meggu-chan.
Megg: (con voz temblorosa) Tengo una campera, guantes y una bufanda en el bolso de mano.
Akihide: Con el viaje tan largo, ¿cómo van a hacer para bañarse?
Charlotte: Nos quedamos unas dos horas por el trasbordo y el aeropuerto tiene baño. Por eso, también tenemos ropa limpia. 
Charlotte: Nos quedamos unas dos horas por el trasbordo y el aeropuerto tiene baño. Por eso, también tenemos ropa limpia.
Selenia: Así hicimos la primera vez, por eso llegamos bastante bien y sin olores desagradables.
Daigo: Nosotros no estábamos ahí, así que no nos consta.
Selenia: Dejá de menospreciarme, che.
Shinpei: (entrega a Megg un sobre que tenía en la mano) Meggu–chan, quiero regalarte esta foto para que me recordes.
Megg: (agarra el sobre y lo guarda en su bolso de mano) Gra… Cracias, aunque ya tengo muchas fotos con vos en el móvil. Esta la voy a poner en mi mesa de noche, para mirarla apenas me despierte, lo prometo.
Shinpei: ¿Segura que no querés mirarla antes de decir eso?
Megg: (negando suavemente con la cabeza) Segura, segura. Voy a ver las fotos todos los días, y espero que hagamos videochats con frecuencia… (comienza a llorar) Prometeme que vamos a seguir en contacto.
Shinpei: (abraza delicadamente a la rubia) Meggu–chan, por favor no llores que me parte el corazón.
Akihide: (notando los húmedos ojos de Charlotte) Cha… Charotte… (le acaricia la espalda para reconfortarla y ella comienza a sollozar repentinamente) Charlotte… Chari–chan… (se arrodilla delante de ella, descubriendo su rostro) No llores, no nos vamos a separar para siempre. Voy a escribirte todos los días, y vamos a hacer videochats muy seguido. (le acaricia la cara, corriendo un poco su cabello) Aunque no sea de cuerpo presente, siempre voy a estar junto a vos.
Charlotte: (sin poder detener sus lágrimas ni sus sollozos) Lo sé… Eso lo sé bien… (se arroja a sus brazos y lo besa rápidamente) Pero aun así no quiero sepárame de vos.
Selenia y Daigo comenzaron a sentirse incómodos por aquellas conmovedoras despedidas, sobre todo porque ellos no estaban tan emocionados, y en especial la morocha, quien tenía los ojos secos desde que salieron del edificio. No podía explicar porque, pero ella prefería centrarse en que regresarían a sus hogares y en todos los recuerdos buenos que tenían allí, en las amistades que hicieron, los hermosos momentos que habían vivido, en las grandiosas personas que conocieron. La separación era inevitable, las tres lo sabían desde el principio, y sin embargo, ella sentía que no tenía razones para llorar, sino muchas para estar contenta.
Escuchar!!!
Daigo: (al escuchar el ruido proveniente del Selenia) ¿Acaso no comiste?
Selenia: (tocándose el abdomen) Es que… no almorzamos por los nervios del viaje.
Daigo: (Se levanta y le agarra la mano) Veni, vamos a comprar algo y no estemos aquí como sujeta velas.
Selenia: (va con él, aun desconociendo el aeropuerto y sin notar que Daigo no la estaba llevando a donde prometió. Se da cuenta a medida que va decreciendo la cantidad de gente hasta que quedan solos) Daigo-sama, por aquí no vamos a conseguir comida.
Daigo: ¿Por qué creíste tan ingenuamente que te iba a comprar comida?
Selenia: Que malo, no podes jugar así con los sentimientos de la gente.
Daigo: Nosotros no somos la clase de pareja que, como aquellos cuatro, anda mostrándose públicamente, así que preferí venir a un lugar más solitario.
Selenia: Usaste mi hambre como pretexto, eso es muy cruel.
Daigo: (intentando abrazar a una resistente Selenia) ¿Por qué siempre te estás haciendo la difícil? No tendrás comida, pero me tenés a mí.
Selenia: Pero tengo hambre... hasta me conformaría con un hot dog (nota que lo que dijo puede ser usado en su contra y observa a Daigo, en quien parece surgir esa idea, así que se retracta) O un chocolate.
El vocalista aprovecha que Selenia lo miró para acercar su boca a la de ella rápidamente, al mismo tiempo en que la rodea con los brazos. Con todo lo que él estaba haciendo, la morocha supuso que, aunque le resultaba difícil, él había dejado de lado su clásica soberbia para mostrarse más cercano y dedicar hasta el último minuto del tiempo en que estarían juntos para demostrarle sus verdaderos sentimientos… y entonces se dio cuenta de que ella tenía que hacer lo mismo. Ya estaban en el aeropuerto, a poco tiempo de partir… y desde que comenzó su relación, Selenia no había podido confesarle que lo amaba. Esta era la oportunidad.
Selenia: (se separa lentamente de Daigo) Matte kudasai [espera, por favor]. Tengo algo que decirte.

Daigo: (curioso, y un poco preocupado) ¿Qué pasa?
Selenia: A diferencia de Charlotte y Megg, yo no estoy triste por tener que irme. Al contrario, estoy muy feliz por todas las cosas que pasaron aquí, en especial, por el Daigo–sama que pude conocer de cerca. Aunque a veces sos terco y soberbio, era muy divertido pelear con vos, y también tenés un lado amable, sincero y atento, siempre me decís la verdad, confiás en mí y te preocupa mi bienestar. Este Daigo–sama es genial, es mucho mejor de lo que había imaginado.
Daigo: (afectado) Todo lo que estás diciendo suena como una despedida…
Selenia: Lo que estoy diciendo es… Aishitemasu [modo formal de aishiteru]. Pero no desde que comenzó esta relación, sino desde… el primer momento en que te vi.
Daigo: (la estrecha entre sus brazos) Una parte de mí lo sabía, siempre lo supo. 
Es Selenia ahora quien busca los labios del vocalista, porque desde ese momento las palabras ya estaban de más. Ya lo habían dicho todo. Y, como sabemos, la morocha se entusiasmó muy rápidamente, así que Daigo tuvo que apartarla esta vez, soltándose lentamente, y afirmó por lo bajo “Si seguís poniendo tanta energía, voy a querer llevarte a otro lado para otra cosa”. Luego vuelve a acercarse, pero de forma más pausada y repetida… hasta que escuchan por el altavoz que… ya debían abordar el vuelo. Del bolsillo de su campera liviana saca una barra de chocolate, y se la entrega a nuestra protagonista, para disimular un poco.
Regresaron rápidamente para que Selenia pueda recoger su bolso de mano, y encontraron un panorama más tranquilo. Megg y Charlotte no estaban llorando, sino que se despedían de Shinpei y Akihide animadamente, dedicándoles una última y radiante sonrisa. La morocha se acercó a los guitarristas para saludarlos, y les agradeció que hayan cuidado de sus amigas durante la estadía, y a su vez, ellos le expresaron que confiaban en que ella seguiría pendiente de las muchachas en Argentina. Mientras tanto,  la rubia y la pelirroja (esta, de mala gana) mostraron su gratitud hacia Daigo por su ayuda y por preocuparse tanto por Selenia. Eso sí, él comenzó a decirles que ya eran grandes, o que eso se suponía, y que debían meterse en problemas que pudiesen resolver por sí mismas, ya que no quería saber que Se–chan se ocupe otra vez de cumplir labores de guardaespaldas gratuito.
Charlotte: (de repente) ¡Que desgraciado sos!
Daigo: Aprende a cuidarte sola en vez de insultarme. No quiero que Se–chan se meta en problemas por culpa de ustedes.
Megg: Que injusto… no deberías decir cosas lindas, como “cuiden a Se–chan”
Daigo: No podes cuidarte sola y querés hacerlo por alguien más… Que irónico.
Selenia: No empecés a pelearte con ellas, son mis amigas.
Shinpei: Si, Daigo. Dejá a las muchachas en paz.
Akihide: (a modo de broma) Es que él no puede dejar de preocuparse por su Se–chan…
Daigo: Cerra la boca.
Selenia: (colgándose el bolso de mano en el hombro) Bueno, es hora.
Las tres parejas se abrazan por última vez, y ellas luego comienzan a avanzar. Ellos allí se quedan, observando como lentamente aquellas tres figuras tan llamativas se pierden entre la multitud. Después de hacer una larga fila, nuestras protagonistas por fin pueden ingresar al avión y ocupar sus respectivos asientos, juntas tal y como había llegado, sintiendo un peso en el corazón. La rubia, repentinamente, siente deseos de revisar la fotografía que le dio Shinpei, como si quisiera apagar esa sensación de vacío, así que extrae el sobre de su bolso y de este, el grueso papel fotográfico…


Selenia: (acercándose a ver, igual que Charlotte, al observar que el rostro de su amiga se ruboriza completamente) ¿Vas… a ponerla en tu mesa de noche?
Megg: Creo que no…
Charlotte: (en tono burlón) Yo que vos, lo haría.

Fin.

Mil gracias por leer, aquí abajo les dejo lo que prometí. Espero que les haya gustado el final. 
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